…por las que dejo de fumar

Con este título publiqué el 23 de marzo de 2001 una declaración pública de abandono del tabaco. Lo hice animado por un texto similar de Terence Moix. El de hace más de doce años fue uno de los muchos intentos que he realizado para desechar una de las mayores tonterías que he cometido en mi vida: fumar. Llegué muy tarde, a los 22 años, pero caí de lleno. Estuve incluso casi seis años sin ponerme un cigarrillo entre los dedos, pero he ido sucumbiendo a esta adicción en diversas etapas de mi vida. Desde el pasado 1 de junio no he vuelto a fumar . Son más de seis meses, y estoy agradecido al Programa para Dejar de Fumar que lleva a cabo el Servicio de Prevención de la Administración donde trabajo. Un grupo de apoyo, con acompañamiento médico, es la clave para animarnos a abandonar esta terrible epidemia. así, como suena. En mi juventud fui un militante anti-tabaco. Luego me dejé llevar y viví diversas experiencia de autoengaño. Lo pero que nos pasa a los fumadores. Que vivimos al margen de la realidad. Ahora estoy feliz. Descubrí que fumar es una verdadera tontería. Y esta semana, que tuvimos sesión, cuatro compañeros y compañeras compartimos que se puede vivir sin tabaco. Que mejoramos nuestro estado de salud (físico y anímico) y nuestra economía. ¿Cuál es tu experiencia con el tabaco? Aquí te dejo el artículo en cuestión.

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85 razones por las que dejo de fumar

Porque esta mañana ya he comenzado a sentirme mejor. Porque quiero a mis hijos. Porque empecé a fumar muy tarde y cometí un gran error. Porque no quiero que me huela tan mal el aliento. Porque le he visto las orejas al lobo. Porque mi padre murió veinte años antes de la esperanza media de vida. Porque no deseo que me duela más la cabeza. Porque no quiero que las tabaqueras se enriquezcan más a mi cuenta. Porque me gustó la película  “El dilema” de Al Pacino. Porque estoy cansado de pensar lo que me cuesta dejarlo. Porque quiero hablar por teléfono sin un pitillo entre los dedos. Porque sé que puedo escribir sin humos. Porque odio las dependencias. Porque un día me regalé una bicicleta la última vez que lo dejé. Porque la vida es maravillosa. Porque me gusta el vino. Porque quiero saborear la comida. Porque tengo más infecciones en la boca de lo normal. Porque me gusta mi colonia. Porque mi oficina está más limpia. Porque me siento mejor. Porque quiero ver crecer a mis hijos. Porque amo a mi mujer. Porque vi sufrir a mi suegro. Porque lloré con la muerte de José Luis a sus 37 años. Porque  le tengo miedo al cáncer. Porque el tiempo tiene otro sabor. Porque haré feliz a mi amiga Consuelo. Porque estoy harto de que me pregunten cuándo me lo voy a dejar. Porque no me gustan los ceniceros. Porque soy capaz. Porque odio la pereza y la hipocresía. Porque el ecologismo comienza por uno mismo. Porque no me gusta la violencia. Porque amo la vida. Porque Bogart podía haber sido igual de duro sin un cigarro. Porque otros han sido capaces de dejarlo. Porque tengo una preocupación menos. Porque no me gusta ver en el espejo mis dientes amarillos. Porque un café se puede saborear sin un pitillo. Porque quiero respirar bien. Porque roncaré menos. Porque no me gusta la voz “cazallera”. Porque no tendré que preguntarle a un no fumador si le importe que yo fume. Porque ya lo he intentado varias veces y no he podido. Porque me gustaron los artículos de Terence Moix y de Muñoz Molina al respecto. Porque encontraré nuevos motivos para afianzar esta decisión. Porque quiero ser tolerante. Porque comprenderé mejor a los que fuman. Porque sólo visitaré un estanco para comprar sellos o saludar a mi cuñada o a Rafa. Porque mi hijo pequeño no verá un paquete de tabaco sobre la mesa. Porque no tendré que ir a buscar un pitillo a medianoche. Porque enjugaré mis frustraciones de otra manera. Porque trataré de buscar explicación a mi ansiedad. Porque podré mirar a los ojos de quien tenga enfrente. Porque perderé unos kilos aunque los gane al principio. Porque volveré a coger la bicicleta. Porque andaré más. Porque beberé más agua para limpiar y oxigenar el cuerpo. Porque cuando llegue la muerte la miraré sin rencor. Porque no quiero que otros decidan por mí. Porque cogeré entre mis dedos otros dedos cuando eche de menos un pitillo. Porque el gusto es mío. Porque no quiero toser más. Porque no quiero comprar más caramelos sin azúcar para disimular mi halitosis. Porque odio la acidez de estómago. Porque no quiero que mi dentista me vuelva a invitar a una limpieza de boca. Porque ganaré puntos a mi voluntad. Porque tengo la esperanza de que mi hermana también lo deje. Porque no quiero dar lecciones a nadie. Porque se puede vivir libre de drogas. Porque entiendo a los alcohólicos, ludópatas y otros toxicómanos. Porque no quiero que la ceniza vuelva caerse sobre el teclado. Porque mucha gente se ha perdido las oportunidades que les ofrecía la vida antes de tiempo. Porque no quiero vivir amargado pensando ‘si lo hubiera dejado antes…’. Porque dedicaré los casi cien duros diarios que me gasto en tabaco a otros fines. Porque no tendré que mendigar unos pitillos cuando me quede sin ellos. Porque no quiero pagar de este modo más impuestos al gobierno. Porque reduciré un poco el gasto sanitario. Porque me gustaría que los cardiólogos se dedicaran a investigar otras lesiones al margen de las que causa el tabaco. Porque no me gusta que los maestros fumen delante de los niños. Porque no tendré que salirme al balcón en casa de mis amigos. Porque seguiré luchando por el 0,7 y más y porque ninguna marca de tabaco tenga que apoderarse de esta reivindicación. Porque mañana participaré en la cadena contra la deuda externa y le añadiré la demanda de que las tabaqueras no exporten el negocio de fumar a los países del Sur. Porque lo light me parece superfluo. Porque nunca es tarde para dejarlo. Porque…