CallejĆ³n sin salida

CallejĆ³n sin salida

IlustraciĆ³n: NANA PEZ

No sĆ© si fue premeditada, pero en las imĆ”genes de la entrega del ā€˜Informe sobre abusos sexuales en el Ć”mbito de la Iglesia catĆ³lica y el papel de los poderes pĆŗblicosā€™ por parte del Defensor del Pueblo, Ćngel Gabilondo, a la presidenta de las Cortes Generales, Francina Armengol, me llamĆ³ la atenciĆ³n un detalle: la cruz que colgaba del cuello de la tercera autoridad del Estado. No creo que la elecciĆ³n fuese por casualidad. Desconozco la intenciĆ³n, pero, como catĆ³lico, sĆ­ me siento interpelado por el hecho de que haya sido una instituciĆ³n como la del Defensor del Pueblo la que haya tenido que abordar en profundidad, y por vez primera, un asunto tan grave que afecta a la esencia de una instituciĆ³n como la que representa la Iglesia espaƱola, de la que formo parte, como humilde miembro del Pueblo de Dios.

Silencio y vergĆ¼enza

El silencio de quienes pudieron hacer mĆ”s para evitar la pederastia, la soledad y el dolor de las vĆ­ctimas, la reacciĆ³n de la Iglesia, la necesaria compensaciĆ³n econĆ³mica a las vĆ­ctimas para la reparaciĆ³n del delito y las dificultades en la aportaciĆ³n de los datos por parte de las diĆ³cesis y los institutos de vida consagrada, son las cinco claves del Informe del Defensor del Pueblo. Frente a esta Ćŗltima, Ɓngel Gabilondo valorĆ³ durante la presentaciĆ³n del documento la investigaciĆ³n que desde el aƱo 2018 viene haciendo el diario El PaĆ­s. Una respuesta que la Iglesia, desde el papado hasta el Ćŗltimo rincĆ³n de la Ćŗltima diĆ³cesis o congregaciĆ³n religiosa, deberĆ­a de haber dado desde el minuto uno.

Gravedad mƔxima

No oculto el sentimiento de vergĆ¼enza, como creyente de a pie, al pertenecer a una instituciĆ³n que durante mucho tiempo ha guardado silencio, cuando no, cĆ³mplice, por sus cautelas o por querer minimizar unos hechos que son motivo y causa de escĆ”ndalo. Y, ademĆ”s, no comprendo las reacciones de algunos de nuestros obispos, sacerdotes y otras personas consagradas -ademĆ”s de seglares de la Iglesia- al cuestionar las cifras de posibles vĆ­ctimas en nuestro paĆ­s, extrapoladas de los datos que ofrece el informe. El problema no estĆ” en si son o no 440.000 las personas abusadas. El asunto ya es de una gravedad mĆ”xima con que solo una de ellas haya sufrido abuso sexual por parte de quien tenĆ­a encomendada su labor de formarla y/o acompaƱarla en la fe.

AquĆ­ puedes acceder al Informe sobre los abusos sexuales en el Ć”mbito de la Iglesia catĆ³lica y el papel de los poderes pĆŗblicos.

Me cuesta pensar que sea el temor a hacer frente a indemnizaciones millonarias el principal motivo de las reacciones a la defensiva por parte de nuestros obispos. Los superiores de las Ć³rdenes religiosas han ofrecido una respuesta mĆ”s adecuada a la gravedad de este problema. Desde la peticiĆ³n de perdĆ³n y la disposiciĆ³n a colaborar con el Defensor del Pueblo y el resto de instituciones.

ValentĆ­a y determinaciĆ³n

Mirar para otro lado, trasladar a otro destino a la persona agresora, minimizar el asunto o extender y generalizar los abusos a otros Ć”mbitos de la sociedad (como el familiar, educativo o deportivo) han sido prĆ”cticas comunes por parte de muchas diĆ³cesis e institutos religiosos. No solo en EspaƱa, sino en una larga lista de paĆ­ses, con ejemplos y consecuencias muy notorias como las ocurridas en Estados Unidos o Irlanda. A esos comportamientos se suman otros, como tratar de victimizar a las propias vĆ­ctimas o no atenderlas como se merecen, o esconder la cabeza como los avestruces, sintiĆ©ndose incluso mĆ”rtires de una supuesta cruzada frente al ateĆ­smo o el anticlericalismo. Y todo por no abordar con valentĆ­a y determinaciĆ³n un asunto tan grave como el de la pederastia, en el que te juegas la credibilidad como instituciĆ³n educadora de las conciencias y valores para toda una vida. Lo sĆ© de primera mano porque en mi vida profesional me ha tocado gestionar comunicativamente mĆ”s de un caso de pederastia y abusos protagonizados por sacerdotes o religiosos.

Respuestas ambiguas

El propio Benedicto XVI ya identificĆ³ hace casi tres lustros, en su Carta pastoral a los catĆ³licos de Irlanda (como recordaba el periodista JosĆ© MartĆ­nez de Velasco en su prĆ³logo al libro de Juan Ignacio CortĆ©sLobos con piel de pastor), varios factores como causa del escĆ”ndalo: procedimientos inadecuados para determinar la idoneidad de los candidatos al sacerdocio y la vida religiosa; insuficiente formaciĆ³n humana, intelectual y espiritual en los seminarios y noviciados; tendencia a favorecer al clero y otras figuras de autoridad, asĆ­ como una preocupaciĆ³n desmesurada por el buen nombre de la Iglesia. En estos tiempos de sinodalidad no caben respuestas ambiguas, ni miradas esquivas, ni callejones sin salida. De frente y sin titubeos.

Carlos Escribano: Ā«Los grandes logros pastorales no se pueden alcanzar nunca sin el laicadoĀ»

Carlos Escribano: Ā«Los grandes logros pastorales no se pueden alcanzar nunca sin el laicadoĀ»

El arzobispo de Zaragoza y presidente de la ComisiĆ³n Episcopal para los Laicos, Familia y Vida, Carlos Escribano SubĆ­as (Carballo, A CoruƱa, 15 de agosto de 1964), participĆ³ el pasado 12 de agosto en la jornada inaugural de la XIV Asamblea General de la HOAC.

En este diĆ”logo con Noticias Obreras muestra su interĆ©s en las conclusiones del encuentro con el fin de conocer hacia dĆ³nde va a caminar este movimiento apostĆ³lico en la evangelizaciĆ³n del mundo obrero en los prĆ³ximos aƱos. Invita a ser creativos en el desarrollo de la misiĆ³n y apuesta por tender puentes y romper muros dentro y fuera de la propia Iglesia. Asimismo, destaca que el pontificado de Francisco ha supuesto un momento especial para afrontar el presente y el futuro de los grandes retos de la humanidad, especialmente en el acompaƱamiento que las personas creyentes podemos desplegar en nuestra acciĆ³n evangelizadora.

XIV Asamblea General

ĀæQuĆ© supone para la vida de la Iglesia la celebraciĆ³n de un acontecimiento como esta Asamblea General?

A partir de la experiencia que voy teniendo en mi tarea de acompaƱamiento al laicado en EspaƱa, para los movimientos y asociaciones, las asambleas son un momento fundamental, de mucha inspiraciĆ³n y de acciĆ³n del EspĆ­ritu Santo. Para la HOAC, despuĆ©s de estos Ćŗltimos aƱos en los que no se ha podido celebrar por el cambio en la periodicidad y la pandemia, su Asamblea General estĆ” siendo indudablemente una gracia. La gente tenĆ­a ganas de encontrarse y es verdad que los proyectos tambiĆ©n se van agotando, por lo que era el momento en el que realizar un trabajo previo, que se ha hecho con gran intensidad, para llegar aquĆ­ y ver por dĆ³nde hay que continuar los prĆ³ximos aƱos. Por tanto, es un momento de gracia para el movimiento, para el mundo obrero y para la Iglesia en EspaƱa, porque, al final, la encomienda que tiene la HOAC es abrir caminos para la evangelizaciĆ³n del mundo del trabajo y eso es una necesidad que cada vez es mĆ”s acuciante. Es una realidad donde nos cuesta mucho movernos, por lo que hay una esperanza y unas expectativas en conocer las conclusiones del encuentro, por dĆ³nde se quiere caminar y por dĆ³nde sopla el EspĆ­ritu.

ĀæQuĆ© le sugiere el lema de esta Asamblea General de Tendiendo puentes, derribando muros, en un momento como el actual donde se vive la fragmentaciĆ³n o la polarizaciĆ³n a muchos niveles? ĀæCree que es una invitaciĆ³n a adoptar otro tipo de actitudes?

Es verdad que sugiere eso, porque en una sociedad fragmentada es muy importante aquel que intenta ser factor de comuniĆ³n, a la hora de buscar esos espacios y crearlos. Yo considero que es una de las grandes tareas de cualquier realidad eclesial. La Iglesia debe distinguirse por tener la capacidad de generar comuniĆ³n. Por otro lado, tambiĆ©n puede tener otra lectura, que es la de buscar espacios, a lo que nos insiste tantas veces Francisco en la Evangelii gaudium, ya que nosotros hacemos una pastoral para los presentes, pero tambiĆ©n para los alejados, para los ausentes. Es muy difĆ­cil llegar a ellos si realmente no tienen puentes mĆ”s allĆ” del aspecto de la expresiĆ³n de la comuniĆ³n. Es la expresiĆ³n de una Iglesia en salida.

En una sociedad fragmentada
la Iglesia debe distinguirse
por tener la capacidad
de generar comuniĆ³n

Hay que tener en cuenta, sin embargo, que a veces no puede salir, a veces hay que organizarse de una manera adecuada, buscando una pastoral diferenciada, con elementos necesarios que realmente nos pueden ayudar a acertar a la hora de buscar esos caminos y esos puentes. TambiĆ©n es necesario derribar los muros del prejuicio, porque hay mucha gente que entiende que la Iglesia en este momento ya no puede aportar nada. Que es una reliquia del pasado. Que la trascendencia ya no tiene excesivo sentido. Cuando tĆŗ intentas hacer una propuesta, te encuentras con una pared. Con lo cual, tambiĆ©n a nosotros esto nos exige una cierta habilidad a la hora de ver cĆ³mo podemos abrir ventanas o puertas para poder traspasar los prejuicios que existen. Y a la inversa, porque en ocasiones nosotros podemos estar en nuestro palacio de cristal y tenemos que derribar esos muros para tener un diĆ”logo sincero y abierto, y escuchar de corazĆ³n cuĆ”les son las necesidades.

Entrevista Carlos Escribano
Carlos Escribano (i) y Pedro J. Navarro, durante la entrevista. FOTO | Yeli

ĀæQuĆ© oportunidades le ve a la HOAC en el momento en el que estamos?

Pues esperemos que esta Asamblea General sirva para renovar el cĆ³mo afrontar lo que la HOAC tiene entre manos, que no es otra cosa que la evangelizaciĆ³n del mundo obrero, que es evangelizar este mundo secularizado. Y ver, por tanto, quĆ© pasos se pueden dar para no caer en la tentaciĆ³n de que la estructura condicione una cierta frescura en esas respuestas, frente a los argumentos de que siempre se ha hecho asĆ­. Se trata de no tener miedo a renunciar al corsĆ© en beneficio de una necesidad que tiene la Iglesia y que ha puesto en las manos de la HOAC. Y tratar de responder, asimismo, a la iniciaciĆ³n de nuevos militantes, en la que se deberĆ”n tener en cuenta aspectos que tienen que ver con los procesos de formaciĆ³n, con herramientas y estilos adaptados a estos tiempos.

Papa Francisco y pontificado

Pero, en estos tiempos, y para esto, en la Iglesia tenemos a un gran maestro como Francisco, Āæno le parece?

Por supuesto. Creo que Francisco, desde el principio, ha sido muy intuitivo. Toda la herencia ha marcado su pontificado desde el principio con la Gaudete et exsultate, una exhortaciĆ³n programĆ”tica que, conforme la vamos desarrollando, nos damos cuenta de la riqueza y de la potencia que tiene. Porque estĆ” todo incoado y desarrolla lo que es su programa, con una capacidad de sĆ­ntesis. Es un documento inicial, que hay cosas que no terminan de entenderse, pero que luego va desarrollando con aspectos como el del acompaƱamiento. Ha sido capaz de recuperar una figura que estaba un tanto denostada pero que, en un contexto cultural como el actual, sin acompaƱamiento es imposible. Y luego estĆ” el hecho de que te genere una crisis pastoral, porque tĆŗ propones la realidad del acompaƱamiento y solo la encuentras en los movimientos y las asociaciones, porque lo tienen metido en su ADN, ya que es su modo de trabajar. Muchas veces, las iglesias diocesanas o parroquiales no estamos preparados para hacer un acompaƱamiento como se requerirĆ­a.

El pontificado de Francisco
va a marcar un perĆ­odo importante
de la vida de la Iglesia

ĀæCuĆ”l es el legado que va a quedar del pontificado de Francisco? ĀæHacia dĆ³nde va a caminar la Iglesia?

El pontificado de Francisco va a marcar un perĆ­odo importante de la vida de la Iglesia y las improntas se tienen que asentar y, a veces, cuesta que lo hagan. Yo creo que ha dado un giro importante al timĆ³n y con una intenciĆ³n, ademĆ”s, que lo hace desde la vocaciĆ³n de la continuidad. Ɖl no intenta la ruptura sino desde una adaptaciĆ³n a un contexto cultural que requiere un modo nuevo de situarse. Y lo hace al venir de AmĆ©rica, porque la Iglesia latinoamericana estĆ” en otra tesitura, menos secularizada que la europea, y ha ido aprendiendo de nuestras propias carencias. Eso Francisco lo tiene muy interiorizado y por eso hace propuestas que se anticipan a elementos que son fundamentales. Yo creo que muchas de las propuestas que ha hecho no tienen retorno. El EspĆ­ritu dirĆ”, el EspĆ­ritu juzgarĆ”, yo creo que esa es la clave, y serĆ” el que convalide todas las apuestas que el Papa ha hecho. Y su concreciĆ³n, cosa que no es sencilla, porque supone una verdadera conversiĆ³n pastoral.

ĀæHa habido tanta oposiciĆ³n en la Iglesia como en algunos momentos ha parecido?

Hombre, habrĆ” habido oposiciĆ³n, pero como tambiĆ©n la hubo con Juan Pablo II o con Benedicto XVI. No todas las propuestas encajan de igual modo. Es evidente que ha habido cuestiones que han suscitado opiniones contrarias. Pero tambiĆ©n es verdad que antes habĆ­a opiniones particulares que se quedaban en un entorno muy reducido y ahora, con las redes, cualquiera opina, y su eco crece de manera exponencial. Pero yo tambiĆ©n entiendo que muchas de las propuestas de Francisco se estĆ”n asumiendo y la mayorĆ­a de los planes pastorales reflejan la experiencia del aterrizaje del SĆ­nodo, la implantaciĆ³n de la Evangelii gaudium, la potenciaciĆ³n de Laudato siā€™, y yo creo que eso estĆ” en el entorno de todos.

Presencia de la AcciĆ³n CatĆ³lica

ĀæCĆ³mo se hace frente a los recelos que existen frente a modelos como el de la AcciĆ³n CatĆ³lica, que en algunos momentos se plantea como algo del pasado, de otros tiempos?

Eso es cierto, pero es que las vicisitudes por las que ha pasado la AcciĆ³n CatĆ³lica a veces le crean una cierta fama. Las nuevas generaciones no han crecido al albor de la AcciĆ³n CatĆ³lica, con lo cual a veces hay un desconocimiento. A veces, los movimientos se asocian a personas concretas, que han podido acertar mĆ”s o menos en las propuestas que han hecho. Es verdad que yo creo que hay que ser un tanto pragmĆ”tico, Āæno? TĆŗ debes tener claro cuĆ”les son los objetivos que pretendes alcanzar y, al final, independientemente de las siglas, ver quiĆ©n te proporciona un proceso para ello. Hay veces que si tĆŗ haces ese discernimiento te das cuenta de que hay elementos que forman parte de los movimientos de AcciĆ³n CatĆ³lica que pueden abrir un horizonte muy grande tambiĆ©n en la vida de las parroquias. Y se tratarĆ­a de ver cĆ³mo podemos integrar una cosa que es bĆ”sica, como los equipos de fe y vida en una vida parroquial. Pues es como una AcciĆ³n CatĆ³lica, aunque no le llames como tal, y lo que buscas y lo que pretendes es eso. Uno debe tener claro hacia dĆ³nde quiere ir, quiĆ©n ofrece los medios para conseguirlo, darte cuenta de que la Iglesia tiene una riqueza y que los propios movimientos van evolucionando y buscando caminos nuevos y se convierte en un servicio para la evangelizaciĆ³n. Es verdad que eso cuesta proponerlo, que en ocasiones los prejuicios impiden aceptar. TambiĆ©n es verdad que hay un relumbrĆ³n en nuevos movimientos y nuevas asociaciones que a veces, aparentemente, tienen mĆ”s adeptos, porque proponen nuevas formas de evangelizar.

Las nuevas generaciones
no han crecido al albor de la AcciĆ³n CatĆ³lica,
con lo cual a veces hay un desconocimiento

Pero yo creo que el bagaje que nosotros tenemos en la AcciĆ³n CatĆ³lica es muy rico. Yo lo digo tambiĆ©n por experiencia pastoral, tanto en LogroƱo como en Zaragoza. Cuando me planteo cĆ³mo consigo que haya equipos de fe y vida, cĆ³mo consigo la vocaciĆ³n bautismal como un camino de vida plena, cĆ³mo incorporo el acompaƱamiento de modo ordinario a la gente que vive en las parroquiasā€¦ Esa es la AcciĆ³n CatĆ³lica, aunque le puedes llamar movimiento parroquial o como quieras, sĆ­, pero en el fondo es ese trasfondo: son los laicos a los que tĆŗ acompaƱas para que sean apostĆ³licos y sean evangelizadores con espĆ­ritu.

TambiĆ©n puedes leer ā€” Francisco reclama una economĆ­a que cuide el trabajo y fomente las condiciones laborales dignas

ĀæEn quĆ© lugar queda la implicaciĆ³n en un sector o en un ambiente determinado, como hacen los movimientos especializados de la AcciĆ³n CatĆ³lica?

SĆ­, eso estĆ” claro, pero incluso en eso puede haber un aterrizaje en el tejido diocesano. Es decir, hay mucho que aprender de la propuesta de la AcciĆ³n CatĆ³lica, y eso tambiĆ©n debe interpelarla a ella misma y a sus movimientos, en su apertura, en el sentido de recorrer nuevos caminos y a lo mejor no tenemos claro cuĆ”les son, con una vocaciĆ³n de servicio. O sea, cĆ³mo puedo poner todo lo que tengo, que es muy rico, en lo que es la aproximaciĆ³n al mundo obrero, mĆ”s allĆ” de lo que puede ser un elemento que me constriƱa, porque a veces las estructuras nos pesan mucho. Y la tradiciĆ³n, en el mal sentido, tambiĆ©n nos puede pesar demasiado.

Entonces ese tender puentes y romper muros tambiĆ©n tiene que darse entre nosotrosā€¦

Yo creo que muchas veces es mĆ”s fĆ”cil tener ese posicionamiento de apertura si los dos somos capaces de coincidir en una urgencia en la evangelizaciĆ³n. EstĆ” claro que hay que evangelizar al mundo obrero y la metodologĆ­a de la HOAC puede ser interesante. TambiĆ©n que la autoevalĆŗe la propia HOAC. En la asamblea de hace ocho aƱos la opciĆ³n que se hizo fue por el mundo obrero empobrecido, un elemento muy importante al que salir al paso y en el que se proponĆ­a tambiĆ©n una reconversiĆ³n de la propia vida personal, siguiendo a Francisco: conversiĆ³n personal para la conversiĆ³n pastoral. Pero tambiĆ©n es verdad que, a lo mejor, reduce mucho el espacio, porque el mundo del trabajo es muy amplio, ya que, por ejemplo, estĆ” en los autĆ³nomos, en la gente de los hospitales, quienes estĆ”n en los andamiosā€¦ Por ahĆ­ debe de ir la reflexiĆ³n con una gran creatividad como tiene la HOAC y con la seriedad y el rigor con los que lleva a cabo sus procesos.

ĀæY cree que entre sus hermanos del episcopado existe esta misma visiĆ³n?

Yo creo que todos tenemos urgencia en la evangelizaciĆ³n y luego cada uno intenta buscar caminos que realmente sean un estĆ­mulo. A veces ese trabajo lo tenemos que hacer las comisiones, no en el sentido de facilitar esas fĆ³rmulas mĆ”gicas, no es la expresiĆ³n, pero sĆ­ los elementos concretos que a veces ayudan a que se puedan establecer caminos. A veces nos cuesta entablar ese diĆ”logo y masticar un poco el elemento antes de ofrecerlo, y eso tendrĆ­a que ser tambiĆ©n un trabajo que se pudiera hacer desde la ComisiĆ³n en comuniĆ³n con la AcciĆ³n CatĆ³lica.

Entrevista Carlos Escribano
Carlos Escribano (i) y Pedro J. Navarro. FOTO | Yeli

Futuro de la Iglesia: jĆ³venes y laicado

AdemĆ”s de esa necesidad en tender puentes dentro de la misma Iglesia, Āæhay preocupaciĆ³n en la renovaciĆ³n de la Iglesia? ĀæQuĆ© lugar ocupan los jĆ³venes?

Hay un problema en la renovaciĆ³n de la Iglesia porque es muy difĆ­cil la evangelizaciĆ³n de los jĆ³venes sin contar con los propios jĆ³venes. Yo creo que esa es la gran clave, Āæno? Y es por donde hay que intentar acompaƱarlos para que descubran que tienen que ser autĆ©nticos evangelizadores. Hay muchos elementos que lo dificultan, pese a que tambiĆ©n es verdad que hay jĆ³venes que son muy entusiastas. Ellos viven la experiencia de la fe desde cĆ³mo viven la experiencia del mundo. Para ellos el tema del sentimiento es un elemento que realmente les puede servir de entrada de vĆ­a de diĆ”logo, y asĆ­ poder entablar un primer encuentro. Pero luego hay que dar pasos mĆ”s serios, porque si no, al final, el edificio no sostiene. Y yo creo que eso es un reto y aprendizaje tambiĆ©n para la Iglesia. Ahora ha mutado lo que es la realidad de nuestros jĆ³venes, como toda la sociedad, y creo que ese tipo de retos nos tienen que apasionar, nos tienen que preocupar, pero, a la vez, nos tienen que ocupar e intentar dar respuesta, buscando alianzas con ellos. Los jĆ³venes son listos. Los jĆ³venes entienden perfectamente a lo que son llamados y muchos de ellos tienen un deseo real de evangelizar. Son minorĆ­a, pero es verdad que tambiĆ©n pueden ser enormemente activos y ellos hablan el lenguaje que hablan los otros jĆ³venes, por lo menos los que estĆ”n en su entorno. Hay que introducir en ellos una experiencia de misiĆ³n, de misiĆ³n real. Nosotros estamos con ese reto tambiĆ©n en Zaragoza. Fuimos un grupo amplio a Lisboa, pero claro, la gracia es ahora cuando, a la vuelta, esa siembra fructifique, teniendo claro el proceso y que tienen que ser ellos los que evangelicen en el contexto en el que estamos viviendo. Y sin olvidar el rostro de las nuevas iglesias.

ĀæA quĆ© se refiere con ese rostro de nuevas iglesias?

Ahora que estoy haciendo la visita pastoral en Zaragoza, y entiendo que a mis hermanos les pasarĆ” en sus diĆ³cesis, compruebo que hay una nueva Iglesia en Zaragoza que tiene rostro latino o rostro africano. Y no es que sea gente que viene a buscar una asistencia, no. Ya llevan aƱos en EspaƱa y compruebas que, en esas parroquias, los que estĆ”n de catequistas, los que animan los cantos, los que llevan la liturgiaā€¦ son latinos o africanos, especialmente en barrios populares donde han ido a vivir ellos. Hay parroquias donde el espaƱol es minoritario, que es la gente mĆ”s mayor de la comunidad de siempre. Pero quien sostiene el dĆ­a a dĆ­a de la comunidad ya es la nueva Iglesia de Zaragoza. Y eso te hace situarte de un modo nuevo, porque sus jĆ³venes tienen el mismo problema que los nuestros, quizĆ” con una mayor precariedad, con una situaciĆ³n mĆ”s compleja. Yo creo que todo eso son un cĆŗmulo de retos impresionantes que nos deben ayudar a la hora de analizar tambiĆ©n las prioridades y ver cĆ³mo se abordan.

Hay un problema en la renovaciĆ³n de la Iglesia
porque es muy difĆ­cil la evangelizaciĆ³n
de los jĆ³venes sin contar con ellos

En el momento que vive la sociedad espaƱola tan polarizada y de tanto enfrentamiento, ĀæquĆ© podemos aportar los laicos?

Yo creo que mucho. Es verdad que hoy, cuando tĆŗ te adentras para entablar un diĆ”logo con la clase polĆ­tica o con la realidad social, te encuentras la ausencia de la sĆ­ntesis de la fe con la vida. Es verdad que los movimientos a veces la dan, pero otras no. Una sĆ­ntesis que tambiĆ©n deberĆ­an dar las parroquias. La fe debe iluminar no solo la vida ordinaria, ya que en esa sĆ­ntesis personal debĆ­a incorporarse tambiĆ©n el conocimiento profesional. Porque eso te permite realmente entablar un diĆ”logo con el contexto cultural y social en el que estĆ”s viviendo. En generaciones anteriores era una cosa como mĆ”s establecida, tal y como recuerdo a mis padres o a sus amigos. TenĆ­an una formaciĆ³n religiosa muy potente, con lo cual realizaban una sĆ­ntesis que les servĆ­a para la vida construida socialmente. Cuando prestaban un servicio pĆŗblico lo hacĆ­an desde la perspectiva cristiana, a lo mejor sin definirla, pero sĆ­ la practicaban. Ahora, por el contrario, cuando buscas forjar equipos cuesta mucho encontrar a la gente que tenga hecha esa sĆ­ntesis, no a gente con voluntad o ilusiĆ³n, con lo cual a veces tienes que hacer un recorrido mĆ”s largo. Porque si no encalla. No basta solo la buena intenciĆ³n que es necesaria, sino que deben tener claro hacia dĆ³nde hay que caminar y cĆ³mo hay que caminar, cĆ³mo hacerles propuestas. Una insistencia que hago muchas veces cuando me encuentro a personas con vocaciĆ³n polĆ­tica para la cosa pĆŗblica es decirles que se empapen de la Doctrina Social de la Iglesia y hagan una sĆ­ntesis personal. Hoy es verdad que no hay muchos catĆ³licos que por opciĆ³n entren en polĆ­tica, pero los hay. Y sĆ­, hay gente que ha entrado en polĆ­tica por su fe. Yo los conozco en todo el espectro. Gente que por fe estĆ” metida en polĆ­tica. Y habitualmente son excelentes polĆ­ticos, discretos, con vocaciĆ³n de servicio.

Es el debate de la presencia creyente en la vida pĆŗblica.

Por supuesto. Es un trabajo que debemos hacer como Iglesia. La presencia en la vida pĆŗblica tiene que ser el de la presencia en el mundo del trabajo, el de la denuncia de situaciones de injusticia, pero tambiĆ©n el diĆ”logo con quienes ocupan puestos de responsabilidad en las instituciones. Hay momentos en los que estoy cansado, en los que la cruz pesa mucho, pero en general soy una persona que veo oportunidades, y creo que en este terreno las tenemos. Siempre he trabajado con el laicado, con jĆ³venes, durante siete aƱos con la AcciĆ³n CatĆ³lica y ahora desde la ComisiĆ³n Episcopal para los Laicos, Familia y Vida, y creo que entendĆ©is mucho mejor lo que se propone que nosotros, que somos mĆ”s de sota, caballo y rey. Vivimos un tiempo en el que hay que aprovechar cualquier oportunidad que se presenta para trabajar juntos, y aunque a veces me han acusado de practicar la pastoral del limĆ³n, la de exprimir a los laicos, tengo claro que los grandes logros pastorales no los he podido alcanzar nunca sin vosotros, con experiencia de encuentro y de creatividad. Hay tantas oportunidades, que no debemos dejarlas escapar. ā€¢

Catedral para la memoria democrƔtica

Catedral para la memoria democrƔtica

Nada mĆ”s ser nombrado vicepresidente del Gobierno de Franco, en junio de 1973, Luis Carrero Blanco encargĆ³ un informe relativo a las deterioradas relaciones entre la Iglesia postconciliar y el Estado nacional-catĆ³lico. En ese trabajo realizado por los servicios de informaciĆ³n, entre ellos, la temida Brigada PolĆ­tico-Social, destaca un curioso dato: mientras que el 11 por ciento del clero secular espaƱol es desafecto al rĆ©gimen franquista, en el caso de la DiĆ³cesis de Cartagena, de los 387 sacerdotes seculares, los desafectos eran 89 (un 23 por ciento, casi uno de cada cuatro). SĆ³lo las diĆ³cesis del PaĆ­s Vasco y de Navarra tenĆ­an porcentajes superiores de desafecciĆ³n polĆ­tica.

Primeros recuerdos

A ese aƱo se remonta mi primer recuerdo de Cartagena. Hay olores que se agarran a tus fosas nasales de tal forma que, hasta pasado un tiempo, siguen trasladĆ”ndote al lugar en el que se inhalaron, por mucha distancia que haya. Se convierten en la evocaciĆ³n de una experiencia que tarda muchos aƱos en diluirse. Era la primera que viajĆ© a la ciudad y en mi memoria quedĆ³ grabado un lĆŗgubre piso de la barriada de la Puerta de la Villa, al que se accedĆ­a por unas empinadas escaleras. En Ć©l vivĆ­a mi amiga Conchi junto a sus padres, Carmen Ɓlvarez y Santiago Pintado, y el resto de sus hermanos: Juanito, Santi y Luci. Todos compartĆ­an vida con un sacerdote yeclano, a la sazĆ³n pĆ”rroco de la Catedral Antigua.

Santa MarĆ­a la Vieja atesorĆ³ a finales de los 60 muchas historias de vida repletas de deseos de cambio

SĆ­, sĆ­ā€¦ entre las ruinas de la que es, sin duda, una de las primeras sedes episcopales de la penĆ­nsula ibĆ©rica, se alzaba una parroquia llamada de Santa MarĆ­a la Antigua. En ese momento yo apenas tenĆ­a nueve aƱos. Aunque traspasĆ© sus derruidos muros y conocĆ­ los locales anexos a la pequeƱa capilla que aĆŗn permanecĆ­a en pie, no podĆ­a ser capaz de adivinar la vida que se atesoraba en ese recinto desde mediados de los aƱos sesenta. Una savia que fue pasiĆ³n pura para muchas personas, jĆ³venes y mayores, atraĆ­das por los deseos de cambio social, polĆ­tico y religioso, en el contexto del denominado tardofranquismo de una ciudad militarizada, no solo marcada por la presencia del EjĆ©rcito sino por una serie de empresas estratĆ©gicas en las que una convulsa clase obrera trataba de abrirse paso en sus reivindicaciones.

RenovaciĆ³n conciliar

Esas historias de vida son las que tratado de recoger ese cura yeclano Pedro CastaƱo Santa en La otra cara de la Catedral Antigua (2022), que retrata todo lo vivido en la Parroquia de Santa MarĆ­a la Antigua entre los aƱos 1967 y 1976 en los que estuvo adscrita a la DiĆ³cesis de Cartagena y donde, en sus poco mĆ”s de cien pĆ”ginas logra cumplir el principal objetivo que le ha llevado a remover recuerdos y a recopilar documentos y fotografĆ­as de esos aƱos: mantener viva la memoria de lo que allĆ­ aconteciĆ³. Y lo hace de una manera ordenada que arranca con su ubicaciĆ³n en la ciudad y los primeros pasos de las misas que allĆ­ se celebraban desde los aƱos cuarenta en la Ćŗnica capilla que se salvĆ³ de los bombardeos del ejĆ©rcito sublevado, sĆ­, de los ataques de las fuerzas de la mal llamada Cruzada contra el comunismo y el ateĆ­smo.    

A la izquierda, un momento de la presentaciĆ³n del libro en el Casino de Cartagena. En la imagen de la derecha, Pedro CastaƱo, en el centro, junto a quienes participaron en la presentaciĆ³n del libro, el pasado 23 de febrero, en el Edificio Moneo, en Murcia.

No resulta extraƱo, pues, que entre esas ruinas creciera una experiencia litĆŗrgica de la mano de la renovaciĆ³n conciliar del Vaticano II, asĆ­ como una pastoral encarnada en la realidad del mundo obrero de entonces. Desde los mĆ”s jĆ³venes de la JOC, a los mĆ”s veteranos de la HOAC y lugar de encuentro de los curas obreros de la comarca, junto a muchos otros que bien podrĆ­an formar parte de aquel numeroso grupo del clero secular desafecto al RĆ©gimen.

Lugar de la memoria

Santa MarĆ­a la Antigua fue sede de reuniones clandestinas donde se organizaban huelgas, almacĆ©n de distribuciĆ³n de la editorial ZYX (una de las pocas que combatĆ­a la ignorancia y la indiferencia del franquismo a travĆ©s de la cultura popular), lugar que acogerĆ­a la EducaciĆ³n de Adultos y el colectivo Carmen Conde, centro de formaciĆ³n y de ocio para jĆ³venes, comedor comunitario, guarderĆ­a laboral, hasta sala de conciertos, sede de la CofradĆ­a del Cristo de Socorro, punto de encuentro de las Comunidades de Base y Casa de Acogida. Cada una de esas realidades estĆ” atravesada por hombres y mujeres embarcados en deseos de cambio. Muchos quedan en mis recuerdos personales, como Pepe Ros o Juan Andreu. La mayorĆ­a de esa gente estaba contagiada por una fe que los llevaba a no tener miedo a manifestarla. TambiĆ©n habĆ­a personas que, desde su agnosticismo o ateĆ­smo militantes, eran capaces de estrechar lazos por un bien superior que no era otro que combatir la injusticia.    

El historiador Antonio MartĆ­nez Ovejero, que fue aprendiz en la BazĆ”n, dirigente de la JOC, militante de la USO y destacado polĆ­tico socialista en los primeros aƱos de la democracia, tiene muy claro que la Catedral Antigua reĆŗne todos los requisitos para ser designada como Lugar de la Memoria DemocrĆ”tica de Cartagena. Tras recorrer el libro de Pedro CastaƱo no quedan duda y estoy seguro que quienes vivieron esos aƱos podrĆ”n dar fe de ello. De ahĆ­ que no resulte extraƱo suscribir la afirmaciĆ³n de Milan Kundera, acerca de que la lucha contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido. Una memoria que ayudarĆ­a a entender, entre otros, los momentos presentes de la polĆ­tica, la Iglesia y el sindicalismo.


ILUSTRACIƓN: NANA PEZ

Oler a oveja con doble acento

Oler a oveja con doble acento

Cuando veo en televisiĆ³n a MĀŖ Luisa Carcedo, la ex ministra de Sanidad, agudizo la mirada porque tengo dudas acerca de si realmente se trata de ella o es JosĆ© Mota, porque la caracterizaciĆ³n del humorista manchego supera la realidad. Algo parecido me ha pasado con Jonathan Pryce en su interpretaciĆ³n del cardenal Jorge Bergoglio en Los dos papas, la pelĆ­cula de Fernando Meirelles en la que juega con un supuesto encuentro entre Benedicto XVI (Anthony Hopkins) y el entonces arzobispo de Buenos Aires, previa a la abdicaciĆ³n de aquel Joseph Ratzinger como obispo de Roma. Los detalles estĆ”n cuidados hasta el Ćŗltimo extremo, de tal manera en que cuando ahora lo veo ya no sĆ© si el papa Francisco es Ć©l o sigue siendo el actor galĆ©s que conocimos en varias pelĆ­culas del genial Terry Gillians o, mĆ”s recientemente, en Piratas del Caribe o en Juego de Tronos.

(mĆ”s…)

La Iglesia 3.0 que imagino

La Iglesia 3.0 que imagino

A propios y extraƱos les cuesta entender que para la Justicia y la Iglesia el tiempo posee un sentido distinto que al resto de realidades humanas. Para explicar este hecho, un miembro de la Curia que estuvo cercano a don Miguel Roca, mientras era obispo de esta Ecclesia Carthaginensis in Hispania, me contaba hace unos aƱos que le habĆ­a llegado un asunto espinoso sobre el que solicitĆ³ recabar datos exhaustivos. Cuando obtuvo el informe, lo guardĆ³ en un cajĆ³n durante varios meses con la idea de dejarlo dormido antes de tomar una decisiĆ³n. Pasado un tiempo lo sacĆ³ y adoptĆ³ un fallo, y zas, se equivocĆ³. Ā«ĀæVe lo que ha pasado?Ā», se dirigiĆ³ a su interlocutor. Ā«Todo ha sido por habernos precipitadoĀ». ĀæQuĆ© me dicen? El tiempo tiene otro sentido. (mĆ”s…)