Si existiera la misma unanimidad y el empeño para resolver los problemas del soterramiento y las infraestructuras en Murcia que ponen en ir a los toros y aparecer en las crónicas rosas quienes detentan el poder político y económico… otro gallo nos cantaría. Si se hubieran cumplido los compromisos del año 2006 y antes se hubiera trabajado unidos en favor de un proyecto de Región sostenible, solidaria y justa, no tendríamos que estar lamentándonos aún de lo que nos pasa, de lo que no somos capaces de alcanzar y de sentir que no contamos como pueblo.

Dejaríamos de lanzarnos dardos envenenados. Nuestros políticos, en el gobierno o en la oposición, gozarían de credibilidad, cada uno por la parte que le ha tocado vivir en este sainete de la confusión y de las promesas incumplidas. Por cierto, la imagen que encabeza esta entrada es muy significativ por el lema de la pancarta y por algunos de las que la portan (el entonces alcalde Miguel Ángel Cámara, el entonces consejero y futuro sucesor José Ballesta, entre otros).

Empeño y responsabilidad de la que no pueden presumir los sucesivos gobiernos del PP en la Moncloa, San Esteban, la Glorieta o el Palacio Consistorial de Cartagena, como los parlamentarios en el Congreso, en el Senado y en la Asamblea Regional, ni buena parte de la sociedad civil empresarial y de otros ámbitos sociales, económicos y culturales.

Hay que tener mucha cara para tratar de desviar la atención con las acusaciones de colocar cemento o ladrillos en las vías, o máquinas que han sido dañadas. O los mensajes del Gobierno regional achacando a la “manipulación informativa” la responsabilidad de lo que sucede. En eso el poder es muy claro. ¿Se han olvidado ya cómo se descalificaron las protestas de hace seis años contra los recortes de aquella “izquierda poliédrica” a la que acusó Valcárcel ante la agresión sufrida por su sobrino político, entonces en su Gobierno, y de la que ya no se supo nada?

La llama que desde hace casi tres décadas mantiene viva la Plataforma Pro Soterramiento es la que ahora alumbra las movilizaciones masivas de los últimos días. Movilizaciones pacíficas que bendicen gentes que ya no están físicamente, como Pepe Tornel, cuyo relevo ha cogido su amigo y compañero Joaquín Sánchez, con el mismo espíritu no violento como el protagonizado desde la Plataforma de Afectados por las Hipotecas. Movilizaciones de jóvenes y mayores, de mujeres y hombres, de vecinos y de quienes se sienten identificados con ellos, que transcienden cualquier tipo de protagonismo personal o partidista, porque aquí el sujeto es la ciudadanía, especialmente la que vive en los barrios del sur de la ciudad. Con sus muchos aciertos y por qué no, también con errores, pero ¿quién no los comete?

Aquí hay motivos más que suficientes para dudar de las promesas en el cumplimiento de plazos, proyectos, inversiones, etc. Hay problemas que son de raíz, como la opción escogida del AVE por Alicante frente a un trayecto tradicional por Albacete, el olvido a los barrios del sur de la capital, las escasas inversiones en cercanías, la opción por las autopistas de peaje… Por eso, los motivos para las protestas son comprensibles y necesarios… excepto para quienes prefieren el silencio, la complacencia y la continuidad en sus cargos.

Creo que, al igual que en el resto de sempiternos problemas de esta comunidad nuestra, adolecemos de un liderazgo moral, y por tanto político, que sea capaz de convocar un gran acuerdo por la Región de Murcia que incluya las infraestructuras, la movilidad, la educación, la cultura y el desarrollo un modelo económico. Y que lo haga desde los supuestos de justicia, equidad y corrección de desigualdades. En ese acuerdo deberíamos estar todos con un objetivo claro: el bien común. Que en el caso de la ciudad de Murcia pasa por un soterramiento integral del trazado ferroviario, por encima de la visión cortoplacista de que llegue el AVE, pese a quien pese, y que provoca división.