May 16, 2014 | Al cabo de la calle, Articulos
Dieciséis años después, que ya son años, he vuelto como alumno a las aulas de una Universidad. Se trataba de esa asignatura pendiente que tenemos algunos de los que pisamos un día una facultad. El escenario es similar al que encontraba un chico de provincias en aquellas frías clases de comienzos de los 80. Miguel Ríos cantaba entonces para el PSOE el Himno de la Alegría en el Paraninfo de la Ciudad Universitaria, rodeado de ilusiones y esperanzas de un cambio que dicen que llegó, pero que se esfumó por la puerta de atrás. Hoy el cantante granadino sigue erre con erre pero con más canas, igual sonrisa profidén y algo entrado en años. (más…)
Dic 14, 2013 | Al cabo de la calle, Articulos
Una de las mayores dificultades que tenemos el común de los mortales en la vida es la de no aterrizar en nuestros proyectos personales. Esto es, en no concretar las metas que nos disponemos a atravesar, las etapas para llevar a cabo nuestros propósitos y los medios posibles que nos permiten cumplir los objetivos. Y todo ello por algo tan sencillo como es el hecho de confundir el deseo que aspiramos con la voluntad de querer alcanzarlo. El deseo entra en el mundo de la fantasía, en el de las construcciones mentales que nos permiten dar gusto y placer a la parte más intelectual de nuestro ser. La voluntad, por el contrario, se presenta en el plano accesible y palpable de lo que se puede lograr o alcanzar. Es el ejercicio consciente que hace posible dar pasos poco a poco, sin quimeras inalcanzables, midiendo muy bien los tiempos, los esfuerzos, las posibilidades de errar y los recovecos hacia los que dirigir la mirada en el caso de que las cosas no salgan como estaban previstas.
Todo esto viene a cuento porque solemos emplear una estrategia en la manera de comportarnos que no conduce a casi ninguna salida. Es la estrategia llamada por algunos expertos como “gel”. Palabra cuyas siglas responden a “generalización”, “exageración” y “limitación”. Vayamos por partes. ¿No les ha pasado a ustedes que ante una adversidad tienen a considerarla como algo que afecta a todos los humanos, en todas las situaciones y frente a todas las circunstancias? Por ejemplo, frases como la de “todos los políticos son unos ladrones” no hacen justicia al hecho de que conozcamos algún caso de corrupción. A partir de un incidente, o incluso de algunos, convertimos en general unas situación particular. Estamos… generalizando.
En otras ocasiones nos situamos ante circunstancias contrarias a nuestros propósitos y una de nuestras reacciones más primarias es la de exagerar lo que sucede. Establecemos un paralelismo entre esa realidad puntual y momentánea con la extensión de todo lo que acontece a nuestro alrededor. De tal manera que nos salen expresiones como las de “es que nadie me escucha” o “es que nadie me entiende”, cuando en realidad tendríamos que circunscribirla a esa persona con nombre y apellidos que no nos dice lo que nosotros esperamos de ella. O esa otra que ya está cansada de nuestros “malos rollos”, y nosotros seguimos erre con erre con la afirmación de que “no hay nadie que me quiera un poco”.
Por si generalizar y exagerar no fuera suficiente, otro de los malos hábitos que desarrollamos en las relaciones humanas es el de negativizar todo escenario que se precie. Esto es, enlucir con una cera negra y espesa cualquier ámbito en el que nos desenvolvemos. Se trata de limitar cualquier posibilidad o circunstancia siempre en la alternativa más oscura. Seguro que usted conoce a más una persona que está afectada por el virus del pesimismo. La inoculación a algunos les llegó en el propio vientre de su madre y aún no han descubierto que hay vacunas y antibióticos para combatirlo. Estas personas se encuentran tan limitadas que desconocen las oportunidades que la vida les tiene reservadas, porque emanan negatividad allá donde vayan. Todos conocemos a gentes de estas características, y más pronto que tarde tendemos a huir de ellas por temor a contagiarnos. Incluso, en ocasiones, y por prescripción facultativa, tenemos que mantenernos alejados.
De lo que se trata, en definitiva, es de poner en marcha esa serie de mecanismos que nos permiten delimitar claramente cuál es nuestro plan de vida, nuestro proyecto personal, y sacar a flote los instrumentos que van a ponerlo en práctica. Instrumentos que deben tener en cuenta, de manera primordial, a la voluntad, frente a su principal enemiga: la pereza. Sí, sí, así como suena. Somos muy vagos a la hora de afrontar en serio nuestra vida. Somos tentados en mil y una ocasiones, porque tomar en consideración de una manera responsable un proyecto no es sencillo. Pero resulta que una vez iniciado ya no hay fuerza que pueda con él. Eso sí, siempre y cuando la mirada la tengamos puesta al frente y los cantos de sirena nos suenen a lo lejos cada vez más.
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Publicado el 20 de junio de 2002
Dic 13, 2013 | Al cabo de la calle, Articulos
…por las que dejo de fumar
Con este título publiqué el 23 de marzo de 2001 una declaración pública de abandono del tabaco. Lo hice animado por un texto similar de Terence Moix. El de hace más de doce años fue uno de los muchos intentos que he realizado para desechar una de las mayores tonterías que he cometido en mi vida: fumar. Llegué muy tarde, a los 22 años, pero caí de lleno. Estuve incluso casi seis años sin ponerme un cigarrillo entre los dedos, pero he ido sucumbiendo a esta adicción en diversas etapas de mi vida. Desde el pasado 1 de junio no he vuelto a fumar . Son más de seis meses, y estoy agradecido al Programa para Dejar de Fumar que lleva a cabo el Servicio de Prevención de la Administración donde trabajo. Un grupo de apoyo, con acompañamiento médico, es la clave para animarnos a abandonar esta terrible epidemia. así, como suena. En mi juventud fui un militante anti-tabaco. Luego me dejé llevar y viví diversas experiencia de autoengaño. Lo pero que nos pasa a los fumadores. Que vivimos al margen de la realidad. Ahora estoy feliz. Descubrí que fumar es una verdadera tontería. Y esta semana, que tuvimos sesión, cuatro compañeros y compañeras compartimos que se puede vivir sin tabaco. Que mejoramos nuestro estado de salud (físico y anímico) y nuestra economía. ¿Cuál es tu experiencia con el tabaco? Aquí te dejo el artículo en cuestión.
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85 razones por las que dejo de fumar
Porque esta mañana ya he comenzado a sentirme mejor. Porque quiero a mis hijos. Porque empecé a fumar muy tarde y cometí un gran error. Porque no quiero que me huela tan mal el aliento. Porque le he visto las orejas al lobo. Porque mi padre murió veinte años antes de la esperanza media de vida. Porque no deseo que me duela más la cabeza. Porque no quiero que las tabaqueras se enriquezcan más a mi cuenta. Porque me gustó la película “El dilema” de Al Pacino. Porque estoy cansado de pensar lo que me cuesta dejarlo. Porque quiero hablar por teléfono sin un pitillo entre los dedos. Porque sé que puedo escribir sin humos. Porque odio las dependencias. Porque un día me regalé una bicicleta la última vez que lo dejé. Porque la vida es maravillosa. Porque me gusta el vino. Porque quiero saborear la comida. Porque tengo más infecciones en la boca de lo normal. Porque me gusta mi colonia. Porque mi oficina está más limpia. Porque me siento mejor. Porque quiero ver crecer a mis hijos. Porque amo a mi mujer. Porque vi sufrir a mi suegro. Porque lloré con la muerte de José Luis a sus 37 años. Porque le tengo miedo al cáncer. Porque el tiempo tiene otro sabor. Porque haré feliz a mi amiga Consuelo. Porque estoy harto de que me pregunten cuándo me lo voy a dejar. Porque no me gustan los ceniceros. Porque soy capaz. Porque odio la pereza y la hipocresía. Porque el ecologismo comienza por uno mismo. Porque no me gusta la violencia. Porque amo la vida. Porque Bogart podía haber sido igual de duro sin un cigarro. Porque otros han sido capaces de dejarlo. Porque tengo una preocupación menos. Porque no me gusta ver en el espejo mis dientes amarillos. Porque un café se puede saborear sin un pitillo. Porque quiero respirar bien. Porque roncaré menos. Porque no me gusta la voz “cazallera”. Porque no tendré que preguntarle a un no fumador si le importe que yo fume. Porque ya lo he intentado varias veces y no he podido. Porque me gustaron los artículos de Terence Moix y de Muñoz Molina al respecto. Porque encontraré nuevos motivos para afianzar esta decisión. Porque quiero ser tolerante. Porque comprenderé mejor a los que fuman. Porque sólo visitaré un estanco para comprar sellos o saludar a mi cuñada o a Rafa. Porque mi hijo pequeño no verá un paquete de tabaco sobre la mesa. Porque no tendré que ir a buscar un pitillo a medianoche. Porque enjugaré mis frustraciones de otra manera. Porque trataré de buscar explicación a mi ansiedad. Porque podré mirar a los ojos de quien tenga enfrente. Porque perderé unos kilos aunque los gane al principio. Porque volveré a coger la bicicleta. Porque andaré más. Porque beberé más agua para limpiar y oxigenar el cuerpo. Porque cuando llegue la muerte la miraré sin rencor. Porque no quiero que otros decidan por mí. Porque cogeré entre mis dedos otros dedos cuando eche de menos un pitillo. Porque el gusto es mío. Porque no quiero toser más. Porque no quiero comprar más caramelos sin azúcar para disimular mi halitosis. Porque odio la acidez de estómago. Porque no quiero que mi dentista me vuelva a invitar a una limpieza de boca. Porque ganaré puntos a mi voluntad. Porque tengo la esperanza de que mi hermana también lo deje. Porque no quiero dar lecciones a nadie. Porque se puede vivir libre de drogas. Porque entiendo a los alcohólicos, ludópatas y otros toxicómanos. Porque no quiero que la ceniza vuelva caerse sobre el teclado. Porque mucha gente se ha perdido las oportunidades que les ofrecía la vida antes de tiempo. Porque no quiero vivir amargado pensando ‘si lo hubiera dejado antes…’. Porque dedicaré los casi cien duros diarios que me gasto en tabaco a otros fines. Porque no tendré que mendigar unos pitillos cuando me quede sin ellos. Porque no quiero pagar de este modo más impuestos al gobierno. Porque reduciré un poco el gasto sanitario. Porque me gustaría que los cardiólogos se dedicaran a investigar otras lesiones al margen de las que causa el tabaco. Porque no me gusta que los maestros fumen delante de los niños. Porque no tendré que salirme al balcón en casa de mis amigos. Porque seguiré luchando por el 0,7 y más y porque ninguna marca de tabaco tenga que apoderarse de esta reivindicación. Porque mañana participaré en la cadena contra la deuda externa y le añadiré la demanda de que las tabaqueras no exporten el negocio de fumar a los países del Sur. Porque lo light me parece superfluo. Porque nunca es tarde para dejarlo. Porque…
Dic 12, 2013 | Al cabo de la calle, Articulos
Han pasado más de ocho años, y a punto de llegar al verano de 2001 publiqué en La Opinión, en mi columna de entonces que llevaba por título el mismo que este blog, un nuevo artículo sobre la huelga, con el que finalizo esta serie al hilo de la próxima conmemoración del 14-D de 1988. El sindicato CCOO ha publicado un número especial de su Gaceta Sindical y ha organizado diversos actos para recordar este acontecimiento que pretenden servir para destacar la fortaleza de las razones sindicales que motivan el conflicto social en cada momento, con independencia del Gobierno del turno, y sobre todo la legitimidad del movimiento sindical como defensor de los intereses de la clase trabajadora y como vector de fuerza de los cambios sociales.
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Huelgas y ley de huelga
Las recientes huelgas del transporte discrecional en Mallorca, la de los basureros de Segovia y los paros de los pilotos de Iberia han vuelto a poner sobre el tapete uno de los pocos derechos que aún les quedan a los trabajadores. Mejor dicho, a los asalariados con un contrato digno, con representación sindical y sin miedo a las consecuencias que una acción de protesta como la que nos ocupa pueda entrañar. Lo que resulta paradójico es que cuando llegan situaciones como las enumeradas, o muchas otras, la carne que se coloca en el asador es la que tiene que ver con los ejercientes de la medida. Casi nunca en los causantes de la misma. Pero es que hay huelgas… y huelgas. Y en esto entenderán que siempre hay que establecer diferencias. No se puede situar al mismo nivel la que realizan determinados colectivos –como se les llama ahora- como el de los pilotos del sindicato SEPLA o el de los basureros segovianos. Las reivindicaciones son distintas y los puntos de partida muy diferentes. Por ello es por lo que hay que atinar muy fino cuando queremos emitir juicios al respecto.
Y siempre que se producen situaciones como estas nos damos cuenta de que no existe una regulación específica sobre la huelga. No voy a entrar en quién tiene la razón, pero sí quiero detenerme en una vuelta atrás, porque eso de la memoria histórica tiene sentido cuando intentemos entender el presente. Vayamos al año 1993. Quince años después de promulgada la Constitución el Gobierno socialista de entonces quiso regular el derecho de huelga, reconocido en el artículo 28.2 de la Carta Magna. El acuerdo que en noviembre de 1992 alcanzaron los sindicatos UGT y CC OO con el Grupo Parlamentario del PSOE desbloqueó una negociación que hacía peligrar un importante compromiso antes de concluir la tercera legislatura socialista.
Se pretendía resolver un vacío legal que resolvía el Constitucional, ya que éste dejó prácticamente en ‘fuera de juego’ al Real Decreto Ley 17/1977 de 4 de marzo sobre relaciones de trabajo, instrumento legal utilizado hasta la fecha para el desarrollo de la huelga. Un real decreto al que el propio PSOE presentó un recurso de inconstitucionalidad en octubre de 1980, y que fue estimado en parte por el alto tribunal. Ya fue paradójico, sin embargo, que el primer texto del Proyecto de Ley de Huelga aprobado por el Gobierno el 14 de mayo del 92 fuese calificado por los sindicatos como más restrictivo que la legislación vigente de entonces. Ese proyecto fue remitido a las Cortes en medio de la conflictividad desatada por la convocatoria de la huelga general de media jornada del 28 de mayo de ese año, y en contra de las propuestas sindicales aportadas en diversas reuniones mantenidas hasta entonces.
El enfrentamiento con UGT y CC OO se agudizó tras la publicación del texto gubernamental en el Boletín Oficial del Congreso de los Diputados del 1 de junio, y después de que fuesen discutidas en el Pleno -y rechazadas por los grupos mayoritarios de la Cámara- las enmiendas a la totalidad. El paréntesis veraniego no calmó los ánimos y una vez reanudada la actividad política y sindical se iniciaron unos contactos entre dirigentes del PSOE y de las centrales sindicales mayoritarias. Estos encuentros -con sus correspondientes declaraciones de buenas intenciones- culminaron en noviembre con el acuerdo del Grupo Parlamentario del PSOE en el Congreso y los dos sindicatos, ante la sorpresa de la patronal CEOE y del PP.
¿Qué había ocurrido desde la primavera al otoño para que el Gobierno, y en especial el sector liderado por el superministro Carlos Solchaga, hubiese modificado su actitud para alcanzar un compromiso con las organizaciones sindicales? Al parecer, la cesión de UGT y CC OO en algunos aspectos del texto -en especial en las atribuciones de los piquetes y en que, en el caso de no llegar a un acuerdo, la autoridad política fuese la última responsable en fijar los servicios mínimos en los sectores esenciales de la comunidad- y el triunfo de las tesis del sector guerrista en el seno del PSOE -que defendía la necesidad de atemperar el enfrentamiento con los sindicatos para recuperar el voto de la izquierda- fueron los elementos determinantes.
El texto de la Ley acordado desató las iras del PP, que aprovechó este asunto para sumarlo a la serie de ataques que dirigía al Gobierno y al PSOE en aquellos meses. De nada sirvieron los guiños lanzados a los dirigentes de UGT y CC OO en la primavera del 93, porque el objetivo final era el de derrotar en las urnas a Felipe González al precio que sea. Objetivo que no se logró hasta tres años después. De rebote, el presidente de la patronal CEOE, José María Cuevas, encontró a su natural aliado, José María Aznar, para de forma conjunta acusar al Gobierno de haber claudicado ante los sindicatos y achacar al proyecto de Ley de Huelga de ser un elemento determinante ante la grave crisis económica que padecía el país. Las críticas al texto llegaron hasta el extremo de olvidar resoluciones del Tribunal Constitucional referidas, por ejemplo, a la prohibición expresa de utilizar las facultades empresariales respecto de la movilidad funcional o geográfica de los trabajadores, al objeto de limitar o impedir el ejercicio del derecho de huelga.
Cuevas encontró en el propio PSOE unos aliados entre los seguidores de las tesis de Solchaga, que trataban de no ofrecer argumentos a los detractores de la política económica socialista con el fin de recuperar la inversión y, consiguientemente, el empleo, principal problema del Ejecutivo de Felipe González. Lo que sucedió después, es decir, en los siguientes ocho años, ya lo sabe el lector. Es decir, seguimos igual, pero mira lo que ha cambiado el mercado de trabajo.
Dic 11, 2013 | Al cabo de la calle, Articulos
Al artículo que escribí a comienzos de 1993 sobre la inminente aprobación de la Ley de Huelga en España le acompañaba una información complementaria, que reproduzco a continuación, sobre la regulación de este derecho en Europa. Precisamente, el debate surgido tras la huelga de la limpieza en Madrid, los medios de comunicación recopilaron cómo es la situación en Europa acerca de este asunto. El lector podrá comprobar que apenas ha habido cambios. Buena parte de la información de entonces la obtuve de los trabajos de Eduardo Rojo, colaborador de la revista Noticias Obreras, en la que yo trabajaba en esos momentos.
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Europa se debate entre la promoción y la restricción al derecho de huelga
Cada país seguirá con una legislación propia, ya que en materia de política social el Tratado de Maastricht excluye de las decisiones comunitarias este derecho
La regulación del derecho de huelga en Europa oscila entre modelos que promocionan este derecho fundamental -como en el caso italiano- a otros que tienden a una radical limitación, como en Gran Bretaña. De forma intermedia encontramos el modelo en el que predomina la influencia sindical -Alemania y países nórdicos- o donde son los trabajadores los que van fijando sus límites, tal como sucede en Francia y en cierta medida en Bélgica y Países Bajos.
La pluralidad de los modelos existentes en la Europa comunitaria seguirá existiendo durante los próximos años, puesto que en el Tratado de Maastricht del 7 de febrero de 1992 quedan expresamente excluidas de las decisiones comunitarias, en materia de política social, las cuestiones relativas a salarios, derecho sindical, derecho de huelga y cierre empresarial. No obstante, tal y como asegura el profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad de Girona, Eduardo Rojo, «nada impide que se pueda alcanzar un acuerdo sobre la regulación comunitaria del derecho de huelga mediante convenios entre las organizaciones sindicales y empresariales europeas, que permitan después una armonización de las normas nacionales».
Gran Bretaña
Al margen de que esta última consideración no deja de ser una mera hipótesis, en el extremo de los modelos restrictivos del derecho de huelga encontramos el que se ha seguido desde 1979 en Gran Bretaña con un objetivo claro: la disminución del poder sindical por la vía de imponer técnicas de penalización económica por incumplimiento de la normativa. Así, se restringe el concepto de «conflicto laboral» por las leyes de Empleo de 1980 y 1982, y por la Ley Sindical de 1984, a [materias de salario y condiciones de trabajo], por lo que quedan excluidos los conflictos que no se ciñan a motivos económicos. Cuando un sindicato convoca una huelga esta decisión debe tener el respaldo de la mayoría de los afiliados en cada centro de trabajo y de manera independiente.
El afiliado, por tanto, no tiene por qué respetar las decisiones de los órganos directivos del sindicato y ello no puede llevar aparejada ninguna sanción estatutaria o económica. También se prohíbe expresamente la utilización de fondos sindicales para el abono de sanciones impuestas a los dirigentes o afiliados por conducta contraria a la legalidad. La Ley británica sobre el Empleo de 1990 limita la actuación legal de los sindicatos y los huelguistas cuando se lleven a cabo huelgas de solidaridad o convocadas al margen de la organización sindical.
El caso francés
En Francia, por su parte, no existe una regulación específica del derecho de huelga -reconocido en la Constitución de 1958- debido a la oposición del movimiento sindical, que ha defendido que su desarrollo podría ser utilizado para limitar su ejercicio. Por contra, sí existe una copiosa regulación de la huelga en los servicios públicos por medio de la Ley de 31 de julio de 1963 que establece unas determinadas limitaciones en cuanto a los sujetos convocantes -sindicatos más representativos-, obligatoriedad legal del preaviso de cinco días así como de una previa negociación, y prohibición de las huelgas no oficiales y de las «turnales o rotatorias» que pretenden desarticular el sistema productivo.
El vacío alemán
El derecho de huelga no encuentra acogida constitucional en Alemania, aunque en el artículo 9 de la Ley Fundamental de Bonn de 1949 se reconoce el derecho de sindicación y sólo se hace una mención genérica a los conflictos colectivos. Este derecho, sin embargo, está reconocido por numerosos pronunciamientos judiciales. La convocatoria de huelga, su dirección y finalización corresponde a las potentes, y bien surtidas económicamente, organizaciones sindicales.
La legislación alemana prohíbe el derecho de huelga a los funcionarios públicos, por cuanto se entiende que el deber de fidelidad hacia el empleador público es incompatible con ese otro derecho. De forma general, la mencionada prohibición, «harto más que criticable desde el punto de vista sindical y discutible desde la perspectiva jurídica», según el profesor Rojo, encuentra su razón de ser según los tribunales en motivos de orden público y seguridad del Estado.
Referencia italiana
El modelo italiano es el que más puntos de referencia encuentra con la regulación que está a punto de aprobarse en España, plasmado en la Ley de 12 de junio de 1990 del derecho de huelga en los servicios esenciales. La Ley los define como aquellos que garantizan el disfrute de los derechos constitucionales protegidos de la persona a la vida, salud, libertad y seguridad, medio ambiente y patrimonio artístico, tutela de la libertad de circulación, asistencia previsión social y educación, y deja después a la autonomía de las fuerzas sociales la concreción de los servicios mínimos en cada servicio esencial y las reglas que deban aplicarse.
El incumplimiento de los servicios mínimos comporta una sanción proporcional a la infracción cometida. Si es un sindicato el que incumple la norma quedará excluido temporalmente de recibir beneficios de orden patrimonial y será además apartado de las negociaciones colectivas por un período de dos meses tras el cese del comportamiento ilegal. Se fija un preaviso no inferior a diez días, debiendo las empresas afectadas suministrar a los usuarios del servicio una información adecuada del conflicto. También deben facilitarla los servicios públicos de radiodifusión y los medios de comunicación que disfruten de financiación o de facilidades tarifarias, crediticias o fiscales.
La Ley italiana, finalmente, instituye una Comisión de Garantía de actuación de la ley integrada por nueve juristas de prestigio. Entre sus funciones se encuentran las de examinar periódicamente el cumplimiento de la norma, así como la de intervenir en fase de conciliación e incluso de arbitraje en un conflicto si las partes conjuntamente lo solicitan. Por tanto, el modelo italiano pretende encauzar adecuadamente la actividad sindical y suprimir los conflictos salvajes en los sectores públicos.
Dic 10, 2013 | Al cabo de la calle, Articulos
La reciente huelga de la limpieza en Madrid, con las gloriosas intervenciones de su máxima regidora, Ana Botella, ha vuelto a poner sobre el tapete la conveniencia o no de regular el derecho de huelga en nuestro país. El próximo sábado 14 de diciembre se cumplen 25 años de la célebre huelga general del 14-D, convocada por los sindicatos CCOO y UGT (precisamente este acontecimiento culminó la fractura entre Nicolás Redondo y Felipe González, entre buena parte de la base social del socialismo y la gran mayoría de la izquierda). La razón principal era el rechazo a una importante reforma en el mercado laboral, que abarataba el despido e introducía los contratos temporales para los jóvenes trabajadores. ¿Suenan de algo esas razones?
Recuerdo ahora que aquella jornada la viví en Elche, donde trabajaba como periodista de información de sucesos y laboral para la delegación del diario La Verdad. Ese día trabajamos (los periodistas hicimos la huelga el día anterior) para dar cuenta de los acontecimientos que se iban produciendo, y viví en primera persona los piquetes en el puerto pesquero de Santa Pola y en los centros comerciales de la entonces cadena «Continente», así como la multitudinaria manifestación por las calles de la ciudad.
Más de un lustro después, hace ya veintiún años -¡uf, cómo pasa el tiempo!- la polémica sobre la regulación de la huelga ocupaba las portadas de los diarios y de los informativos de radio y televisión, ya que se había alcanzado un acuerdo en el Congreso entre el entonces Grupo Parlamentario Socialista (estábamos en noviembre de 1992, inicio de la etapa final de los gobiernos de Felipe González) y los sindicatos UGT y CCOO. Sinceramente no ha cambiado mucho el panorama en cuanto a legislar o no acerca de este derecho que tenemos los trabajadores y trabajadoras para expresar nuestras discrepancias y diferencias con quienes rigen los asuntos laborales. Por eso comparto contigo varios artículos que escribí entonces. El primero de ellos, en 1993, para el diario La Verdad, sobre la inminente aprobación de la Ley de Huelga (que no llegó a materializarse).
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La Ley de Huelga cubrirá un vacío que hasta ahora ha resuelto el TC
El Gobierno regulará el derecho de huelga después de casi quince años de promulgada la Constitución, tras el acuerdo alcanzado en noviembre con los sindicatos UGT y CC OO
Quince años después de promulgada la Constitución el Gobierno socialista regulará el derecho de huelga, con lo que se cubrirá un vacío legal que hasta ahora ha resuelto la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. El acuerdo que en noviembre pasado alcanzaron los sindicatos UGT y CC OO con el Grupo Parlamentario del PSOE ha desbloqueado una negociación que hacía peligrar un importante compromiso antes de concluir la tercera legislatura socialista.
La discusión de las cuatro enmiendas al texto del proyecto de Ley de Huelga presentadas en el Senado darán paso, salvo improbables sorpresas de última hora, a una regulación específica de este derecho reconocido en el artículo 28.2 de la Carta Magna. Con este requisito se cubrirá un vacío legal que hasta ahora resolvía el Tribunal Constitucional (TC), ya que éste dejó prácticamente en [fuera de juego] al Real Decreto Ley 17/1977 de 4 de marzo sobre relaciones de trabajo, instrumento legal utilizado hasta la fecha para el desarrollo de la huelga. Un real decreto al que el propio PSOE presentó un recurso de inconstitucionalidad en octubre de 1980, y que fue estimado en parte por el alto tribunal.
Resulta paradójico, sin embargo, que el primer texto del Proyecto de Ley de Huelga aprobado por el Gobierno el 14 de mayo del pasado año fuese calificado por los sindicatos como más restrictivo que la legislación vigente, que proviene del referido real decreto. Ese proyecto fue remitido a las Cortes en medio de la conflictividad desatada por la convocatoria del huelga general de media jornada del 28 de mayo, y en contra de las propuestas sindicales aportadas en diversas reuniones mantenidas hasta entonces.
Cambio de actitud
El enfrentamiento con UGT y CC OO se agudizó tras la publicación del texto gubernamental en el Boletín Oficial del Congreso de los Diputados del 1 de junio, y después de que fuesen discutidas en el Pleno -y rechazadas por los grupos mayoritarios de la Cámara- las enmiendas a la totalidad. El paréntesis veraniego no calmó los ánimos y una vez reanudada la actividad política y sindical se iniciaron unos contactos entre dirigentes del PSOE y de las centrales sindicales mayoritarias. Estos encuentros -con sus correspondientes declaraciones de buenas intenciones- culminaron en noviembre con el ya conocido acuerdo del Grupo Parlamentario del PSOE en el Congreso y los dos sindicatos, ante la sorpresa de la patronal CEOE y del PP.
¿Qué había ocurrido desde la primavera al otoño para que el Gobierno, y en especial el sector liderado por el ministro Carlos Solchaga, hubiese modificado su actitud para alcanzar un compromiso con las organizaciones sindicales? Al parecer, la cesión de UGT y CC OO en algunos aspectos del texto -en especial en las atribuciones de los piquetes y en que, en el caso de no llegar a un acuerdo, la autoridad política sea la última responsable en fijar los servicios mínimos en los sectores esenciales de la comunidad- y el triunfo de las tesis del [sector guerrista] en el seno del PSOE -que defiende la necesidad de atemperar el enfrentamiento con los sindicatos para recuperar el voto de la izquierda- han sido los elementos determinantes.
Iras del PP y CEOE
El texto de la Ley acordado, al que se han presentado mínimas modificaciones en su trámite en el Congreso, tampoco sufrirá retoques de importante en la Cámara alta. Por ello ha desatado las iras del PP, que ha aprovechado este asunto para sumarlo a la serie de ataques que dirige al Gobierno y al PSOE en los últimos meses. De nada han servido los guiños lanzados a los dirigentes de UGT y CC OO no hace mucho tiempo, porque el objetivo final es el de derrotar en las urnas a Felipe González al precio que sea.
De rebote, el presidente de la patronal CEOE, José María Cuevas, ha encontrado a su natural aliado, José María Aznar, para de forma conjunta acusar al Gobierno de haber claudicado ante los sindicatos y achacar al proyecto de Ley de Huelga de ser un elemento determinante ante la grave crisis económica que padece el país. Las críticas al texto han llegado hasta el extremo de olvidar resoluciones del Tribunal Constitucional referidas, por ejemplo, a la prohibición expresa de utilizar las facultades empresariales respecto de la movilidad funcional o geográfica de los trabajadores, al objeto de limitar o impedir el ejercicio del derecho de huelga.
Similares críticas
Casi sin quererlo, Cuevas ha encontrado en el propio PSOE unos aliados entre los seguidores de las tesis de Solchaga, que tratan de no ofrecer argumentos a los detractores de la política económica socialista con el fin de recuperar la inversión y, consiguientemente, el empleo, principal problema del Ejecutivo de Felipe González.
Pero como han señalado el vocal de la ejecutiva de UGT, José María Zufiaur, y el propio secretario general de CC OO, Antonio Gutiérrez, las críticas han sido las mismas que cuando se alcanzó el acuerdo sobre la ley sobre derechos de información de los representantes de los trabajadores en materia de contratación. Los resultados, sin embargo, han sido muy distintos a los anunciados entonces.
Nov 17, 2013 | Al cabo de la calle, Articulos
Cuando perdí mi primera bicicleta la busqué infructuosamente, domingo tras domingo, en el Rastro madrileño. Allí van a parar muchos desechos de los cacos y no hubo nada que hacer, y de nada sirvió la denuncia que presenté en Comisaría del distrito. Compré otra de color gris, una gacela BH, “la que siempre se mete por los baches”, como el color de las frías mañanas de la capital. La mimaba, la subía por el ascensor de la Facultad hasta mi clase con ánimo de protegerla, donde escuchaba las lecciones de los profesores de Periodismo. Hasta que otra mañana, en este caso luminosa, se me ocurrió aparcarla en el mismo lugar que la anterior… y zás, volvió a desaparecer. Los sentimientos de impotencia se reprodujeron de nuevo, lo que me llevó a iniciar un período de la vida en el que las bicis quedaron aparcadas. Ya no hubo denuncia si quiera, ni visitas al Rastro.
Una vez regresado al Sur, cual si hubiera sido un exilio voluntario, reencontré el gusto por los biciclos con uno de carreras, comprado de segunda mano. También con otro de paseo, herencia familiar, que aún conservo. Regalé la bici de carreras y hace dos años, cuando dejé de fumar una temporada, me compré una híbrida de marca francesa, que saco a menudo por las calles de Murcia con mi hijo a bordo, incluso para ir al trabajo. Aún añoro aquellas dos que pasaron a mejor vida, aunque ahora me conformo con una colección de bicis en miniatura que andan repartidas por las estanterías de mi casa.
La bicicleta sigue siendo el vehículo del futuro. Leonardo da Vinci no podía imaginar que aquel prototipo que inventó en el siglo XVI iba a representar el valor que hoy, al menos, debería tener como alternativa de transporte en nuestras atiborradas ciudades. Eso en los Países Bajos lo tienen muy claro. Las bicicletas forman parte del paisaje de las amplias llanuras ganadas al mar. Son respetadas por personas de cualquier clase social. Llueva o haga frío, recorren los carriles destinadas a ellas, incluso en las autopistas. Se guían por sus señales de tráfico y semáforos propios. Gentes de toda edad y condición las usan a diario. Tienen sus espacios reservados de aparcamiento en cualquier estación de tren, museo, comercio o centro oficial. La lástima es que aquí, en nuestra ciudad, en Murcia, las hemos arrinconado en el trastero y sólo la sacamos en casos contados, como en alguna que otra fiesta que El Corte Inglés organiza cada año. Prácticamente han desaparecido de los caminos y veredas de la huerta, porque ésta, la huerta, también va tocando a su fin.
Las bicicletas, sin embargo, deberían tomar de nuevo las ciudades. Pasando por encima de políticos de cualquier signo que sólo se acuerdan de los carriles-bicis cuando llega la fiesta anual de los grandes almacenes. Deberían de pisarle los callos a nuestros gobernantes en los escasos momentos que se les ve en la calle, en especial cuando planifican los planes de urbanismo y nunca contemplan un espacio para ellas. Qué distinto sería todo esto si en las nuevas avenidas y rondas construidas en Murcia, Cartagena y otras ciudades murcianas hubiera espacios para las bicicletas. Pasaría como con las autovías -y esto lo saben muy bien los sociólogos y urbanistas- que atraen cada vez más un número mayor de vehículos de cuatro, ocho y veinte ruedas. Todos seríamos un poco más humanos, y por ende, humanizaríamos nuestra vida y la de los otros.
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Publicado en La Opinión de Murcia (30/10/1998)
Nov 16, 2013 | Al cabo de la calle, Articulos
A lo largo de mi vida he tenido entre mis manos, brazos y piernas seis bicicletas. La primera era roja, «beache, la que siempre se mete por los baches», y no era «orbea, la que siempre se estropea». Mi padre me enseñó a montar en ella en las calles recién asfaltadas de un pueblo de la Vega Baja. Debía contar con unos siete u ocho años. Mi estreno fue glorioso, porque aún recuerdo el castañazo que sufrí, más bien causé, a un conductor de moto en pleno cuadro, cuando intentaba cruzar una calle. Desde entonces le tengo miedo a las motos. Pese al miedo inicial, que es el de todos los niños cuando comienzan a soltarse y mantienen a duras penas el equilibrio, seguí erre con erre por entre las veredas y los azarbes, en laboriosas tardes para conseguir regalicia y así obtener, con el regalo de estos «puricos», que el capitán me alineara en el equipo de fútbol de la clase. Las sensaciones en mitad de la huerta, pese a los mosquitos, llenaban mi cuerpo de agradable bienestar.
Esa primera bici me duró mucho tiempo. Cuando estudiaba en el instituto, en Yecla, la llevaba cada mañana al centro porque luego me servía para desplazarme, cargado con una guitarra, a dar clases antes de la comida. Y no es que Yecla sea una ciudad adecuada para los biciclos, por aquello de que está situada en las faldas del Cerro del Castillo, y subir una calle se asemeja al último tramo de una etapa de montaña de la Vuelta a España. La segunda era amarilla, una «geacé». La compré cuando inicié los estudios universitarios en Madrid y, casualidades de la vida, a un precio muy razonable, aprovechando el cierre del negocio de motos de Nazario Ibáñez, el hoy afamado ganadero y empresario yeclano de cascos NZI. Era una gran bicicleta de paseo. Con ella recorría diariamente veinticinco kilómetros, ida y vuelta, desde el pueblo de Vallecas, en el sur de Madrid donde vivía, hasta la Ciudad Universitaria, junto a la carretera de La Coruña, donde asistía a las clases de Periodismo.
Ese itinerario madrileño lo recuerdo con un cariño especial. Arrancaba en el pueblo de Vallecas, o Vallecas Villa, como lo conocían los obreros comunistas de la Talbot y de otras empresas del cinturón rojo de la capital. Subía hasta la Avenida de Palomeras, Alto del Arenal, Portazgo -donde está situado el campo del Rayo Vallecano y entonces la primera estación de la línea 1 del metropolitano- y comenzaba un pronunciado descenso por la avenida de la Albufera hasta el Puente de Vallecas. Un pequeño repecho por la avenida de la Ciudad de Barcelona hasta la Estación de Atocha. Entonces se iniciaba lo bueno: Paseo del Prado, a la derecha el Jardín Botánico, el Museo del Prado, Plaza de Neptuno -de feliz recuerdo para los atléticos-, la Bolsa, el Cuartel de Marina y el edificio de Correos a la derecha; Carrera de San Jerónimo, futuro Museo Thyssen y el Banco de España, a la izquierda, para desembocar en la Plaza de la Cibeles, verdadero corazón de Madrid.
El itinerario proseguía por la calle de Alcalá (Banco Central, Círculo de Bellas Artes) y la Gran Vía, con un ascenso pronunciado hasta la Plaza del Callao, donde se iniciaba otra bajada con semáforos bien programados hasta la Plaza de España. De allí a la calle Princesa, barrio de Argüelles, hasta el Arco de la Moncloa, con el Ministerio del Aire a la izquierda, y camino hacia el antiguo Museo de América donde comenzaba la Ciudad Universitaria. Aquella que fue testigo de la lucha cuerpo a cuerpo en plena guerra civil hasta la toma final de Madrid. Y al finalizar las clases, vuelta atrás. La emoción me embriagaba a diario al pisar y recorrer esas calles y avenidas repletas de historia. Para un joven de provincias, en una ciudad tan cosmopolita, ese recorrido estaba acompañado por sensaciones muy diversas. Desde sentirte parte del devenir cotidiano de cuatro millones de personas, hasta gozar con pasión del asfalto, las fachadas, los comercios y ese sol luminoso del frío y seco invierno madrileño.
Ese afán aventurero de los dieciocho años quedaba colmado con la valentía por afrontar cada día los recorridos por el centro de Madrid, de un joven llegado del Sur y sin poderse despegar de ese otro sur, el que se encuentra desde ese eje no tan imaginario que es la M-30, desde Moratalaz hasta el Vicente Calderón, en los albores de los años 80. Esa turbación juvenil, sólo alterada por dos encontronazos con peatones en mitad de los atascos (nunca con taxistas, autobuseros o conductores con mal genio), sin embargo, quedó frustrada por el robo del velocípedo amarillo. Fue en una nublada mañana de febrero y los ladrones sabían lo que hacían, porque reventaron los dos candados con los que yo aprisionaba la bici en una valla de la Facultad. Quien ha perdido así una bicicleta conoce de cerca la tristeza y la impotencia que se siente.
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Publicado en La Opinión de Murcia (23/10/1998)
Jul 13, 2013 | Al cabo de la calle, Articulos
A menudo sucede que en la vida tenemos que enfrentarnos al papel de víctimas en infinidad de situaciones. Encontramos siempre más fácil ubicarnos en el lugar de los que sufren que en el de los responsables de causar males a los demás. Por ejemplo, en nuestro lugar de trabajo siempre hallamos la manera de culpabilizar a los jefes de nuestras incapacidades o carencias, que adoptar una postura activa a la hora de resolver problemas y dificultades. Una oficina, sin ir más lejos, es el escenario donde tienen lugar las actuaciones de unos y otros. Los primeros, ellos, se encargan de amargarnos la existencia a los segundos, nosotros, a la hora de repartir los turnos de vacaciones, los ritmos de trabajo, los horarios, los temas a abordar… Lo que sucede tiene explicaciones difusas, pero una vez aplicada cierta racionalidad y observación, y eliminada la subjetividad inherente al ser humano, nos damos cuenta de que víctimas y verdugos somos al final iguales.
Es cierto que los niveles de responsabilidad son distintos, pero a fin de cuentas todos estamos atrapados por los mismos lazos que nos impiden mirar adelante en las ocupaciones. Durante mucho tiempo uno adopta la postura de situarse en la retaguardia de los problemas. Parece más fácil culpar a los otros de nuestros problemas, incapacidades, carencias, debilidades y falta de gallardía o valentía, a la hora de coger el toro por los cuernos y salir de este laberinto que nos atenaza. Lo que ocurre es que es más sencillo echar balones fuera que situarse debajo de los cuatro palos e intentar parar hasta los penaltis de Mendieta. Pasa como en la sanidad pública, en la que mantenemos la distancia con el médico especialista, al que conferimos un papel de brujo sanador omnipotente, y renunciamos a conocer nuestros derechos y obligaciones.
También acontece algo similar en la política. La dejamos en mano de los profesionales de la cosa pública y nos quedamos agazapados hasta que nos convoquen cada cuatro años a votar. El engranaje sigue así porque con nuestra actitud pasiva aportamos la grasa adecuada para que las tuercas no chirríen o se detenga el sistema. Con lo fácil que es arrojar aun poco de chinarro con el fin de que la máquina necesite de la intervención de un mecánico para analizar qué es lo que sucede.
Tengo un amigo que se ha pasado años culpando a sus jefes de todos los problemas que tenía. Su ritmo de trabajo era infernal y no tenía tiempo para desarrollar sus aficiones, atender a sus amigos y crear una familia en condiciones, como Dios manda. Tardó mucho tiempo en darse cuenta de que sus jefes tenían los mismos problemas que él, y que en definitiva eran víctimas de sus propias acciones. Hasta que no llegó ese momento no descubrió que sus dardos tenían un objetivo equivocado. Desde entonces comprendió mejor que cada persona desempeña un papel asignado en esta máquina del mundo, y se dedicó a colocar un espejo frente a los que hasta entonces eran sus enemigos. A éstos les costó entender lo que realmente sucedía pero contribuyó a que se pusieran de su parte. Comprendió entonces aquél dicho latino de que si no puedes vencer a tu enemigo, alíate con él para vencer a los que realmente son tus adversarios.
Se trata, en definitiva, de tener el empuje, la tenacidad, la fuerza y el vigor necesarios para tirar hacia delante. En nuestra pasividad está nuestra debilidad. En tener el objetivo desenfocado están los principales errores que cometemos a lo largo de la vida. Mientras tanto, derrochamos energía como el agua al lavarnos los dientes y se va por desagües sin encontrar un camino adecuado. Cuesta descubrir a tiempo dónde se encuentra el objetivo, pero una vez descubierto el esfuerzo no es tan grande. Se trata de concentrar las fuerzas en lo que es realmente importante. Una vez hallado, la vida se ve con otros ojos y, aunque no se alcancen las metas deseadas, el esfuerzo no ha sido en balde. Se lo aseguro, incauto lector.
Mar 3, 2012 | Al cabo de la calle
El 28 de junio del pasado año, la Asamblea Regional aprobó el nombramiento del nuevo Consejo de Administración de la empresa pública Radio Televisión de la Región de Murcia (RTRM). En el caso del Partido Socialista de la Región de Murcia (PSRM-PSOE), fui elegido junto a Piedad Alarcón, en nuestra condición de periodistas, y sustituimos a los compañeros Juan Durán Granados, María Celdrán y Manuel Martínez Candel, quienes desempeñaron su labor durante la Legislatura 2007-2011. En el caso de Pity Alarcón se une la condición de haber ejercido durante una extensa etapa de su actividad profesional, la dirección de centros territoriales de Televisión Española. (más…)
Ene 1, 2012 | Al cabo de la calle
La cena familiar, las uvas, el programa de José Mota en La 1 de TVE, los besos, los buenos deseos para el año nuevo, las llamadas de teléfono o los mensajes de rigor -este año han causado furor los del WhatsApp-, las vomitonas del pub cercano y el despertar con el concierto de Año Nuevo… Todo forma parte de un ceremonial que se repite cada doce meses con apenas variación. Sin embargo, casi sin quererlo, siempre es diferente, porque diferente es el momento interior en el que se encuentra uno. De ahí la grandeza del ser humano: los escenanrios nunca son los mismos, los personajes nunca interpretan el mismo papel… porque el momento personal que uno vive es completamente distinto. Han acontecido situaciones y viviencias que han marcado los últimos tiempos y, sobre todo, las expectativas para lo que se avecina son profundamente diversas. (más…)
Oct 28, 2011 | Al cabo de la calle
Tal día como hoy, hace la friolera de veintinueve años, el PSOE obtuvo el mejor resultado electoral de toda su historia y el mejor conseguido por cualquier partido en la actual etapa democrática: 202 diputados. Yo tenía 18 años y fue la primera vez que voté. No lo hice al Partido Socialista, sino al PCE de Santiago Carrillo, aunque ya entonces sintonizaba más con las tesis eurocomunistas de Roberto Lertxundi, Manuel Azcárate y otros líderes del Partido, y que ya diferían de muchos planteamientos del entonces secretario general. Por cierto, un Santiago Carrillo que ha abrazado en los últimos años al partido político donde inició su compromiso, ya que fue militane de las Juventudes Socialistas. (más…)
Oct 20, 2011 | Al cabo de la calle
Tras participar el pasado sábado en una de las protestas globales convocadas en diferentes partes del mundo me queda una sensación contradictoria. Algo está fallando desde hace tiempo en nuestros países europeos y, sobre todo, la socialdemocracia no está dando respuesta a muchas de las inquietudes de gente que se mueve en el ámbito progresista. Gente que se mueve desde diversas motivaciones y orígenes pero que confluyen en un objetuivo común: que por este camino no vamos a ningún sitio. Que esta crisis está provocando el aumento de una brecha cada vez más insalvable entre las salidas tradicionales a la crisis del capitalismo y las políticas neokeynesianas que hasta ahora actuaban como un bálsamo frente a las soluciones radicales. (más…)
Oct 5, 2011 | Al cabo de la calle
La Conferencia Política del PSOE aprobó una resolución sobre laicidad que trabajamos en el seno del Grupo Federal de Cristianos Socialistas. La política del gobierno socialista ha significado un avance en laicidad. El logro más importante ha sido la aprobación de leyes fundadas en la moral pública y en la soberanía de las instituciones que legítimamente representan a los ciudadanos como el matrimonio entre personas del mismo sexo o la ley de plazos del aborto. Las religiones tienen un lugar en la deliberación democrática pero no pueden pretender sustituir o limitar la función del Parlamento, y en cualquier caso su obligación, es como la de todos, respetar la ley. (más…)
Sep 7, 2011 | Al cabo de la calle
La inesperada muerte del alcalde de mi pueblo, de Yecla, ocurrida en la tarde de ayer, y un reciente encuentro con Paqui Guirao, una joven viuda que perdió a su marido hace poco más de dos años, me ha vuelto a remover interiormente. Juan Miguel Benedito tenía 54 años, casi la misma edad de mi padre cuando un infarto lo dejó fulminado en la cocina de mi casa hace ya dieciocho años. Cinco meses después le tocaría el turno a mi hermano Pablo, afectado de la misma miocardiopatía que entró en mi familia y que nos ha llevado a vivir con esa enfermedad como una compañera de viaje más. Paqui Guirao vio morir a su joven marido hace poco más de dos años, y ahora es la promotora de Familiares Afectados por Muerte Súbita (FAMS), un grupo de trabajo de la asociación Todo Corazón Murcia, que ayuda a afectados con cardiopatías congénitas, así como a sus familiares. (más…)
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