Sesgo de retrospectiva

Sesgo de retrospectiva

CORODIARIO DE UNA CRISIS | Día 4 | Miércoles 18/03/2020 | Resulta que cuando ayer les contaba que yo de mayor quiero ser como esos economistas que se apuntaron a predecir la última crisis de las hipotecas… cuando ya la sufríamos, estaba hablando del prejuicio de retrospectiva. Esto es, del sesgo que han padecido, entre otros, nuestros hiperpatriotas de Vox como Iván Espinosa de los Monteros (el marido de la precoz arquitecta Rocío Monasterio, prima a su vez de la diputada murciana Lourdes Méndez Monasterio) y que les sirvió para echarle en cara la gestión de la crisis del coronavirus Covid-19 al cariacontecido Pedro Sánchez en la sesión de control al Gobierno del miércoles. Ni más ni menos. Pero no han sido los únicos. El presidente les devolvió la pelota. (más…)

La voz de su amo

La voz de su amo

Sus señorías no salían de su asombro. Unas a otras se miraban extrañadas preguntándose si estaban oyendo lo mismo. Las más avezadas creían que todo era fruto de un recurso de la oratoria del líder que, al final, acabaría dejando sorprendidos a propios y a extraños. Quienes habían hecho de la sumisión virtud en todo momento asentían sin percibir apenas lo que sucedía. En la tribuna de prensa muy pocos se dieron cuenta de que aquello era extraño. Igual ocurría entre el escaso público que había acudido a presenciar el debate. Qué más daba, porque solo estaba allí con el fin de hacer su papel de clac, dejarse ver como estómagos agradecidos que eran. Lo de menos era el contenido de la intervención. Lo de más que se les viera… por lo que pudiera pasar.

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Patriotismo barato

Patriotismo barato

La derecha lo borda y cuando se pone a repartir carnés de patriotismo no hay quien le gane. Carnés de españoles auténticos, de defensores de la hispanidad, de los valores cristianos del mundo civilizado. A lanzar en un tono impostado y agudo los vivas al Rey, a España y a la madre que nos parió no la supera nadie. A la Constitución, ya es otro cantar, porque la Carta Magna es un libro gordo de Petete de quita y pon. Una vez me interesa, otra no. Y que no se le recuerde, por favor, acabáramos, qué votó cuando hubo que hacerlo allá por el año 78 del siglo pasado. La derecha entonces no se expresaba como tal. Formaba parte del cascarón del propio Régimen, de donde viene y va, querría ir… y a mucha honra. (más…)

Yo no he sido

Yo no he sido

La escena sucede en la sala de estar de una vivienda cualquiera. Ella tiene la pierna extendida sobre un pequeño taburete acolchado, puesto que le han ordenado guardar reposo por un problema muscular. Él pasa a su lado dispuesto a sentarse en el sofá, porque el partido de la Champion está a punto de comenzar. Absorto en sus cosas, sin percibir que hay alguien en la estancia golpea la extremidad de la susodicha y ésta, de manera instintiva, lanza un exabrupto y reclama que tenga cuidado por donde pasa. Él, ni corto ni perezoso, le responde con un improperio y reclama que es ella quien debe tener cuidado y advertir de la situación. Ya está el lío montado. Así empiezan las guerras, las domésticas, las políticas y las mundiales. Qué se le va a hacer. Este es el género humano. Así somos nosotros.

El poeta irlandés William Butler Yeats escribió que “en los sueños comienzan las responsabilidades”, y yo sueño con ese día en el que asumamos las nuestras, desde las personales y familiares hasta las sociales, políticas o económicas. Un día en el que no miremos hacia otro lado. En el que dejemos de escupir al otro sus culpas o fracasos, mientras que desviamos la mirada cuando alguien nos recuerda que el tiempo corre a nuestro lado. No a nuestra contra, porque esa es una visión cortoplacista, sino en paralelo con lo que decimos y hacemos. Con lo que proclamamos.

El Mar Menor se muere, y los principales causantes de esa muerte tienen nombres y apellidos e identificaciones fiscales

Parece que estamos condenados a vivir en un mundo infantilizado, en un mundo temeroso en el que somos cómplices de escoger a personas inmaduras, dotadas de un caparazón inasequible a cualquier estímulo que les pueda provocar un movimiento de cambio. Creemos que si cerramos los ojos las cosas no suceden. Que si ocultamos la pobreza a base de luces y árboles de Navidad la exclusión no existe, que los números son eso, números sin rostro. Pero resulta que por mucho que elevemos el volumen de la música los lamentos no quedan enmudecidos. La realidad de la desigualdad es la que es y el Informe Foessa de Cáritas nos la ha recordado esta semana. Bueno, nos la viene recordando desde hace décadas, pero parece que da igual. Total, como resulta que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, pues ya están las responsabilidades compartidas, y aquí paz y después gloria.

El Mar Menor se muere, y los principales causantes de esa muerte tienen nombres y apellidos e identificaciones fiscales. Forman parte de consejos de administración, ejecutivas de partidos políticos y organizaciones profesionales y empresariales. Los encuentras en el organigrama de las administraciones públicas, están en despachos o en sus casas disfrutando de un supuesto y apacible retiro. Menos mal que la Fiscalía ha hecho su trabajo. Sin medios, eso sí, pero con dignidad. Y ahora resulta que la responsabilidad es de todos. Que todos tenemos culpa. O lo que es lo mismo, que indultemos a los que están arriba, en los gobiernos, en las cúpulas de las empresas agrícolas o urbanísticas. Los que han derogado leyes protectoras del medio ambiente, los que han mirado hacia otro lado, los que han impulsado desarrollos urbanísticos y agrícolas, los ejecutores de los proyectos y planes, todos ellos, pobrecitos, son muy sensibles y no pueden ser blanco de las críticas y d campañas de descrédito. De los ataques, de los reproches. Qué impresionables son. Animalicos, si todo lo hacían por nuestro bien. Y además los votábamos, les dábamos premios y más premios. Todos ganábamos, vendíamos y comprábamos por doquier.

Pues miren ustedes. Resulta que yo no he sido. Si golpeo la pierna de mi parienta sentada en el sofá de casa voy y le pido perdón. La siguiente vez prestaré más atención y trataré de ser más consciente de donde estoy y lo que tengo a mi alrededor. Dejen de tratarme como un pelele. Yo no les voté ni les votaré. No especulé con mi segunda vivienda, porque no la tengo. Si un día meé en el agua, de eso no viene una anoxia. La falta de oxígeno es la que noto cuando pretenden engatusarme con su relato de las responsabilidades compartidas, ese relato que le compran muchos. Yo no. A mí suena a eso de la obediencia debida, cómplice de genocidios y masacres en muchas partes del mundo. Olvídenme con discurso del ‘y tú más’. Hagan su trabajo, el de la mayoría silenciada, no el de convertirse en lo que son: títeres de quien rige los destinos mirando al personal como monederos andantes. Y al menos, si no son capaces de asumir su responsabilidad, cállense y siéntese en un sofá, con la pierna extendida.     



Minorías que cambian el mundo

Minorías que cambian el mundo



Si 10.034 personas continúan con las protestas de la campaña #SOSMarMenor de forma prolongada, conseguirán el objetivo de salvar este espacio natural. O al menos recuperar una gran parte del ecosistema de la laguna y de su entorno. Solo tienen que seguir el ejemplo de lo conseguido por 15.651 vecinos y vecinas de Murcia capital en su lucha por el soterramiento de las vías del tren a su paso por la ciudad. De forma constante, de forma pacífica y, sobre todo, de forma activa.

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Hombres, arrimemos el hombro

Hombres, arrimemos el hombro

De la despedida de Alberto Carlos Rivera Díaz del pasado lunes me quedo con la última parte de su intervención. Anunció su dimisión como presidente de Ciudadanos, que no ocupaba su escaño y su abandono de la vida política. Sin autocrítica, porque eso parece que no va con los macho-alfa aspirantes a presidente, pero con un argumento que me sonó falso: su confianza en la nueva etapa de que ahora será mejor hijo, mejor padre, mejor pareja y mejor amigo. Todo porque había llegado el momento de dedicarse a su familia. ¿Qué había hecho hasta entonces? ¿De dónde alimentaba su visión del mundo real?

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Truco o voto

Truco o voto

Imaginen la escena: Alberto Carlos Rivera, disfrazado de fantasma; Cayetana Álvarez de Toledo, con negro satén vestida de bruja, acompañada de Pablo Casado con un tornillo lateral en la cabeza, cual Frankenstein; Pablo Manuel Iglesias, de zombi; Santiago Abascal, de jinete sin cabeza; Íñigo Errejón, de bebé ataviado con traje de murciélago, con alitas y todo, y Pedro Sánchez, con disfraz de esqueleto superviviente de mil batallas. Todos ellos, de recorrido casa por casa, con la cantinela del “¿truco o voto?”. La respuesta no se hace esperar: “¡truco, truco…!”. Porque del voto, mejor no hablar. Un voto que ha vuelto como un búmeran, recordemos, por la incapacidad de llegar a acuerdos. De dialogar. De mirar un poco más allá de la estrategia de supervivencia y el tacticismo. Amén de construir eso que los politólogos de cabecera llaman ‘el relato’ con el que justificar lo injustificable.

Lo grave del truco o trato tiene que ver con la lección que nos han dado quienes, en teoría, están embarcados en acoger y albergar la representatividad de la ciudadanía. Porque no olvidemos que estamos aquí porque ellos no han sido capaces de sentarse en serio, mirarse cara a cara, a los ojos, no a los plasmas o a los timelines (cronologías) de las redes sociales, y abordar con sentido común que las estrategias son papel mojado cuando las necesidades son tantas, especialmente de quienes peor parte se han llevado de esta etapa de los sacrificios impuestos, en forma de precariedad y desigualdad.    

No me negarán que en este mundo del espectáculo las ramas de los eslóganes emocionales y las frases de laboratorio no nos dejan ver el bosque de la realidad política. Lo alejado que están los temas de las maquinarias electorales de aquellos que afectan a la vida de las  trabajadoras y los trabajadores, en especial los más vulnerables, que deberían ser el objetivo principal de una acción política a la altura de la dignidad humana. No descubrimos nada si se los recuerdo: la pobreza y exclusión, el empleo insuficiente y precario; la insostenible deuda pública y privada, la orientación económica hacia el crecimiento que no resuelve la desigualdad entre sectores de la población, ni entre comunidades autónomas, ni atiende las necesidades de las personas; la débil solidaridad y cooperación internacional al tiempo que aumenta el gasto militar; y el fracaso de las políticas contra el calentamiento global basadas en la mercantilización del entorno.

No todo vale. Bien es verdad que los gurús que mueven los hilos de las campañas electorales tratan de banalizar la política. Y que en ocasiones los propios medios de comunicación, convertidos en actores principales de la vida pública, promueven una visión de las campañas electorales como una competencia descarnada por el poder, sin mayor vocación de servicio, sustituyendo el debate de ideas y propuestas por el espectáculo y el escándalo.

De ahí que sea deseable acabar con la práctica del insulto, la falacia y la crítica indiscriminada a la clase política para no contribuir al envilecimiento de la vida social y al deterioro de la conciencia cívica. Y ahí entramos todos, porque depende también del papel de cada persona y colectivo en las redes sociales y de los medios elegidos para informarnos.

Frente al truco o trato es el momento para renovar nuestra cultura política. No se resuelve en una semana, pero este período es una oportunidad extraordinaria para promover otra manera de entender la política, a través de un mayor grado de participación y compromiso personal que va más allá del voto. Incorporando la dimensión política a nuestras vidas podemos exigir que se atienda a las verdaderas necesidades del pueblo, buscando el bien común y priorizando a los más empobrecidos, y que los programas reflejen la acción de gobierno que efectivamente se quiere llevar a cabo. Movilizaciones ciudadanas como las de #SOSMarMenor o como la del soterramiento de las vías, las mareas, los pensionistas… son ejemplos de ello. La política sigue siendo importante. Y votar, también. Tomen nota y recibiremos un dulce por recompensa. ¡Voto, voto…!

El mar, el mar… y no menor

El mar, el mar… y no menor

“El mar es el lugar de donde venimos y a donde, gracias al cambio climático, vamos”. John Banville, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014, así lo afirmaba cuando vino a recoger el galardón hace un lustro. No en balde, abre y cierra una de sus grandes novelas, El mar, con referencias a ese personaje animado que preside esta historia sobre la memoria. “Se marcharon, los dioses, el día de la extraña marea”, escribe al comienzo, y termina el último párrafo con “una enfermera vino a buscarme. Me di la vuelta y la seguí hacia el interior del hospital, y fue como si me adentrara en el mar”.

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Cautivos y desarmados

Cautivos y desarmados

En el día de hoy no sé a ciencia cierta si las tropas nacionales han alcanzado los últimos objetivos militares. De lo que sí estoy seguro es de que han conseguido adentrarse por los recovecos que la democracia permite a todo el mundo. Están en las instituciones, presiden comisiones parlamentarias, se les escucha, se les permite que hayan marcado la agenda y se han convertido en fundamentales para aprobar presupuestos tras constituir gobiernos que venían arrastrando la enfermedad de la corrupción. Eso sí, con la complicidad necesaria, de una parte, de quienes hasta la fecha se mostraban como adalides de la regeneración y de la nueva política. De otra, la que jamás había ocultado que albergaba en su seno a esa milicia siempre dispuesta a volver a sus orígenes. Eso de los cordones sanitarios es muy europeo, pero aquí, en las esencias patrias, no se lleva.

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Y ahora, ¿quién lava la bandera?

Y ahora, ¿quién lava la bandera?

Carlos Alberto Rivera debe de estar que se sube por las paredes. ¿Cómo se les ha escapado a mi gente de Murcia una iniciativa sin igual?, se pregunta contrariado estos días. ¿De qué me sirve hacer un Consejo de Administración de la franquicia a mi imagen y semejanza si luego nos perdemos las mejores? Está claro que el autodenominado líder de la oposición, se empeñen Casado y Teo de hacérselo ver, no le va a perdonar a su portavoz Mario Gómez, enjugascado como está con la cartera de Fomento y adalid de las antiredes clientelares de los contratos menores, que una iniciativa como la de Vox se les haya ido de las manos en el Ayuntamiento de Murcia

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Al rincón de pensar

Al rincón de pensar

Este fin de semana voy a dormir más tranquilo. La altura de miras de Vox, Ciudadanos y, lógicamente, del PP, han desbloqueado el acuerdo de investidura en la Región de Murcia. A la Comunidad de Madrid le quedan horas. Ya hay garantes contra el adoctrinamiento político en las aulas. Mis sobrinos y sus compañeros y compañeras de clase serán formados en aquellos valores patrios que ansían, bajo la supervisión de la Inspección educativa. Qué grandes son. Si es que no puedo evitarlo. Me emocionan. Sinceramente era lo que todo el mundo quería. Lo que reclamábamos en las calles, en los talleres, en los hospitales y en nuestras casas. Lo acordado en los hoteles va a misa, porque la derecha, cuando dice de ponerse de acuerdo, lo hace hasta en la cama.  

Permítaseme, sin embargo, que visto lo visto en las últimas semanas, pueda desear enviar al rincón de pensar a mucha gente de distinto pelaje y condición. No solamente por el espectáculo político vivido aquí, en esta tierra, sino en otros lugares del país y, si me apuran, del mundo mundial. Al rincón de pensar para eso, para pensar, reflexionar, meditar, rezar, hacer mindfulness… lo que quieran según sus creencias.

En primer lugar, por la inmediatez del momento, quiero remitir a ese espacio a quienes han venido diciendo en campaña electoral que harían unas cosas y han hecho otras. Por coherencia de la buena. Por el valor de su palabra y porque no se inmutan y creen que la cosa no va con ellos. Modelo de virtud y virtuosismo. 

Expido a ese retiro a quienes no hablan de la precariedad, del valor de la negociación colectiva, de la pobreza, la desigualdad, la falta de oportunidades o la transmisión intergeneracional de la exclusión social. Pero eso sí, son todos muy emprendedores y quieren aligerar las trabas administrativas para el dinero porque han redescubierto que el liberalismo es lo mejor de lo mejor. Vamos, anda.

Se trata de despachar al rincón de pensar, en definitiva, a toda esa tribu de individuos que precisan un alto en el camino para comprobar que sus vidas las controlan realmente ellos.

Deseo facturar a ese escondite a quienes solo tienen ojitos para su ombligo, los del yo, mí, me, conmigo… y si queda algún hueco, pues vuelta a empezar. Aquellos que miran con soberbia por encima del hombro, que son clasistas y que, por tanto, son sumisos con los poderosos y crueles con los débiles. Quienes se creen sus propias mentiras y viven en un permanente dualismo entre lo que dicen creer, lo que realmente profesan y lo que hacen. Personas con creencias delirantes y comportamientos confusos. Patologías más comunes de lo que cabría pensar.

Se trata de despachar al rincón de pensar, en definitiva, a toda esa tribu de individuos que precisan un alto en el camino para comprobar que sus vidas las controlan realmente ellos. Con sus luces y sus sombras y, lógicamente, con sus certezas y contradicciones. En un habitáculo en el que no está excluido nadie que tenga dos dedos de frente y sepa mirar a los ojos y afrontar las consecuencias de sus actos. Yo me apunto el primero, sin dudarlo. No vaya a ser que lo esté necesitando sin falta y aún no me haya dado cuenta. Allí aguardo a quienes estén dispuestos, permítaseme de nuevo, a un examen de conciencia ciudadano y laico. Pero eso sí, absténganse de tomarnos el pelo más de lo que ya lo han hecho.   

Mentiras a bajo precio

Mentiras a bajo precio

Solo recuerdo dos ocasiones en las que mi padre perdió los nervios y me dio sendas bofetadas en mi infancia. La primera, cuando crucé con mi hermano la autopista de La Coruña, la A6, en el verano de 1973, durante una estancia en el municipio madrileño de Las Rozas. La segunda, cuando le rompí su máquina de fotos Voigtländer que se había comprado en París en su etapa de emigrante, a principios de los años 60, y que era una joya preciada con la que plasmó los recuerdos de sus primeros años de matrimonio.

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Donde comen dos no comen tres

Donde comen dos no comen tres

Siempre se ha dicho lo contrario, esto es, que donde comen dos, comen tres. Pero ahora las cosas han cambiado. Ya no hay sitio para uno más, porque lo que hay que repartir es escaso y no se puede permitir que pasen hambre los tres. Máxime cuando puede llegar uno de enfrente curtido en la resistencia (y en la resiliencia, no lo olvidemos) y se lo lleve todo. Por tanto, o dejamos que la ley del más fuerte impere a sus anchas, o que ellos se pongan de acuerdo antes de que intervenga alguien por arriba y dictamine quién sobra y quién se queda.

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El poder del perro

El poder del perro

La tristeza de los últimos días solo la puedo combatir con la literatura. El desolador panorama que va a quedar en las comunidades autónomas y ayuntamientos que continuarán gobernados por el PP, con la herencia de la corrupción y el clientelismo, se deberá a la complicidad de Ciudadanos. A una estrategia inspirada por Alberto Carlos, el franquiciante de la marca naranja, que ejecuta de manera obediente y sin mácula los franquiciatarios de turno. Uno actúa como dueño del producto partidario, de la marca en toda regla, del servicio a los gobiernos en los que perviva el modelo de negocio político del centro derecha. Los otros, como receptores del producto a explotar. Y en medio de ellos, en muchos casos, junto a esos hijos que siempre estuvieron en la casa de los padres y en los últimos tiempos habían querido buscar su camino por su cuenta. Pero al fin y a la postre, quien siempre pone la cazuela al centro son los progenitores. Por eso ha sido tan fácil recuperar la habitación que habían dejado provisionalmente desocupada.

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Nadie es profeta

Nadie es profeta

Quienes acudan este fin de semana a sus parroquias o participen en cualquier misa dominical se encontrarán con las duras experiencias que atravesaron en su devenir los llamados profetas. No lo tuvieron fácil, porque eran esos pepitos grillo que denunciaban a los cuatro vientos las tropelías de quienes gobernaban esa parte del planeta de donde arranca la cultura occidental judeocristiana. Jeremías fue uno de ellos y sufrió persecución. Vamos, que se la jugó. Lo gracioso del tema del evangelio de Lucas del domingo (si es que acaso tiene alguna) es que cuando a Jesús le tratan de subir el ego en la sinagoga tras su predicación va el chaval y les suelta aquello de que “ningún profeta es aceptado en su pueblo”, los pone frente al espejo de sus contradicciones nacionalistas y de nación supuestamente elegida y el público se cabrea de lo lindo: ni cortos ni perezosos lo sacan de la ciudad con intención de despeñarlo en un precipicio. Lindezas del momento.

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