Esta semana nuestros niños y niñas han vuelto al cole. Y nuestros políticos y políticas, a las andadas. En realidad, nuestros padres y madres de la patria, de las autonomías y regiones, de los ayuntamientos y destinos varios, no han dejado de estar ocupándonos el tiempo durante los meses estivales puesto que están en fase beta, en período de pruebas permanente. Ello es así porque la elaboración de las listas electorales está a la vuelta de la esquina y quieren demostrar su valía a los que las componen para que tengan claro quiénes siguen y quiénes no, quiénes entran y quiénes deben de esperar un poco más.

En este final de verano se anuncian lluvias como si fuesen grandes novedades de antaño porque, si mal no recuerdo, la canícula siempre trae como consecuencia una relativa gota fría que enfría las mentes calenturientas de semanas anteriores. Quizá sea necesaria una lluvia de ideas que aclare los guiones preestablecidos ante cuestiones de la actualidad.

No hay que ir muy lejos para entender que la respuesta a la emigración, y, por tanto, al movimiento de las poblaciones, tiene que ver con algo más que con el cierre de unas fronteras, los efectos llamada y los mensajes alarmistas. Por eso no estaría de más, por ejemplo, que portavoces del PP y Ciudadanos le hicieran más caso a Cáritas y a las ONG que a seguir los pasos de Matteo Salvini o del primer ministro de Hungría.

Jugar con el rechazo al otro, no por ser extranjero, sino por ser pobre (eso se llama ´aporofobia´), tiene consecuencias nefastas cuando se pretenden arañar algunos votos que surgen más de las emociones y el tripotaje que de la razón y la cabeza. O aprender la lección para no entrar al trapo de la guerra de los lazos amarillos, porque los problemas políticos se resuelven con la política, y aunque cueste más tiempo y más esfuerzos, y los resultados no se vean a corto plazo, la política está para eso, para hacer arte en la gestión de los asuntos públicos, con pedagogía e inteligencia.

En esta otra vuelta al cole pediría, en lo concreto, en lo cercano, en lo de nuestra tierra, que quienes nos gobiernan en la Región de Murcia dejen de tomarnos por tontos. Lo digo por aquello de que dejen de hacer el ridículo y salgan ahora a denunciar al Gobierno de España por el retraso de las obras del AVE. Sí, sí, créanme, que es cierto, que sin ir más lejos -amén de las declaraciones de portavoces y ejecutivos- el otro día varios parlamentarios del PP se fueron a la Estación del Carmen a escenificarlo. Si no fuera porque su credibilidad está más que demostrada, y aún mucha gente seguía de vacaciones, pensaría que se lo estaban tomando en serio. O cuando siguen jugando con el tema del agua desde una posición de víctimas. En San Esteban han tenido grandes maestros como expertos para jugar a ser la oposición de la oposición y no gobernar para la mayoría. Sus proyectos y resultados están ahí.

De todas formas, desde un punto de vista humano, entiendo que la vuelta al cole de la normalidad no sea, en realidad, un regreso a la cotidianidad. Por nadie pasen los ocho meses que se le avecinan a más de uno y a más de una. Se lo juegan. Porque coincidirán conmigo: ya nada volverá a ser como antes. Y en la calle hace frío.