Tiempo de agradecimientos
Hace unos dÃas fui testigo de un hecho singular. En un acto de graduación de policÃas locales tuvo un especial protagonismo un joven músico cartagenero, Miguel Alcantud, que interpretó al arpa unas piezas musicales en distintos momentos del programa. Miguel es ciego. Al nacer tuvo unos problemas médicos que le causaron problemas de movilidad, tanto en sus manos como en sus pies. Se desplaza en sillas de ruedas. Es una persona dependiente y, de manera autodidacta, ha encontrado en la música una forma de expresión de su carácter para superar cualquier tipo de limitación. Sus interpretaciones conmueven.
Resulta que, al término de la ceremonia, Miguel quiso dirigirse a los nuevos agentes de la PolicÃa Local. Y lo hizo tras la fotografÃa oficial con un agradecimiento y una petición. Esta última tenÃa que ver con la invitación a que, en su trabajo diario, estuvieran muy pendientes de las personas con discapacidad. Las gracias eran extensivas a todos los servidores públicos que cuidan, especialmente, a quienes tienen limitaciones fÃsicas o mentales. No querÃa dejar pasar su gratitud anticipada a estos nuevos policÃas locales con el fin de que sean sensibles a quienes se enfrentan a diario a sus carencias.
Es tiempo de dar gracias a quienes luchan por la paz y la solidaridad, por su compromiso encarnado, porque son ejemplo y modelo para seguir, como asà lo fue Jesús de Nazaret
Cuánto nos cuesta agradecer y qué poco reclamar o maldecir. Incluso en este tiempo que tenemos por delante, en el que a menudo reblandece la condición humana, resulta difÃcil escuchar palabras de reconocimiento a los otros, a los prójimos. De ahà que, frente a la sempiterna algarabÃa de luces y cenas, compras compulsivas y emociones desbocadas, sea el momento para expresar desde aquà una mirada correspondida, en estos dÃas turbulentos, a muchas buenas gentes que pululan en mitad de nuestras vidas.Â
Ocuparse por la paz
Es tiempo de dar gracias a quienes luchan por la paz y la solidaridad, por su compromiso encarnado, porque son ejemplo y modelo para seguir, como asà lo fue Jesús de Nazaret. La mirada de los niños y niñas gazatÃes, ucranianas, africanas y de cualquier otra parte de la tierra es motivo suficiente para ocuparse por la paz.Â
Es momento de dar gracias a quienes se afanan procurando esperanza en esta vida, sobre todo a las personas que más sufren, las excluidas y afectadas por la pobreza, las personas inmigrantes no acogidas, las mujeres vÃctimas de actitudes machistas, las mayores que son apartadas y la infancia a la que no se le da futuro. Gracias por acompañarlas y darles esperanza.
Conmover los corazones
Es instante de dar gracias a quienes sonrÃen y contagian la risa, porque su alegrÃa es el alimento que nos impulsa a las personas creyentes a transmitir el mensaje de Jesús nacido en Belén. Una sonrisa es capaz de conmover a los corazones más duros, más golpeados y rÃgidos. Ese cosquilleo merece de verdad la pena.
Es circunstancia de dar las gracias por las voces de quienes denuncian la injusticia y, a su vez, anuncian la utopÃa de otro universo, de que otro reino es posible, porque con su voz nos hacen sentir de manera consciente de que es posible construir otro mundo, alejado, eso sÃ, de la maldad, de la iniquidad.
Iluminar el mundo
Es un perÃodo para dar gracias por el planeta, por esta tierra que tenemos, por su belleza, por sus recursos que nos nutren. Gracias, porque siga siendo ese padre y madre que acogen a sus criaturas. Ese lugar, esa casa, que precisa de nuestro cuidado.
En definitiva, es comienzo sentido y grato para dar gracias por el amor de ese Jesús de Belén, que es la luz que vino a iluminar este mundo y nos colma de alegrÃa y de buen humor. A creyentes y a quienes no lo son. A judÃos y a gentiles. A cada quisque. Que aquà hay grandeza desbordada, de la que contagia a propios y a extraños. A personas nativas y a quienes llegan de otras tierras. Es tiempo de manos anudadas, de brazos extendidos y de corazones ardientes repletos de generosidad para repartir a raudales.