Quizá usted, amigo lector, se halle entre los miles de españoles que pueden disfrutar de estos días como buen consumidor de vacaciones. Puede también que goce de un empleo más o menos estable, que su perspectiva de futuro no sea muy oscura y… que también tenga sus malos ratos, dándose cuenta que todo no va tan bien como podría parecer. Al menos para dos terceras partes del mundo, esos parias de la tierra que se ven sacudidos a diario por terremotos, hambrunas, guerras, desertización galopante, contaminación acuciante, falta de agua de la de verdad, no la de las regiones que ansían trasvases sin tener muy claro el por qué y el para quién, o en beneficio de quién.

En la última reunión de mi comunidad de vecinos tuvimos muchas dificultades en sustituir al presidente y al tesorero de la escalera. Aunque seguíamos un relevo ascendente y descendente, por plantas se entiende, y con periodicidad anual, la oposición de a quienes les correspondía por turno este gran honor de servicio a los demás suscitó un encendido debate. Resulta que a nadie le hace gracia asumir esta responsabilidad porque todos estamos muy ocupados en infinidad de asuntos. Desde cómo ganar las habichuelas a diario, a la educación de los hijos, las compras, la atención a la casa de campo o de la playa el fin de semana, etc., etc.

Este problema no se reduce sólo a las juntas de vecinos sino que podemos encontrarlo en cualquier otro ámbito asociativo. Desde las asociaciones de padres y madres de alumnos, consejos escolares, las asociaciones de vecinos, culturales o de consumidores. También en los sindicatos o los partidos políticos, al margen de los que están empleados en ellos o en la dirección como ‘liberados’. Incluso en cofradías, clubes deportivos, grupos parroquiales, movimientos de distinto tipo de apostolado o en las organizaciones no gubernamentales. En las empresas nadie quiere presentarse a las elecciones sindicales, por distintas razones, a no ser el profesional de turno. Corren malos tiempos para el compromiso, aunque sea el mínimo, limitado a tres reuniones al año. Hay una desmotivación tal que aquellos ingenuos que deciden asumir un cargo de éstos, vamos, sin ánimo de lucro, lo tienen muy difícil para dejarlo, porque no hay nadie que les sustituya. 

En esto del compromiso no sólo hay que mirar el mundo de lo colectivo, esto es, el de las asociaciones de distinto signo. En la propia vida encontramos esas dificultades para asumir algún tipo de responsabilidad en lo que hacemos, decimos, vivimos o pensamos. Desde cómo conducimos y las opciones que tomamos con nuestro medio ambiente, a los ámbitos más privados, como los de con quién decidimos unir nuestras vidas, las decisiones que adoptamos a la hora de tener hijos, las actitudes que tenemos con nosotros mismos y con los que nos tomamos el desayuno. Son obligaciones, empeños o vínculos que arrancan desde nuestra simple condición de seres humanos, hombres o mujeres, vecinos, padres o madres, hijos o hijas, marido o mujer… Personas, en definitiva, que no vivimos solas ni en nuestro edificio, ni en un barrio concreto, ciudad, región, país, continente o bloque económico y planeta. Dimensiones tan de andar por casa que no nos deberían pasar inadvertidas, ya que cada una de ellas llevan aparejadas determinadas cadenas o sujeciones que escapan, en la mayoría de los casos, a la propia voluntad.

¿Qué sucede? ¿Es que los cantos de sirena que vienen del exterior son tan intensos que no somos capaces de resistir la tentación? ¿O es que hoy no estamos llenos de ideales capaces de invadir todo nuestro ser para mirar algo más que nuestro precioso ombligo? Hoy simplemente divago en la constatación de este hecho: que no queremos asumir compromisos. Ni personales, ni relacionales, ni ambientales, ni por supuesto sociales. ¿Es justo que pasemos por la vida sin pena ni gloria? Vamos, ¿qué no seamos conscientes de que vivimos y que vivir lleva aparejado algo más que consumir sin más? ¿Y que también se une no sólo ser el centro de mi propia vida y de los otros? Mientras buscamos algunas respuestas a esos interrogantes, otro día les hablaré de distintas razones para el compromiso y de cómo éste tiene más posibilidades que operadoras de telefonía móvil y de televisión digital.