¿Es posible la desconexión digital? Sufrimos de “obesidad digital” al no establecer límites entre la jornada de trabajo y el descanso para vivir, que produce estrés, sentimiento de cansancio y vacía de contenido lo relativo a los riesgos psicosociales

Es probable que cuando tengas este artículo en tus manos interrumpas su lectura en varias ocasiones al escuchar el aviso de un mensaje de WhatsApp, o caigas en la tentación de mirar tu cuenta de Facebook o Twitter, y hasta incluso comprobar si ha entrado ese mensaje de correo electrónico que estás esperando. Si esto es así, es que formas parte de la nueva generación de personas adictas a lo digital. Esto es, aquellas que son/somos incapaces de centrarnos en una actividad sin estar continuamente saltando a otras que tienen que ver con los dispositivos y sus aplicaciones electrónicas que hoy nos ofrecen las nuevas tecnologías de la comunicación.

Estrechamente vinculado a este fenómeno, que está cambiando de manera radical nuestra forma de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás, encontramos el derecho a la desconexión digital del trabajador con la empresa. Esto es, el establecimiento claro de que los límites de la jornada laboral están perfectamente definidos frente al tiempo de descanso y de ocio. Porque ese lema de Robert Owen a comienzos del XIX, ocho horas de trabajo, ocho horas para vivir, ocho horas de descanso (8 hours labour, 8 hours recreation, 8 hours rest) ya está fuera de lugar. En el lugar de trabajo ya se superan esas 8 horas, pero es que, además, el espacio físico ha dado lugar a un espacio laboral que se ha ampliado en el ámbito doméstico. La prolongación de la jornada tiene mucho que ver con esas situaciones que se han colado en nuestro día a día sin preguntar: la tensión mantenida, el estado de alerta, el foco constante. Las órdenes y las tareas llegan a través de los mensajes de WhatsApp y los correos electrónicos, entre otras aplicaciones.

Un estudio elaborado en España por Edenred e Ipsos en 2015 ya advertía de que al 65 por ciento de los trabajadores se les reclama fuera de sus horarios de trabajo y que la gran mayoría de estas situaciones se producen debido a la digitalización. Hoy ese número ha crecido y los expertos recuerdan que de su mano lo han hecho otros dos fenómenos: el estrés laboral y los problemas de conciliación que se derivan de él.

Francia ha recogido el derecho a la desconexión digital en su reforma laboral que entró en vigor a primeros de año, cuya propuesta vino de la mano de un informe elaborado por Bruno Mettling, director general adjunto de Orange (Transformation numérique et vie au travail, septiembre de 2015). El Informe señala, entre otras cuestiones, que la utilización de los equipos informáticos de que está dotado el trabajador fuera del horario de trabajo, puede producir, en ocasiones, una sobrecarga de información y comunicación, dañina para su vida privada: trabajadores que se conectan a distancia, a cualquier hora de cualquier día, con el riesgo evidente de incumplir los tiempos de descanso diarios o semanales, lo que afecta de lleno a la protección de su salud. Esta “obesidad digital” (infobésité), produce estrés, sentimiento de cansancio y vacía de contenido lo relativo a los riesgos psicosociales.

Por ello, regular el uso de esos instrumentos de trabajo es una cuestión central “en particular para los cuadros”. Metling propone “un derecho a la desconexión” digital laboral, a través de la negociación colectiva. Para que este derecho sea efectivo debe ir acompañado de un deber de desconexión cuyo respeto incumbe, en primer lugar, a cada uno de nosotros, pero también a la empresa.  En este sentido, señala, que los directivos deberían ser ejemplares.

La reforma introduce un nuevo apartado 7 en el artículo L. 2242-8 del Código de Trabajo francés, que establece que la negociación anual sobre igualdad profesional entre las mujeres y los hombres y la calidad de vida en el trabajo incluirá: “Las modalidades del pleno ejercicio por el trabajador de su derecho a la desconexión y la puesta en marcha por la empresa de dispositivos de regulación de la utilización de los dispositivos digitales, a fin de asegurar el respeto del tiempo de descanso y de vacaciones, así como de su vida personal y familiar. A falta de acuerdo, el empleador, previa audiencia del comité de empresa o, en su defecto, de los delegados de personal, elaborará una política de actuación al respecto. Esta política definirá las modalidades de ejercicio del derecho a la desconexión y preverá, además, la puesta en marcha de acciones de formación y de sensibilización sobre un uso razonable de los dispositivos digitales, dirigida a los trabajadores, mandos intermedios y dirección.”

Imagen tomada en atreverseacambiar.wordpress.com

En España este debate ha comenzado a llegar al Congreso de la mano de varios grupos, entre ellos el PDCat, En Comú Podem y, sobre todo, con la Proposición No de Ley sobre protección de los derechos digitales de la Ciudadanía presentada a finales de marzo por el PSOE. Uno de sus promotores, el diputado Óscar Galeano, indicó a Noticias Obreras, que “queremos impulsar un debate en el Parlamento y con el conjunto de actores sociales para fomentar la adecuación de nuestro marco jurídico actual a lo que es una realidad digital, presente y futura imparable” y con ello, para hacer efectivo el pleno ejercicio de los derechos fundamentales en la realidad digital. Una proposición que se une a otras medidas ya presentadas sobre brecha digital y de género, en coordinación con el área de Calidad Democrática”.

Galeano destacó igualmente que los socialistas “consideramos también que el Gobierno debe garantizar la protección de la privacidad digital en el ámbito laboral y regular la desconexión de los trabajadores fuera del horario laboral”, entre otros asuntos, y en este caso incluido como uno de los Derechos de Ciudadanía. “Es verdad que las situaciones laborales son muchas, en especial para aquellos trabajadores autónomos que desarrollan una actividad en la que los límites horarios no están claros, pero no por ello debemos dejar de reconocer la necesidad de fijar esa desconexión digital”, añadió.

El debate está servido y en nuestras manos tenemos la posibilidad de que esa desconexión digital con la actividad laboral sea una realidad. Junto a la regulación a través de las leyes laborales, hay un factor determinante: la firme voluntad de cada persona en establecer los límites del tiempo y actividades que dedica a su vida social y en comunidad. Eso solamente depende de nosotros.