Una de las máximas que han inspirado a Cristina Cifuentes y a su corte de asesores en la fase final de su escándalo ha sido la que se atribuye a Sun Tzu en El arte de la guerra: no hay mejor defensa que un buen ataque. En la versión de Thomas Cleary no he conseguido encontrar esa cita, achacada también a Napoleón, uno de tantos inspirado como Maquiavelo o Mao Tse Tung por ese tratado de estrategia del general chino de hace más de dos mil años. No obstante, el manuscrito sí recoge que “la defensa es para tiempos de escasez, el ataque para tiempos de abundancia”. Cambien escasez por mentira y abundancia por verdad, y tendrán resuelto el enigma.

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Porque resulta que la falsedad nunca puede ser bien comunicada. Lo sabe Cospedal cuando habló del ‘finiquito en diferido’ y los sucesivos implicados en escándalos de corrupción política y económica de los últimos años. En Murcia lo sabe bien el expresidente Pedro Antonio Sánchez, cuando afirmaba estar deseando prestar declaración para que se supiera toda la verdad de los asuntos en los que se hallaba envuelto. Mientras tanto, su coro de seguidores, entre ellos el actual delegado del Gobierno, que quería ser el primero de la clase en la defensa numantina del presidente designado, no se sonrojaba un ápice lanzando medias verdades sobre las supuestas denuncias archivadas y que todo se trataba de una persecución política sin fundamento. Cuando llegó la hora de la verdad, ante los jueces, afirmó que en realidad él hizo lo que le decían los técnicos. Menuda excusa.

La mentira nunca puede ser bien comunicada

No sabemos a estas horas si Cifuentes también argumentará algo parecido, porque resulta que ahora nos tendremos que tragar que ella, en realidad, se apuntó al máster para destapar las arbitrariedades de la universidad española. Pública, eso sí, financiada por todos, pero en la que no todos son tratados por igual. Porque a resultas de este caso, quien tiene influencias es mirado con otros ojitos, los mismos que ella empleó para tratar de justificar lo injustificable. Vamos, que si Esperanza Aguirre fue la que destapó el caso Gürtel, Cristina Cifuentes ha hecho lo propio con el caso Máster… del Universo mundial.

De ahí que nuestro actual presidente, el designado en terceras nupcias (no olvidemos a Alberto Garre, que se creyó que era presidente de verdad, y así le fue), va y suelta en Los Desayunos de La 1 que lo vivido por la madrileña Cifuentes le recuerda al “pelotón de fusilamiento” que sufrió su mentor de Puerto Lumbreras. Pero hombre, ¿es que no sabes que si vinculas esa imagen al asunto de la presidenta madrileña no hay que ser muy listo para que el argumento desemboque en las consecuencias que todos vivimos en la Región de Murcia?

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Lo cierto es que cuando algo nace en origen mal, es muy difícil que mejore con el tiempo. ¿Resulta tan difícil mantener la credibilidad y la confianza entre la clase política? ¿Vamos a seguir aceptando que todo vale y que nos tomen por tontos? Sinceramente, no. Por eso siguen vigentes las palabras de Sun Tzu, cuando afirmaba que “los expertos en la defensa se esconden en las profundidades de la tierra; los expertos en maniobras de ataque se esconden en las más elevadas alturas del cielo. De esta manera pueden protegerse y lograr la victoria total”. Cambien defensa por mentira y ataque por verdad y el misterio quedará desvelado.