Las universidades públicas de la Región de Murcia están viviendo estos días unas movilizaciones estudiantiles, del profesorado y del personal de Administración y Servicios en contra de los duros recortes que están adoptándose. La principal razón es el incumplimiento en la financiación pública por parte del Gobierno regional, que adeuda a la Universidad de Murcia y a la Universidad Politécnica de Cartagena ingentes cantidades económicas desde hace más de dos años. Los problemas de liquidez de las cuentas regionales está provocando que los últimos presupuestos universitarios se hayan visto recortados en partidas muy significativas, amén de que la deuda y los retrasos en los pagos esté provocando graves dificultades para el funcionamiento ordinario de estas instituciones. Pero hay que sumar la aplicación del denominado Real Decreto Ley 14/2012, de 20 de abril, de medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo obra del ministro José Ignacio Wert, una de las grandes ‘perlas ministeriales’ del Gobierno de Mariano Rajoy.
En este contexto, reproduzco -con la autorización del autor- una ‘Carta al Sr. Rector’, firmada por el profesor titular de la Facultad de Educación, José Caselles, al que conozco desde hace más de veinte años, al haber coincidido en el compromiso con el mundo de la exclusión social, el Tercer Sector, la cooperación internacional, la noviolencia y compartir una dimensión pública de la fe que es transformadora, y que nos lleva, precisamente, a esos compromisos. Además de la carta al rector José Antonio Cobacho, con la que coincido sobre todo en el tono en el que está escrita y lo que hay detrás de la opción de vida de su autor, quiero dejar al lector también mi opinión -porque me consta en primera persona- el grado de sacrificio e implicación que supone estar al frente de una institución como la universitaria -en puestos de responsabilidad- gestionar personas y recursos, y tratar de paliar los efectos de esta situación económica. Una situación que es fruto del fracaso de un sistema económico, no nos olvidemos.
Carta abierta al Sr. Rector
Estimado Sr. Rector / Querido José Antonio:
Permíteme que me dirija a ti en tono cercano y amistoso, de compañero de Universidad a compañero (de cum panis: compartir el pan y también la suerte). Permíteme igualmente que te envíe esta carta a través de este magnífico medio de expresión libre que la UMU brinda, compartiéndola con las demás compañeras y compañeros de Universidad. Quiero que sepas que me dirijo a través de este escrito con el máximo respeto a tu persona y a lo que representas. No hay la mínima intención retorcida o hiriente, todo lo contrario, deseo que todas mis palabras sean constructivas.
Al igual que la mayoría de compañeras y compañeros estoy profundamente preocupado por lo que está sucediendo en la Universidad a raíz de la crisis, de la deuda que la CARM tiene contraída, de los nuevos recortes que pretende aplicar y del perverso RDL 14/2012. Preocupado por las terribles consecuencias que todo ello va a tener sobre el alumnado, especialmente por el incremento de tasas y la reducción de becas o los mayores condicionantes para conseguirlas, además de la pérdida de calidad docente y de los servicios que recibirá. Me preocupa que afecte especialmente a las familias con menos recursos, reactivándose nuevas relaciones clasistas entre la sociedad y la universidad. Me preocupa esta generación perdida y nini a la fuerza que se está creando (ni trabajo ni estudio): no puede trabajar (alrededor del 50% de la juventud entre 18 y 24 años no puede acceder al mundo laboral) y tampoco se le va a permitir estudiar al alumnado más desfavorecido económicamente.
Me preocupa igualmente el deterioro de los Servicios y las graves consecuencias para sus usuarios (pongamos el ejemplo de Relaciones Internacionales y de los efectos sobre el alumnado extranjero). Me preocupa mucho el impacto de los recortes sobre el PAS (reducción de jornada laboral, reducción de sueldo, despidos), con trágicas consecuencias personales y familiares. Me preocupa mucho la aplicación del RDL 14/2012 y sus efectos sobre el PDI; la humillante, malintencionada y mezquina clasificación del profesorado en tres categorías; el incremento de la carga docente hasta 32 créditos (1/3) en el 60% del profesorado titular y la consecuente expulsión del profesorado asociado. Hablamos de personas, no de números ni de mercancía. Personas con historias de vida y sacrificios hechos para servir a la Universidad.
Conoces perfectamente la situación y el sentir mayoritario de la Comunidad Universitaria. Este sentir mayoritario se te viene comunicando de muchas maneras desde hace tiempo, especialmente desde la aparición del RDL: a través del Comité de Resistencia (donde confluye toda la Comunidad Universitaria); a través de las distintas asociaciones y movimientos de estudiantes; a través de los acuerdos de las distintas Asambleas universitarias y sindicales; a través del pronunciamiento de la mayoría de Juntas de Centro y Consejos de Departamento; a través del posicionamiento unánime de todos los sindicatos con representación universitaria (CCOO, FETE-UGT, CSIF, SIME, STERM); a través de las Juntas y Comités del PAS y del PDI; a través de las distintas Mesas de trabajo y negociación, etc. La postura es unánime y contraria a traspasar ciertas líneas rojas: especialmente en lo que respecta a la reducción de jornada laboral y sueldo en el PAS así como a los despidos; por otro lado, en lo que respecta al incremento de la carga lectiva del profesorado funcionario más allá de los 24 créditos y al despido de profesorado asociado como consecuencia de ese incremento laboral. Se insiste en que el recorte no se aplique principalmente al Capítulo I; que se contemplen otros capítulos presupuestarios menos sangrantes (te han ido detallando propuestas en las que sería bueno permitir profundizar: replanteamiento de los complementos vitalicios, profesorado emérito, gastos protocolarios, etc.).
Ha habido manifestaciones, concentraciones, huelgas, etc. Se ha convocado otra jornada de protesta y huelga para el próximo martes 19, coincidiendo con el Consejo de Gobierno en el que abordaréis estos asuntos. Estamos inmersos claramente en un conflicto, a causa de la violencia estructural que se está ejerciendo (por definición: aquella que impide que las personas se desarrollen con dignidad). Y deseamos la paz, que no es otra cosa que la máxima justicia y la mínima violencia. El conflicto es algo consustancial al ser humano, en sí mismo no es malo. Podemos crecer y enriquecernos mucho como personas a través del conflicto si lo atendemos bien. Hay tres componentes que caracterizan el conflicto: 1) Intereses contrapuestos de las partes afectadas; 2) Hecho que lo activa de manera especial (en nuestro caso los nuevos recortes y el RDL); 3) Modo de resolverlo y solución (en ello estamos). El conflicto puede derivar en una regulación/resolución positiva si hay buena voluntad. Debe evitarse el daño humano, no cosificar a la persona convirtiéndola sólo en estadística, en mercancía. Mantener el diálogo el tiempo que sea preciso, buscando una solución a la que no se le ponga veto por ninguna de las partes; nunca imponer por la fuerza una solución. Existen muchas claves de interpretación en la teoría de la resolución de conflictos que no estaría de más revisarlas por si pudieran arrojar algo de luz en la situación que atravesamos.
Es importante alentar los medios noviolentos en la resolución del conflicto. Tenemos muchas enseñanzas y ejemplos al respecto (Jesús de Nazaret, Thoureau, Gandhi, Luther King, Chávez, etc.; algunas más recientes: Johan Galtung, Gene Sharp, 15M, Primavera árabe, Plataforma de Afectados por la Hipoteca, etc.). Todas y todos sabemos que el RDL 14/2012 es una locura. Eres jurista y sabes mucho de estos asuntos. Personalmente no puedo dejar de pensar que aunque al Decreto se le supone legalidad es a todas luces injusto, un auténtico atropello. El proceso y modo de elaboración y aprobación no ha sido el más sensato. Es absolutamente necio. No ha contado con las partes afectadas para nada. Se ha impuesto por la fuerza. Hay un pensador de la Noviolencia que viene a decir que las leyes deben elaborarse para defender los derechos de las personas, especialmente de las más débiles; cuando la ley no cumple esa función y cubre y garantiza la injusticia, entonces, no sólo es un derecho sino un deber desobedecer la ley (Jean Marie Muller: Significado de la Noviolencia). A la desobediencia, junto a otras medidas legítimas noviolentas, es a lo que se nos está invitando a causa de las medidas que se nos quieren imponer (recortes y RDL con consecuencias desastrosas). No colaboración, huelga, boicot, denuncia pública y judicial, encierros, manifestaciones, desobediencia, etc., son las respuestas que nos quedan como resistencia ante estas medidas injustas que se nos quieren imponer. Esa reacción es la que se está provocando y en la que, en legítima defensa, la Comunidad Universitaria debería mantenerse.
Querido José Antonio, cómo me gustaría que dispusieras de tiempo suficiente para escuchar a cada una de las personas que nos vemos afectadas por las medidas de ajuste y de quienes se solidarizan con nosotras. Mirar a la cara de cada una de estas personas. Conocer su realidad, lo que vienen haciendo y de cómo va a afectar a sus vidas personales, familiares y laborales estas medidas. Puedes intentarlo. Invita a ello. Sería un buen gesto por tu parte. Según el art. 20 de la LOU, ostentas la representación de la Universidad; no está de más que conozcas personalmente a las trabajadoras y trabajadores de la UMU, especialmente en un momento tan delicado como el que atravesamos. Escucha lo que piensan, escucha lo que sienten (su preocupación, su rabia) y escucha lo que les gustaría hacer, sus alternativas. Pensar, Sentir, Actuar, son tres dimensiones del ser humano que deben ser atendidas con respeto.
Aunque quede algo feo en esta carta, pero atendiendo ese sentimiento sincero al que aludo en el párrafo anterior, me gustaría compartir contigo (y también con las compañeras y compañeros de la comunidad universitaria), mi situación personal. Es importante para mí comentarte brevemente mi caso particular. Necesito comunicarlo y que lo conozcas. Creo que tengo derecho al verme afectado por unas medidas que no acepto de ninguna manera y que considero totalmente injustas. Igualmente, me gustaría que brindases la oportunidad de escuchar a de todas las personas afectadas, a quienes animo a que lo hagan. Porque no somos números, no somos datos estadísticos, no somos mercancía,… somos personas con dignidad y derechos.
Vengo dedicando mi vida profesional a la UMU desde 1985 (ya he sobrepasado mis bodas de plata con ella). Y lo vengo haciendo con absoluta dedicación, incluso pasión. Creo que he atendido bastante bien y con responsabilidad mi actividad investigadora y docente (ajustada siempre a 24 créditos, a veces más) y a pesar de frecuentes situaciones adversas (grupos de 80 y 120, incluso más). Las evaluaciones docentes bianuales me han venido otorgando buena puntuación. Pero mi compromiso con la Universidad ha ido con frecuencia mucho más allá. Asumí el cargo de Vicedecano del Alumnado y Promoción Cultural de la Facultad de Educación durante ocho años (1997-2005), en compañía de un magnífico equipo. Permanecía en el Centro cerca de 12 horas diarias (entonces todavía no se reducían créditos docentes por este cargo de gestión, no estaba contemplada la Normativa de valoración de la actividad del profesorado). Te confieso que me supuso un enorme sacrificio familiar y personal. Durante esos años dinamicé intensamente al alumnado (cerca de 5.000 estudiantes cada curso) en todo lo que les afectaba: Bienvenida; Fiestas (bastante creativas y participativas); Delegación y representación estudiantil; Actos culturales; Actos de graduación (asumí la organización y participación de unos 70 actos de graduación; la Facultad de Educación impartía diez titulaciones); Mediación en multitud de conflictos, etc. Coordiné, por otro lado, la activación y desarrollo del Plan de Relaciones Internacionales del Centro. Participé como miembro nato del Consejo de Dirección del entonces ICE. Organizamos multitud de Jornadas, Mesas, Conferencias (recuerdo algunas con especial cariño: el curso Transcend sobre mediación de conflictos de Johan Galtung; la conferencia del Presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos, Juan Serraller, en el 50 Aniversario de la Declaración; la conferencia de Ana Mª Schlüter sobre Zen y Educación, etc.). Organizamos decenas de exposiciones (recuerdo muy especialmente el ciclo de exposiciones concertado con el Instituto de la Mujer, hasta ocho en los cuatro primeros años). Igualmente activamos y colaboramos en distintas campañas de ayuda humanitaria (huracán Mitch; terremoto en El Salvador –casas para Talnique-; una Biblioteca para Casma –Perú-, etc.). Promovimos campañas de resistencia a la utilización de objetores prestacionistas en la Universidad (en esas fechas se seguía encarcelando a parte de nuestro alumnado universitario que por razones de conciencia eran insumisos a cualquier conscripción militar o civil). Participé intensamente en la Revista científica de la Facultad (Educatio Siglo XXI); en la Comisión de Extensión Universitaria; en un gran número de comisiones de contratación, etc. Una vez abandonado el cargo no me desentendí del compromiso con la Universidad, más allá de la docencia e investigación, participando, por ejemplo, en la Comisión de Relaciones Internacionales, en las Comisiones de elaboración de Grados o en la coordinación del un máster interfacultativo sobre Interculturalidad. En los últimos años vengo participando activamente, desde su creación, en las actividades y estudios del Observatorio de la Exclusión Social, siendo miembro de su Equipo coordinador. También vengo colaborando con diversas ONG (soy secretario de una de ellas), haciendo una importante aportación universitaria. Nunca me motivó el complemento o rédito, el mérito o el crédito, sólo la necesidad humana y la demanda social o institucional. Cuando la muerte pisa los talones, no estoy para flirtear con la vida. Vida y muerte son un asunto serio, muy serio.
Pero curiosamente, a pesar de todo ese compromiso generoso con la Universidad y la Sociedad y de lo que creo ha sido un buen hacer, ahora me veo penalizado. Después de tantos años de servicio atento, me siento humillado, rebajado, castigado.
Libre y voluntariamente, por razones que comento a continuación, decidí no solicitar sexenios (no tengo sexenios, ni vivos, ni muertos, ni germinados). No tenía ninguna obligación. No era obligatorio. Libremente, al no solicitarlo, simplemente renunciaba a un tipo de posibilidades que se brindaban con el sexenio a la vez que renunciaba libremente también al complemento económico que conlleva. En ningún momento se advertía de las posibles consecuencias penalizadoras que ahora se nos quiere imponer (incremento de 8 créditos sobre los 24 máximos que ya cubría; un 33,33% de la carga docente). Es una locura, un auténtico disparate, de un enorme impacto negativo en la calidad docente y en la autoestima del profesorado afectado. Es una medida totalmente injusta. No salgo de mi estado de asombro, casi de shock, desde el día que apareció y leí el RDL 14/2012. Me resisto a aceptarlo. Hay universidades que se niegan a aplicarlo. Hay que rechazarlo y denunciarlo. Siento como si me hubieran propinado gratuitamente y por sorpresa una enorme bofetada, una patada en el bajo vientre, una puñalada por la espalda, todo a la vez. Pero mi tristeza y dolor se agrava al saber que se trata tan sólo de un mero cálculo económico, un mercadeo de consecuencias fatales al suponer una manera de despedir a otras compañeras y compañeros. Me siento rebajado y utilizado. A ello se añaden maneras mezquinas, rastreras y miserables: dividir al PDI. Favorecer a menos del 20% rebajándoles la carga lectiva hasta 16 créditos al tiempo que se nos perjudica al 60% aumentándonos a 32 créditos. Qué bueno sería que este profesorado especialmente beneficiado (de manera doble o triple: complemento económico por sexenios, valoración de la actividad y reducción de créditos por el RDL) se solidarizase y se pronunciase también en contra de los abusos que esta medida supone en el resto del profesorado al ver incrementada su carga así como con quienes serán despedidos (en todo conflicto siempre hay segundos y terceros agentes que por consentimiento u omisión son igualmente partícipes o cómplices; nadie puede enajenarse). La inevitabilidad no existe en cuanto se está dispuesto a contemplar lo que está sucediendo, decía McLuhan.
¿Por qué no solicité sexenios? Por algo parecido a un sentimiento y convicción de objeción de conciencia. Este mecanismo de evaluación de la actividad del profesorado me parecía y sigue pareciendo perverso en su nacimiento y diseño, en su desarrollo y, ahora más que nunca, me parece terriblemente perverso en sus consecuencias. Creo que esta medida de evaluación comete graves errores y conduce a desagradables consecuencias: es bastante subjetiva; genera agravios comparativos entre áreas de conocimiento (por el punto de partida y de las condiciones que caracterizan a cada una de ellas en el desarrollo de su realidad docente e investigadora); es irregular al verse condicionada por las variaciones políticas y económicas del momento; genera baja autoestima en una parte del profesorado que, aun siendo muy bueno en su trabajo y producción científica, por alguna mezquindad, percepción distorsionada o condicionamiento económico no se le concede; genera perversiones en el mismo proceso investigador, condicionándolo a la búsqueda del deseado impacto, al te cito me citas, al pago de la publicación, etc.; desestima otro tipo de investigación igualmente válida e importante (o más) pero tal vez de menor impacto académico aunque sí social. En el fondo se enmascara, se maquilla, la incapacidad o falta de voluntad para generar una mejor política de investigación.
A estas alturas me pregunto si hubiera asumido en años anteriores los cargos de gestión y los compromisos sociales y universitarios que antes relataba si se me hubiera advertido que al no disponer de sexenios me penalizarían incrementando 1/3 mi carga docente o, por el contrario, me hubiera dedicado obsesivamente a ajustarme a los criterios de valoración para la consecución de sexenios a fin de no verme perjudicado. Se me crea un auténtico dilema moral, pero no tengo ninguna intención de atormentarme con este dilema, bastante machacado me siento estas últimas semanas.
Entre las últimas publicaciones de Erich Fromm antes de su muerte, experto en sociología y psicoanálisis social, encontramos ¿Tener o Ser? Tal vez sea esta la cuestión que pudieras plantearte estos días, querido José Antonio: ¿Tener reconocimiento en el ámbito político y de poder así como expectativas al respecto o Ser un buen Rector que se mantiene al lado de la Comunidad Universitaria que te escogió por mayoría? Llévate la mano al corazón y respóndete sinceramente. Te animo a que pienses en la segunda opción por encima de cualquier otra, como la única sensata y posible. Creo que no tienes ninguna duda al respecto. Esta pregunta enlaza con una de las tres grandes cuestiones que un ser humano puede hacerse: ¿Quién soy yo y para qué estoy aquí? Dispones de una excelente oportunidad para responder con valentía y generosidad. Que nunca seas recordado como el Rector que se rindió, sino como el Rector que defendió hasta la extenuación a su Universidad y permaneció a su lado.
La crisis no la ha generado la Universidad, todo lo contrario, ha cumplido con sensatez sus programas económicos; no obstante se ha venido ajustando y adaptando disciplinadamente a los impagos e injustos recortes impuestos hasta la fecha por la CARM. Pero lo que se pretende ahora es totalmente inaceptable. Por otro lado, el ahorro que se conseguiría con estas sangrantes medidas de ajuste es relativamente bajo, siendo sin embargo el daño ocasionado muy alto. Ahorro que podría alcanzarse por otras vías, tal como se te viene proponiendo desde los sindicatos.
Si tienes la posibilidad de dialogar con el anterior Rector, D. José Ballesta, anímale a que se posicione claramente en defensa de la UMU desde el cargo político que ostenta. Como médico conoce perfectamente el juramento hipocrático: primun non nocere (lo primero no hacer daño). Y se está haciendo mucho daño a la UMU. Se está inoculando un virus en los mismos cimientos de la Universidad que puede derivar en cáncer y posterior metástasis (el daño ya ocasionado, de difícil reparación, de pérdida de autonomía o de división dentro del PAS y dentro del PDI, así como entre el PAS y el PDI, es difícil de sanar y de olvidar). Recuérdale que, según la OMS y los conceptos evolucionados de la salud, ésta va mucho más allá de lo físico, implica también lo mental y lo social. Recuérdale que estas tres dimensiones de la salud empiezan a verse muy resentidas en la UMU. Anímale a que defienda la calidad de la UMU ante el Equipo de Gobierno Regional del que forma parte con la misma pasión y sensibilidad con la que habló a miles de familias en los actos de graduación que presidió durante sus ocho años de Rector.
El próximo martes 19 [por ayer] está convocado el Consejo de Gobierno de la UMU. También está convocado un día de resistencia, una Huelga, el día será tenso. Te ruego que atiendas con sensibilidad y muy seriamente las propuestas que te harán diversos miembros del Consejo (representantes sindicales, algunas/os Decanas/os, etc.) en contra de los recortes y de la aplicación del RDL, especialmente en relación a las líneas rojas que no han de traspasarse de ninguna manera. Te ruego que te pongas de su lado y que animes a sumarse a cualquier otro miembro del Consejo que pudiera tener todavía alguna duda.
Si por alguna razón, tu noble postura de resistencia, acompañando al sentir mayoritario de la UMU ante los recortes y la aplicación del RDL 14/2012 no surtiera efecto por algún tipo de imposición desde la CARM, cabría siempre la honrosa decisión de dimitir. Dimitir junto a tu Equipo y pedir a todos los Equipos Directivos de Centro a que dimitiesen también. No como señal de fracaso, sino de protesta; de disconformidad, de negación de esa única alternativa impuesta; como gesto decidido de no colaboración con la injusticia. Tu cargo y el de los miembros de tu Equipo (así como los cargos directivos de los Centros) tienen sentido por el respaldo de la mayoría de la Comunidad Universitaria (o de Centro) y es a la Comunidad Universitaria a la que os debéis.
Con mi mejor voluntad y deseo. Un abrazo.
José Caselles
Profesor Titular de la Facultad de Educación