Callejón sin salida

Callejón sin salida

Ilustración: NANA PEZ

No sĆ© si fue premeditada, pero en las imĆ”genes de la entrega del ā€˜Informe sobre abusos sexuales en el Ć”mbito de la Iglesia católica y el papel de los poderes pĆŗblicos’ por parte del Defensor del Pueblo, Ćngel Gabilondo, a la presidenta de las Cortes Generales, Francina Armengol, me llamó la atención un detalle: la cruz que colgaba del cuello de la tercera autoridad del Estado. No creo que la elección fuese por casualidad. Desconozco la intención, pero, como católico, sĆ­ me siento interpelado por el hecho de que haya sido una institución como la del Defensor del Pueblo la que haya tenido que abordar en profundidad, y por vez primera, un asunto tan grave que afecta a la esencia de una institución como la que representa la Iglesia espaƱola, de la que formo parte, como humilde miembro del Pueblo de Dios.

Silencio y vergüenza

El silencio de quienes pudieron hacer mĆ”s para evitar la pederastia, la soledad y el dolor de las vĆ­ctimas, la reacción de la Iglesia, la necesaria compensación económica a las vĆ­ctimas para la reparación del delito y las dificultades en la aportación de los datos por parte de las diócesis y los institutos de vida consagrada, son las cinco claves del Informe del Defensor del Pueblo. Frente a esta Ćŗltima, Ɓngel Gabilondo valoró durante la presentación del documento la investigación que desde el aƱo 2018 viene haciendo el diario El PaĆ­s. Una respuesta que la Iglesia, desde el papado hasta el Ćŗltimo rincón de la Ćŗltima diócesis o congregación religiosa, deberĆ­a de haber dado desde el minuto uno.

Gravedad mƔxima

No oculto el sentimiento de vergüenza, como creyente de a pie, al pertenecer a una institución que durante mucho tiempo ha guardado silencio, cuando no, cómplice, por sus cautelas o por querer minimizar unos hechos que son motivo y causa de escĆ”ndalo. Y, ademĆ”s, no comprendo las reacciones de algunos de nuestros obispos, sacerdotes y otras personas consagradas -ademĆ”s de seglares de la Iglesia- al cuestionar las cifras de posibles vĆ­ctimas en nuestro paĆ­s, extrapoladas de los datos que ofrece el informe. El problema no estĆ” en si son o no 440.000 las personas abusadas. El asunto ya es de una gravedad mĆ”xima con que solo una de ellas haya sufrido abuso sexual por parte de quien tenĆ­a encomendada su labor de formarla y/o acompaƱarla en la fe.

Aquí puedes acceder al Informe sobre los abusos sexuales en el Ômbito de la Iglesia católica y el papel de los poderes públicos.

Me cuesta pensar que sea el temor a hacer frente a indemnizaciones millonarias el principal motivo de las reacciones a la defensiva por parte de nuestros obispos. Los superiores de las órdenes religiosas han ofrecido una respuesta mĆ”s adecuada a la gravedad de este problema. Desde la petición de perdón y la disposición a colaborar con el Defensor del Pueblo y el resto de instituciones.

Valentía y determinación

Mirar para otro lado, trasladar a otro destino a la persona agresora, minimizar el asunto o extender y generalizar los abusos a otros Ć”mbitos de la sociedad (como el familiar, educativo o deportivo) han sido prĆ”cticas comunes por parte de muchas diócesis e institutos religiosos. No solo en EspaƱa, sino en una larga lista de paĆ­ses, con ejemplos y consecuencias muy notorias como las ocurridas en Estados Unidos o Irlanda. A esos comportamientos se suman otros, como tratar de victimizar a las propias vĆ­ctimas o no atenderlas como se merecen, o esconder la cabeza como los avestruces, sintiĆ©ndose incluso mĆ”rtires de una supuesta cruzada frente al ateĆ­smo o el anticlericalismo. Y todo por no abordar con valentĆ­a y determinación un asunto tan grave como el de la pederastia, en el que te juegas la credibilidad como institución educadora de las conciencias y valores para toda una vida. Lo sĆ© de primera mano porque en mi vida profesional me ha tocado gestionar comunicativamente mĆ”s de un caso de pederastia y abusos protagonizados por sacerdotes o religiosos.

Respuestas ambiguas

El propio Benedicto XVI ya identificó hace casi tres lustros, en su Carta pastoral a los católicos de Irlanda (como recordaba el periodista JosĆ© MartĆ­nez de Velasco en su prólogo al libro de Juan Ignacio CortĆ©sLobos con piel de pastor), varios factores como causa del escĆ”ndalo: procedimientos inadecuados para determinar la idoneidad de los candidatos al sacerdocio y la vida religiosa; insuficiente formación humana, intelectual y espiritual en los seminarios y noviciados; tendencia a favorecer al clero y otras figuras de autoridad, asĆ­ como una preocupación desmesurada por el buen nombre de la Iglesia. En estos tiempos de sinodalidad no caben respuestas ambiguas, ni miradas esquivas, ni callejones sin salida. De frente y sin titubeos.

Carlos Escribano: «Los grandes logros pastorales no se pueden alcanzar nunca sin el laicado»

Carlos Escribano: «Los grandes logros pastorales no se pueden alcanzar nunca sin el laicado»

El arzobispo de Zaragoza y presidente de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida, Carlos Escribano Subías (Carballo, A Coruña, 15 de agosto de 1964), participó el pasado 12 de agosto en la jornada inaugural de la XIV Asamblea General de la HOAC.

En este diĆ”logo con Noticias Obreras muestra su interĆ©s en las conclusiones del encuentro con el fin de conocer hacia dónde va a caminar este movimiento apostólico en la evangelización del mundo obrero en los próximos aƱos. Invita a ser creativos en el desarrollo de la misión y apuesta por tender puentes y romper muros dentro y fuera de la propia Iglesia. Asimismo, destaca que el pontificado de Francisco ha supuesto un momento especial para afrontar el presente y el futuro de los grandes retos de la humanidad, especialmente en el acompaƱamiento que las personas creyentes podemos desplegar en nuestra acción evangelizadora.

XIV Asamblea General

¿Qué supone para la vida de la Iglesia la celebración de un acontecimiento como esta Asamblea General?

A partir de la experiencia que voy teniendo en mi tarea de acompañamiento al laicado en España, para los movimientos y asociaciones, las asambleas son un momento fundamental, de mucha inspiración y de acción del Espíritu Santo. Para la HOAC, después de estos últimos años en los que no se ha podido celebrar por el cambio en la periodicidad y la pandemia, su Asamblea General estÔ siendo indudablemente una gracia. La gente tenía ganas de encontrarse y es verdad que los proyectos también se van agotando, por lo que era el momento en el que realizar un trabajo previo, que se ha hecho con gran intensidad, para llegar aquí y ver por dónde hay que continuar los próximos años. Por tanto, es un momento de gracia para el movimiento, para el mundo obrero y para la Iglesia en España, porque, al final, la encomienda que tiene la HOAC es abrir caminos para la evangelización del mundo del trabajo y eso es una necesidad que cada vez es mÔs acuciante. Es una realidad donde nos cuesta mucho movernos, por lo que hay una esperanza y unas expectativas en conocer las conclusiones del encuentro, por dónde se quiere caminar y por dónde sopla el Espíritu.

ĀæQuĆ© le sugiere el lema de esta Asamblea General de Tendiendo puentes, derribando muros, en un momento como el actual donde se vive la fragmentación o la polarización a muchos niveles? ĀæCree que es una invitación a adoptar otro tipo de actitudes?

Es verdad que sugiere eso, porque en una sociedad fragmentada es muy importante aquel que intenta ser factor de comunión, a la hora de buscar esos espacios y crearlos. Yo considero que es una de las grandes tareas de cualquier realidad eclesial. La Iglesia debe distinguirse por tener la capacidad de generar comunión. Por otro lado, tambiĆ©n puede tener otra lectura, que es la de buscar espacios, a lo que nos insiste tantas veces Francisco en la Evangelii gaudium, ya que nosotros hacemos una pastoral para los presentes, pero tambiĆ©n para los alejados, para los ausentes. Es muy difĆ­cil llegar a ellos si realmente no tienen puentes mĆ”s allĆ” del aspecto de la expresión de la comunión. Es la expresión de una Iglesia en salida.

En una sociedad fragmentada
la Iglesia debe distinguirse
por tener la capacidad
de generar comunión

Hay que tener en cuenta, sin embargo, que a veces no puede salir, a veces hay que organizarse de una manera adecuada, buscando una pastoral diferenciada, con elementos necesarios que realmente nos pueden ayudar a acertar a la hora de buscar esos caminos y esos puentes. También es necesario derribar los muros del prejuicio, porque hay mucha gente que entiende que la Iglesia en este momento ya no puede aportar nada. Que es una reliquia del pasado. Que la trascendencia ya no tiene excesivo sentido. Cuando tú intentas hacer una propuesta, te encuentras con una pared. Con lo cual, también a nosotros esto nos exige una cierta habilidad a la hora de ver cómo podemos abrir ventanas o puertas para poder traspasar los prejuicios que existen. Y a la inversa, porque en ocasiones nosotros podemos estar en nuestro palacio de cristal y tenemos que derribar esos muros para tener un diÔlogo sincero y abierto, y escuchar de corazón cuÔles son las necesidades.

Entrevista Carlos Escribano
Carlos Escribano (i) y Pedro J. Navarro, durante la entrevista. FOTO | Yeli

¿Qué oportunidades le ve a la HOAC en el momento en el que estamos?

Pues esperemos que esta Asamblea General sirva para renovar el cómo afrontar lo que la HOAC tiene entre manos, que no es otra cosa que la evangelización del mundo obrero, que es evangelizar este mundo secularizado. Y ver, por tanto, qué pasos se pueden dar para no caer en la tentación de que la estructura condicione una cierta frescura en esas respuestas, frente a los argumentos de que siempre se ha hecho así. Se trata de no tener miedo a renunciar al corsé en beneficio de una necesidad que tiene la Iglesia y que ha puesto en las manos de la HOAC. Y tratar de responder, asimismo, a la iniciación de nuevos militantes, en la que se deberÔn tener en cuenta aspectos que tienen que ver con los procesos de formación, con herramientas y estilos adaptados a estos tiempos.

Papa Francisco y pontificado

Pero, en estos tiempos, y para esto, en la Iglesia tenemos a un gran maestro como Francisco, Āæno le parece?

Por supuesto. Creo que Francisco, desde el principio, ha sido muy intuitivo. Toda la herencia ha marcado su pontificado desde el principio con la Gaudete et exsultate, una exhortación programĆ”tica que, conforme la vamos desarrollando, nos damos cuenta de la riqueza y de la potencia que tiene. Porque estĆ” todo incoado y desarrolla lo que es su programa, con una capacidad de sĆ­ntesis. Es un documento inicial, que hay cosas que no terminan de entenderse, pero que luego va desarrollando con aspectos como el del acompaƱamiento. Ha sido capaz de recuperar una figura que estaba un tanto denostada pero que, en un contexto cultural como el actual, sin acompaƱamiento es imposible. Y luego estĆ” el hecho de que te genere una crisis pastoral, porque tĆŗ propones la realidad del acompaƱamiento y solo la encuentras en los movimientos y las asociaciones, porque lo tienen metido en su ADN, ya que es su modo de trabajar. Muchas veces, las iglesias diocesanas o parroquiales no estamos preparados para hacer un acompaƱamiento como se requerirĆ­a.

El pontificado de Francisco
va a marcar un perĆ­odo importante
de la vida de la Iglesia

¿CuÔl es el legado que va a quedar del pontificado de Francisco? ¿Hacia dónde va a caminar la Iglesia?

El pontificado de Francisco va a marcar un perĆ­odo importante de la vida de la Iglesia y las improntas se tienen que asentar y, a veces, cuesta que lo hagan. Yo creo que ha dado un giro importante al timón y con una intención, ademĆ”s, que lo hace desde la vocación de la continuidad. Ɖl no intenta la ruptura sino desde una adaptación a un contexto cultural que requiere un modo nuevo de situarse. Y lo hace al venir de AmĆ©rica, porque la Iglesia latinoamericana estĆ” en otra tesitura, menos secularizada que la europea, y ha ido aprendiendo de nuestras propias carencias. Eso Francisco lo tiene muy interiorizado y por eso hace propuestas que se anticipan a elementos que son fundamentales. Yo creo que muchas de las propuestas que ha hecho no tienen retorno. El EspĆ­ritu dirĆ”, el EspĆ­ritu juzgarĆ”, yo creo que esa es la clave, y serĆ” el que convalide todas las apuestas que el Papa ha hecho. Y su concreción, cosa que no es sencilla, porque supone una verdadera conversión pastoral.

¿Ha habido tanta oposición en la Iglesia como en algunos momentos ha parecido?

Hombre, habrĆ” habido oposición, pero como tambiĆ©n la hubo con Juan Pablo II o con Benedicto XVI. No todas las propuestas encajan de igual modo. Es evidente que ha habido cuestiones que han suscitado opiniones contrarias. Pero tambiĆ©n es verdad que antes habĆ­a opiniones particulares que se quedaban en un entorno muy reducido y ahora, con las redes, cualquiera opina, y su eco crece de manera exponencial. Pero yo tambiĆ©n entiendo que muchas de las propuestas de Francisco se estĆ”n asumiendo y la mayorĆ­a de los planes pastorales reflejan la experiencia del aterrizaje del SĆ­nodo, la implantación de la Evangelii gaudium, la potenciación de Laudato si’, y yo creo que eso estĆ” en el entorno de todos.

Presencia de la Acción Católica

¿Cómo se hace frente a los recelos que existen frente a modelos como el de la Acción Católica, que en algunos momentos se plantea como algo del pasado, de otros tiempos?

Eso es cierto, pero es que las vicisitudes por las que ha pasado la Acción Católica a veces le crean una cierta fama. Las nuevas generaciones no han crecido al albor de la Acción Católica, con lo cual a veces hay un desconocimiento. A veces, los movimientos se asocian a personas concretas, que han podido acertar mÔs o menos en las propuestas que han hecho. Es verdad que yo creo que hay que ser un tanto pragmÔtico, ¿no? Tú debes tener claro cuÔles son los objetivos que pretendes alcanzar y, al final, independientemente de las siglas, ver quién te proporciona un proceso para ello. Hay veces que si tú haces ese discernimiento te das cuenta de que hay elementos que forman parte de los movimientos de Acción Católica que pueden abrir un horizonte muy grande también en la vida de las parroquias. Y se trataría de ver cómo podemos integrar una cosa que es bÔsica, como los equipos de fe y vida en una vida parroquial. Pues es como una Acción Católica, aunque no le llames como tal, y lo que buscas y lo que pretendes es eso. Uno debe tener claro hacia dónde quiere ir, quién ofrece los medios para conseguirlo, darte cuenta de que la Iglesia tiene una riqueza y que los propios movimientos van evolucionando y buscando caminos nuevos y se convierte en un servicio para la evangelización. Es verdad que eso cuesta proponerlo, que en ocasiones los prejuicios impiden aceptar. También es verdad que hay un relumbrón en nuevos movimientos y nuevas asociaciones que a veces, aparentemente, tienen mÔs adeptos, porque proponen nuevas formas de evangelizar.

Las nuevas generaciones
no han crecido al albor de la Acción Católica,
con lo cual a veces hay un desconocimiento

Pero yo creo que el bagaje que nosotros tenemos en la Acción Católica es muy rico. Yo lo digo tambiĆ©n por experiencia pastoral, tanto en LogroƱo como en Zaragoza. Cuando me planteo cómo consigo que haya equipos de fe y vida, cómo consigo la vocación bautismal como un camino de vida plena, cómo incorporo el acompaƱamiento de modo ordinario a la gente que vive en las parroquias… Esa es la Acción Católica, aunque le puedes llamar movimiento parroquial o como quieras, sĆ­, pero en el fondo es ese trasfondo: son los laicos a los que tĆŗ acompaƱas para que sean apostólicos y sean evangelizadores con espĆ­ritu.

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¿En qué lugar queda la implicación en un sector o en un ambiente determinado, como hacen los movimientos especializados de la Acción Católica?

Sí, eso estÔ claro, pero incluso en eso puede haber un aterrizaje en el tejido diocesano. Es decir, hay mucho que aprender de la propuesta de la Acción Católica, y eso también debe interpelarla a ella misma y a sus movimientos, en su apertura, en el sentido de recorrer nuevos caminos y a lo mejor no tenemos claro cuÔles son, con una vocación de servicio. O sea, cómo puedo poner todo lo que tengo, que es muy rico, en lo que es la aproximación al mundo obrero, mÔs allÔ de lo que puede ser un elemento que me constriña, porque a veces las estructuras nos pesan mucho. Y la tradición, en el mal sentido, también nos puede pesar demasiado.

Entonces ese tender puentes y romper muros tambiĆ©n tiene que darse entre nosotros…

Yo creo que muchas veces es mĆ”s fĆ”cil tener ese posicionamiento de apertura si los dos somos capaces de coincidir en una urgencia en la evangelización. EstĆ” claro que hay que evangelizar al mundo obrero y la metodologĆ­a de la HOAC puede ser interesante. TambiĆ©n que la autoevalĆŗe la propia HOAC. En la asamblea de hace ocho aƱos la opción que se hizo fue por el mundo obrero empobrecido, un elemento muy importante al que salir al paso y en el que se proponĆ­a tambiĆ©n una reconversión de la propia vida personal, siguiendo a Francisco: conversión personal para la conversión pastoral. Pero tambiĆ©n es verdad que, a lo mejor, reduce mucho el espacio, porque el mundo del trabajo es muy amplio, ya que, por ejemplo, estĆ” en los autónomos, en la gente de los hospitales, quienes estĆ”n en los andamios… Por ahĆ­ debe de ir la reflexión con una gran creatividad como tiene la HOAC y con la seriedad y el rigor con los que lleva a cabo sus procesos.

¿Y cree que entre sus hermanos del episcopado existe esta misma visión?

Yo creo que todos tenemos urgencia en la evangelización y luego cada uno intenta buscar caminos que realmente sean un estímulo. A veces ese trabajo lo tenemos que hacer las comisiones, no en el sentido de facilitar esas fórmulas mÔgicas, no es la expresión, pero sí los elementos concretos que a veces ayudan a que se puedan establecer caminos. A veces nos cuesta entablar ese diÔlogo y masticar un poco el elemento antes de ofrecerlo, y eso tendría que ser también un trabajo que se pudiera hacer desde la Comisión en comunión con la Acción Católica.

Entrevista Carlos Escribano
Carlos Escribano (i) y Pedro J. Navarro. FOTO | Yeli

Futuro de la Iglesia: jóvenes y laicado

AdemÔs de esa necesidad en tender puentes dentro de la misma Iglesia, ¿hay preocupación en la renovación de la Iglesia? ¿Qué lugar ocupan los jóvenes?

Hay un problema en la renovación de la Iglesia porque es muy difícil la evangelización de los jóvenes sin contar con los propios jóvenes. Yo creo que esa es la gran clave, ¿no? Y es por donde hay que intentar acompañarlos para que descubran que tienen que ser auténticos evangelizadores. Hay muchos elementos que lo dificultan, pese a que también es verdad que hay jóvenes que son muy entusiastas. Ellos viven la experiencia de la fe desde cómo viven la experiencia del mundo. Para ellos el tema del sentimiento es un elemento que realmente les puede servir de entrada de vía de diÔlogo, y así poder entablar un primer encuentro. Pero luego hay que dar pasos mÔs serios, porque si no, al final, el edificio no sostiene. Y yo creo que eso es un reto y aprendizaje también para la Iglesia. Ahora ha mutado lo que es la realidad de nuestros jóvenes, como toda la sociedad, y creo que ese tipo de retos nos tienen que apasionar, nos tienen que preocupar, pero, a la vez, nos tienen que ocupar e intentar dar respuesta, buscando alianzas con ellos. Los jóvenes son listos. Los jóvenes entienden perfectamente a lo que son llamados y muchos de ellos tienen un deseo real de evangelizar. Son minoría, pero es verdad que también pueden ser enormemente activos y ellos hablan el lenguaje que hablan los otros jóvenes, por lo menos los que estÔn en su entorno. Hay que introducir en ellos una experiencia de misión, de misión real. Nosotros estamos con ese reto también en Zaragoza. Fuimos un grupo amplio a Lisboa, pero claro, la gracia es ahora cuando, a la vuelta, esa siembra fructifique, teniendo claro el proceso y que tienen que ser ellos los que evangelicen en el contexto en el que estamos viviendo. Y sin olvidar el rostro de las nuevas iglesias.

¿A qué se refiere con ese rostro de nuevas iglesias?

Ahora que estoy haciendo la visita pastoral en Zaragoza, y entiendo que a mis hermanos les pasarĆ” en sus diócesis, compruebo que hay una nueva Iglesia en Zaragoza que tiene rostro latino o rostro africano. Y no es que sea gente que viene a buscar una asistencia, no. Ya llevan aƱos en EspaƱa y compruebas que, en esas parroquias, los que estĆ”n de catequistas, los que animan los cantos, los que llevan la liturgia… son latinos o africanos, especialmente en barrios populares donde han ido a vivir ellos. Hay parroquias donde el espaƱol es minoritario, que es la gente mĆ”s mayor de la comunidad de siempre. Pero quien sostiene el dĆ­a a dĆ­a de la comunidad ya es la nueva Iglesia de Zaragoza. Y eso te hace situarte de un modo nuevo, porque sus jóvenes tienen el mismo problema que los nuestros, quizĆ” con una mayor precariedad, con una situación mĆ”s compleja. Yo creo que todo eso son un cĆŗmulo de retos impresionantes que nos deben ayudar a la hora de analizar tambiĆ©n las prioridades y ver cómo se abordan.

Hay un problema en la renovación de la Iglesia
porque es muy difícil la evangelización
de los jóvenes sin contar con ellos

En el momento que vive la sociedad española tan polarizada y de tanto enfrentamiento, ¿qué podemos aportar los laicos?

Yo creo que mucho. Es verdad que hoy, cuando tú te adentras para entablar un diÔlogo con la clase política o con la realidad social, te encuentras la ausencia de la síntesis de la fe con la vida. Es verdad que los movimientos a veces la dan, pero otras no. Una síntesis que también deberían dar las parroquias. La fe debe iluminar no solo la vida ordinaria, ya que en esa síntesis personal debía incorporarse también el conocimiento profesional. Porque eso te permite realmente entablar un diÔlogo con el contexto cultural y social en el que estÔs viviendo. En generaciones anteriores era una cosa como mÔs establecida, tal y como recuerdo a mis padres o a sus amigos. Tenían una formación religiosa muy potente, con lo cual realizaban una síntesis que les servía para la vida construida socialmente. Cuando prestaban un servicio público lo hacían desde la perspectiva cristiana, a lo mejor sin definirla, pero sí la practicaban. Ahora, por el contrario, cuando buscas forjar equipos cuesta mucho encontrar a la gente que tenga hecha esa síntesis, no a gente con voluntad o ilusión, con lo cual a veces tienes que hacer un recorrido mÔs largo. Porque si no encalla. No basta solo la buena intención que es necesaria, sino que deben tener claro hacia dónde hay que caminar y cómo hay que caminar, cómo hacerles propuestas. Una insistencia que hago muchas veces cuando me encuentro a personas con vocación política para la cosa pública es decirles que se empapen de la Doctrina Social de la Iglesia y hagan una síntesis personal. Hoy es verdad que no hay muchos católicos que por opción entren en política, pero los hay. Y sí, hay gente que ha entrado en política por su fe. Yo los conozco en todo el espectro. Gente que por fe estÔ metida en política. Y habitualmente son excelentes políticos, discretos, con vocación de servicio.

Es el debate de la presencia creyente en la vida pĆŗblica.

Por supuesto. Es un trabajo que debemos hacer como Iglesia. La presencia en la vida pĆŗblica tiene que ser el de la presencia en el mundo del trabajo, el de la denuncia de situaciones de injusticia, pero tambiĆ©n el diĆ”logo con quienes ocupan puestos de responsabilidad en las instituciones. Hay momentos en los que estoy cansado, en los que la cruz pesa mucho, pero en general soy una persona que veo oportunidades, y creo que en este terreno las tenemos. Siempre he trabajado con el laicado, con jóvenes, durante siete aƱos con la Acción Católica y ahora desde la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida, y creo que entendĆ©is mucho mejor lo que se propone que nosotros, que somos mĆ”s de sota, caballo y rey. Vivimos un tiempo en el que hay que aprovechar cualquier oportunidad que se presenta para trabajar juntos, y aunque a veces me han acusado de practicar la pastoral del limón, la de exprimir a los laicos, tengo claro que los grandes logros pastorales no los he podido alcanzar nunca sin vosotros, con experiencia de encuentro y de creatividad. Hay tantas oportunidades, que no debemos dejarlas escapar. ā€¢

Catedral para la memoria democrƔtica

Catedral para la memoria democrƔtica

Nada mÔs ser nombrado vicepresidente del Gobierno de Franco, en junio de 1973, Luis Carrero Blanco encargó un informe relativo a las deterioradas relaciones entre la Iglesia postconciliar y el Estado nacional-católico. En ese trabajo realizado por los servicios de información, entre ellos, la temida Brigada Político-Social, destaca un curioso dato: mientras que el 11 por ciento del clero secular español es desafecto al régimen franquista, en el caso de la Diócesis de Cartagena, de los 387 sacerdotes seculares, los desafectos eran 89 (un 23 por ciento, casi uno de cada cuatro). Sólo las diócesis del País Vasco y de Navarra tenían porcentajes superiores de desafección política.

Primeros recuerdos

A ese año se remonta mi primer recuerdo de Cartagena. Hay olores que se agarran a tus fosas nasales de tal forma que, hasta pasado un tiempo, siguen trasladÔndote al lugar en el que se inhalaron, por mucha distancia que haya. Se convierten en la evocación de una experiencia que tarda muchos años en diluirse. Era la primera que viajé a la ciudad y en mi memoria quedó grabado un lúgubre piso de la barriada de la Puerta de la Villa, al que se accedía por unas empinadas escaleras. En él vivía mi amiga Conchi junto a sus padres, Carmen Álvarez y Santiago Pintado, y el resto de sus hermanos: Juanito, Santi y Luci. Todos compartían vida con un sacerdote yeclano, a la sazón pÔrroco de la Catedral Antigua.

Santa María la Vieja atesoró a finales de los 60 muchas historias de vida repletas de deseos de cambio

SĆ­, sí… entre las ruinas de la que es, sin duda, una de las primeras sedes episcopales de la penĆ­nsula ibĆ©rica, se alzaba una parroquia llamada de Santa MarĆ­a la Antigua. En ese momento yo apenas tenĆ­a nueve aƱos. Aunque traspasĆ© sus derruidos muros y conocĆ­ los locales anexos a la pequeƱa capilla que aĆŗn permanecĆ­a en pie, no podĆ­a ser capaz de adivinar la vida que se atesoraba en ese recinto desde mediados de los aƱos sesenta. Una savia que fue pasión pura para muchas personas, jóvenes y mayores, atraĆ­das por los deseos de cambio social, polĆ­tico y religioso, en el contexto del denominado tardofranquismo de una ciudad militarizada, no solo marcada por la presencia del EjĆ©rcito sino por una serie de empresas estratĆ©gicas en las que una convulsa clase obrera trataba de abrirse paso en sus reivindicaciones.

Renovación conciliar

Esas historias de vida son las que tratado de recoger ese cura yeclano Pedro CastaƱo Santa en La otra cara de la Catedral Antigua (2022), que retrata todo lo vivido en la Parroquia de Santa MarĆ­a la Antigua entre los aƱos 1967 y 1976 en los que estuvo adscrita a la Diócesis de Cartagena y donde, en sus poco mĆ”s de cien pĆ”ginas logra cumplir el principal objetivo que le ha llevado a remover recuerdos y a recopilar documentos y fotografĆ­as de esos aƱos: mantener viva la memoria de lo que allĆ­ aconteció. Y lo hace de una manera ordenada que arranca con su ubicación en la ciudad y los primeros pasos de las misas que allĆ­ se celebraban desde los aƱos cuarenta en la Ćŗnica capilla que se salvó de los bombardeos del ejĆ©rcito sublevado, sĆ­, de los ataques de las fuerzas de la mal llamada Cruzada contra el comunismo y el ateĆ­smo.    

A la izquierda, un momento de la presentación del libro en el Casino de Cartagena. En la imagen de la derecha, Pedro Castaño, en el centro, junto a quienes participaron en la presentación del libro, el pasado 23 de febrero, en el Edificio Moneo, en Murcia.

No resulta extraño, pues, que entre esas ruinas creciera una experiencia litúrgica de la mano de la renovación conciliar del Vaticano II, así como una pastoral encarnada en la realidad del mundo obrero de entonces. Desde los mÔs jóvenes de la JOC, a los mÔs veteranos de la HOAC y lugar de encuentro de los curas obreros de la comarca, junto a muchos otros que bien podrían formar parte de aquel numeroso grupo del clero secular desafecto al Régimen.

Lugar de la memoria

Santa MarĆ­a la Antigua fue sede de reuniones clandestinas donde se organizaban huelgas, almacĆ©n de distribución de la editorial ZYX (una de las pocas que combatĆ­a la ignorancia y la indiferencia del franquismo a travĆ©s de la cultura popular), lugar que acogerĆ­a la Educación de Adultos y el colectivo Carmen Conde, centro de formación y de ocio para jóvenes, comedor comunitario, guarderĆ­a laboral, hasta sala de conciertos, sede de la CofradĆ­a del Cristo de Socorro, punto de encuentro de las Comunidades de Base y Casa de Acogida. Cada una de esas realidades estĆ” atravesada por hombres y mujeres embarcados en deseos de cambio. Muchos quedan en mis recuerdos personales, como Pepe Ros o Juan Andreu. La mayorĆ­a de esa gente estaba contagiada por una fe que los llevaba a no tener miedo a manifestarla. TambiĆ©n habĆ­a personas que, desde su agnosticismo o ateĆ­smo militantes, eran capaces de estrechar lazos por un bien superior que no era otro que combatir la injusticia.    

El historiador Antonio Martínez Ovejero, que fue aprendiz en la BazÔn, dirigente de la JOC, militante de la USO y destacado político socialista en los primeros años de la democracia, tiene muy claro que la Catedral Antigua reúne todos los requisitos para ser designada como Lugar de la Memoria DemocrÔtica de Cartagena. Tras recorrer el libro de Pedro Castaño no quedan duda y estoy seguro que quienes vivieron esos años podrÔn dar fe de ello. De ahí que no resulte extraño suscribir la afirmación de Milan Kundera, acerca de que la lucha contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido. Una memoria que ayudaría a entender, entre otros, los momentos presentes de la política, la Iglesia y el sindicalismo.


ILUSTRACIƓN: NANA PEZ

Oler a oveja con doble acento

Oler a oveja con doble acento

Cuando veo en televisión a Mª Luisa Carcedo, la ex ministra de Sanidad, agudizo la mirada porque tengo dudas acerca de si realmente se trata de ella o es José Mota, porque la caracterización del humorista manchego supera la realidad. Algo parecido me ha pasado con Jonathan Pryce en su interpretación del cardenal Jorge Bergoglio en Los dos papas, la película de Fernando Meirelles en la que juega con un supuesto encuentro entre Benedicto XVI (Anthony Hopkins) y el entonces arzobispo de Buenos Aires, previa a la abdicación de aquel Joseph Ratzinger como obispo de Roma. Los detalles estÔn cuidados hasta el último extremo, de tal manera en que cuando ahora lo veo ya no sé si el papa Francisco es él o sigue siendo el actor galés que conocimos en varias películas del genial Terry Gillians o, mÔs recientemente, en Piratas del Caribe o en Juego de Tronos.

(mĆ”s…)

La Iglesia 3.0 que imagino

La Iglesia 3.0 que imagino

A propios y extraƱos les cuesta entender que para la Justicia y la Iglesia el tiempo posee un sentido distinto que al resto de realidades humanas. Para explicar este hecho, un miembro de la Curia que estuvo cercano a don Miguel Roca, mientras era obispo de esta Ecclesia Carthaginensis in Hispania, me contaba hace unos aƱos que le habĆ­a llegado un asunto espinoso sobre el que solicitó recabar datos exhaustivos. Cuando obtuvo el informe, lo guardó en un cajón durante varios meses con la idea de dejarlo dormido antes de tomar una decisión. Pasado un tiempo lo sacó y adoptó un fallo, y zas, se equivocó. «¿Ve lo que ha pasado?Ā», se dirigió a su interlocutor. Ā«Todo ha sido por habernos precipitadoĀ». ĀæQuĆ© me dicen? El tiempo tiene otro sentido. (mĆ”s…)