Ay, qué dolor

Ay, qué dolor

Esta escena tiene lugar en una gran sala que era entonces la del Cine Ideal, próximo a la céntrica Plaza de Jacinto Benavente en el Madrid de los Austrias, antes de que estos locales se reconvirtieran en multicines, en bingos o en franquicias de grandes firmas comerciales. Domingo por la tarde. Programa triple: Perros callejeros y Perros callejeros II, de José Antonio de la Loma, y Deprisa, deprisa, de Carlos Saura. Ni una butaca libre. Jóvenes de Usera, Carabanchel y Vallecas escapamos al centro de la capital. Suenan los acordes de las guitarras y Los Chunguitos comienzan con aquello de “Hiciste la maleta” y todo el cine tiembla con el redoble de los golpes en el suelo que los espectadores se encargan de interpretar, mientras sigue la canción, “ay, sin decirme adiós; ay, qué dolor; ay, qué dolor; ay, qué dolor; ay, qué dolor”. (más…)

Pobre y precaria lluvia

Pobre y precaria lluvia

Entre las innumerables escenas que hace un mes se vivieron con motivo de la gota fría en nuestros vulnerables pueblos, barrios y campos, hay una que me dejó pasmado y, lamentablemente, es posible que les haya pasado desapercibida. Mientras caía la tromba de agua, en muchas de nuestras calles, se jugaban la vida esos grandes emprendedores y agentes de la nueva economía, de la economía circular, llevando a casa la cena a bordo de una bici. Cena que habíamos pedido, pese a todo. No nos sorprendemos, porque es verdad que hace ya tiempo que la precariedad viaja en bicicleta, moto o furgoneta de reparto con un carné de falso autónomo para ganarse la vida. También se mancha en la cocina de un restaurante o sirviendo mesas, cuidando a nuestros viejos, limpiando nuestras viviendas y oficinas o recogiendo las frutas o verduras en las explotaciones agrícolas.

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