En la noche del pasado domingo, Ramón Luis Valcárcel, desde la alegría inmensa que tenía al repasar los resultados electorales municipio a municipio, llegó a preguntarse entre risas si no era mejor acabar antes comprobando en qué pueblo no había ganado el Partido Popular. Yo planteo la cuestión de otra forma: ¿quién no ha castigado al Partido Socialista en la Región de Murcia? La lista es muy larga. Desde los fumadores que están que trinan con la prohibición de fumar en espacios públicos, a los conductores que les revientan que se prohíba circular a más de 110 kilómetros por hora. Desde los que aún se creen que el PP hará el trasvase del Ebro, a los que culpan de todos los males del paro a Zapatero, el que el Real Murcia esté en 2º B, que Mouriño no haya sido capaz de recuperar el orgullo del Real Madrid, o que Madrid esté tan pendiente de la Región de Murcia que le impida endeudarse pese a la gran gestión política y económica de nuestro Gobierno regional.

En fin, queridos lectores. No soy objetivo a la hora de elaborar un análisis mínimamente serio que explique lo que los electores decidieron el pasado domingo en España, y en concreto, en nuestra Región de Murcia. No soy objetivo porque he trabajado codo a codo con una parte: la candidata a la Presidencia por el PSRM-PSOE, Begoña García Retegui. Y a lo largo de estos meses, desde el pasado verano cuando se inició el proceso de primarias, he podido comprobar que pese al ambiente hostil que existe en nuestra Comunidad, hay mucha gente que no le gusta lo que vivimos aquí. No le gusta vivir en una tierra que apenas defiende su orgullo como tal, muy distinta, poco vertebrada, que fácilmente culpa al otro de nuestras carencias y que prefiere que le gobiernen desde arriba sin que le compliquen la vida.

Hay, desgraciadamente a mi juicio, una amplia masa social -respetable, muy respetable, por supuesto- que se encuentra a gusto con el discurso oficial del PP y de la derecha tradicional murciana. Que defiende su televisión autonómica porque el reto de «Los siete magníficos» es total y se cree que es la más barata de España. Porque eso sí, aquí somos lo más de España. Que ha caído en la cuenta de que hay un Maligno que cada mañana se levanta pensando cómo puede hacerle daño a la Región de Murcia y a los murcianos. Que no le permite endeudarse porque así parece que les va a hacer sufrir más. Que no nos da agua, aunque no haya habido cortes desde 2003 y a la agricultura, la construcción o a la industria no le haya faltado el líquido elemento durante una de las sequías más duras de los dos últimos siglos. Es el mismo Maligno que no reconoce a 450.000 murcianos a la hora de financiarnos por nuestro derecho divino a ser como somos. ¡Uf, la lista de agravios puede ser interminable! Eso sí, responsabilidades, las justas. Si no se las exigimos a nuestros gobernantes, ¿cómo vamos a reclamárselas a nuestros hijos?

Como digo, esa masa social respetable apenas ha crecido en las elecciones del pasado domingo. Es fiel, muy fiel. No necesita de campaña electoral, ni de programa -porque no lo ha tenido, ni lo ha visto, ni falta que hacía-, ni de caras de personas nuevas. Si están imputadas por algunos delitos, da igual, porque como todo al final es mentira y fruto de los malvados socialistas que sólo quieren hacer el mal a la gente y a la Región… Da igual. Los corruptos… son nuestros corruptos. La corrupción nunca pasa factura a la derecha, pero eso sí, como haya algún desliz en la izquierda, la persona queda crucificada para siempre. El nivel de exigencia es altísimo. La ética y la moral es cosa nuestra.

A mí, sinceramente, me preocupa que 50.000 murcianos nos hayan dejado de votar. Puedo entender que algunos, los menos, se hayan ido a Izquierda Unida. No entiendo a los que se han marchado a UPyD o al PP. Y sobre todo, lo más doloroso es que muchos hayan preferido quedarse en casa o no votar conscientemente. En la parte que nos toca, hemos fallado. No hemos sido capaces de conectar con ellos. Y ahí es donde están los grandes retos que tenemos que afrontar. Unos son de principios. Otros de personas. Y también de cómo llevamos a cabo el trabajo y el método político. Necesitamos reflexión sincera y abierta, no de consignas vacías y de planteamientos autocomplacientes. Urge el debate, sin prisas y sin condicionamientos orgánicos y procesos electorales. Y de manera asertiva poder invitar a personas concretas a que den un paso atrás, que seguiremos contando con ellas, pero que su tiempo ha pasado. Esos gestos no sólo serán valorados por los propios militantes socialistas sino por el conjunto de la ciudadanía, que volverá a ver en el PSRM un partido que está dispuesto a representarla en las instituciones y en la calle.

Los socialistas murcianos, que somos responsables de nuestro pasado y de nuestro presente, seguimos teniendo grandes retos por delante. Unos son los propios que ha marcado la historia de nuestro partido, para no volver a repetirlos. Y otros, los más, son los mismos que tiene la socialdemocracia en Europa. Porque en ello no somos singulares. La crisis económica, que es una crisis más del capitalismo, se ha llevado por delate a los partidos socialistas o laboristas de toda Europa. Gobernar para los mercados no es sencillo. Algunos de los retos de la socialdemocracia para el presente y para el futuro tienen que ver con recuperar la autonomía de la política frente a los grandes poderes económicos, como afirmó ayer Carmen Chacón al anunciar que no concurrirá las primarias, la lucha contra el desempleo y la recuperación de las señas de identidad de la izquierda, con la ambición de trabajar por la justicia y la igualdad.

Y para terminar, una observación. Los mismos medios de comunicación que no han exigido responsabilidades a Valcárcel por sus políticas, que no le han sacado los colores por no querer debatir públicamente en la campaña electoral a pesar de la palabra que dio a algunos medios de comunicación -esa palabra que dice que va a misa-, que no han querido ponerle sobre el tapete su declaración de bienes en beneficio de la transparencia, que han sido cómplices con sus falsedades sobre los 450.000 murcianos ‘invisibles’ para Zapatero y la financiación, que están hipotecados por la publicidad institucional o la concesión de licencias de emisoras de radio… son algunos de los que ahora quieren que saquemos nuestros trapos sucios como partido. Nos lo piden en defensa de la libertad de expresión. Que nos despellejemos públicamente para mayor gloria de la mayoría popular. Porque eso sí, los socialistas sí somos expertos en destrozarnos. ¡Qué bello es vivir!

Pues va a ser que no. Vamos a intentarlo. Los ciudadanos no se merecen más desafección por nuestra parte. encajemos la derrota. Hagamos el duelo y renanazcamos de nuestras cenizas con fuerza y con una hoja de ruta que asuma los retos que se nos presentan.