Noviembre es un mes jodido. Comienza con el recuerdo a los santos, que confundimos con difuntos, y recorremos sus semanas hasta llegar a esa explosión del consumo irracional que es el viernes negro importado del imperio USA tras la resaca de su Día de Acción de Gracias. Un mes gris por excelencia en el que perdí a un hermano por su corazón dañado y que, como un tintineo de la memoria, me recuerda el mensaje de la fragilidad del ser humano. Cuatro meses antes también se había ido nuestro padre. Tiempo después supimos con detalle que la causa de las muertes no fue otra que compartir una enfermedad genética del músculo cardíaco denominada Miocardiopatía Arritmogénica de Ventrículo Izquierdo (MAVI). Un gen cortado que ha seguido pululando a sus anchas entre otros miembros de la familia y que, en mi caso, y en el de mi descendencia, no ha sido así. 

En la evocación de este año van a entrar en juego otros elementos que sirven para comprobar que los avatares de nuestra existencia son simples gotas en un océano de otras vidas. Que todo no pasa por el ombligo en el que miramos el microcosmos personal, ya que hay muchos otros corazones en cuerpos que desconocemos. Corazones escrutados por la Unidad de Cardiopatías Familiares, en este caso, del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia, que organiza un simposio singular en el marco de sus octavas Jornadas de Cardiogenética. Suena raro, la verdad, que el gen de un soldado natural de Mula que formó parte de los Tercios de Flandes se extendiera en el norte de los Países Bajos y fuese a parar hasta la fecha a decenas de personas con una mutación muy concreta que comparten familias de Murcia y familias holandesas.

El gen no es otro que el fosfolamban, conocido como PLN, y los investigadores de esa mutación en Murcia, encabezados por el doctor Juan Ramón Gimeno, nos cuentan que todos los portadores están emparentados y son descendientes de ese mismo fundador nacido en el siglo XVI en la comarca del río Mula. La enfermedad es una miocardiopatía arritmogénica particular. De ahí que en el evento participen el próximo jueves 28 genetistas, cardiólogos y pacientes de Holanda para comentar novedades en el diagnóstico y tratamiento, junto con aspectos puramente históricos de la época en la que se originó la alteración genética.  

La complejidad de nuestro organismo queda diluida cuando descubres que siempre hay alguien que comparte contigo las interioridades de la genética. Y que constantemente hay curiosos indagando en el último rincón de las autopistas de proteínas y genes para explicar males, dolencias, enfermedades y punzadas que nos da la vida porque todas ellas forman parte de la propia existencia. Energía, vigor, fuerza y vitalidad tienen el mismo valor que la apatía, la debilidad, el desánimo, la flaqueza o la flojedad. Esos estados anímicos son el resultado de cómo nuestro cuerpo y la mente, especialmente nuestro corazón, son capaces de hacer frente a los continuos episodios que se suceden en los acontecimientos vitales de ser, sentir y actuar. Por ello, desde la certeza profunda de que la fragilidad es el estado natural del ser humano se pueden construir los edificios transcendentes de la mujer y el hombre que somos. Exploradores como el doctor Gimeno se encargan de allanar el camino con el desbroce de los matorrales que se cruzan a nuestro paso. Y lo mejor de todo es que, sin pretenderlo, forman parte de la historia familiar.

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ILUSTRACIÓN | Eva van Passel Gambín – Imagen del cartel y programa del PLN Meeting, Jueves 28 Nov 2019 | Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca (Murcia)