Nov 10, 2019 | Al cabo de la calle, Articulos
Confieso que caigo a menudo en la tentación. No lo puedo
evitar. Mira que lo intento, pero es más fuerte que mi voluntad. La pulsión es intensa,
mayor que la intención de ejercer un control y alejarme del ruido que hay en el
mundo de las redes sociales, los grupos de whatsApp y demás zarandajas
virtuales que nos tienen comido el seso. Y lo hago hasta tal punto que llega un
momento en el que pierdo el sentido de la realidad. Que no miro el reloj y se
pasan los minutos, las horas, los días, las semanas y los meses. Sin darme
cuenta se pasa hasta la vida, la mía y la de quienes viven a nuestro alrededor.
Eso sin exagerar, porque si exagerase un poco podría decir que ya no estoy
aquí, que he sido transportado a otra dimensión, una a la que no alcanzo a
vislumbrar, a la que soy incapaz de describir o representar.
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Nov 3, 2019 | Al cabo de la calle, Articulos
Imaginen la escena: Alberto Carlos Rivera, disfrazado de
fantasma; Cayetana Álvarez de Toledo, con negro satén vestida de bruja,
acompañada de Pablo Casado con un tornillo lateral en la cabeza, cual
Frankenstein; Pablo Manuel Iglesias, de zombi; Santiago Abascal, de jinete sin
cabeza; Íñigo Errejón, de bebé ataviado con traje de murciélago, con alitas y
todo, y Pedro Sánchez, con disfraz de esqueleto superviviente de mil batallas.
Todos ellos, de recorrido casa por casa, con la cantinela del “¿truco o voto?”.
La respuesta no se hace esperar: “¡truco, truco…!”. Porque del voto, mejor no
hablar. Un voto que ha vuelto como un búmeran, recordemos, por la incapacidad
de llegar a acuerdos. De dialogar. De mirar un poco más allá de la estrategia
de supervivencia y el tacticismo. Amén de construir eso que los politólogos de
cabecera llaman ‘el relato’ con el que justificar lo injustificable.
Lo grave del truco o trato tiene que ver con la
lección que nos han dado quienes, en teoría, están embarcados en acoger y
albergar la representatividad de la ciudadanía. Porque no olvidemos que estamos
aquí porque ellos no han sido capaces de sentarse en serio, mirarse cara a
cara, a los ojos, no a los plasmas o a los timelines (cronologías) de las redes
sociales, y abordar con sentido común que las estrategias son papel mojado
cuando las necesidades son tantas, especialmente de quienes peor parte se han
llevado de esta etapa de los sacrificios impuestos, en forma de precariedad y
desigualdad.
No me negarán que en este mundo del espectáculo las ramas de
los eslóganes emocionales y las frases de laboratorio no nos dejan ver el
bosque de la realidad política. Lo alejado que están los temas de las
maquinarias electorales de aquellos que afectan a la vida de las trabajadoras y los trabajadores, en especial
los más vulnerables, que deberían ser el objetivo principal de una acción
política a la altura de la dignidad humana. No descubrimos nada si se los
recuerdo: la pobreza y exclusión, el empleo insuficiente y precario; la
insostenible deuda pública y privada, la orientación económica hacia el
crecimiento que no resuelve la desigualdad entre sectores de la población, ni
entre comunidades autónomas, ni atiende las necesidades de las personas; la
débil solidaridad y cooperación internacional al tiempo que aumenta el gasto
militar; y el fracaso de las políticas contra el calentamiento global basadas
en la mercantilización del entorno.
No todo vale. Bien es verdad que los gurús que mueven los
hilos de las campañas electorales tratan de banalizar la política. Y que en
ocasiones los propios medios de comunicación, convertidos en actores
principales de la vida pública, promueven una visión de las campañas
electorales como una competencia descarnada por el poder, sin mayor vocación de
servicio, sustituyendo el debate de ideas y propuestas por el espectáculo y el
escándalo.
De ahí que sea deseable acabar con la práctica del insulto,
la falacia y la crítica indiscriminada a la clase política para no contribuir
al envilecimiento de la vida social y al deterioro de la conciencia cívica. Y
ahí entramos todos, porque depende también del papel de cada persona y
colectivo en las redes sociales y de los medios elegidos para informarnos.
Frente al truco o trato es el momento para renovar
nuestra cultura política. No se resuelve en una semana, pero este período es
una oportunidad extraordinaria para promover otra manera de entender la política,
a través de un mayor grado de participación y compromiso personal que va más
allá del voto. Incorporando la dimensión política a nuestras vidas podemos
exigir que se atienda a las verdaderas necesidades del pueblo, buscando el bien
común y priorizando a los más empobrecidos, y que los programas reflejen la
acción de gobierno que efectivamente se quiere llevar a cabo. Movilizaciones ciudadanas
como las de #SOSMarMenor o como la del soterramiento de las vías, las mareas,
los pensionistas… son ejemplos de ello. La política sigue siendo importante. Y
votar, también. Tomen nota y recibiremos un dulce por recompensa. ¡Voto, voto…!
Oct 27, 2019 | Al cabo de la calle, Articulos, Mis lecturas
La exhumación del Caudillo, la precampaña electoral, los
datos de la EPA, la marcha de Mario Draghi, la nueva oportunidad para el
Brexit, los disturbios en Chile, la segunda vuelta en las elecciones
bolivianas, la aparición de 39 cadáveres de inmigrantes chinos en un camión
frigorífico en Essex (Reino Unido) o el serial del procès… Sí, sí, todo eso
está muy bien, pero no me negarán que lo que de verdad mueve a las mujeres y a los
hombres es la mirada ante la vida, ante las relaciones humanas. El juego de
pareceres, de sucesos cotidianos, de pequeñas decisiones que son capaces de hacernos
reír o llorar, soñar o poner los pies en la tierra, avanzar o quedarnos parados
el resto de la existencia, odiar o amar con la misma intensidad y volumen. Los
acontecimientos son importantes. Las noticias, también. Sean locales o
mundiales. Provoquen reacciones o simplemente deambulen en las parrillas sin
pena ni gloria… y a otra cosa, mariposa.
En lo de las relaciones humanas, cada maestrillo tiene su librillo.
Maestros hay muchos. Recetas, no digamos. Y librillos, lo que se dice
librillos, para todos los gustos. Desde el Cómo ganar amigos e influir
sobre las personas, hasta El monje que vendió su Ferrari,
pasando por Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, Padre
rico padre pobre, Los cuatro acuerdos o el clásico Los
hombres son de Marte, las mujeres de Venus. Y no me digan que no les
llama la atención un perfecto manual de autoayuda de un bloguero de éxito
titulado El sutil arte de que (casi todo) te importe una mierda,
que viene a tirar por tierra todo lo que el resto de super ventas nos venían a
decir, como aquello de empoderarnos (¡Jo, qué tiempo verbal más moderno de un
verbo tan antiguo!) y alimentarnos de positividad. Su autor, Mark Manson,
viene a desmontar esas tesis con el siguiente argumento: pues mira, resulta que
no, que las expectativas sobre nosotros mismos carecen de sentido hasta que no
sepamos gestionar (otro verbo de moda) la adversidad.
Pero cuando creíamos saberlo casi todo resulta que andábamos
equivocados. O entretenidos. O engatusados, quién lo sabe. Que antes de que
vinieran a contarnos y describirnos, por ejemplo, las características de las
personas tóxicas, esas que su vida carece de sentido si no expelen a todas
horas veneno a su alrededor, ya teníamos modelos clásicos para identificarlas.
Es lo que William Shakespeare nos cuenta en el drama de Otelo con un
personaje que es el arquetipo o modelo original y primario en el arte de amargarle
la vida al más pintado. Hablamos de Yago, el alférez del moro, el general al
servicio de Venecia, que da nombre a la obra escrita, sin ir más lejos, en
1604, casi ayer. Su venganza por no haber sido elegido oficial frente al otro
candidato, Casio, le lleva a resarcirse construyendo una falsa historia de cama
de Desdémona, la prometida de Otelo, y que conduce al desenlace de… No, no, no
voy a hacerles un spoiler para quienes aún no hayan tenido la fortuna
de leer esta obra.
Si tienen la oportunidad y, por
supuesto, la dicha, de sumergirse en la trama, quizá descubran en Yago a esos
personajes que habitan a nuestro alrededor. A esos tránsfugas que destilan odio
y resentimiento a raudales por no haber sido elegidos para la gloria, para ocupar
un cargo o liderar determinadas organizaciones. A mí me vienen varias a la
mente, como quienes pierden unas primarias en un partido político o quienes han
depositada tantas expectativas en el logro de un objetivo para el que han
empleado toda su energía que no saben gestionar (¿les suena?) que todo no salga
como esperaban. O aquellos que tratan de ocultar sus complejos, frustraciones y
fracasos contaminando todo lo que encuentran a su paso. Personas falsas, sin vida interior, incapaces
de querer a nadie, que odian con el mismo ahínco que en algún momento han
podido amar. Y frente a ellas, un
consejo: miren hacia otro lado. Dejen que el veneno siga su curso y la
toxicidad encontrará un antídoto que todo lo vence: la indiferencia. Vamos, si
se puede.
Ilustración basada en el cuadro «Othello et
Desdémone» de Théodore Chassériau
Oct 20, 2019 | Al cabo de la calle, Articulos
“El mar es el lugar de donde venimos y a donde, gracias al cambio climático, vamos”. John Banville, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014, así lo afirmaba cuando vino a recoger el galardón hace un lustro. No en balde, abre y cierra una de sus grandes novelas, El mar, con referencias a ese personaje animado que preside esta historia sobre la memoria. “Se marcharon, los dioses, el día de la extraña marea”, escribe al comienzo, y termina el último párrafo con “una enfermera vino a buscarme. Me di la vuelta y la seguí hacia el interior del hospital, y fue como si me adentrara en el mar”.
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Oct 13, 2019 | Al cabo de la calle, Articulos
Entre las innumerables escenas que hace un mes se vivieron con
motivo de la gota fría en nuestros vulnerables pueblos, barrios y campos, hay
una que me dejó pasmado y, lamentablemente, es posible que les haya pasado
desapercibida. Mientras caía la tromba de agua, en muchas de nuestras calles, se
jugaban la vida esos grandes emprendedores y agentes de la nueva economía, de la
economía circular, llevando a casa la cena a bordo de una bici. Cena que
habíamos pedido, pese a todo. No nos sorprendemos, porque es verdad que hace ya
tiempo que la precariedad viaja en bicicleta, moto o furgoneta de reparto con un
carné de falso autónomo para ganarse la vida. También se mancha en la cocina de
un restaurante o sirviendo mesas, cuidando a nuestros viejos, limpiando
nuestras viviendas y oficinas o recogiendo las frutas o verduras en las
explotaciones agrícolas.
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Oct 6, 2019 | Al cabo de la calle, Articulos, La Opinión
En el día de hoy no sé a ciencia cierta si las tropas
nacionales han alcanzado los últimos objetivos militares. De lo que sí estoy
seguro es de que han conseguido adentrarse por los recovecos que la democracia
permite a todo el mundo. Están en las instituciones, presiden comisiones
parlamentarias, se les escucha, se les permite que hayan marcado la agenda y se
han convertido en fundamentales para aprobar presupuestos tras constituir
gobiernos que venían arrastrando la enfermedad de la corrupción. Eso sí, con la
complicidad necesaria, de una parte, de quienes hasta la fecha se mostraban
como adalides de la regeneración y de la nueva política. De otra, la que jamás
había ocultado que albergaba en su seno a esa milicia siempre dispuesta a
volver a sus orígenes. Eso de los cordones sanitarios es muy europeo, pero aquí,
en las esencias patrias, no se lleva.
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Jul 28, 2019 | Al cabo de la calle, Articulos
Carlos Alberto Rivera debe de estar que se sube por las paredes. ¿Cómo se les ha escapado a mi gente de Murcia una iniciativa sin igual?, se pregunta contrariado estos días. ¿De qué me sirve hacer un Consejo de Administración de la franquicia a mi imagen y semejanza si luego nos perdemos las mejores? Está claro que el autodenominado líder de la oposición, se empeñen Casado y Teo de hacérselo ver, no le va a perdonar a su portavoz Mario Gómez, enjugascado como está con la cartera de Fomento y adalid de las antiredes clientelares de los contratos menores, que una iniciativa como la de Vox se les haya ido de las manos en el Ayuntamiento de Murcia
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Jul 20, 2019 | Al cabo de la calle, Articulos
Este fin de semana voy a
dormir más tranquilo. La altura de miras de Vox, Ciudadanos y, lógicamente, del
PP, han desbloqueado el acuerdo de investidura en la Región de Murcia. A la
Comunidad de Madrid le quedan horas. Ya hay garantes contra el adoctrinamiento político
en las aulas. Mis sobrinos y sus compañeros y compañeras de clase serán
formados en aquellos valores patrios que ansían, bajo la supervisión de la
Inspección educativa. Qué grandes son. Si es que no puedo evitarlo. Me
emocionan. Sinceramente era lo que todo el mundo quería. Lo que reclamábamos en
las calles, en los talleres, en los hospitales y en nuestras casas. Lo acordado
en los hoteles va a misa, porque la derecha, cuando dice de ponerse de acuerdo,
lo hace hasta en la cama.
Permítaseme, sin embargo, que
visto lo visto en las últimas semanas, pueda desear enviar al rincón de pensar
a mucha gente de distinto pelaje y condición. No solamente por el espectáculo político
vivido aquí, en esta tierra, sino en otros lugares del país y, si me apuran,
del mundo mundial. Al rincón de pensar para eso, para pensar, reflexionar,
meditar, rezar, hacer mindfulness… lo que quieran según sus creencias.
En primer lugar, por la
inmediatez del momento, quiero remitir a ese espacio a quienes han venido
diciendo en campaña electoral que harían unas cosas y han hecho otras. Por
coherencia de la buena. Por el valor de su palabra y porque no se inmutan y
creen que la cosa no va con ellos. Modelo de virtud y virtuosismo.
Expido a ese retiro a quienes
no hablan de la precariedad, del valor de la negociación colectiva, de la
pobreza, la desigualdad, la falta de oportunidades o la transmisión
intergeneracional de la exclusión social. Pero eso sí, son todos muy
emprendedores y quieren aligerar las trabas administrativas para el dinero porque
han redescubierto que el liberalismo es lo mejor de lo mejor. Vamos, anda.
Se trata de despachar al rincón de pensar, en definitiva, a toda esa tribu de individuos que precisan un alto en el camino para comprobar que sus vidas las controlan realmente ellos.
Deseo facturar a ese
escondite a quienes solo tienen ojitos para su ombligo, los del yo, mí, me,
conmigo… y si queda algún hueco, pues vuelta a empezar. Aquellos que miran con
soberbia por encima del hombro, que son clasistas y que, por tanto, son sumisos
con los poderosos y crueles con los débiles. Quienes se creen sus propias
mentiras y viven en un permanente dualismo entre lo que dicen creer, lo que
realmente profesan y lo que hacen. Personas con creencias delirantes y
comportamientos confusos. Patologías más comunes de lo que cabría pensar.
Se trata de despachar al
rincón de pensar, en definitiva, a toda esa tribu de individuos que precisan un
alto en el camino para comprobar que sus vidas las controlan realmente ellos.
Con sus luces y sus sombras y, lógicamente, con sus certezas y contradicciones.
En un habitáculo en el que no está excluido nadie que tenga dos dedos de frente
y sepa mirar a los ojos y afrontar las consecuencias de sus actos. Yo me apunto
el primero, sin dudarlo. No vaya a ser que lo esté necesitando sin falta y aún
no me haya dado cuenta. Allí aguardo a quienes estén dispuestos, permítaseme de
nuevo, a un examen de conciencia ciudadano y laico. Pero eso sí, absténganse de
tomarnos el pelo más de lo que ya lo han hecho.
Jul 13, 2019 | Al cabo de la calle, Articulos
Solo recuerdo dos ocasiones en las que mi padre perdió los
nervios y me dio sendas bofetadas en mi infancia. La primera, cuando crucé con
mi hermano la autopista de La Coruña, la A6, en el verano de 1973, durante una
estancia en el municipio madrileño de Las Rozas. La segunda, cuando le rompí su
máquina de fotos Voigtländer
que se había comprado en París en su etapa de emigrante, a principios de los
años 60, y que era una joya preciada con la que plasmó los recuerdos de sus
primeros años de matrimonio.
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Jul 6, 2019 | Al cabo de la calle, Articulos
Siempre se ha dicho lo contrario, esto es, que donde comen dos, comen tres. Pero ahora las cosas han cambiado. Ya no hay sitio para uno más, porque lo que hay que repartir es escaso y no se puede permitir que pasen hambre los tres. Máxime cuando puede llegar uno de enfrente curtido en la resistencia (y en la resiliencia, no lo olvidemos) y se lo lleve todo. Por tanto, o dejamos que la ley del más fuerte impere a sus anchas, o que ellos se pongan de acuerdo antes de que intervenga alguien por arriba y dictamine quién sobra y quién se queda.
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Jun 29, 2019 | Al cabo de la calle, Articulos
Uno de los días más felices de mi vida que recuerdo fue aquel en el que mi primo José Manuel me confesó su condición homosexual. Reveló un secreto guardado desde su adolescencia y juventud, y lo hizo con lágrimas en los ojos (al menos a mí así me parecieron). Se quitó un gran peso de encima al compartir ese secreto, tal y como expresó en ese instante hace ya casi dos décadas. No sé quién se sintió más liberado: si él o yo. Porque en las relaciones humanas siempre existen espacios vedados a la complicidad. Son lugares en los que anida lo secreto, lo recóndito, lo escondido. Son territorios resguardados a lo evidente, a lo explícito, a lo palmario y manifiesto. Por muchos sobrentendidos que existan, hay circunstancias vitales que permanecen hibernando y, al cabo del tiempo, si hay suerte y actúan los hados, salen a la luz.
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Jun 26, 2019 | Al cabo de la calle, Mis lecturas
La novela negra del Sur de Europa tiene a dos destacados veteranos del género: el italiano Andrea Camilleri y el griego -pero de origen turco- Petros Márkeris. Uno es el padre del comisario siciliano Salvo Montalbano, en homenaje al creador de Pepe Carvalho, y el otro es el descubridor del comisario Kostas Jaritos. Si al primero hemos tenido oportunidad de abrirle nuestras casas a través de la serie televisiva que se emitía en La 2 emitida hace unos años, el policía griego aún no es muy conocido, pese a disponer en las librerías de más de una docena de entregas de su serie.
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Jun 22, 2019 | Al cabo de la calle
En plena tormenta de los pactos post electorales, la constitución de los ayuntamientos, la lucha sin cuartel por el control de la tecnología 5G y la súper boda de Sergio Ramos y Pilar Rubio ha pasado sin pena ni gloria la publicación del VIII Informe sobre exclusión y desarrollo social en España. El conocido como Informe Foessa lleva como subtítulo el de “una lectura de la transición de nuestro modelo social, los riesgos sociales y sus consecuencias, las políticas que les dan respuesta, los valores que subyacen a las mismas y los dilemas a los que nos enfrentamos”.
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Jun 15, 2019 | Al cabo de la calle, Articulos
La tristeza de los últimos días solo la puedo combatir con
la literatura. El desolador panorama que va a quedar en las comunidades
autónomas y ayuntamientos que continuarán gobernados por el PP, con la herencia
de la corrupción y el clientelismo, se deberá a la complicidad de Ciudadanos. A
una estrategia inspirada por Alberto Carlos, el franquiciante de la marca
naranja, que ejecuta de manera obediente y sin mácula los franquiciatarios de
turno. Uno actúa como dueño del producto partidario, de la marca en toda regla,
del servicio a los gobiernos en los que perviva el modelo de negocio político
del centro derecha. Los otros, como receptores del producto a explotar. Y en
medio de ellos, en muchos casos, junto a esos hijos que siempre estuvieron en
la casa de los padres y en los últimos tiempos habían querido buscar su camino
por su cuenta. Pero al fin y a la postre, quien siempre pone la cazuela al
centro son los progenitores. Por eso ha sido tan fácil recuperar la habitación
que habían dejado provisionalmente desocupada.
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Feb 23, 2019 | Al cabo de la calle, Articulos
Sostiene mi hijo Ángel que la culpa en el retraso en las obras de construcción que podemos ver en nuestras ciudades la tienen los jubilados, ya que están de allá para acá transportando a los nietos al cole o a las actividades extraescolares y no pueden ejercer una de las grandes tareas que contribuyen al desarrollo económico del sector: supervisar las obras detrás de las vallas, a prudente distancia de los operarios. Una distancia que, eso sí, no les impide hacer un seguimiento al milímetro de la evolución de los trabajos que, ríete tú del examen de cualquier técnico de control de calidad. Reconozca, querido lector, que esta función no está reconocida, y ya va siendo hora de que vuelvan a una actividad que nunca debieron dejar por mucho que a los críos les haga ilusión ver a los abuelos a la salida del colegio o la academia.
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