Ego sum… qui sum

¿Que quién está detrás de este cuaderno de viaje? Un servidor. Periodista en estado de reposo, dedicado en los últimos tiempos a la formación y al aprendizaje colaborativo en las administraciones públicas. Con estancias intermitentes en la política institucional, a la que llego de manera natural por un compromiso que nace de la fe. Apasionado, por tanto, de la política y de comunicarla con el corazón. Ingenuo, aprendiz de casi todo y convencido de que el bien y la justicia siempre pueden con los malos de la película. Habitante circunstancial en una pequeña comunidad autónoma del sur de Europa, la Región de Murcia. Orígenes familiares de frontera y ciudadano en cuerpo y alma del mundo. Cristiano y católico, primero por tradición, y luego por opción. Resistente, insurrecto y ‘culico del mal asiento’. Compañero de viaje con una mujer emotiva y con fuerza, padre de dos hijos que comienzan a construir su vida propia, amante de la novela negra, de las bicis urbanas, de los recorridos vitales por el monte y, últimamente, descubridor del afecto hacia los canes.

Comprometido con todas las causas del ser (humano) y de la persona (lógicamente, humana), especialmente de quien ocupa los últimos puestos de las listas. De niño quise ser abogado laboralista (para defender a los obreros, le decía a mi padre, sindicalista convencido y luchador de causas perdidas), luego me quedé en periodista. Primero de medios de comunicación, luego de gabinetes de comunicación institucional.

Acaricié la política en primera línea y descubrí sus rostros, sus miserias y mediocridades. Implicado en el compromiso de lo público, del servicio a la ciudadanía, y del cambio en las organizaciones. El gobierno abierto, las buenas prácticas, la transformación administrativa, los nuevos procesos de aprendizaje, los cambios comunicativos a través de las redes sociales… me han tenido entretenido mientras de forma paralela apuesto por hacer realidad una necesidad que siempre me ha acompañado: contar lo que veo, lo que siento. Jugar con las palabras, bañarlas de emociones y ser capaz de establecer con-el-otro (y por supuesto, con-las-otras) un guiño de complicidad. Siempre con un rebozado político de andar por casa.
Para servir a Dios y usted,

Pedro José Navarro (Pedritojosé o ‘el Pedro Jota’, para los amigos)