En la consulta del pasado domingo apoyé la candidatura de José Antonio Pérez Tapias. Lo hice porque creo que uno de los errores que hemos cometido en los últimos años ha sido abandonar los principios del socialismo democrático, un hecho condicionado por la acción de gobierno y, entre otras causas, por la negativa a asumir una crisis/estafa económica que estaba a las puertas en medio del boom inmobilario y de consumo desenfrenado porque permitía unos niveles de ingresos a las arcas del Estado increíbles. A ello había que sumar la falta de un proyecto socialdemócrata para el conjunto de Europa, en un contexto de globalización al que no sabemos cómo hacer frente. Si a este cóctel le incluimos unas estructuras organizativas anquilosadas, una militancia demasiado acostumbrada a que otros decidan por ella y a un liderazgo cuestionado desde hace tiempo, el resultado no podía ser menos que el que obtuvimos en las últimas convocatorias electorales.

Pero una vez celebrada la consulta -que no olvidemos se produce tras un sonoro fracaso en las europeas-, y en el interregno de los congresos regionales previos al extraordinario de los próximos 26 y 27 de julio, no viene mal hacer un breve alto en el camino para reflexionar sobre lo que vamos a hacer en los meses siguientes. Sobre todo en el terreno de lo cercano, de lo regional, de lo local. Creo que se abre un período muy interesante en el PSOE a nivel federal, con un nuevo secretario general respaldado por una gran parte de la militancia, en un proceso democrático limpio, donde cada uno ha jugado sus cartas, y donde creo que no se han reabierto heridas, sino todo lo contrario. Esto de la democracia, como lo de la transparencia, tiene su miga. Sobre el papel todos somos democráticos y transparentes… hasta que nos toca más directamente. Porque jugar con esas cartas tiene consecuencias. Y algunos compañeros y compañeras prefieren las viejas prácticas, porque requieren menos esfuerzo y debate.

Una vez elegido a nuestro secretario general (aunque ahora tan solo sea a través de una consulta y haya que esperar al Congreso Federal para que sea ratificado), debemos permanecer alerta para que la dirección responda a lo que la consulta ha reflejado y, sobre todo, a lo que la militancia ha ido expresando en los actos públicos de los candidatos y, en especial, en los debates y resultados de aquella Conferencia Política que parece tan lejana y que merece la pena refrescar de nuevo. Creo que debemos activarnos -si se me permite la expresión- en un doble sentido: por una parte, en participar en el debate político para construir una alternativa política teniendo en cuenta la situación de la gente, las consecuencias de la crisis/estafa, con un programa netamente socialdemócrata, con reformas de las de verdad, sin miedos… acompañadas de una pedagogía clara a la hora de explicarlas y hacerlas presente en los sectores más castigados de nuestra sociedad. Por otra, implicarnos de lleno en un cambio democrático y participativo de la acción política a través de nuestra organización, nuestras agrupaciones, nuestras estructuras como partido político, renovando los mecanismos de debate y de toma de decisiones. Dejándonos caer de nuevo, como ya lo hicimos hace años, en una verdadera política a pie de calle. Recuperando parte de lo que fuimos y que nos permitió ser referente de grandes masas de ciudadanos que querían formar parte de un proyecto de cambio.

Sinceramente creo que estamos en un gran momento de cambio y que se dan las mejores condiciones -dentro de la gravedad de la situación política- para que todos y todas pongamos de nuestra parte. La carta que Pedro Sánchez nos ha dirigido a la militancia socialista apunta buenas maneras para hacer posible esto de lo que hablo. Que dejemos de mirarnos el ombligo y salgamos a dar respuesta a lo que la ciudadanía nos pide. Si la nueva dirección política (Comisión Ejecutiva y Comité Federal) es un espejo de lo que los afiliados y afiliadas hemos demostrado estas semanas, así como de los aires de cambio, renovación y ejemplaridad que reclaman los millones de simpatizantes socialistas y progresistas que nos han votado en el pasado, podremos volver a reencontrarnos con nuestros orígenes y nuestra identidad en la izquierda y en el progreso de nuestro país.

¿Y qué pasa en nuestra Región?

Pues si coincidimos en que se abre un proceso esperanzador en el panorama nacional, las y los socialistas murcianos no debemos volver a caer en los errores del pasado. Debemos desterrar ya, de una vez por todas, esa cultura política (por llamarla de una manera) cainita, ‘asesina’ (aunque suene fuerte) e injusta de crucificar al otro por intereses que muchas veces son espurios. Esas prácticas de las ‘mesas de camilla’, merced a las cuales un grupo selecto y especial (por no sé qué condiciones o supuestos éxitos de un pasado que mi hijo mayor, que ya vota, no conoce) decide lo que es mejor o peor para establecer la lista de candidaturas y de estrategia política. Eso sí, siempre y cuando les pille a ellos en aquéllas, porque se sienten salvadores de las supuestas esencias del socialismo murciano. Ese que es capaz de devorar a sus hijos, cual Saturno cualquiera. Y lo grave del caso, con la complicidad de la mayoría de la militancia.

Pedro Sánchez, junto a María González, en Los Desayunos de TVE cuando coordinaban los debates de la Conferencia Política.

Pedro Sánchez, junto a María González, en Los Desayunos de TVE cuando coordinaban los debates de la Conferencia Política.

Si de verdad no queremos otra vez quedarnos fuera de juego creo que hay que hacer un verdadero esfuerzo de generosidad, de seriedad, de compromiso en los ideales transformadores y de cambio de la realidad, por encima de los intereses personales y a corto plazo. La gente está cansada de nuestras luchas internas, de nuestra cortedad de miras, de cómo desacreditamos a nuestros compañeros y compañeras. ‘Si ni ellos se quieren entre ellos, cómo pretenden que los queramos nosotros’, vienen a decir nuestros ciudadanos cuando contemplan nuestras batallas sinsentido. Porque no nos engañemos. Sufrimos un grave problema de credibilidad, de que se nos vea como alternativa a las políticas del Partido Popular. De un PP que casi veinte años después de llegar a las principales instituciones de la Región de Murcia, se ha retratado con su verdadero rostro. Un rostro que mantenía un liderazgo mesiánico, como era el de Valcárcel, al pairo del reparto de las prebendas del poder y de la desintegración de la oposición. El poder ya no da más de sí, porque en época de escasez se ven las miserias de quien de verdad se ha llevado sus beneficios, y el gran líder ha escogido su retiro dorado en las instituciones europeas después de dejar esta tierra en el estado en que se encuentra. Ni sus más fieles seguidores le guardan ahora el respeto, porque se han dado cuenta, por fin, de quién era él, y de quién estaba acompañado. ¿Hasta cuándo aguantarán los imputados en su nombre? ¿No hay honradez, de la de verdad, en las filas del PP?

Volviendo a lo que de verdad me interesa en estos momentos, como militante de base comprometido en un partido político que aún tiene mucho que decir, creo que en nuestra Región ha llegado el momento de implicarse con fuerza en un cambio político que se merecen nuestros hijos, nuestra gente, los que peor lo están pasando. Un cambio que debemos protagonizar con seriedad, con altura de miras, con responsabilidad. Dejando de lado las heridas del pasado, las familias de procedencia, los liderazgos sin sentido, la cortedad de objetivos y las venganzas por batallas del pasado no resueltas. Hace unos meses elegimos democráticamente un candidato a la Presidencia de la Comunidad. No lo estemos cuestionando continuamente. No seamos tan destructivos. Construyamos, en primer lugar, una verdadera alternativa de gobierno, con medidas eficaces para la gran mayoría de la ciudadanía. Nuestra conferencia política regional puede ser la gran ocasión. Y luego conformemos equipos solventes y creíbles para nuestros municipios y para las circunscripciones de la Asamblea Regional que respondan a los nuevos tiempos, con nuevos discursos, con nuevos estilos y con generosidad y confianza. Lo ideal es que cada uno, cada una, de los y las militantes nos miremos seriamente dentro y reconozcamos qué parte de responsabilidad tenemos en todo lo que nos ha pasado estos años. No vale con culpar siempre a los otros. Eso es de cobardes. Se trata de construir, no de derribar. De poner lo mejor de nosotros mismos, de nosotras mismas, en función del noble interés de la política. Ha llegado ya el momento, ¿no te parece?