No quiero hablar de La Manada, de la sentencia, del tribunal y de la prepotencia para agredir en grupo a una chica de 18 años y que todo quede en un simple caso de abusos sexuales y no de agresión sexual. Tampoco de que la tipificación de estos delitos responda a una cultura patriarcal, machista y sin sentido. Ni que dos de los culpables manchen con sus bailes, borracheras, grabaciones, tatuajes, chulería y delincuencia a la Benemérita y a la UME. O que para divertirse haga falta perder el control y que las fiestas populares se conviertan en botellones a lo bestia. No voy a hablar de ello.

Tampoco quiero hablar del cadáver de Cristina Cifuentes, de quienes le aplaudieron a rabiar cuando mintió en el estrado de la Asamblea de Madrid o se pusieron en pie en Sevilla para respaldarla en esa ya olvidada Convención popular mientras nos enviaban el mensaje directo a todos los españoles de que éramos tontos, pero muy tontos, no un rato, sino desde hace años que les votamos. No, no quiero hablar de ese profesorado universitario que se plegó al poder político, como lo hace a menudo a otros poderes, y que puso negro sobre blanco de que todos no somos iguales, porque hay algunas gentes que son más iguales que otras.

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No, de verdad que no quiero hablar de la política de andar por casa. No quiero hablar de esta Región de Murcia en la que el agua se esparce para ganar votos, al precio que sea, y con la especulación que valga. En la que se demoniza la desalación, porque es cara y se iba a cargar las praderas de posidonia, mientras que una trama torticera construía una desaladora para que sirviese de excusa con el fin de justificar las modificaciones de los planes urbanísticos. Esos del Agua para Todos, que más bien eran los del Agua para Tontos… porque mira que fuimos tontos, no un rato, sino durante años, con esta pamplina con la que jugaron muchos.

Sinceramente no quiero hablar de mi Región, en la que la CROEM marca la política de gestión medioambiental y que nos informa de cuándo el Gobierno va a ser remodelado. En la que el Ejecutivo se pliega a desmantelar la estructura administrativa de una Dirección General del Medio Natural, con la excusa de la simplificación. Que no, de verdad que no quiero hablar del desprecio a la función de prevención y control de la legislación ambiental, lo que supone tratar de evitar la salvaguarda del interés público por encima del interés privado. Porque detrás está el interés de reducir el control de los elementos de planificación y evaluación ambiental.

En realidad, de lo que yo quería hablar hoy es de los 28 muertos por accidentes de trabajo y enfermedades profesionales durante el año pasado en la Región de Murcia. De sus familias, de sus compañeros y compañeras. De su futuro truncado. Quería hablar, por supuesto, de esos 18.774 accidentes laborales en 2017, de los 18.634 leves, de los 112 graves y de casi la treintena mortales. De la situación de precariedad, del trabajo indecente, de los falsos contratos de autónomos, del enriquecimiento a costa del sudor del de enfrente. De la complicidad de quienes la permiten, la promueven o no luchan contra ella. En fin, que de lo que quería hablar es de lo poco que se habla sobre el mundo del trabajo, de las falsedades de la crisis, del relato que nos intentan hacer tragar sobre que todo eso es inevitable, como que las pensiones no se pueden sostener. Al final, ¿ven?, he hablado poco del día que conmemoramos hoy y de lo mucho que se habla por hablar. Otra vez será.
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