Ir de víctima por la vida es la actitud más clara de quien pretende eludir las responsabilidades de sus actos. En especial, cuando se trata de buscar un culpable externo que permita justificar aquello que se pretende ocultar. Tanto en el plano personal como en el que ocupa a las organizaciones de cualquier tipo. Cuando en la familia, en el trabajo o en la pareja hay alguien que se viste de ese traje lastimero con el fin de tratar de conmover a quien tiene enfrente, o bien adopta ese papel porque le ha funcionado en ocasiones o porque le falta la valentía para asumir sus decisiones y le resulta provechoso esconder la cabeza.
En esta Región de Murcia se ha practicado el victimismo político desde que el PP descubrió que en el imaginario colectivo de los habitantes de esta tierra se aloja la creencia de que hay enemigos externos que se han conjurado para hacernos la vida imposible. Que lo que nos pasa es responsabilidad de otro. El gran engaño del agua ha sido el exponente más claro. No nos querían los aragoneses, los catalanes, los castellano-manchegos… porque nos negaban el agua del Ebro y del Tajo. No nos quería Zapatero, los socialistas, los ecologistas, los de IU… porque estaban conjurados todos contra Murcia y los verdaderos murcianos. Contra los que querían el progreso y las urbanizaciones para todos. Y repitiendo ese mantra una y mil veces, dedicando centenares y centenares de miles de euros para defender esa estrategia demagógica, manipuladora y engañosa, sustentaron su poder absoluto. Con la complicidad, eso sí, de una gran parte de esta sociedad que en ocasiones ha preferido mirar hacia otro lado.
Cuando parecía que todos los enemigos habían sido vencidos, cuando ya el caballo de Atila del monopartidismo lo había arrasado casi todo, la estrategia de la víctima encuentra en ese escenario del hábito permanente la única salida que sabe cultivar y, por supuesto, alimentar. En eso sigue el PP con ese mirlo blanco que es Pedro Antonio Sánchez (P.A.S.), ungido desde la cuna política mecida en San Esteban tras acabar sus estudios… hasta el momento presente.
Designado sucesor por su tutor, ha ejemplificado en los últimos meses el papel de víctima como cordero llevado al matadero ante los diferentes sobresaltos judiciales a los que ha tenido que enfrentarse. Una mentira repetida mil veces jamás es una verdad… aunque lo parezca. Lo que sí es real es que ha sido mimado en su gestión en Puerto Lumbreras por quien lo ha tutelado y ha designado garante de su legado. Por cierto, ante la envidia de otros alcaldes y alcaldesas de su mismo partido que veían pasar las subvenciones, los proyectos y las inversiones por las lindes de sus términos municipales mientras tenían que conformarse con recoger sólo las migajas.
Pregunta final: ¿Alguien puede explicar qué tiene, o qué le ha visto a P.A.S., para que sea el único e imprescindible candidato, investido para protagonizar los grandes designios de la corte del antiguo Reino de Murcia? Esto se lo preguntan también muchos en el PP, donde en la intimidad han empezado a perder el miedo a quien hasta hace poco todo lo sabía, todo lo veía, todo lo decidía… y se sonrojan ante lo que está cayendo. Es la hora de los valientes. En todos los frentes. En todos los lugares. En todos los escenarios. Quienes van de víctimas, que se aparten, por favor. Ha pasado su tiempo.