Dic 3, 2016 | Al cabo de la calle, Articulos
El rector José Orihuela se quejaba amargamente en público hace unos días por los titulares dedicados por la prensa escrita a un estudio de inserción laboral de los egresados de la Universidad de Murcia en las promociones 2011/12 y 2012/13, que presentó en la Convalecencia. Justificaba su lamento porque la institución había sido transparente al ofrecer los resultados de manera global por facultades y su reflejo en los medios no era el deseado, ya que recogían datos cuantitativos sin una interpretación, a su juicio, correcta. Cargaba de razón sus argumentos porque hasta ahora no se había hecho de esa manera tan transparente. De sus palabras podía desprenderse el mensaje de que ‘para este viaje no hacían falta esas alforjas’.
Quejas similares hemos escuchado a nuestros gobernantes cuando se han puesto en marcha los portales de la transparencia y ante la opinión pública se han destacado como datos relevantes los sueldos de los alcaldes y alcaldesas, concejales, diputadas, consejeros o ministras. Un hecho que les ha valido a algunos para justificar su apuesta por la transparencia, sin percatarse (porque no creen de verdad en ella) que la claridad y dar cuenta de la gestión es mucho más las cifras de unas tablas Excel o un documento PDF. Esa misma desazón, no exenta de una clara intencionalidad, es la que he oído a dirigentes de partidos políticos a la hora de no querer hacer públicos determinados datos que ofrecían los procesos de primarias porque, a su juicio, dar cuenta de ellos dejaría desnuda a la organización frente a sus competidores. Y claro, antes me callo que ser sincero.
No resulta, por tanto, una sorpresa comprobar que la transparencia acaba convertida en un nuevo elemento vacío de contenido si no se cree profundamente en todo lo que implica abrir las ventanas y los cajones de las Administraciones públicas, de las instituciones y de las organizaciones de cualquier tipo. Y ello, con el fin de que entre el aire fresco de la realidad, de la verdad y del compromiso con la ciudadanía. Pese a que muchos aún creen que el secreto y la información garantizan el poder, no se dan cuenta de que la verdadera fuerza de la legitimación en cualquier estamento, y por ende, en cualquier orden de la vida, reside en la colaboración y en el compartir. Que la fortaleza de los principios es una realidad cuando se ejerce de una manera abierta, colaborativa y sincera. Lo demás es seguir amparados en el miedo, en el falso sentido de la responsabilidad y en la voluntad de querer continuar perpetuando los privilegios y las distinciones de clase.
Estos tiempos de cambio nos deparan continuas sorpresas. Generan incertidumbre en la medida en que no estamos acostumbrados a poner sobre la mesa todas las cartas, ya que seguimos guardando un as en la manga con la triste confianza en que así no quedaremos desestabilizados. Las organizaciones valientes, las Administraciones inteligentes, los Gobiernos abiertos y las instituciones desafiantes que apuestan por el cambio son aquellas que interiorizan la transparencia como el eje que vertebra sus actuaciones. El resto es hipocresía y tratar de cubrir el expediente ante una sociedad cada vez más alejada de lo oficial, de lo institucional, de lo público.
La transparencia es, por tanto, la mejor vacuna contra la corrupción, contra lo podrido, contra la complicidad con el poder, bien sea el más cercano, el cotidiano, o el que se ejerce desde los despachos de la economía financiera y la alta política.
Nov 22, 2016 | Al cabo de la calle, Articulos
Ha querido el destino que el regreso a las páginas del diario La Opinión coincida con los 30 años de vida de uno de los sueños de Javier Azagra, ese obispo pastor que ya olía a oveja antes de que Francisco invitase al resto de la grey a pisar calle, desahucio, desalojo, oficina de desempleo, centro de internamiento o frontera protegida con serpentinas. Un sueño que arrancó del grito desesperado de un grupo de locos y locas conmovidas por la presencia de menores en las calles, colgados a sus madres en la mendicidad como último paso para salir adelante. Un drama salpicado con los desalojos en la Plaza de la Paja de la capital y de los niños del pegamento, esos que hoy han vuelto a las ciudades de nuestro país, y los mismos children`s glue que tenemos en los suburbios de las urbes en cualquier arrabal del planeta.

El obispo Azagra, junto al entonces alcalde de Murcia, José Méndez, en la inauguración del CAYAM el 10 de diciembre de 1989.
La Murcia de mediados de los 80 del pasado siglo no podía ocultar a aquellos a quienes se invisibilizaba a diario (hoy tampoco) y surgió un proyecto de intervención social, primero en las casas baratas de Torre Romo gracias a la generosidad de la Escuela Equipo, y tres años después, en diciembre de 1989, en lo que supuso el Centro de Acogida y Atención al Menor (CAYAM) “Virgen de la Fuensanta”, hoy concebido como Centro de Acogida y Acompañamiento Integral. En su inauguración, Azagra expresaba el deseo que ese sueño pudiera cumplirse, y así sucedió, con el impulso inicial de Pepe Saorín, cura obrero ciezano, de unas Hijas de la Caridad que siempre han estado ahí, y de mucha gente que ha acompañado la vida y la suerte de familias gitanas en sus comienzos, pero que fue ofreciendo otros rostros, los de la pobreza y de la exclusión social que no hace distingos. Y todo ello bajo el manto de Cáritas diocesana, la institución encargada de la acción caritativa (de caritas, amor) y social (de lucha por la justicia) de la Iglesia católica, que en esos años dirigía el maestro Pedro Pérez Abadía.

Noticia que firmé en La Verdad sobre la puesta en marcha de las instalaciones del CAYAM, en El Palmar.
Han sido decenas las personas que han dado lo mejor de sí mismas, unidas por un fin común: acompañar a quienes tienen dignidad desde que nacen hasta que nos abandonan. Hablamos de maestros de escuelas infantiles, de doctoras y de otro personal sanitario que han puesto sus conocimientos al servicio de la salud física y mental de los más débiles. Hombres y, sobre todo, mujeres sencillas de parroquias, que cada día acudían a hacer de comer o a mantener las instalaciones, pasando por innumerables profesionales del mundo de la empresa, de la universidad, de la acción social… De cualquier ámbito, con pequeños gestos cotidianos que han contribuido a que el centro fuera estas tres décadas un referente en la acogida y el acompañamiento a los últimos entre los últimos.
Un referente en algunos momentos incómodo para las instituciones públicas en el rechazo a ordenanzas contra la mendicidad y en la reclamación del derecho a la vivienda, e incluso en el seno de la propia Iglesia diocesana. Una incomodidad siempre resuelta, eso sí, por la voluntad compartida de que lo que se trata es de no perder de vista el rostro de quienes son los elegidos, los preferidos. Todo lo demás es insignificante. Máxime cuando el CAYAM sigue teniendo sentido ante la pobreza y exclusión intergeneracional que pervive hoy, y frente a la que no podemos permanecer ajenos. Con nuevos proyectos, con iniciativas ajustadas a este tiempo y con la mirada y voluntad puestas en no caer nunca en la desesperanza y en cuestionar su rentabilidad. Un sueño, en definitiva, que pervive. Porque como afirmaba el propio Pepe Saorín, “si sólo un niño sale adelante en su vida, si el proyecto vale para una sola persona, habrá merecido la pena”.

En noviembre 1989, días antes de la inauguración del centro. De izda. a dcha., junto a Isa, Gelen, Jose López y Josefo.

Junto a Gelen, Jose López y Josefo, durante la conmemoración del 30 aniversario del CAYAM.
Nov 15, 2016 | Articulos, Mis lecturas
El teólogo y profesor Bernardo Pérez Andreo (Nimes, 1970) es un pesimista esperanzado. Como tal, nos presenta en La sociedad del escándalo un texto que conmueve, que nos sitúa ante un incómodo espejo de la realidad de nuestra vida y de nuestro mundo, que cuestiona nuestras prácticas cotidianas y nuestras falsas seguridades, que golpea las conciencias como Francisco lo ha hecho recientemente en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares. (más…)
Sep 18, 2016 | Articulos, Noticias Obreras
La política en nuestro país se ha convertido en los últimos tiempos en un Juego de Tronos en el que cada uno de los actores tiene claro lo que tiene que hacer el otro, en el que la interpelación a lo correcto preside cada una de las acciones, en donde las jugadas están milimétricamente calculadas, los escenarios no se escogen al azar y los pasos están tan medidos que nadie desvela sus cartas. Y frente a los personajes, una mayoría a la que se le ha preguntado en dos ocasiones, que parece empeñada en nuevos territorios que nadie alcanza a concretar y a la que le cuesta entender todo, pues ve cosas que no se contemplan en su vida cotidiana.
En el contexto actual resulta complicado encontrar el quid de una cuestión salpicada de nuevos actores, instrumentos y realidades. Todo ello aderezado en un bol de elementos de difícil maridaje. Porque todo son vetos, incompatibilidades manifiestas e imposibles acuerdos… pero eso sí, nadie es responsable. Porque en la política, como en la vida, siempre son otros los culpables con tal de no asumir el protagonismo, el control y las consecuencias de nuestras acciones y decisiones. En el quehacer diario de cualquier votante, en cambio, todo gira en torno a la responsabilidad, entendida como qué no has hecho para que algo no salga, o qué has hecho directamente mal de forma que no sale.
Vayamos por partes. No podemos negar que el PSOE ocupa gran parte del centro del protagonismo tras los resultados electorales del 20-D y del 26-J. Aunque existiese (y aún exista) la voluntad contraria, este escenario era el preferido por muchos al ser el reflejo del final del bipartidismo y el resultado de los nuevos actores en un supuesto eje izquierda-derecha que ya es muy complicado sostener. Su candidato, Pedro Sánchez, ha tenido que bregar con una oposición interna y externa difícilmente imaginables para otro dirigente político que se la jugó en unas primarias como secretario general, que ganó, y que desde el primer momento ha tenido un escaso margen de maniobra.
Ya sabemos que la cultura de izquierdas es cainita con quienes están al frente de las direcciones de los partidos, ya que hasta el militante más alejado del trabajo político (y por supuesto el votante) sabe lo que tiene que hacer el otro. En el caso de los barones o baronesas del partido, qué les voy a contar. No se la jugaron en su momento, pero esgrimen su ascendencia por encima de todo. Piense el lector por qué gobiernan en sus respectivas comunidades, quiénes les apoyan con sus votos o su abstención, y luego traslademos sus reticencias a que para la gobernabilidad de España su secretario general intente el acuerdo con Ciudadanos y Podemos. Mientras que todo el debate queda en el lado de las estrategias, alianzas y combinaciones posibles, sigue pendiente la clave esencial que está detrás: la crisis de la socialdemocracia, y por ende, la construcción de un nuevo discurso político, que no persigue otra cosa que ofrecer una alternativa a la globalización de la desigualdad y la precariedad, con un instrumento político renovado y un discurso diferente al del populismo. Y es que tampoco en la vida de diario los votantes funcionamos en la familia, en el trabajo, con las amistades, tirando de populismo. Éste, como la falta de responsabilidad, son cosas infinitamente alejadas de lo que nos pasa todos los días y, en cambio, es lo que se nos ofrece…
Porque, desde el máximo respeto y, en algunos casos salvando las distancias, el discurso populista no puede ser el de dar a la gente lo que de manera inmediata, emocional y simple quiere. Y no me negarán que mucho de lo que nos ofrecen hoy Ciudadanos y Podemos se asemeja a ello. Tanto que los vetos mutuos que entre ambos se esgrimen tiene mucho que ver con un discurso compartido en su estructura para acertar con esa parte del electorado que no ve en los partidos tradicionales la solución en estos tiempos complejos. Bien es verdad que en el caso de Podemos entran en juego más elementos. Ha conseguido trasladar al discurso político las emociones y sentimientos que se echaban en falta en los partidos tradicionales de la izquierda (léase en especial, IU, con las notables consecuencias que ello ha supuesto para ésta a la hora de buscar una tabla de salvación en su alianza el 26-J, y que seguro que no será nada fácil de mantener en los próximos meses). Saber captar el estado emocional de la indignación, de la desesperación ante las consecuencias de esta nueva vuelta de tuerca del capitalismo globalizado en nuestro país en forma de crisis y estafa económica, no es suficiente para construir una alternativa en la que tienen que tener cabida muchos más actores. Lo que no tengo claro es que sus dirigentes estén la altura de las circunstancias para llegar a acuerdos que desbloqueen la situación. Encajar en las estructuras institucionales lleva su tiempo.
Porque al fin y a la postre de lo que venimos hablando tiene que ver, por una parte, con la madurez de quienes lideran y dirigen los partidos políticos que entran en juego, bien en fase de construcción (Podemos) o de reajuste para los tiempos nuevos (PSOE o IU). Y, sobre todo, del discurso político sobre el que construir un proyecto que afronte los estragos causados por los recortes y las políticas neoliberales de la desigualdad y la precariedad. A la combinación de esos dos factores hay que sumar, además, la confianza interna o no de quienes juegan en su organización, así como la disposición a aceptar que en una negociación siempre se cede. Máxime cuando a la vista de los resultados electorales 1 + 1 no es igual a 2, sino a 3… para formar gobierno.
A estos imponderables aún hay que añadir más elementos. De una parte, las elecciones autonómicas en Galicia y Euskadi, cuyas consecuencias empezamos a vislumbrar. De otra, un escenario no resuelto en los últimos cuarenta años: la identidad nacional y territorial, con el encaje de Cataluña (pero no sólo) con el resto de España, donde el factor emocional es determinante. De nada ha servido hasta el momento las interpelaciones de CCOO y UGT a quienes tienen en su mano cambiar la situación. Agitemos todo ello en esta coctelera de los asuntos públicos para obtener un cóctel de sabor indeterminado. Y lo que es más grave, de un combinado que no parece que vayan a resolver unas terceras elecciones. Que a ello vamos, si nadie lo remedia, querida y querido lector.
Ago 13, 2016 | Articulos, Gente del 64
Janne Teller (1964) no forma parte del hit parade de la intelectualidad europea y, sin embargo, su nombre y su influencia como escritora y activista han dejado huella, especialmente con una campaña de apoyo a Edward Snowden, quien denunció la política de escuchas masivas de Estados Unidos, y con dos libros impactantes. Uno, titulado Nada, cuenta la experiencia de un adolescente que concluye que la vida no tiene sentido. Sus compañeros le intentarán hacer entender que se equivoca. La novela causó tal revuelo que incluso fue censurada en Dinamarca, su país, y Noruega, faros de la democracia moderna. (más…)
May 24, 2016 | Articulos, Noticias Obreras
El 24 de mayo se cumple un año de las últimas elecciones municipales. Una cita que marcó un antes y un después en el gobierno de una parte de los 8.114 municipios que hay en España. La hegemonía de la derecha se quebró especialmente en ciudades de más de 50.000 habitantes, que permitió la recuperación para el PSOE de numerosas alcaldías y la irrupción de las confluencias de partidos y movimientos ciudadanos en capitales de la importancia de Barcelona, Madrid, Zaragoza, Cádiz o La Coruña. Los nuevos equipos de gobierno se enfrentan a un necesario escenario de reformas que están condicionadas por quien forme el nuevo Gobierno de España, ya que si el PP volviera a ocupar la Moncloa peligraría la autonomía de la política local.
Artículo publicado en NOTICIAS OBRERAS
Mayo 2016 / Nº 1.583
El revuelo político tras las pasadas elecciones del 20 de diciembre, con la incapacidad -hasta el momento- de poder conformar un Gobierno de progreso y cambio en España radicalmente distinto al de Mariano Rajoy, ha eclipsado del escenario mediático los cambios que se han producido en los ayuntamientos. A punto de cumplirse un año de los comicios locales y autonómicos del 24 de mayo -aunque las nuevas corporaciones no se constituyeron hasta mediados de junio-, el escenario del poder municipal en nuestro país es muy distinto al que se configuró en 2011. Un escenario muy marcado entonces por la respuesta del presidente Zapatero a la crisis financiera especulativa y al estallido de la burbuja inmobiliaria. El PP y las derechas nacionalistas coparon la inmensa mayoría de los gobiernos locales y autonómicos, que reforzaron al Ejecutivo de Mariano Rajoy en la Moncloa.
Ese reforzamiento de las políticas conservadoras tuvo su exponente en la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de las Administraciones Locales (LRSAL), una reforma local aprobada por el gobierno central que supuso un atentando contra los principios de autonomía local reconocidos en la Constitución, un recorte al marco competencial de los ayuntamientos y un frenazo a la prestación de los servicios públicos de calidad a la ciudadanía. También a la consideración que hasta ahora se había tenido del municipio como gobierno político, convirtiéndolo en un mero gestor de decisiones ajenas. No hay que olvidar que los ayuntamientos han sido las administraciones públicas que han sufrido las políticas de austeridad más agresivas e insolidarias.
De ahí que en estos momentos exista un consenso entre los partidos del cambio y candidaturas de confluencias en que derogar esa Ley es imprescindible para garantizar que los municipios sigan siendo la base de la movilización social y de la acción política, ya que los gobiernos municipales han constituido el principal instrumento de integración y cohesión social. La prestación de servicios básicos ha sido impulsora del desarrollo y de la mejora de la calidad de vida de las personas. Así lo aseguraron a Noticias Obreras tanto el coordinador de la Secretaría de Política Municipal del PSOE, Carlos Daniel Casares, como Mari Ángeles García, consejera ciudadana estatal y autonómica de Podemos. Ambos se muestran optimistas ante la experiencia de los nuevos gobiernos locales, que auguran una segunda transición en la escena de la política municipal, la de la acción política de cercanía y proximidad a los ciudadanos.
Nueva reforma local
La derogación de la LRSAL tendrá que dar como resultado la aprobación consensuada en el Parlamento de una Ley de Régimen Local que refuerce la autonomía local, que garantice un sistema de financiación estable y proporcional a unas competencias bien definidas de los entes locales y aquellas que, no siendo propias, previo convenio, puedan desarrollarse con garantías de control y transparencia de la gestión pública. Un consenso imprescindible para impulsar una nueva ley de Haciendas Locales que dote de estabilidad, rigor y recursos las competencias asumidas por las entidades locales, de forma coordinada con la de la financiación autonómica, definiendo con claridad la participación de las haciendas locales en los tributos del Estado (PIE) y en los de las Comunidades Autónomas (PICAs).
De ahí que a juicio de Casares y de la consejera de Podemos es tan importante que se constituya un Gobierno central que garantice la elaboración de ese marco jurídico y financiero imprescindibles para que los gobiernos municipales puedan desarrollar unas políticas que tengan en el centro a las personas, especialmente las más vulnerables y las que sufren la precariedad y la exclusión social.

Carlos Daniel Casares.
“Tras las elecciones de hace casi un año, a través de acuerdos con fuerzas de izquierda para la investidura de alcaldes o formando parte de la Junta de Gobierno, hemos recuperado gobiernos de muchos ayuntamientos”, indica el coordinador socialista, quien recuerda que el PSOE gobierna en 72 ciudades de más de 50.000 habitantes, mientras que el PP lo hace en 42 de ellas. “Por tanto hay un escenario favorable, con equipos municipales más pequeños, con una experiencia positiva en cuanto a la gestión municipal, y con unos problemas de endeudamiento que se pueden afrontar”, con la excepción de situaciones como la de Madrid, aunque en estos meses se haya reducido una parte de la deuda de más de seis mil millones de euros con la que se encontraron.
“Hay problemas importantes, pero en las grandes ciudades se ha dado un giro a las prioridades políticas con los nuevos equipos de gobierno, actuaciones que tienen que ver con políticas para rescatar a las personas”, señala Casares. “Si tú observas los presupuestos donde gobierna el PSOE, como los de Sevilla, Valladolid, Palma de Mallorca, Alicante, Elche… se han priorizado determinadas partidas para becas, comedores escolares, o medidas contra la pobreza energética… porque se ha dado primacía a programas a personas sin recursos”. Esto ha sido no sólo en los ayuntamientos con alcaldes y alcaldesas socialistas, sino también en aquellos con alcaldías de las confluencias, donde está Podemos o Izquierda Unida.
Aprobación de Presupuestos
Por tanto, el balance de este primer año de nuevos ayuntamientos es positivo, “no se advierten crisis de gobierno con importancia, y un ejemplo de ello es que los presupuestos municipales se han aprobado en tiempo y forma antes del 31 de diciembre en siete de cada diez de estos ayuntamientos”. No oculta que hay cierta hostilidad en los gobiernos municipales de Cádiz o Zaragoza, o en municipios asturianos, como Gijón, y que ha habido problemas en La Coruña, donde el Presupuesto se ha aprobado hace escasas fechas. El responsable socialista concluye señalando que el futuro a corto plazo está muy condicionado por la investidura del Gobierno de España, “porque en los grandes ayuntamientos estamos planteándonos entrar en sus gobiernos, como es el caso de Madrid, donde las relaciones son muy buenas con la alcaldesa Manuela Carmena, y en Barcelona, donde Ada Colau lleva ya tiempo lanzando mensaje a nuestro portavoz, Jaume Collboní, con el fin de consolidar un gobierno que en la actualidad es muy minoritario”.

Mari Ángeles García subraya que Podemos como tal no se presentó a las elecciones municipales, “porque era un partido que comenzaba a dar sus pasos, formado por gente que venía del mundo asociativo, desde diferentes sectores o colectivos, o de algún partido pequeño… y era muy difícil conformar equipos con personas que apenas se conocían, con sus inquietudes o ideología política”. Ello no ha sido obstáculo para que los nuevos gobiernos, con la presencia de nuevos concejales y concejalas en los ayuntamientos, haya supuesto un aire fresco en estas instituciones, “con una práctica política diferente, sobre todo por la puesta en marcha de la transparencia, que creemos que es una de las mejores medias para ir contra la corrupción, una práctica que era resultado de la inercia de que determinadas personas y partidos estén en el poder durante muchos años y creían no tener que dar cuenta de su gestión a la ciudadanía”.
Destaca la consejera de Podemos que ha sido muy positivo “el hecho de tener que sentarse a negociar, a dialogar, a ejercer la práctica de la cesión, que son actitudes imprescindibles para una nueva política, como la rendición de cuentas”. A su juicio esto ha contribuido “a despertar el interés de la ciudadanía para acercarse a los ayuntamientos, ver qué se decide, hacer propuestas, elevar peticiones o quejas… que antes no ocurría. Había una apatía porque no se sentía al político como alguien cercano, que te representara. Esto es especialmente notable en el caso de los pequeños municipios, donde la gente ve a sus representantes como ellos mismos, incluso porque se visten de otra manera a los políticos tradicionales, como la gente corriente que hace cosas extraordinarias”.
Una política diferente

Mari Ángeles García.
En las ciudades grandes, como en Cádiz o Madrid, se observa una diferencia muy grande en la manera de hacer política, cómo se negociaban los contratos, con la revisión de las concesiones y la dación de cuentas. “Algo que define a estas candidaturas es que han facilitado que la ciudadanía vea que su ayuntamiento es próximo y que le pertenece”, precisa. También que se ejercita con naturalidad el diálogo y la negociación entre partidos con sensibilidades semejantes, “que conduce a la necesidad de una nueva transición, una nueva democracia, porque esa práctica democrática tuvo su sentido y su validez en su momento, pero ahora es preciso profundizar la práctica política con nuevos actores”.
Mari Ángeles García asegura que en el ámbito municipal se le ha dado la vuelta a ese grito del 15-M de que “no nos representan”, y no oculta que “los cambios son lentos, porque hemos encontrado dificultades en el funcionamiento de las instituciones, para empezar porque no veníamos del mundo político institucional, por lo que ha habido problemas para encajar en el engranaje de las propias corporaciones, reproduciendo su inercia”. Y también “por hacer cosas diferentes, como ser mucho más inclusivas en determinados actos oficiales, que cuesta también ser entendida por la propia sociedad, como las mociones por la laicidad”.
En definitiva, un año de cambios en nuestros ayuntamientos que aguardan que se despeje el escenario nacional para seguir desarrollando las políticas de cercanía que precisan los vecinos y vecinas, y que reclaman a quienes tienen al lado, en sus salones de Pleno, en sus despachos y, sobre todo, en las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades. Un futuro que pasa también por consolidar el papel de la FEMP (Federación Española de Municipios y Provincias), con una nueva composición provocada por los cambios de gobierno local, y su presencia o no en el Consejo de Política Fiscal y Financiera para alzar una voz sobre la financiación.
Abr 13, 2016 | Articulos, Gente del 64
A Uxue Barkos Berruezo (Pamplona, 5 de julio de 1964) siempre la he incluido entre esos compañeros de generación a los que nos unen muchos puntos en común. En su caso, al ejercicio del periodismo y la política hay que sumar que somos los primogénitos de nuestras respectivas familias numerosas y que hemos mamado la política en casa, como ella reconoce a lo largo de esta entrevista. Un diálogo fruto de un encuentro que tuvo lugar hace unos meses en un hotel de la Plaza de las Cortes, en Madrid, junto al Congreso de los Diputados, en una soleada mañana en la que iba a celebrarse uno de los grandes debates políticos del año. Uxue desborda energía por todos los poros, una energía que le llevó a una arriesgada apuesta desde su cómoda corresponsalía de la televisión pública vasca en la capital del Reino a jugar un papel en la política vasco-navarra como diputada de la mano de una coalición de partidos nacionalistas que marcaron distancia con la violencia de ETA. Y una energía que le conduce a luchar desde hace tres años contra el cáncer de la mano de su marido, y ante las miradas de su madre y de su hijo Xabier. (más…)
Abr 2, 2016 | Articulos
Cuando uno llega a aceptar que una oración, tres palabras, un sentimiento de agravio… el Agua para todos, es capaz de resumir dos décadas de dominio hegemónico del Partido Popular en la Región de Murcia, entiende lo que sucedió el pasado 17 de marzo en el Ayuntamiento de Murcia.
Una convocatoria del Cabildo Superior de Cofradías, respaldada por el PP, en protesta por una moción presentada por el grupo Cambiemos, congregó a más de un millar de personas por el «derecho a nuestra libertad religiosa, tradiciones y cultura», según rezaba la pancarta esgrimida en la Glorieta.
Pero sobre todo lo que unió a quienes gritaron e insultaron a los concejales de la izquierda del Consistorio fue la presunta agresión contra la Semana Santa murciana. La excusa fue una iniciativa que en principio sólo afectaba a los concejales y concejalas del Ayuntamiento de la capital: que Murcia se sumara a la Red de Municipios por un estado laico. Pero cuando afloran las vísceras, de nada vale la razón. Y en nuestro país, y especialmente en nuestra Región de Murcia, sobran los ejemplos.
La oportunidad de abrir un debate en vísperas del Viernes de Dolores sobre la no confesionalidad del Estado, que recoge el artículo 16.3 de la Constitución, en su aplicación concreta en determinadas actividades relacionadas con la gestión de los asuntos públicos, no parecía la más adecuada. Máxime cuando se presentó la iniciativa sin consultar si quiera con el resto de grupos políticos que tenían que suscribirla o no. Llevar adelante esta propuesta respondía más al deseo de querer retratar a algunos partidos políticos a los que disputa su espacio este movimiento político. Un deseo legítimo, como también el promover un debate sobre la laicidad que, desgraciadamente, en nuestro país casi siempre se queda limitado a los planteamientos fundamentalistas a uno y otro lado.
En el ámbito de la izquierda española, sobre todo en décadas pasadas (aunque, lamentablemente, aún perdura entre mucha gente), se ha entendido la religión como “asunto privado”. En efecto, la adopción de una interpretación de la vida y/o de una determinada orientación ética corresponde a la persona, a nadie más, en el ejercicio del derecho fundamental a su libertad de conciencia y religiosa.
Pero no podemos obviar, sin embargo, que lo religioso es también asunto público, y por tanto, político. Es tema de Estado, porque a éste corresponde garantizar el ejercicio del derecho de libertad de conciencia y religiosa, de acuerdo con la Constitución y las leyes. Pero su significación política no se agota ahí.
Lo religioso es un hecho social que configura nuestras sociedades. Incide en la socialización y producción de los valores y desempeña un significativo papel en la construcción de identidades sociales y hegemonías culturales. Es una variable que incide de forma diversa en el comportamiento cívico y político de los ciudadanos y en la articulación de las mayorías sociales. Es cauce de organización y expresión de la sociedad civil y actor de la deliberación pública de las sociedades democráticas. Así lo hemos planteado, por ejemplo, desde el Grupo Federal de Cristianos Socialistas, en las aportaciones que hemos hecho ante los últimos congresos del PSOE, la Conferencia política o en las aportaciones para los últimos programas electorales.
Con todo, el rasgo cualitativo más destacado es la secularización de la sociedad. Asistimos a un continuado descenso de la práctica religiosa y los ritos sacramentales en las generaciones adultas y, de forma mayoritaria, en los jóvenes. Los matrimonios civiles superan a los religiosos. También se ha producido una transformación de la religiosidad, más autocentrada y a la carta. Se ha producido un notable incremento de la diversidad con musulmanes, evangélicos, ortodoxos, budistas, etc. Persiste el arraigo cultural de la religiosidad popular y un relevante tejido asociativo.
Estas transformaciones sociales presentan nuevas encrucijadas a nuestras democracias. Frente a quienes responden con menos democracia o menos derechos, muchos hemos creído que la mejor alternativa es más y mejor ciudadanía, más y mejor democracia, más y mejor laicidad. Una ciudadanía con igualdad de derechos, sin lugar para la discriminación por razón de convicción; una democracia inclusiva de la diversidad de identidades, generadora de valores compartidos y cohesión social; una laicidad incluyente, como garantía de convivencia en igualdad y en libertad.
La democracia y la religión no son incompatibles. La democracia proporciona el mejor marco a la libertad de conciencia, al ejercicio de la fe y el pluralismo de las religiones, evitando así derivas fundamentalistas; por su parte, la religión es un complemento valioso de la sociedad democrática por su contribución a la producción moral, a la solidaridad social y a la expresión cultural. Así lo entendemos quienes participamos en un compromiso público que tiene su origen en nuestra formación como cristianos más o menos adultos. Desde ámbitos de los movimientos apostólicos de la Acción Católica o de otro tipo de asociaciones de fieles o vinculados a parroquias o congregaciones religiosas, donde hemos educado nuestra fe en comunión con otras personas.
El pluralismo ético y religioso plantea retos a los que una política de largo alcance debe ofrecer respuestas. La política no puede desentenderse sobre las condiciones culturales que vigorizan el sistema democrático. No hay democracia fuerte sin ciudadanía activa. La democracia precisa de ciudadanas y ciudadanos que quieran colaborar activamente en la construcción de la vida colectiva y el bien común. Frente al quietismo, al cortoplacismo y al privatismo, contando con la aportación de todos los actores sociales, también de personas y grupos religiosos, debemos activar la responsabilidad pública en la generación de un marco compartido de valores de ciudadanía. No nos podemos permitir la dejación del Estado en una tarea tan esencial como la socialización en los valores ciudadanos que fortalecen la democracia. La educación para la ciudadanía democrática es una apuesta crucial e irrenunciable.
Por tanto, en el ámbito del PSOE hemos entendido que la nueva realidad social exige un nuevo marco de interpretación política de la cuestión religiosa. El eje clericalismo-anticlericalismo o la cuestión Estado e Iglesia católica ha dejado paso al eje de la libertad de conciencia y religiosa como derecho de ciudadanía: convicciones diversas, ciudadanos iguales.
Es en este debate en el que muchos estamos embarcados. Un debate sereno, sin cortedad de miras. Sin prejuicios. Sin posiciones inamovibles. Con afecto. Con respeto y, sobre todo, con una mirada abierta por encima de tradiciones pasadas, de historias de sobresaltos y de posiciones dogmáticas en las que la siglas juegan un papel determinante.
Mar 17, 2016 | Articulos, Mis lecturas
El periodista Xavier Aldekoa compartió un día, con otro periodista -en este caso, el autor del texto que nos ocupa-, que los medios de comunicación tomaban decisiones, publicaban noticias, a partir de dos parámetros: lo influyente y lo importante. Se refería a África, en el sentido de que lo influyente cabía en las páginas de los periódicos. Lo importante, no siempre. (más…)
Feb 21, 2016 | Articulos
Ha querido el destino -o no- que la conmemoración de los 50 años de vida de la comunidad parroquial de San José Obrero coincida con la marcha de otra comunidad, en este caso la que formaban las hermanas Concepcionistas Franciscanas –las monjas encerrás– en el Monasterio del Sagrado Corazón de la carretera, junto al Asilo de Ancianos y cerca del antiguo Matadero. Y esa casualidad me permite volver la vista atrás para escarbar en la memoria todo aquello que me vincula a ambas comunidades, todo aquello que ha formado parte de mi vida. Esto es, de mi historia personal cuando no hace mucho que traspasé también esa cifra mágica de las bodas de oro del nacimiento.
Siempre he pensado que las cosas no suceden por casualidad. Máxime si le sumamos una afición por buscar las combinaciones mágicas que ofrecen los números, las fechas, las conmemoraciones. Quienes formamos parte de la generación del 64 sabemos que ese año es singular, aunque sólo sea por el hecho de que es en el que vinimos a este mundo. Es el de los XXV Años de Paz del glorioso alzamiento nacional, aunque para muchos fuese la paz de los cementerios, y uno de los más prolíficos de la historia demográfica española. Y para lo que nos ocupa, es el año de la erección canónica de la Parroquia de San José Artesano, como recogía el Boletín del Obispado, y del comienzo de las obras de construcción, una obra colectiva en la que colaboraron muchos vecinos del barrio de la Estación.

Imagen de la colocación de la primera piedra de la Parroquia de San José Obrero. En primer plano, el sacerdote Joaquín Martínez Guillamón, que dirigió las obras desde sus inicios , junto a Pascual Rodríguez en el momento de firmar. Detrás, Eladio Ortega, que también rubricó la documentación depositada en este acto, y a la derecha de la imagen, Pascual Chinchilla. (FOTOGRAFÍA: FAMILIA DE ELADIO ORTEGA ORTEGA).
Mis primeros recuerdos de San José se remontan a finales de esos años 60 del siglo pasado, que entonces era Artesano, que no Obrero, porque entonces los obreros no eran tales, sino productores. Menos mal que el Día del Trabajo o Fiesta de San José Obrero se celebraba el 1 de mayo gracias a que Pío XII lo instituyó en 1955, puesto que en la nacional-católica España era el 18 de julio cuando se conmemoraba la festividad de la Exaltación del Trabajo. Recuerdo ir de la mano con mi abuela Josefa a las misas de don Pedro, en las que mi tío Vicente (cinco años mayor que yo) hacía de monaguillo. Era un templo aún sin finalizar, frío, con un edificio anexo de viviendas a medio construir. Esa frialdad que yo percibía no le impedía a mi abuela y a su amiga Jose la del horno echar unas cabezadicas durante la predicación. Mi abuela vivía en la casa que había hecho su marido Juan frente a esa impresionante esquina que tenía una palabra muy rara en su inmenso chaflán: COMED. Un día alguien me explicó que aquella nave abandonada y cerrada había albergado un día la Cooperativa Obrera de Muebles Esteban Díaz, y las siglas obedecían a ello.
Es cierto que esos primeros años de mi infancia aún no vivíamos en Yecla, puesto que mis padres tuvieron que salir del pueblo en busca de oportunidades laborales y habíamos recalado como muchos cientos de yeclanos en la provincia de Alicante, en Ibi, primero, y en Dolores, más tarde. Pero recuerdo la imagen de la torre de San José, el recuento de toques de la campana los domingos por la mañana para avisarle a mi abuela si era el primero o el segundo… y poder llegar a tiempo a la iglesia. También que mis padres se acercaban a tener reuniones, algunas muy raras, como aquellas de septiembre de 1975 cuando la tele decía que unos hombres muy malos habían sido fusilados porque eran eso, muy malos, malísimos. Y que entraba por un callejón muy estrecho para subir por una escalera muy empinada y acompañar a mi primo José Manuel a una reunión muy divertida los domingos por la mañana con los lobatos, que eran los scouts más pequeños.
En el verano de 1977 llegué a vivir a Yecla, junto a mis padres y mis hermanos Pablo y Esther. Y resulta que nos vinimos a vivir en la calle de abajo de San José, detrás de la Casa-Cuartel de la Guardia Civil. Si ya era mi parroquia porque mi abuela era feligresa… pues ahora pasaríamos a ser nosotros también miembros. Al año siguiente, durante la Vigilia Pascual, bautizamos al benjamín de la casa, Abraham, y ya no dejé de asociar los principales acontecimientos de mi vida a las paredes del templo, a sus locales, en los que fui catequista, educador del Movimiento Junior, miembro de la Comunidad Juvenil…
Crecí en la fe bajo la mirada de la imagen de ese simpático y temeroso San José de madera. Pasé de la infancia a la adolescencia y a la juventud acompañado por los sacerdotes que atendieron a sus feligreses, bien fueran vecinos del barrio de la Estación o aquellos otros atraídos por una pastoral social y con los pies sobre el terreno. Del recuerdo de don Pedro, pasé al de los curas obreros Antonio Sicilia, que trabajó en la fábrica de mi tío Juan; Pepe Saorín, fontanero; Mateo Clares, técnico en electrónica, y Pepe Carrasco, profesor del instituto. Fueron muchas horas, muchos días, muchas vacaciones, muchas jornadas… las vividas entre sus paredes o en actividades que salían organizadas de ellas: campamentos, convivencias, charlas… O celebraciones de oración, que compartíamos con unas feligresas muy especiales: unas monjas que vivían en un convento en la carretera, cerca del asilo de ancianos, y junto a una guardería a la que ellas hacían la comida. Pero esos recuerdos los dejo para otro momento.
San José ha sido mi segunda familia. En la que crecí en la fe los domingos por la tarde en las reuniones de la comunidad juvenil con Erika Wust, Ceci, José Luis y Juan Luis, mi primo José Manuel, Ernesto, Carmencica, Pilar, Loli, Alicia, Conchi Centenero, María del Mar, Sole, Fini… En la que canté en innumerables celebraciones y pregoné en la Vigilia Pascual o en las Misas de Gallo. En la que festejé las bodas de plata de mis padres, la confirmación de Pablo, su ordenación sacerdotal… y su funeral, como había vivido el de mi padre cinco meses antes. Celebré la vida y la muerte, que es también vida. En definitiva, sentí que la fe se saborea y se goza en comunidad, junto a los otros. Y que un templo es mucho más que sus paredes, su altar, su capilla o sus locales. Es esa familia que siempre está ahí, como sigue estando San José, en la calle de arriba, junto al solar del antiguo cuartel, cerca de la Estación.
Ene 24, 2016 | Articulos, Mis lecturas
En el comienzo del Año de la Misericordia nos llega La misericordia de Dios en tiempo de crisis, un pequeño regalo en forma de librito con meditaciones bíblicas en torno a misericordia como la mayor expresión de la pedagogía amorosa de Dios.
Su autor es Cristóbal Sevilla un sacerdote murciano, profesor de Teología Bíblica del Antiguo Testamento y Lectio divina, que nos invita a un recorrido en torno a la misericordia a partir de una lectura canónica de la Biblia, desde un supuesto claro: escuchar el sufrimiento del otro es el principio de misericordia.
Lo hace el autor a partir de una experiencia personal que a muchos lleva a afirmar en numerosas ocasiones que cuando nos encontramos con el Dios que aparece en la Biblia como “compasivo y misericordioso” nos parece que no es más una ilusión para dar consuelo. Nada más lejos de la realidad.
La propuesta de ese camino arranca en el primer capítulo con la misericordia en el desierto del éxodo. Experiencia del desierto, lugar de prueba, lugar de encuentro. En el contexto del éxodo y del desierto es donde tenemos que buscar el origen del encuentro con el Dios misericordioso. Nuestra vida es un desierto sin camino trazado. El Dios de la misericordia no es siempre un dios cómodo y adaptable, y debemos ser conscientes de la conversión del corazón que implica acceder a él. La misericordia no es un sentimiento momentáneo, sino un estado permanente que nace del amor, y por eso tiene una pedagogía para mantenerse en el tiempo. En el libro del Deuteronomio podemos encontrar muchas de estas reflexiones.
Cristóbal Sevilla es un apasionado del profeta Oseas, y a la experiencia interior que refleja en sus textos dedica el capítulo segundo, que titula al igual que el libro: La misericordia en tiempo de crisis. Compasión de Dios en Oseas que recuerda el desierto del éxodo con un lenguaje vivo e imaginativo. Amor apasionado que proviene de lo más íntimo, hecho de ternura y compasión, de perdón sincero, siempre dispuesto a acoger y a seguir educando a su pueblo.
“Quiero misericordia y no sacrificio;
conocimiento de Dios, más que holocaustos” (Os 6,6)
El corazón en la Biblia es el órgano donde se localizan no solo el sentimiento y los afectos, sino también la razón y la toma de decisiones. Y las meditaciones tienen presente a los profetas Jonás, Jeremías, Ezequiel… Misericordia y compasión del padre que ve venir a su hijo pródigo, que lleva a la consolación del profeta Isaías, llamado por Dios para consolar a su pueblo preparándole un camino en el desierto, no de arena, sino de la lejanía de Dios experimentada durante el exilio babilónico.
A la oración como encuentro con la misericordia divina se refiere el tercer capítulo, oración como diálogo de amor que nos abre a la misericordia divina como fruto de su amor, y en ella captamos su presencia y nos dejamos guiar por su pedagogía amorosa. Lo vemos en el Libro de los Salmos. O en el Libro de Job, modelo de paciencia bajo la misericordia divina.
Llegamos al Nuevo Testamento, en el capítulo IV del texto, en el que se nos habla de la misericordia de Dios en Jesús (pág. 93). Experiencia humana de la misericordia, puesto que Jesús la expresa por un corazón humano y es adquirida a través de las experiencias dolorosas de la vida humana. Misericordia en la predicación y en los sentimientos expresados en las relaciones familiares. Reflejo en las parábolas de la oveja perdida y la moneda perdida y la del hijo pródigo, que en realidad es la parábola de los dos hijos perdidos. Parábola del samaritano y referencias a las obras de misericordia, por la que seremos juzgados.
El último de los capítulos, el quinto, nos señala a la misericordia en el tiempo de la Iglesia. Es llamad a habitar los desiertos de este mundo con misericordia, hablando y actuando según la ley de la libertad que ha recibido. Carta de Santiago. Obras de misericordia. Nuestra crisis de fe es crisis de misericordia, de hablar y obrar con misericordia, con todo nuestro corazón, con todo nuestro ser, es decir, con autenticidad evangélica. Es la imagen que podemos visualizar de una Iglesia con alas de misericordia para ir al desierto.
Un bello y sugerente texto el de Cristóbal Sevilla que cierra con Lucas 6, 36-38:
“Sed misericordioso, como vuestro Padre es
Misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados;
no condenéis, y no seréis condenados; perdonad,
y seréis perdonados; dad, y se os dará; os verterán
en vuestro seno una medida generosa, colmada,
remecida, rebosante, pues con la medida con que
midiereis se os medirá a vosotros”.
Jesús nos pide que nuestra capacidad de misericordia sea también colmada, sin borde que establezca la medida.
Sevilla, Cristóbal
La misericordia de Dios en tiempo de crisis
Verbo Divino
Estella (Navarra), 2015
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Una versión más breve de este artículo ha sido publicado en el número de febrero de la revista Noticias Obreras, editada por la HOAC.
Ene 1, 2016 | Articulos
Alguno de los mejores momentos que he vivido en los últimos tiempos tiene que ver con las horas en las que me he sumergido en la serie televisiva Borgen, una producción que cuenta las interioridades de la política danesa a través de Birgitte Nyborg, quien se convierte en la primera mujer en llegar al cargo de Primer Ministro de Dinamarca. «Borgen» es el término coloquial con el que se conoce al Palacio de Christiansborg, sede de los tres poderes del estado y oficina del Primer Ministro. (más…)
Jul 13, 2015 | Articulos
En las pasadas navidades, Jorge Bergoglio volvió a sorprendernos con una de las originales intervenciones a las que nos tiene gratamente acostumbrados desde el inicio de su pontificado. En una audiencia con las personas que trabajan en el Vaticano no quiso dejar pasar la oportunidad de reflexionar acerca de las enfermedades de la Curia, que a efectos nuestros, de los comunes mortales que sobrevivimos a diario, podemos encontrar en cualquiera de nuestras organizaciones. Sea una empresa privada, una Administración pública, un partido político, un sindicato, una asociación de madres y padres o un colectivo cualquiera, bien de carácter altruista o con intereses más egoístas.
Siempre he estado muy interesado en conocer los entresijos de las organizaciones donde he desarrollado mi vida profesional. Por ello, no puedo por menos que considerar que Francisco clavó el diagnóstico de esas enfermedades, no sólo restringidas a una empresa con tantos trienios como es la Iglesia católica -que también conozco, por haber desempeñado tareas en ella- sino a prácticamente a cualquier grupo humano con una mínima estructura organizativa. El papa argentino, por tanto, podría añadir a sus competencias espirituales las que poseen algunos de nuestros más avezados consultores de gestión pública o asesores de recursos humanos.
La “patología del poder” o del complejo de los elegidos es la primera de ellas. La padecen aquellos que se consideran superiores a los demás y no al servicio de todos. Esto es tristemente una realidad, y además, dolorosa, cuando hablamos de organizaciones que, en teoría, están para resolver los problemas de la gente. Sus dirigentes, sin embargo, se sienten por encima del bien y del mal. Aunque tiene remedio: que visiten los cementerios y comprueben cuántos se han sentido inmortales, inmunes e indispensables. Un baño de realidad.
La segunda enfermedad es la del activismo desmedido, la excesiva laboriosidad de quienes se resisten a pasar tiempo con su pareja, con los hijos, y que no respetan ni las vacaciones para evitar el estrés y la agitación. Le sigue la del endurecimiento mental y espiritual, que practican quienes tienen un corazón de piedra y se esconden tras los papeles y la gestión, pierden la sensibilidad humana, la capacidad de amar al prójimo, esto es, de tener presente al otro. En las Administraciones públicas es habitual encontrar a gestores que han perdido el norte de que todo su trabajo y actividad deben de estar al servicio de la ciudadanía.
La excesiva planificación y funcionalidad es la cuarta de las enfermedades, que sólo se puede combatir con frescura, fantasía y novedad. Es lo que llamamos «procesos de innovación» imprescindibles para renovar nuestras organizaciones. Tratamiento que se puede aplicar también a la dolencia de la mala coordinación, la quinta, con un necesario espíritu de gestión de equipos para combatirla.
Bergoglio habla también del «Alzhéimer espiritual», refiriéndose a quienes han perdido la memoria del encuentro con Jesucristo. En nuestra sociedad civil podríamos hablar del Alzhéimer ciudadano, o la pérdida del sentido de dónde alimentamos nuestras motivaciones para prestar un servicio a la ciudadanía. El abandono de los valores éticos, de las razones morales por las que hacemos las cosas. Y la séptima enfermedad es la de la rivalidad y la vanagloria, practicada por quienes quieren estar en poder al precio que sea, y ese se convierte en el objetivo a conseguir. Las luchas internas e intestinas en el seno de las organizaciones es reflejo de lo que hablamos.
La octava de las enfermedades es la de la «esquizofrenia espiritual», que en el mundo de las organizaciones civiles podríamos definirla como la de la doble vida de quienes defienden unos valores pero practican otros. O de quienes, por ejemplo, están empeñados en imponer políticas de sacrificios a los más débiles, mientras ellos disfrutan de los privilegios del sistema, y las justifican porque van a ser buenas para todos. Le sigue otra enfermedad muy practicada en nuestros colectivos e instituciones: la afición a criticar y cotillear. Cuánto tiempo, energías y esfuerzos dedicamos a poner a parir al otro, sobre todo para esconder nuestra incapacidad de asumir responsabilidades y de coger el toro por los cuernos de las decisiones que tenemos que tomar.
Por no hablar de la décima enfermedad, que es la de divinizar a los jefes, un peloteo vital que los mediocres utilizan para garantizar su ascenso social, pensando sólo en lo que se puede obtener y no en lo que se debe ofrecer. Y la enfermedad once es la indiferencia a los demás, que está unida a los celos, cuando sólo se piensa en uno mismo. Dolencia grave que marca la actitud en la que nos desenvolvemos a diario.
Una de las últimas enfermedades es de las más habituales que podemos encontrar en quienes dirigen nuestras organizaciones. Se trata de la cara fúnebre que hallamos como actitud vital de quienes tendrían que liderar los equipos, colectivos e instituciones desde la amabilidad, la serenidad y el entusiasmo. Y sobre todo, con humor y alegría. Cómo cambiaría el clima de trabajo con personas alegres y divertidas al frente de los departamentos de nuestras empresas y colectivos.
La acumulación de bienes materiales, esto es, ganar dinero al precio que sea, y el aprovechamiento mundano, de los exhibicionistas, los que trasforman su servicio en poder, y su poder en mercancía para obtener ganancias mundanas o más poder, cierran este particular elenco de patologías sociales a las que aún se pueden sumar algunas más. Lo interesante es conocerlas para poder combatirlas. Y en eso, Bergoglio nos ha permitido ponerlas sobre la mesa sin temor. Como un coach podría hacerlo en un proceso de cambio.
Mar 19, 2015 | Articulos, Mis lecturas
“La fragilidad de la vida nos hace percibir la realidad como amenaza, sentimos que puede ocurrir algo que nos haga sufrir y nos deje un inmenso vacío y desesperanza. El transcurrir del tiempo se convierte en el aliado por excelencia de la fragilidad, a medida que vamos viviendo, vamos experimentando lo quebradizo de la vida. No es de extrañar la facilidad con que pasamos de la ilusión, la esperanza y la euforia, a la decepción, la frustración y la tristeza”.
De estas palabras recogidas en el prólogo ya se desprende que la experiencia vital de su autor es la que ha alimentado la necesidad de reflejar en una obra literaria, aunque pequeña de extensión, todo lo que bulle en el corazón de este sacerdote, activista, compañero, amigo… de mil batallas personales, implicado y complicado en los pequeños mundos humanos que se mueven en su tierra, la Región de Murcia.
De la sensibilidad literaria de Joaquín Sánchez ya conocíamos algunas muestras con otras publicaciones, alguna de las cuales recapitulaban innumerables artículos periodísticos. En esta ocasión nos quedamos con un retrato del presente más cercano. Un retrato novelado en torno a una familia y sus opciones personales y de militancia en diversos campos. Desde el periodismo comprometido venido a menos (en el caso del padre), al de la educación de personas adultas (Marta, la madre), al de Alejandro, el hijo mayor (en el tercer sector). Y aliñado de una parte de la realidad de los dos hijos adolescentes, espectadores de las vidas de sus padres y hermano, así como actor secundario del profesor, otro de los personajes reflejados en estas historias de vida.
De fácil lectura y diálogos ágiles, la historia que construye Joaquín Sánchez es una sucesión de fotografías en las que el lector se puede identificar fácilmente, puesto que recogen retazos de la situación social y política de cualquiera de nuestras ciudades y pueblos. Acompañadas, eso sí, de una particular visión y opción por las personas más vulnerables, las empobrecidas por este sistema injusto. Con una elección muy clara. Aquí no hay medias tintas. Hay una apuesta muy clara por vivir la vida de una manera concreta.
El lector podrá encontrar escenas, situaciones, vivencias, diálogos, personajes… que tienen que ver con todo lo que le rodea. Desde la fragilidad de la vida marcada por la incertidumbre que preside la precariedad de la existencia de un puesto de trabajo, hasta la dura realidad de enfrentarse a la enfermedad, que golpea cuando menos te lo espera. O la carencia de recursos económicos ante las situaciones de necesidad frente al mundo de la exclusión. O la simple instantaneidad del día a día de nuestros jóvenes y adolescentes. Con un final abierto y con el aliño de la especial sensibilidad que Joaquín Sánchez destila en todo lo que crea. Sentimiento, cariño, respeto, amor, sensibilidad… Como aseguró un buen amigo del autor y profesor universitario, José Mª Jiménez, “una vez más, desde su rotunda fragilidad, Joaquín ennoblece todo lo que toca”.
Mar 8, 2015 | Articulos
Hace más de veinte años, un cura de ojos vivos y mirada ocurrente me contaba que uno de los rasgos que caracterizan a sus compañeros de profesión es que se embarcan en actividades y proyectos tan personales que difícilmente pueden traspasar a otros. “A mi hijico que no me lo críe nadie” resumía, expresando ese individualismo extensible al de otras profesiones, como la política. Si además le añadimos que en este último caso las decisiones que alguien adopta afectan a la actividad laboral, profesional y vital de muchas personas, el camino está abierto. Eso es algo de lo que caracteriza a Ramón Luis Valcárcel.
¿Alguien había pensado que había dejado las riendas del Gobierno regional a no sé quién? ¿Que la marcha a Bruselas era un noble gesto para dar paso a otros? ¿Que estaba dispuesto a hacer tabla rasa en el presente y en el futuro político de esta Región? No. Solo estábamos hablando de practicar la mini semana europea en la capital comunitaria, porque siempre ha mantenido, de una manera más o menos visible, y había trasladado a los suyos desde hace tiempo la afirmación de que su legado lo decidía él. Y lo había resuelto hace ya mucho tiempo. Su sucesión ha quedado cerrada, atada y bien atada. Como el Caudillo lo hizo entonces con el Príncipe borbón, el presidente lo ha hecho con la joven promesa alimentada en Puerto Lumbreras, protegida con mimos paternales desde sus tiempos de becario en San Esteban.
Quien conoce a Valcárcel sabe que sus palabras tienen un valor relativo. Lo que cuenta son sus tripas, sus gestos, sus impulsos, sus decisiones. La pura visceralidad, esa que le ha llevado a convertirse en la mano que todo lo da (por tanto, también la que todo lo quita) y que durante casi veinte años ha dirigido los destinos visibles de mucha gente a través del desembarco en las instituciones políticas y administrativas del antiguo Reino de Murcia. De este territorio profundo, caciquil, anclado en tradiciones y que precisa de un peón necesario para que la partida de ajedrez la sigan jugando quienes ostentan desde hace siglos esos apellidos familiares que Rodríguez Llopis describe magistralmente en su “Historia General de Murcia”.
Bien es verdad que para influir o liderar en un grupo humano es necesario, en primer lugar, conocerlo en profundidad. Saber lo que espera cada uno de sus miembros. Lo que quiere. Lo que está dispuesto a renunciar. Si encima encuentra aliados en una y otra parte, el camino está despejado, como ha sucedido. Una parte de la sociedad precisada en encontrar algún rasgo de identidad. Sumisa, dispuesta a ser engañada. Otra, ausente en la toma de decisiones y preocupada en salir adelante al margen de cauces institucionales. Y una oposición, desgraciadamente, empeñada durante estos años en personalismos y luchas internas, cuando no en purismos ausentes de un proyecto colectivo.

Sabiote, en La Opinión de Murcia (09/03/2015)
Las piezas políticas en este rompecabezas van encajando. Un sucesor alimentado desde la cuna, con un supuesto halo de buen gestor que alguien tendrá que explicar algún día. Envuelto en innumerables asuntos judiciales. El penúltimo, salvado in extremis a punto de agotarse el tiempo de la designación y aún pendiente de otro que tiene muy mala pinta para él. Un candidato a la alcaldía de la capital que ve cumplidas sus ansias con el alimento para un ego que desborda los límites del término municipal. Un alcaldable que vivió el boom inmobililario de cuando nos creíamos ricos al frente del Rectorado de la Universidad de Murcia y que, lamentablemente para él, poco pudo lucir como consejero de Obras Públicas, porque las rotondas las inauguró Joaquín Bascuñana, su antecesor (experto en espectáculos en rotondas, precisamente). Pero sí supo rodearse de una verdadera corte de lacayos que trabajaron para mayor gloria de su ego. Vacío de contenido, eso sí, pero más que suficiente para ser el escudero fiel del faro que nos ha guiado estos cuatro lustros.
Todo ello aderezado de un partido que dice amén a ese líder mesiánico. Con un supuesto recambio generacional formado por una camada de jóvenes -y no tan jóvenes- cachorros que no conoce otra nómina que no sea la de las instituciones, sin oficio ni beneficio al margen del cargo. Y lo que es más grave: sin proyecto a corto o medio plazo. Porque, ¿puede alguien pensar que después de veinte años hay algo nuevo bajo el sol de esta Región y de sus municipios? ¿Puede aportar algún proyecto diferente de gobierno de la Comunidad y de sus pueblos y ciudades quien los ha esquilmado y los ha puesto al servicio de los que de verdad mueven los hilos en esta tierra?
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