Segundas oportunidades

Segundas oportunidades

ILUSTRACIÓN | NANA PEZ

No había llegado al cuarto de siglo de vida cuando me tocó experimentar un acontecimiento crucial que supuso un antes y un después en mi timeline, esto es, en la línea de tiempo de joven saliente de una adolescencia adulta. Una doble fractura de tibia y peroné en plena celebración etílica de Nochevieja quebró los planes previstos desde hacía varios años. Ni seguir viviendo en Madrid, ni graduarme con mis compañeros de curso, ni continuar con un noviazgo que había comenzado a los 16. La dura convalecencia tocada en suerte dio paso a un inesperado escenario múltiple que se presentó como el espectáculo de esos circos de tres pistas que proliferaban hace años por nuestras ciudades y pueblos. Y como ocurría en ese guión circense, la continuidad de las acrobacias difícilmente podía hilvanarse.

Por si fuera poco, seis años después volvió a desencadenarse una tormenta vital, un giro de guión para inocular una dosis de recuerdo, una porción en los quiebros que la existencia es capaz de embutir en la tripa capital de una biografía. Esta vez fueron suficientes los golpes en forma de muerte de dos seres queridos para vapulear esa incipiente seguridad con la que parecía reconstruirse el edificio de la vida. Jopé. Ni a mi peor enemigo soy capaz de desearle que atraviese el desierto de unas experiencias como aquellas. Me las reservo por su carácter personal e intransferible, ya que el dolor es el mejor analgésico para entender la realidad y el presente. Sí, sí, aunque a veces creamos que anestesiar las vivencias más duras pueda ser la solución para seguir adelante. A menuda distancia quedan esas ideas a la hora de construir la estructura de una personalidad propia.

Aprendizaje de errores

Es verdad que a lo largo de una vida vuelven a aparecer acontecimientos significativos que marcan ese antes de y después de, pero apenas queda duda de esas segundas oportunidades que se nos presentan de frente en esos momentos. Son las pequeñas resurrecciones de cada día, esos reencuentros que desbrozan las capas en las que nos envolvemos en la búsqueda de una protección salvífica. Son las encrucijadas de rutas que seguimos muchas veces sin ton ni son, sin una brújula que guíe esas aventuras capitales que nos permiten sentirnos vivos. Es el aprendizaje de los errores propios. Es la voluntad de cambio, el inconformismo con lo preestablecido. Es la acción frente a la parálisis, el mirar hacia delante contra esa maldita fatalidad en la que caemos cuando el miedo nos atenaza y nos impide salir de ese pozo ciego al que llegamos sin apenas darnos cuenta.

Las segundas oportunidades son ese momento en el que despierta la pasión reprimida tras las falsas creencias de lo correcto, de lo preestablecido, de lo destinado a cumplirse por los siglos de los siglos

Son esos instantes en los que, desde la bruma, aparece una mano que envuelve el desánimo. Cuando menos se le espera hay una persona, un pequeño grupo, una lectura sugerente, una historia nacida del frío, una fotografía, una sonrisa, una visita inesperada, una llamada imprevista, un encuentro de sopetón, un poema arrugado, una mirada cargada de ternura, un deseo sin filtrar… que es capaz de desencadenar un gran remolino de incontrolables emociones. Es el momento en el que despierta la pasión reprimida tras las falsas creencias de lo correcto, de lo preestablecido, de lo destinado a cumplirse por los siglos de los siglos. Es el brazo de alguien sin nombre y apellidos, ese anónimo ser viajero que acompaña una travesía repleta de sobresaltos y sentido a la vez.

Encuentro personal

Junto a nuestro particular desconocido también se muestran rostros de seres a quienes, en el fondo, profesamos un sincero agradecimiento. No es para menos. Su mera presencia, cuando ya no la esperábamos, es el acicate para salir de nuestra enredada existencia en la que pervivimos en un infinito giro que rodea el maldito mundo de las ideas. Son los instrumentos que la vida, en su sentido más trascendente, ha interpuesto en el camino para darnos de bruces con esas segundas oportunidades. Es la resurrección, el encuentro personal, con uno mismo y con quienes nos rodean, traspasando las temidas, pero a la vez, frágiles fronteras. Son los confines que se interponen en el avance hasta ese destino final que es la muerte, el tránsito a esa desconocida dimensión a la que nos cuesta poner rostro y, por supuesto, nombre.

Llegados a este punto, como sabia persona lectora que es, habrá dispuesto su ánimo a que esas segundas oportunidades poco tienen que ver con las ñoñas referencias a las crisis de parejas o al escaparate que presenta la psicología positiva sin más. Qué va. Son los dilemas que valen tanto para quien se ha valido del engaño y la corrupción moral y política para sustentar su verdad, como a quienes se resisten a una ingrata presencia mortal en el día a día, a la indolencia ante al sufrimiento humano y la desidia frente al mal. La utopía es siempre posible… y palpable.      

Vidas adolescentes

Vidas adolescentes
ILUSTRACIÓN | Eva van Passel Gambín

El mundo adulto está sobrevalorado. Es una meta a alcanzar que aparece ya en las etapas iniciales de la vida, aquellas que arrancan desde el instante en el que nuestros progenitores se empeñan en presentarla como una cima a conquistar a costa de lo que sea. Un trayecto que deja a su paso tal reguero de frustraciones y sinsabores que uno llega a preguntarse si merece la pena pagar ese precio. Especialmente en lo tiene que ver con ese mapa tan complejo como es el de la denostada adolescencia, un mundo que hemos atravesado como hemos podido. En buena parte de los casos, cuando nos tocaba. Pero no nos engañemos, conocemos a quienes ni siquiera han salido de ese estado en el momento que ahora se encaminan a la senectud.   

Piezas de un rompecabezas

Este período del crecimiento que nuestros divulgadores científicos de cabecera sitúan entre los 10 y 19 años es el tiempo del odio a todo lo que se mueve, sobre todo si tiene que ver con el escenario de los mayores, sean los padres y madres, profesores, hermanos mayores -y, por supuesto, menores- o que juegue a cualquiera de los prototipos de la autoridad. Es el odio que siente Trini/Tritona, la protagonista de La novias (InLimbo Ediciones, 2022) una gran novela coral de Cristina Morano (Madrid, 1967) situada en mitad del género social y el distópico en la que esta adolescente no llega a entender el mundo del instituto (de sus profes agotados) y de su casa que le esperar (con sus Jefes explotados).

La historia de sus personajes es la de la carrera emprendida en la búsqueda del reconocimiento, mientras resulta muy complejo encajar las piezas de un rompecabezas en el que se convierten las historias de estos niños y niñas. Unos pequeños seres que son los nuestros, carne de cañón de las apuestas con las que se enriquecen esos adultos farsantes e hipócritas que se llenan la boca (y, por supuesto, los bolsillos) de promesas de un mundo mejor. Un camino lleno de obstáculos que intenta vencerse con innumerables retos. La trama conjuga a la perfección el horror y la belleza, con evocaciones repletas de poesía, el mundo de los retos virales y las apuestas de todo tipo. Una gran novela en la que se mezcla la realidad y la ficción con un sinfín de guiños a personajes cercanos y a líderes sociales.

Maniqueísmo simplista

Al hablar de la adolescencia se corre el riesgo de caer en un maniqueísmo simplista. O descalificarla sin más, porque se es incapaz de entender todo lo que bulle en el interno de quienes la viven, o idealizarla, aunque sea desde el desconocimiento atroz que esconde la incompetencia de ponerse en el lugar del otro. Sirva como contrapunto la iniciativa que un grupo de escolares de un colegio de Pamplona ha llevado a cabo estas semanas, con la elaboración de un código ético para personas que están en política. Pero no se han limitado a ese grupo ante el que resulta fácil lanzar críticas y descalificaciones. También lo han hecho para quienes quieran ejercer ciudadanía. Esto es, para el común de los mortales. Para usted, querido y querida lectora. Lo presentaron a comienzos de este mes en el Congreso de los Diputados y lo han firmado hasta la fecha seis de los siete candidatos a la alcaldía de la capital navarra.

Son cinco compromisos que, para los primeros, pasan por decir siempre la verdad, no prometer lo que no pueda cumplir y por combatir la polarización creciente en nuestra sociedad. El tercero es el de intentar buscar puntos de encuentro y consenso con otros partidos políticos, mientras que los restantes pasan por la renuncia a la corrupción en todas sus formas, así como al insulto, la descalificación y el ataque personal hacia el otro. Ni más ni menos. Menuda responsabilidad que habría que exigirle a quienes asuman cualquier puesto político en nuestras instituciones. La misma que tendríamos que adoptar quienes queramos practicar ciudadanía: ejercer mi derecho al voto con la seriedad que merece, el compromiso a informarme con más rigor y pluralidad, y la renuncia a la crítica destructiva hacia políticos e instituciones hacia cualquier forma de violencia como modo de protesta y a la corrupción en todas sus formas.

Logros elevados

La riqueza de esta iniciativa, como las vidas golpeadas de los personajes de la novela de Cristina Morano, es que ambas realidades tienen que ver con un momento vital en el que las expectativas están a flor de piel y los golpes no han permitido malear una estructura de la personalidad que aspira a los logros más elevados. Es el momento de los ideales, de las metas a alcanzar, de las cimas a coronar, de la vida por vivir pese a las adversidades y al empeño de joderlas de quienes solo saben aprovechar las oportunidades para edulcorar de manera artificial su maldita vida.


ILUSTRACIÓN | Eva van passel Gambín
Tiempos preelectorales

Tiempos preelectorales

En el carrusel de las expectativas, los deseos no cumplidos, los gestos aparentemente altruistas y las miradas furtivas se entremezclan, estos días, toda una troupe de bienintencionados seres que aspiran a ser elegidos de entre la masa para convertirse en representantes de no se sabe muy bien qué. Apuestan por subirse al escenario para convertirse en pléyade que se conforma en ser reconocida por la calle, en una pantalla o en el timeline que arranca estas semanas y que culminará dentro de cuatro años. Se lo han jugado todo, incluso lo que no poseen. Esto es, la simple dignidad de la derrota tras derrota en sus carnes.

Imaginen la escena, cual apóstoles en la comida de traición previa a la detención y posterior condena del Crucificado. El ¿acaso soy yo, señor? de la felonía se extrapola estos días al ¿estaré yo, señor (o señora) en las listas?  Con lo que yo valgo, con lo que yo me he jugado, con lo que podría dar al partido, a la candidatura, a vuecencia… Esto se merece algo más que unas buenas palabras, que unas palmaditas en la espalda y un hasta luego, Lucas y otra vez será. Que no, que no. Que no es por ser más que nadie, que es por prestar un servicio, una entrega desinteresada, una generosidad sin límites, un altruismo insaciable… En definitiva, que aquí estoy yo porque lo valgo, y cómo es posible que hasta ahora nadie se haya dado cuenta, que no haya sido escogido por ese dedo salvífico ante la mediocridad existente.

Tiempo de incertidumbre

Este es un período de incertidumbre, de dudas, de anhelos, de ansiedades y desvelos. Es un tiempo de ensoñaciones, de proyectos, de cuentos de la lechera. Son instantes de gloria para quienes tienen la sartén por el mango a la hora de escoger a quienes completarán candidaturas, bajo un halo de santidad que ni el más beatífico de los mortales es capaz de alcanzar. Es tiempo de fugas y entregas, de infidelidades, de amores interesados, de compra de voluntades, de exacerbar, de irritar, de causar enfados y enojos por doquier. Porque muchas son las llamadas… y pocas las que traen buenas noticias.

Arden teléfonos, tiemblan los grupos de WhatsApp, abundan los cafés, comidas, cenas y demás contubernios a la espera del anuncio soñado. Proliferan los cotilleos, los dimes y diretes, los debates, polémicas y controversias. Que si yo me lo merezco más, que si con lo que yo me he sacrificado, que si con lo que yo he traicionado por la causa, con los desvelos que he tenido por el partido… y así me lo pagan. Se trata de pensamientos que anteceden a las decisiones salomónicas de los prohombres, y que preparan la mente y el cuerpo para encajar lo inevitable… si llega. Porque ya volverán las oscuras golondrinas de unos nuevos comicios a sus urnas posar, y llegarán entonces nuevos instantes de vacilación y perplejidad.

Era de las traiciones

Es la estación de los amores interesados, de la cooptación de voluntades, de la apropiación de ideas y proyectos, de opiniones inusitadas, de esas que nunca se han utilizado para algo más que presumir de ellas. Es la era de las traiciones, de las puñaladas por la espalda, del si te he visto no me acuerdo, de cuándo he prometido yo algo, venga ya. Del reproche y la venganza, que se sirve incluso en plato frío y sin fecha de caducidad. Incluso es tiempo frugal de los impactos frontales, porque mirar a los ojos para comunicar decisiones no es costumbre a la hora de poner en práctica la asertividad.

Aún restan momentos de tempestad antes de que llegue la calma. La agitación es palpable. Las arritmias, amenazantes. El estómago se revuelve como un torbellino y las jaquecas anidan una tras otra a la espera de la solución final. Todo llega. Se lo dice uno que las vivió en otras épocas. Tan lejanas que ni se añoran, ni se desean para nadie. Ahí quedó todo. Tropezar cien veces en la misma piedra es un privilegio que los humanos nos permitimos con todas sus consecuencias. ¡Oh, tiempos preelectorales! P’a habernos matao.


ILUSTRACIÓN | Nana Pez

Vida de maleta

Vida de maleta

Mientras las ruedas traquetean por el desgaste de tantas estaciones y terminales, contemplo extremidades inferiores de todo tipo y condición dirigirse a quién sabe qué lugar, andén, terminal, pasarela o ascensor, camino de término de aventuras o simplemente escenarios de la cotidianidad. Aprovecho la capacidad de imaginar las historias que encierran esos cuerpos vivientes en su recorrido por asfalto, pistas, losas, encerados, moquetas y tarimas. Cada uno de ellos arrastra anhelos, sueños y deseos pocas veces cumplidos, lo que no les impide ir de aquí para allá, una y otra vez, como un carrusel que gira y gira mientras observa a su paso el mismo lugar de partida como de llegada.

A veces tengo la sensación de que la vida es una sucesión de salidas de casa sin sentido, cada mañana, para llegar a quién sabe dónde a hacer quién sabe qué. Un día y otro. Y vuelta a empezar. Como autómatas, guiados por un plan de viaje preconcebido que, en realidad, apenas posee detalles o matices. Un trazado salpicado de pulsiones que nos dictan órdenes para el giro, la parada, el arranque, el acelero y la pausa. Impulsos que, en definitiva, carecen de un procedimiento sin más razón que el mero ritmo de arrebatos que justifican sentirnos vivos. Qué triste, ¿verdad? De ahí que la sensación sea la de llegar a ninguna parte.

Final del camino

Es la inercia cansina de repetir, una y otra vez, esos comportamientos que no conducen a lugar alguno. Es la retahíla de titulares que se han oído una y otra vez, en épocas distintas, sin aportar novedades. Crisis o avances, desastres o logros, estadísticas o generalidades, tragedias o premios, qué más da. Los protagonistas regresan de mundos que parecían inalcanzables y, sin embargo, cuando ponen los pies sobre la tierra son incapaces de conquistar aquellas geografías sonoras que tanto se anhelan. Es el final de un camino iniciado desde el momento en el que la sorpresa ha dejado paso a lo académicamente aceptado. El instante en el que la ingenuidad ha sido sepultada por normas, ritos, cánones, pautas y reglas. El tránsito de la niñez a la edad adulta. El momento castrante de la inocencia a la engañosa madurez.

Un día descubres que esa realidad no elegida te sacude en la cara como si una puerta hubiera aparecido de la nada en tu camino,

En ese fardo se guardan aquellos recuerdos de lo que un día fueron experiencias felices de un tiempo vivido en plenitud. No importaba entonces que algunas incluso fueran el resultado de una imaginación desbordante. Ni que otras ni siquiera hubieran acontecido. Bastaba con el hecho de constatar que aquellas formaban parte de la biografía de una infancia a punto de romperse. De la pequeñez vibrante ante lo desconocido. De la sorpresa continua al sentirse querido y acompañado, sin juicios, chantajes o exigencias. Simplemente custodiado en ese tiempo vital de pasos adelante, de sorpresas continuas, de asombros de inocencia, de cálida candidez, de búsqueda incansable para lograr ese lugar en el mundo del que no puedas marcharte.

Un día, de manera inopinada, descubres que esa realidad no elegida te sacude en la cara como si una puerta hubiera aparecido de la nada en tu camino, en mitad de un pasillo o al girar una esquina. Sin avisar. Sin adivinar apenas que era una posibilidad plausible, lo real se convierte en aquello que finamente va a marcar tu existencia. Ahí ya no queda apenas espacio para la duda, ni para un atisbo de voluntad. El golpe es tan fuerte que llega a tambalear los exiguos cimientos que hasta entonces sustentaban la vida.

Trayecto a ninguna parte

La edad adulta es como ese equipaje arracimado que inunda espacios sin sentido alguno. Desprovisto de finalidades, una y otra vez se guardan esos objetos que jamás encuentran acomodo en lo que resta por venir. Es la constatación palpable de que es necesario despojarse de tantos paquetes superfluos que acumulamos a lo largo del tiempo. Es la prueba de que es el trayecto a un lugar en ninguna parte, el empeño en llevar la contraria de próceres e insignes adultos frente a quienes tratan de sobrevivir.

Todo es mucho más sencillo, pero llegar a descubrirlo implica que hay que deshacerse primero de lo planeado. Resulta imprescindible deshacer ese nudo que ha llegado a convertirse en la imagen de un patíbulo emocional que no deja lugar para la apertura a lo inexplorado. En ese instante, ese bulto pasa entonces a convertirse de maleta a maletín, a bolsa, a simple envoltorio que apenas cubre la desnudez de la inocencia. El embalaje se esfuma al quedar despojado de todo lo superfluo para mostrar con nitidez quiénes somos.


ILUSTRACIÓN | Nana Pez

Cambio climático y difuntos

Cambio climático y difuntos

#Sábado 30oct | COP26 CLIMA 

Mañana comienza en Glasgow la COP26, esto es, la Conferencia de las Partes, esto es, la reunión de los casi 200 países que integran la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Un encuentro en el que todo son buenas intenciones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, o lo que es lo mismo, apelar a una intervención seria del ser humano para no mandar a paseo el planeta que nos alberga. Esta es, a fin de cuentas, la verdadera intención que hay detrás de las sesiones, declaraciones, buenos deseos y anuncios varios. No sé si llegamos a tiempo, porque el conflicto es de tal envergadura que apenas queda margen para el cambio. Esa mirada cortoplacista que lo preside todo, más el ansia de un consumo desbocado (no olvidemos que dentro de unos días llegará la avalancha de un viernes negro), son aliados para dejar poco espacio a la esperanza.

#Domingo 31oct | VÍSPERA DE DIFUNTOS

La muerte regresa de nuevo a la vida cotidiana. Son días en los que el tripotaje nos recuerda que nuestros difuntos siguen muy presentes, pese a que hayan transcurrido años desde que iniciaran ese viaje sin retorno. Aprovecho para recorrer las calles del cementerio cercano a las Pozas, en Yecla, y vuelvo a rezar ante los nichos de mis abuelos, de mi padre, de Pablo y de algunos tíos paternos y maternos. No olvido su sonrisa. Ni las historias familiares, algunas plagadas de partidas violentas. Nuestros muertos continúan en innumerables conversaciones, nos transmiten sus nombres de generación en generación y perpetúan su legado trascendiendo espacio y tiempo.

ILUSTRACIÓN | Eva van Passel Gambín

#Lunes 01nov | SANTIDAD

Cada día tengo más claro hay personas que tienen un brillo especial desde el momento que ponen un pie en la vida de otra gente. Que siembran paz donde hay discordia y enfrentamientos. Que aportan sensatez frente a la sinrazón. Que miran de frente a los estrábicos, esos especímenes que tratan de eludir sus responsabilidades. Pero eso sí, sin reproche alguno. Estoy de enhorabuena cada vez que me cruzo con estas personas santas, las que van en zapatillas, las que apenas dejan un hilo de voz en sus intervenciones, las que tienen pudor, porque su sencillez preside sus comportamientos. No precisan de la beatificación previa. Irradian santidad por los cuatro costados.

#Martes 02nov | A DOS BRAZOS

Comienza la doble campaña de vacunación de la gripe y la tercera dosis contra la Covid_19. Mañana se vacuna mi madre y miles de mujeres como ella que hasta el momento han resistido este año y medio pandemia con una fortaleza física y anímica envidiables. No obstante, a personas mayores con una salud más deteriorada este tiempo maldito sí les ha pasado factura. Confiemos en que hemos aprendido algo. Por lo menos, la lección de que somos vulnerables.

#Miércoles 03nov | PABLO

Su pelo ensortijado, su mirada limpia, su optimismo desbordante, su sonrisa ingenua y sus ojos que se perdían cuando arrugaba sus párpados. Todos estos rasgos juntos sigo recordándolos hoy, veintiocho años después de que no despertase en aquel apartamento en el que vivía, junto a la iglesia del Padre Joseíco, la parroquia murciana de San Francisco Javier. Había vivido hasta entonces con la intensidad escogida, por encima de su miocardiopatía dilatada y los desvelos de quienes llevábamos su lesión cardíaca con temor y temblor. Esta noche pasada he vuelto a soñar contigo, Pablo, y no atisbo a imaginar qué hubiéramos vivido contigo todo este tiempo en el que no estás en cuerpo, pero sí en alma.

#Jueves 04nov | KOSTAS JARITOS

El mismo día que acabo con la lectura de dura historia personal de Tienes que mirar(Impedimenta, 2017) de la escritora y periodista rusa Anna Starobinets comienzo a degustar la última novela de Petros Márkeris de la saga del comisario Kostas Jaritos: Ética para inversores (Tusquets,2021). Me siento ya de la familia de este personaje tan entrañable, prototipo del policía que rompe los esquemas preconcebidos, y que arrancó allá por el año 1995 con Noticias de la noche (Ediciones B, 2000). No desvelo nada, pero quien quiera conocer la historia reciente de Grecia, de manera similar a la España de la transición con el Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán, la Cuba castrista del Mario Conde de Leonardo Padura o la Sicilia de la Cosa Nostra del Salvo Montalbano de Andrea Camilleri, no debe de perder la oportunidad de sumergirse en esta serie.

#Viernes 05nov | MONEY FRIDAY

Quince meses después regreso a Madrid. El viaje en tren es completamente diferente. Los viajeros no hablamos entre nosotros. Vamos con la cara semi cubierta con las mascarillas y nadie consume bebidas en el interior del vagón. La distancia social es una realidad. La pandemia nos ha cambiado. La capital también es distinta. No encuentro el sabor de la libertad por ninguna parte. Yo lo degusté de verdad en aquellos años de Tierno Galván al frente de la Alcaldía en la Casa de la Villa. Ahora se palpa en las listas de espera de la sanidad pública. Y todo en un Black Friday que es uno de esos días de exaltación del consumo por el consumo. Menos mal que aún quedan espacios para permanecer al margen. ¿O, no?

Rompe las reglas, cura el sistema

Rompe las reglas, cura el sistema

Con esa potente frase que inspira este artículo promocionó Netflix en Estados Unidos la primera temporada de esta serie. La historia es diferente a la que podemos encontrar en otras de médicos, enfermeras o, simplemente, ambientadas en hospitales. Y el caso es que esta serie va de médicos, de enfermeros, de gestores, de sus casos y vidas unidas por el New Amsterdam, el hospital público del mismo nombre situado en la ficción en la ciudad de Nueva York. (más…)

Ganas de Feria y fiestas

Ganas de Feria y fiestas

El inicio del curso escolar es un momento de cambio de costumbres, en una semana en la que el recibo de la luz sigue acaparando titulares y tertulias. Mientras tanto, en nuestro pueblos y ciudades se respira un ambiente repleto de alegría, porque hay ganas de Feria y fiestas.
 
Sábado #04sep | BULOS

Desmontar un bulo lleva lo suyo. Las redes sociales, familiares, laborales y, hasta incluso, de supuestas amistades, están llenas de ellos. El caso de una supuesta ocupación de una vivienda por parte de una marroquí, presunta cuidadora de una octogenaria, es de libro. Sobre todo, cuando se mete por en medio el negocio de la desokupación, el odio al inmigrante o la gota malaya de los mensajes comerciales de las empresas de alarmas. Es fácil creer una mentira, pero desmontarla siempre es más complicado, aunque periodistas de investigación lo han hecho, no sin gran esfuerzo. La mentira siempre se comunica mal, hasta que la audiencia quiere dejarse llevar por el prejuicio, por las ideas preconcebidas.

 
Domingo #05sep | MÁS SOBRE LA LUZ

Creo que Pedro Sánchez no había previsto que el recibo de la luz iba a ser uno de los grandes problemas a los que hacer frente al final del verano, a las puertas de una recuperación económica. No sé si les pasará a ustedes, pero a mí me tiene mosca ese continuo bombardeo mediático para conocer, al mínimo detalle, el precio del kilovatio hora en el mercado mayorista. Me recuerda el inicio de la crisis de 2008 con el valor de la prima de riesgo, que incorporamos a nuestros comentarios hasta en la cola del Mercadona. No sé por qué, pero a mí me parece que en toda esta batalla de la subida del precio de la luz hay gato encerrado. ¿No será que las compañías eléctricas están jugando a minar la moral del respetable, con una versión quintacolumnista para lograr ciertos objetivos que la oposición política no alcanza, ni de lejos, a conseguir?

 
Lunes #06sep | VUELTA AL COLE

Me ha tocado vivir en primera persona la vuelta al cole. Ni como padre ni, menos aún, como abuelo. Tampoco como docente. Ha sido por motivos de trabajo. Descubriendo esa mirada inocente de esas niñas, de esos niños, uno vuelve a la infancia. En los rostros de las madres, de las abuelas y abuelos, se adivina la confianza en la entrega de su descendencia para adquirir valores, socialización y aprender algo más que materias. La escuela y, por supuesto, el derecho a la educación en un clima de igualdad, tolerancia, respeto, merecen la mayor de las consideraciones. Como el homenaje a quienes reciben, cada curso, a un alumnado que después reintegra a sus casas para que siga ese proceso de crecimiento en la madurez personal. Lo de las ratios, las medidas anti Covid-19, el transporte escolar y la consejera murciana tránsfuga y negacionista lo dejo para otro momento.

 
Martes #07sep | LA SÉPTIMA

No hay Séptima sin Sexta, y menos mal. Porque una buena parte de la audiencia televisiva va a encontrar el contrapunto del Gran Wyoming, Antonio Ferreras o Ana Pastor, y ya podrá coger el mando a distancia para encontrar un 7, los sábados por la noche, para alimentarse de un canal de la derecha, o más bien liberal-conservador (que suena más fino, tipo Ayuso) en el que encontrarán cobijo los Eduardo Inda o Paco Marhuenda para impartir su visión de la realidad sin complejos. Como católico lo agradeceré, porque a ver si a partir de ahora quedan libre de esas etiquetas políticas los canales confesionales que han intentado hacerse con ese espacio. O el espacio con ellos, que a veces uno no sabe.

 
Miércoles #08sep | DENUNCIA FALSA

Anda muchacho que hay que tener reaños y acudir a la comisaría de Policía de la calle Leganitos, a espaldas de la Gran Vía madrileña, para interponer una denuncia falsa de un supuesto ataque homófobo. ¡Cómo están las cabezas…!, como diría mi admirado José Mota, si supieras el daño que le has infligido a las víctimas de los delitos de odio. Hasta le permitiría al funcionario que recogió la denuncia que te hubiese dado una galleta en toda regla por lo que nos has hecho pasar a todos. Hemos sentido vergüenza ajena. Engañaste, incluso, a Santiago Abascal, y eso es lo único que te salva de la quema. Tu cabecica no debe dar mucho de sí.

 
Jueves #09sep | INSOMNIO PATERNO

Menudo día me ha tocado pasar. Me enfrento a los efectos del insomnio, que apenas puedo combatir intercalando la última temporada de The Good Fight y el sabor de las emociones cruzadas con la lectura de Los Miserables de Víctor Hugo (confieso que no he visto, ni sabía prácticamente nada, del musical a la espera de devorar la novela). En la trastienda, preocupaciones propias de la edad, encajes de las relaciones paternofiliales y de la comunicación en la pareja. Soy de una generación en la que leíamos El Profeta de Khalil Gibran, en especial aquel poema de Tus hijos no son tus hijos.  Cuando la realidad te enfrenta a interiorizarlo de verdad, descubres la certeza profunda de esas estrofas. Eso sí, con insomnio de por medio.

 
Viernes #10sep | GANAS DE FERIA

Septiembre es mes de feria y fiestas. Esta noche me ha tocado la cita anual con mi sobrina Clara en la Feria de Yecla. La atracción del Saltamontes tiene dos clientes fijos y estalla la locura. El año pasado no pudo ser. La pandemia tuvo la culpa, pero en esta ocasión no hay excusa que valga. Ganas de Feria es el lema escogido para volver a encontrarnos con los caballitos, la ola y sus cocioles, los coches de choque, las tómbolas (gloriosa aquella referencia a la Chochona, la muñeca del premio principal) y degustar las mazorcas o los churros con chocolate. Ganas de fiesta.

Comienzo de algo nuevo

Comienzo de algo nuevo

DIARIO (ILUSTRADO) DE UN CICLISTA URBANO

Domingo #27jun | Sin máscaras

Cuando nos creíamos libres descubrimos que tapados vivíamos mejor. Podemos transitar por las calles sin ellas… y resulta que ya nada nos parece familiar. Hemos aprendido a descubrir rostros, emociones y complicidades a través de los ojos, de las miradas, del instante en el que jugamos a las adivinaciones. Incluso ha quedado al descubierto la sensualidad que nos produce la revelación de la otra persona. Es domingo y los ecos del primer día en que la mascarilla dejó de ser obligatoria en exteriores, tras más de un año embozados, nos conducen a la prudencia, una de las cuatro virtudes cardinales que nos enseñaron de pequeños. La de discernir y distinguir lo que es bueno o malo, para seguirlo o huir de ello. ¡Qué mejor momento para el comienzo de algo nuevo! Un diario -por supuesto, ilustrado- de este ciclista urbano, periodista de provincias.

ILUSTRACIONES | Eva van Passel Gambín

Lunes #28jun | Coleccionista y no de huesos 

Un amigo me ha contado un descubrimiento singular acerca de su personalidad. Su terapeuta le ha dicho que es un coleccionista de sensaciones novedosas. Tate. Así por las buenas. Y lo ha hecho entre el partido de la Roja, esa que denigramos cuando empata y ensalzamos cuando el cuero atraviesa la red, y la eliminación de los franchutes en la Eurocopa. Casi nada. Sin tiempo para respirar y comprender en su acierto. Ahora entiendo que sea un culo de mal asiento y que se permita el tío cambiar de lugar de trabajo como quien lo hace de calzoncillos. Dice que necesita nuevos estímulos y que, pese a sentirse a veces culpable, es la primera vez que alguien atina con un diagnóstico. Acordamos volver a hablar de esto en otro momento.

Martes #29jun | Tú eres Pedro

…y sobre esta piedra edificaré mi iglesia. Vamos que si lo hizo. Y formo parte de ella, aunque a veces resulte complicado vivirla. A mis amigos vascos les sorprende que los felicite el día de su santo. Dicen que esa costumbre es más del sur. Hoy es uno de esos días en los que un pequeño gesto se convierte en una mezcla de recuerdos a través del WhatsApp o el maldito logaritmo de Facebook. No solo me llevé el Pedro de la saga de la estirpe de los Luna yeclanos sino que, además, por el mismo precio, cargué con el del abuelo y el de papá. Tres por el precio de uno, aliñados con la historia familiar que, como casi todas, poseen un componente trágico que nos persigue.

Miércoles #30jun | Debate que algo queda

Acepto que no les guste. Incluso que lo odien. Que no lo soporten. Pero no me digan que les da tilín cuando oyen a quienes tiene en frente. Pedro Sánchez lo ha vuelto a hacer. En la sesión de control al Gobierno de este miércoles se ha salido con la suya. No sé lo que pasará cuando algún día, si llega, tengamos que ir a votar, pero mientras tanto la resiliencia seguirá siendo el rasgo que mejor define al presidente por mucho agente perturbador o situaciones adversas que se le presenten. Pablo Casado, que también ayer celebró su santo, me da pena, porque estoy seguro de que en sueños se le aparece el fantasma de Albert Rivera. Destino cruel.

Jueves #1jul | Break the rules

Heal the system. Con este mensaje promocionó Netflix en los Estados Unidos la primera temporada de la serie New Amsterdam (de la que sigo su tercera entrega), la historia del hospital público del mismo nombre situado en la ficción en la ciudad de Nueva York. Justo en el momento en el que se hace cargo de su dirección un personaje que encarna al menos cuatro tipos de liderazgo: aspiracional, inspiracional, transformacional y conversacional/comunicativo. Uno de mis mejores jefes, Carlos Álvarez, lo describe muy bien, porque el actor Ryan Eggold, en el papel del doctor Max Goodwin, es un gran gestor de las emociones, de los valores, de las motivaciones, de los propósitos, de las actitudes y de las acciones, “con esa alquimia feliz de crear y aumentar la confianza en todos esos procesos, la confianza personal (hacia sí mismo), la interpersonal (entre sus colaboradores) y la organizacional (con todos sus públicos de interés, en especial con los pacientes y con sus familias)”. Pues eso: Rompe las reglas. Cura el sistema.

Viernes #2jul | Operación salida

Esta mañana la carretera sabe diferente. Los informativos de radio abren con aquello de que la DGT calcula que hoy serán tropecientos de miles los vehículos que circulen por la primera de una de las grandes jornadas de comienzo de vacaciones, similar a aquellas lejanas pre pandémicas. No aprendemos. Tenemos ansia, no sé muy bien de qué, pero ansia viva. Y encima, partido de España. Maldita vuelta a la normalidad. Pero sea optimistas. Pidamos lo imposible. Es el comienzo de algo nuevo. De un tiempo nuevo.

 

Querida mamá

Querida mamá

Desde pequeño me contaste que vine al mundo la madrugada de un 15 de julio, tras romper aguas esa tarde en la que bailaste junto a papá en el Bosque de Boulogne, en el distrito XVI de París. Era la fiesta del Día Nacional de Francia y martes. Quizá ya sabías entonces que a mí me iba a gustar el juego de las coincidencias en las fechas, los años, las conmemoraciones. Un 14 de julio de 1789, a la sazón también martes, tuvo lugar la toma de la fortaleza medieval de la Bastilla, símbolo del final del Antiguo Régimen y comienzo de la Revolución francesa.

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Aquello que no se puede cambiar

Aquello que no se puede cambiar

Esa mañana despertó antes de lo habitual. Una pesadilla la sobresaltó. Caía en el vacío empujada por el peso de su cuerpo. Y sentía frío, mucho frío. La velocidad que alcanzaba al descender le golpeaba las sienes y sentía un intenso dolor que recorría la cavidad de sus oídos empezando por el martillo, lo superaba hasta el yunque y alcanzaba su culmen en el estribo. Ese fue el momento en el que volvió a la realidad. ¿Qué querría significar aquello? Otras veces había tenido sueños parecidos, pero en esta ocasión le vino en seguida una idea que comenzó a dar giros en su mente: aquello que no se puede cambiar… déjalo estar. (más…)

Carreteras secundarias

Carreteras secundarias

Las carreteras secundarias nos llevan a nuestra infancia.

Al expresidente colombiano Juan Manuel Santos le subía la adrenalina mientras ejercía el poder. Así lo afirma ahora tras ocho años a tope, recordando cuando tenía que adoptar decisiones, unas mejores, otras peores. No quiere ser un jarrón chino, da clases de liderazgo y políticas públicas, no ha recuperado el ejercicio del periodismo y tiene el ánimo de armar el jaleo justo para no enturbiar el proceso de paz que promovió y alcanzó pese a los continuos ruidos de sables e intereses de todo tipo. (más…)

Destino incierto

Destino incierto

Que la vida no es un camino de rosas lo descubres en cuanto tienes la oportunidad de saborear un golpe seco a causa de la muerte de un amigo, un amor no correspondido, un sueño no cumplido o una aventura que se queda en simple acontecimiento anodino. También cuando tratas de explicar los innumerables porqués ante tanta sinrazón y hallas un escenario tan amplio que apenas cabe lugar para una simple explicación que trate de entender lo sucedido. Ni siquiera el empeño desbocado en múltiples lances es suficiente para rebuscar las razones que el corazón es incapaz de revelar por qué las cosas son como son, por qué la vida es como es y morir es algo más que el final de una ruta a un destino desconocido. (más…)
Jodida muerte

Jodida muerte

Sí, sí. Jodida muerte, inevitable compañera, adherida a la vida y constante hasta el extremo. Erre que erre. Cuando te la esperas y cuando no. En soledad y en compañía, odiada y deseada, llorada y reída, que de todo hay. Rememorada cada año por estas fechas, ensalzada hasta el extremo frente a la existencia. Representada con ese espectro armada con una guadaña igualitaria por mucho empeño en dejarla pasar hacia quienes ocupan el estrato inferior porque en la cúspide se vive bien. Ya lo saben, los ricos también lloran. Es interclasista, aunque llegue con demora, un retraso prolongado con saludos y bagatelas. (más…)

Secretos de familia

Secretos de familia

Cada familia guarda su secreto particular. En el recóndito rincón de la esencia de cada estirpe anida aquello que ha marcado la vida de más de una generación. En ocasiones tiene que ver con un acontecimiento trágico sobre el que existió un consenso más o menos velado de que debía permanecer oculto para quien viniera después. Una muerte, una violación, una traición, unos celos mal llevados, una delación, una acusación infundada. Quién sabe el catálogo completo de ofensas, despropósitos, ultrajes o insultos que han rodeado las circunstancias sobre las que se teje una maraña de ocultaciones que marcan la vida de un linaje.

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Homo ingratus

Homo ingratus

Entre la fauna que puebla nuestras vidas solemos hallar una serie de figuras humanas que sobresalen en el crisol del acontecer diario. Destacan porque parecen tener un fin en su vida: tratar de amargar al más pintado que ose cruzarse en su camino. Sin complejos. Sin medias tintas. Vamos, con todas las de la ley. Entre aquéllas se encuentra un primo hermano del homo escurridizus, que glosé tiempo atrás en este blog. En esta ocasión se trata del homo ingratus, otro espécimen que anida en nuestros lugares de trabajo, en las asociaciones de las que formamos parte o entre los miembros de nuestras familias, de manera independiente al grado de consanguinidad que exista entre nosotros. (más…)