
Cuidado con el cuidado
ILUSTRACIĆN | NANA PEZ
Al igual que hace unos aƱos la solidaridad lo inundaba todo ahora hablamos del cuidado como esa palabra mĆ”gica que todo lo envuelve. Un concepto que va mĆ”s allĆ” de las modas y que nuestro sistema es capaz de confundir y devaluar, como eso de la economĆa circular que escuchamos a menudo, una noción que pretende edulcorar a un sistema económico depredador y destructivo de personas, pueblos y ecosistemas de diverso signo.
Suena ya casi pedante afirmar que uno de los grandes efectos que nos mostró la pandemia fue la fragilidad, la vulnerabilidad del ser humano. Sobre todo, de aquellas personas que se vieron mÔs involucradas en la dimensión de la salud y en lo que la rodeaba: las de los Ômbitos sanitarios, educativos y de la acción social. De ahà que hablar de cuidado entre muchas de esas personas cansadas es hacerlo sobre su extenuación laboral ante las cuales no hay respuesta de cuidado sino solo unas palabras convertidas en una moda pasajera.
Cansadas del golpecito en la espalda
Esas gentes, como otras de los sectores esenciales, estÔn hartas del cuidado del que les hablan, porque sienten que estÔn en permanente estado de descuido. EstÔn cansadas del golpecito en la espalda o del recuerdo del aplauso y el Resistiré, mientras que no ven mejoradas sus condiciones laborales. O qué decir tiene, si no se garantiza la sanidad pública y universal para todas las personas. Pero de verdad.
El cuidado se presenta, como reconoce el profesor de Ćtica, Luis Aranguren, como un Pepito Grillo en la base de un estado de bienestar que se niega a ser desmantelado, y se aleja de un voluntarismo emotivista que se mueve con aquello del āno te preocupes, que todo va salir bienā, como estamos acostumbrados a escuchar en pelĆculas y series. Hablar del cuidado lo tenemos que hacer, sin embargo, en medio del contexto de una humanidad en crisis, herida, en el que se han sobrepasado los lĆmites del crecimiento. Cuanto antes nos demos cuenta de ello antes podremos hacerle frente. Por mucho que pretendamos mirar hacia otro lado. Nuestro bienestar se sustenta en haber esquilmado al planeta de sus recursos naturales.
Cuidar o perecer
La alternativa, por tanto, es un cuidado que surge como paradigma gobernado por la razón cordial y que siente, abierta al largo plazo y asentada en la interdependencia y la ecodependencia, como asegura Aranguren, que son unas claves antropológicas y espirituales. āO cuidamos o perecemos como especie humanaā, afirma Leonardo Boff. Un cuidado que es una protesta contra toda forma de dominio, control o abuso entre personas o de las personas y la naturaleza. Y promotor de una cultura donde el respeto, el reconocimiento y la confianza se ejercen con esmero.
QuĆ© decir tambiĆ©n de poner el cuidado en el centro de las organizaciones, incluidas las religiosas. Un cuidado que abre grietas en unas estructuras cada vez mĆ”s oxidadas. No tenemos que irnos muy lejos. Desde el lugar mĆ”s cercano, nuestras familias, a las instituciones educativas, polĆticas o económicas en las que la persona no suele ocupar el centro de las preocupaciones. Organizaciones que deben de estar atravesadas por la participación (donde se detecta lo comĆŗn y aleja a los controladores), la colaboración (con un propósito compartido de modo horizontal y circular) y el dinamismo (con apertura a la evolución en el que la persona estĆ© por encima de resultados).
En el centro del debate
En este descubrimiento de diferentes dimensiones del cuidado, tal y como expresa el profesor Aranguren, hay un aspecto que llama poderosamente la atención. No es otro que el de que, probablemente, se llega al cuidado desde la experiencia del descuido con uno mismo (de eso hablaremos en otro momento), con los demÔs y con el planeta. De ahà que cuidado y justicia se entremezclen en una dimensión de la ética que no es contradictoria, sino que persiguen un objetivo que no es otro que el de la humanización de nuestro mundo.
El concepto del cuidado (o el mƔs amplio, de los cuidados), por tanto, estƔ ya ocupando el centro de los debates sobre el presente y el futuro de la humanidad. Permanecer atentos a que el sistema no lo engulla y lo mercantilice, como lo hizo con la solidaridad, es uno de los grandes retos que tenemos por delante. El cuidado transforma, moviliza. Es disruptivo con el orden vigente. Bienvenido sea.
Una visión mÔs amplia de esta dimensión del cuidado la podemos encontrar en el Tema del Mes de junio 2023 de la revista www.noticiasobreras.es, escrita por Luis Aranguren Gonzalo sobre «El cuidado que transforma y compromete»