Este fin de semana voy a dormir más tranquilo. La altura de miras de Vox, Ciudadanos y, lógicamente, del PP, han desbloqueado el acuerdo de investidura en la Región de Murcia. A la Comunidad de Madrid le quedan horas. Ya hay garantes contra el adoctrinamiento político en las aulas. Mis sobrinos y sus compañeros y compañeras de clase serán formados en aquellos valores patrios que ansían, bajo la supervisión de la Inspección educativa. Qué grandes son. Si es que no puedo evitarlo. Me emocionan. Sinceramente era lo que todo el mundo quería. Lo que reclamábamos en las calles, en los talleres, en los hospitales y en nuestras casas. Lo acordado en los hoteles va a misa, porque la derecha, cuando dice de ponerse de acuerdo, lo hace hasta en la cama.  

Permítaseme, sin embargo, que visto lo visto en las últimas semanas, pueda desear enviar al rincón de pensar a mucha gente de distinto pelaje y condición. No solamente por el espectáculo político vivido aquí, en esta tierra, sino en otros lugares del país y, si me apuran, del mundo mundial. Al rincón de pensar para eso, para pensar, reflexionar, meditar, rezar, hacer mindfulness… lo que quieran según sus creencias.

En primer lugar, por la inmediatez del momento, quiero remitir a ese espacio a quienes han venido diciendo en campaña electoral que harían unas cosas y han hecho otras. Por coherencia de la buena. Por el valor de su palabra y porque no se inmutan y creen que la cosa no va con ellos. Modelo de virtud y virtuosismo. 

Expido a ese retiro a quienes no hablan de la precariedad, del valor de la negociación colectiva, de la pobreza, la desigualdad, la falta de oportunidades o la transmisión intergeneracional de la exclusión social. Pero eso sí, son todos muy emprendedores y quieren aligerar las trabas administrativas para el dinero porque han redescubierto que el liberalismo es lo mejor de lo mejor. Vamos, anda.

Se trata de despachar al rincón de pensar, en definitiva, a toda esa tribu de individuos que precisan un alto en el camino para comprobar que sus vidas las controlan realmente ellos.

Deseo facturar a ese escondite a quienes solo tienen ojitos para su ombligo, los del yo, mí, me, conmigo… y si queda algún hueco, pues vuelta a empezar. Aquellos que miran con soberbia por encima del hombro, que son clasistas y que, por tanto, son sumisos con los poderosos y crueles con los débiles. Quienes se creen sus propias mentiras y viven en un permanente dualismo entre lo que dicen creer, lo que realmente profesan y lo que hacen. Personas con creencias delirantes y comportamientos confusos. Patologías más comunes de lo que cabría pensar.

Se trata de despachar al rincón de pensar, en definitiva, a toda esa tribu de individuos que precisan un alto en el camino para comprobar que sus vidas las controlan realmente ellos. Con sus luces y sus sombras y, lógicamente, con sus certezas y contradicciones. En un habitáculo en el que no está excluido nadie que tenga dos dedos de frente y sepa mirar a los ojos y afrontar las consecuencias de sus actos. Yo me apunto el primero, sin dudarlo. No vaya a ser que lo esté necesitando sin falta y aún no me haya dado cuenta. Allí aguardo a quienes estén dispuestos, permítaseme de nuevo, a un examen de conciencia ciudadano y laico. Pero eso sí, absténganse de tomarnos el pelo más de lo que ya lo han hecho.