La culpa es de la canícula

La culpa es de la canícula

Ecuador del mes de agosto. Días en los que la canícula parece haber calentado demasiado las mentes de muchos protagonistas de la vida política local, regional o nacional. Actualidad marcada por las convulsiones de los mercados -ya huele esto un poco, ¿no te parece?-, los disturbios en la Gran Bretaña conservadora de Cameron, el falso debate sobre el reparto de alimentos en el Cuerno de África, la inminente visita del Papa Benedicto XVI a España con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), la cantinela de la necesidad de un adelanto sobre el adelanto electoral, la Supercopa entre el Madrid y el Barça… y en la Región de Murcia, la tierra donde habito la mayor parte del año, los discursos y los programas vacíos de nuestro Gobierno regional, pero eso sí, que el Gobierno de España pague la reconstrucción de Lorcay el discurso de qué mal lo hacen los socialistas en los ayuntamientos que gobiernan, porque la deuda les impide a nuestros pobres alcaldes hacer cosas en favor de los vecinos. ¡P’habernos matao! (más…)

Acerca del compromiso individual y el horizonte colectivo

Acerca del compromiso individual y el horizonte colectivo

He leído con detenimiento en los últimos días la entrevista a Antonio Gutiérrez-Rubí y publicada en la revista del CECPS (Círculo de Estudiantes de Ciencias Políticas y Sociología). Este experto en comunicación política me parece una de las mentes más claras en el actual panorama político y social de nuestro país. He sido alumno suyo en algunos cursos en los que ha participado y comparto muchas de sus reflexiones. Especialment, en el caso que nos ocupa, en lo que tiene que ver con el mundo de las emociones, los sentimientos y el sentido trascendente de la acción política.  Unas dimensiones que son las que en gran medida me han lleadoal compromiso político a lo largo de mi vida, y en estos últimos años, desde el Grupo de Cristianos del PSOE, donde tratamos de tender puentes entre el mundo cristiano y el mundo socialista y transformador.  (más…)

Paisaje después del 22M

Paisaje después del 22M

En la noche del pasado domingo, Ramón Luis Valcárcel, desde la alegría inmensa que tenía al repasar los resultados electorales municipio a municipio, llegó a preguntarse entre risas si no era mejor acabar antes comprobando en qué pueblo no había ganado el Partido Popular. Yo planteo la cuestión de otra forma: ¿quién no ha castigado al Partido Socialista en la Región de Murcia? La lista es muy larga. Desde los fumadores que están que trinan con la prohibición de fumar en espacios públicos, a los conductores que les revientan que se prohíba circular a más de 110 kilómetros por hora. Desde los que aún se creen que el PP hará el trasvase del Ebro, a los que culpan de todos los males del paro a Zapatero, el que el Real Murcia esté en 2º B, que Mouriño no haya sido capaz de recuperar el orgullo del Real Madrid, o que Madrid esté tan pendiente de la Región de Murcia que le impida endeudarse pese a la gran gestión política y económica de nuestro Gobierno regional.

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Tú lo cambias todo

Tú lo cambias todo

Es verdad. Faltan pocas horas para que finalice la campaña electoral y que llegue el 22 de mayo. El domingo elegiremos a quienes nos representen en nuestros ayuntamientos y parlamentos autonómicos. En mi caso más cercano, en la ciudad de Murcia, en Yecla y en la Región de Murcia. Y no quiero dejar de pasar la oportunidad de dirigirme a ti para pedirte el voto. Como sabes, me presento por segunda vez a unas elecciones. La primera fue en apoyo de los socialistas vascos que no podían completar sus listas en los ayuntamientos de Euskadi porque sus candidatos eran amenazados de muerte. En esta ocasión, formo parte de la candidatura del Partido Socialista de la Región de Murcia (PSRM-PSOE) que encabeza Begoña García Retegui, en concreto, en la circunscripción número 5 a la Asamblea Regional de Murcia (la de la comarca del Altiplano). Y fue porque me propusieron los compañeros y compañeras del PSOE de Yecla.

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Arranca la campaña

Arranca la campaña

Hace poco más de 9 horas que dio comienzo oficialmente la campaña electoral. Nos jugamos mucho el próximo día 22, tanto en los ayuntamientos -especialmente en el de Yecla- como en la Región de Murcia. No votamos ni a Rajoy ni a Zapatero. Elegimos a quienes nos deben representar en nuestro pueblo y en nuestra comunidad autónoma. Y vamos a saber muy bien quién dice la verdad y quién le echa la culpa de todo al otro, al lejano, al que no se presenta.

Anoche, en Yecla, durante la pegada de carteles con el futuro alcalde Antonio Villaescusa, recordé a mi padre. Estaría con el corazón partido. Sus/nuestros compañeros de Izquierda Unida, a escasos metros del lugar donde nos tocaba a nosotros fijar las fotos de nuestros candidatos. Anoche estaría feliz, porque vería posible el cambio. Porque es posible el cambio, para que gane Yecla… y con la gente de izquierdas. Una gente que fue capaz de transformar nuestro pueblo desde 1979 a comienzos de los 90. Haciendo política de verdad. Sin enfrentamientos. Sin excluir al otro. Atendiendo especialmente a los más débiles, y situando la cultura en el referente de la acción política desde el Ayuntamiento.

Por eso creo que nos jugamos tanto. Las encuestas se deben quedar al margen. Los tristes, también. Y no digamos nada de los pesimistas. Hay que mirar de frente a la gente. Desde lo que somos y lo que estamos dispuestos a dejarnos por resolver los problemas de los vecinos y vecinas. También para llevar la voz de Yecla y del Altiplano a la Asamblea Regional. ¡A jugar!

P.D. En la imagen de anoche de El Periódico de Yecla, junto a Antonio Villaescusa.

 

Un gesto de transparencia

Un gesto de transparencia

Desde ayer sábado por la mañana están a disposición de todos los ciudadanos, en la página web del Partido Socialista de la Región de Murcia las declaraciones de los ingresos y los bienes de las 45 personas que formamos parte de la candidatura del PSRM-PSOE. Joaquín López, nuestro portavoz, al que acompañamos junto a las candidatas María González, Esther Clavero y Francisca Baraza, explicó que “los socialistas tenemos un compromiso ético y de transparencia con la ciudadanía, un compromiso que encabezó la candidata a la Presidencia, Begoña García Retegui, que hace ya 53 días fue la primera que presentó públicamente su declaración de ingresos y patrimonio, y desde entonces no hemos obtenido ninguna respuesta equivalente por parte del Partido Popular”. (más…)

Un atípico candidato

Un atípico candidato

Cuando falta poco menos de un mes para la convocatoria del 22 de mayo, sólo recuerdo a un político que en plena campaña electoral no haya pedido el voto para su candidatura. Tenemos que remontarnos al mes de junio del año 1977, en los albores de la llamada transición política española, y a un pequeño pueblo de la Vega Baja alicantina. Era sábado por la tarde, y el lugar escogido para uno de los miles de mítines electorales de aquellos días fue un salón de banquetes de bodas y comuniones. Como muestra de la ingenuidad y la improvisación de esos momentos, el acto político fue convocado a una hora en la que los invitados a una boda aún no habían acabado de devorar su menú. Por lo tanto, las pocas personas que acudimos a la cita tuvimos que aguardar en la puerta hasta que los camareros y limpiadoras dejaron el local en condiciones. El candidato esperó también, como uno más. No estaba preocupado por la conexión con el Telediario de las 9, ni por el maquillaje, ni siquiera por el color de la camisa y la corbata. (más…)

Por qué estoy metido en política

Por qué estoy metido en política

No hay día que pase que algún familiar me pregunte por qué me he metido en esto de la política. Por qué no he preferido quedarme en mi lugar de trabajo como periodista en la Administración regional, «en donde estabas muy bien», me dicen, o dedicado a mis aficiones y a los míos. Todos temen que la política me cambie, que me deje llevar por aquello que para ellos es el compromiso en un partido político: que sólo busque mi beneficio personal, que todo valga para conquistar algún fin y que mienta. Lamentablemente es una visión de la política que está muy extendida entre la gente, y de ahí que los últimos informes del Centro de Investigaciones Sociológicas y otros estudios reflejen la desafección que existe entre los ciudadanos y los políticos. (más…)

¿A quiénes pretenden engañar los mentirosos?

¿A quiénes pretenden engañar los mentirosos?

Llevo varios días dándole vueltas a la cabeza por una extraña sensación que me corroe. Resulta que en toda esta vorágine de la actividad preelectoral, en esta pasión desenfrenada o mezcla de sentimientos intensos, no llevo nada bien que la mentira sea una práctica generalizada en los comportamientos políticos. Lo siento, seré un ingenuo o un utópico, pero es que fui educado para no mentir, para no ocultar la verdad, para hacer de la sinceridad un valor, un principio que seguir en la vida. Por eso me es tan difícil convivir con gente que miente, con gente que se cree sus propias mentiras, y no digamos, con los que hacen del engaño una norma en la vida.

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El Mueble de Yecla y la Escuela de Diseño

El Mueble de Yecla y la Escuela de Diseño

El martes dediqué toda la jornada a Yecla, mi pueblo, al que aspiro a representar en la Asamblea Regional a partir del próximo 22 de mayo. Por la mañana mantuve una entrevista, junto a Antonio Villaescusa, candidato a la alcaldía, y Juan Chinchilla, secretario local del PSOE, con el presidente de la Asociación de Comerciantes del Mueble de Yecla, Federico Marco Varela. Una entrevista interesante que nos sirvió para intercambiar puntos de vista y análisis sobre la situación económica que se vive en Yecla, especialmente en este sector tan específico de la economía local, y que en sus mejores momentos llegó a emplear a más de 1.000 personas, entre vendedores, contables y montadores de muebles. Ahora la crisis se ha cebado con las tiendas de muebles, y apenas reciben visitas de posibles clientes. En la rueda de prensa que mantuvimos por la tarde, Antonio Villaescusa llegó a afirmar que «la marca El Mueble de Yecla, que llegó a ser una marca reconocible, se ha dejado perder. No existe”. Pusimos de manifiesto los datos de encuestas realizadas por el sector del mueble de Yecla en ciudades cercanas que demuestran que esta marca sólo es reconocible por personas mayores de 50 años, por lo que es fundamental recuperar esa marca. (más…)

Malos tiempos para el compromiso

Malos tiempos para el compromiso

Quizá usted, amigo lector, se halle entre los miles de españoles que pueden disfrutar de estos días como buen consumidor de vacaciones. Puede también que goce de un empleo más o menos estable, que su perspectiva de futuro no sea muy oscura y… que también tenga sus malos ratos, dándose cuenta que todo no va tan bien como podría parecer. Al menos para dos terceras partes del mundo, esos parias de la tierra que se ven sacudidos a diario por terremotos, hambrunas, guerras, desertización galopante, contaminación acuciante, falta de agua de la de verdad, no la de las regiones que ansían trasvases sin tener muy claro el por qué y el para quién, o en beneficio de quién.

En la última reunión de mi comunidad de vecinos tuvimos muchas dificultades en sustituir al presidente y al tesorero de la escalera. Aunque seguíamos un relevo ascendente y descendente, por plantas se entiende, y con periodicidad anual, la oposición de a quienes les correspondía por turno este gran honor de servicio a los demás suscitó un encendido debate. Resulta que a nadie le hace gracia asumir esta responsabilidad porque todos estamos muy ocupados en infinidad de asuntos. Desde cómo ganar las habichuelas a diario, a la educación de los hijos, las compras, la atención a la casa de campo o de la playa el fin de semana, etc., etc.

Este problema no se reduce sólo a las juntas de vecinos sino que podemos encontrarlo en cualquier otro ámbito asociativo. Desde las asociaciones de padres y madres de alumnos, consejos escolares, las asociaciones de vecinos, culturales o de consumidores. También en los sindicatos o los partidos políticos, al margen de los que están empleados en ellos o en la dirección como ‘liberados’. Incluso en cofradías, clubes deportivos, grupos parroquiales, movimientos de distinto tipo de apostolado o en las organizaciones no gubernamentales. En las empresas nadie quiere presentarse a las elecciones sindicales, por distintas razones, a no ser el profesional de turno. Corren malos tiempos para el compromiso, aunque sea el mínimo, limitado a tres reuniones al año. Hay una desmotivación tal que aquellos ingenuos que deciden asumir un cargo de éstos, vamos, sin ánimo de lucro, lo tienen muy difícil para dejarlo, porque no hay nadie que les sustituya. 

En esto del compromiso no sólo hay que mirar el mundo de lo colectivo, esto es, el de las asociaciones de distinto signo. En la propia vida encontramos esas dificultades para asumir algún tipo de responsabilidad en lo que hacemos, decimos, vivimos o pensamos. Desde cómo conducimos y las opciones que tomamos con nuestro medio ambiente, a los ámbitos más privados, como los de con quién decidimos unir nuestras vidas, las decisiones que adoptamos a la hora de tener hijos, las actitudes que tenemos con nosotros mismos y con los que nos tomamos el desayuno. Son obligaciones, empeños o vínculos que arrancan desde nuestra simple condición de seres humanos, hombres o mujeres, vecinos, padres o madres, hijos o hijas, marido o mujer… Personas, en definitiva, que no vivimos solas ni en nuestro edificio, ni en un barrio concreto, ciudad, región, país, continente o bloque económico y planeta. Dimensiones tan de andar por casa que no nos deberían pasar inadvertidas, ya que cada una de ellas llevan aparejadas determinadas cadenas o sujeciones que escapan, en la mayoría de los casos, a la propia voluntad.

¿Qué sucede? ¿Es que los cantos de sirena que vienen del exterior son tan intensos que no somos capaces de resistir la tentación? ¿O es que hoy no estamos llenos de ideales capaces de invadir todo nuestro ser para mirar algo más que nuestro precioso ombligo? Hoy simplemente divago en la constatación de este hecho: que no queremos asumir compromisos. Ni personales, ni relacionales, ni ambientales, ni por supuesto sociales. ¿Es justo que pasemos por la vida sin pena ni gloria? Vamos, ¿qué no seamos conscientes de que vivimos y que vivir lleva aparejado algo más que consumir sin más? ¿Y que también se une no sólo ser el centro de mi propia vida y de los otros? Mientras buscamos algunas respuestas a esos interrogantes, otro día les hablaré de distintas razones para el compromiso y de cómo éste tiene más posibilidades que operadoras de telefonía móvil y de televisión digital.

Escenas de Navidad

Escenas de Navidad

Siendo  Clinton gobernador del planeta, con su ayudante “el otro Bill”,  Gates para más señas, una joven pareja de inmigrantes aguardaba con impaciencia el nacimiento de su primogénito. Tras visitar varios centros de salud y hospitales, en ninguno de ellos encontraron cobijo para el parto porque no tenían papeles y nadie quería hacerse cargo de ellos. Tras abandonar las iluminadas calles, cegados por los deslumbrantes escaparates y ensordecidos por los cantos de villancicos, encontraron refugio en una chabola. A su puerta había congregados varios vagabundos en torno a una hoguera encendida en un viejo bidón de gasoil. Agruparon cartones y periódicos viejos para formar un camastro y allí, en mitad de la noche estrellada, vino a nacer un pequeño bebé. Con trapos y gasas salidas de los andrajos de una vieja mendiga limpiaron al niño, y con agua de una boca de riego calentada junto al fuego.

Quién sabe por la emoción del momento, o por los calichazos de una botella de coñac, mezclados con un ácido vino de un tetra brik, los mendigos se acercaron a la joven pareja con los ojos brillantes y le ofrecieron presentes: unas monedas ganadas en la puerta de una iglesia, un poco de colonia de un viejo frasco que Pepe “el limpio” siempre llevaba consigo y unas flores secas  que le ofreció Johnny “el irlandés”, entonando con su astillada guitarra un villancico que nadie entendió. Un melancólico gato y un perrito emocionado por ver tanta gente junta completaron la escena. Fue una particular navidad en uno de los múltiples escenarios del mundo globalizado.

Otra escena tiene lugar a miles de kilómetros de distancia. Los empleados de un centro comercial brasileño se han rebelado contra la petición de sus jefes de que lleven gorros de «Santa Claus» durante el tiempo navideño. Los trabajadores se niegan a ponerse el incómodo gorro rojo de fieltro, típico del simpático San Nicolás y de los ambientes nórdicos. La imagen de «Santa Claus» ha sido muy extendida en todo el mundo por las multinacionales anglosajonas que han impuesto al mundo latino una figura bastante lejana de sus paisajes y sus climas. Estos ambientes cálidos simpatizan más con los «Magos de Oriente», de los cuales uno es negro, y con sus camellos y sus pajes cargados de oro, incienso y mirra que llevan regalos a los niños. En otros ambientes, es el mismo Niño Jesús el que trae los regalos a los pequeños en la Nochebuena. Pero ciertamente, hasta que no se generalizó la moda de la Navidad al estilo norteamericano, como la transmiten los telefilmes, en los países tropicales no soñaban con vestirse de fieltro como en el más crudo invierno de la Europa nórdica, de donde viene la tradición de San Nicolás.

Bajo el pretexto de que les provocaban alergias y les hacían pasar calor, además de hacerles sentirse «ridículos», informaron medios locales, los trabajadores del supermercado han decidido rebelarse contra esta imposición cultural. El hemisferio sur se encuentra en verano en esta época del año, y las temperaturas en el Brasil tropical esta semana alcanzaron los 30 grados. Los empleados del centro comercial Lindoia, en la ciudad sureña de Porto Alegre, recurrieron al Departamento de Trabajo y a la Fiscalía para deshacerse de la odiada prenda. El Departamento de Trabajo ha recomendado a los responsables del centro comercial que se abstengan de obligar a sus empleados a llevar puestos los gorros del gordito y sonriente abuelete nórdico.

Mientras tanto, emociones desbordantes y ficticias, salpicadas de buenos deseos no se sabe para qué, pueblan estos días nuestros ambientes. En las cárceles se palpa la tensión. La depresión hace estragos entre los más débiles. Los que han perdido este año a un ser querido los pasan mal. Aquí hay que sacar el pavo o el cabrito, los matasuegras y el frac barato pese a todo, porque si no parece que no llega la Navidad. Todo es alegría vacía de contenido y euforia por las compras. Por favor, que nos dejen un poco en paz, pero de la verdadera, ¿no les parece?

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Publicado en la Navidad del año 2000

Juegos de azar

Juegos de azar

Los creativos publicitarios deben de estar pensando todo el día. Me explico. Cada día nos sorprenden con mensajes publicitarios más originales, utilizando recursos literarios, humorísticos y de todo tipo, con el fin de atraer a potenciales clientes para las empresas contratantes de la primera parte. En el caso de los juegos de azar andan muy finos. Conectan con nuestros deseos más primarios en este mundo del mercado y del dinero fácil. Nos enganchan a adquirir cupones, décimos, bonolotos, primitivas, quinielas, etc., etc. El motivo puede ser baladí, pero con los botes millonarios, hasta el más pintado se deja coger por la avaricia.

Este fenómeno no es intrínsecamente ibérico, sino que en cualquier continente la pasión por los juegos de azar encuentra clientes por doquier. La construcción de la Europa unida ha llevado a los gobiernos a aumentar sus ingresos, para poder cumplir con los parámetros de Maastricht. Una manera eficaz para llenar las arcas públicas ha sido la promoción de las loterías del Estado y otras formas de juegos de azar. El gobierno italiano se lleva el primer premio en entradas gracias a las loterías: unos dos mil millones de dólares al año. En total, en los Estados europeos, las loterías en 1996 generaron 57 mil millones de dólares de ventas, un aumento de un 54% comparado con 1992. De esa cantidad el Estado se lleva alrededor de la tercera parte. Los gobiernos han aumentado el tipo de juegos disponibles al público, los lugares de venta y han lanzado grandes campañas de publicidad.

En Gran Bretaña, el gobierno introdujo hace tres años una nueva lotería nacional que ha tenido un gran éxito. En los primeros meses, el número de las personas que compraban sus boletos era superior al de los votantes de las elecciones nacionales anteriores. En el primer año de operación, la gente apostó casi seis mil millones de libras inglesas en esa lotería. En Estados Unidos la situación ha cambiado radicalmente en los últimos años. De 1894 a 1964 las loterías eran ilegales en todos los Estados. En 1988, sólo había casinos en dos Estados. En un inicio Las Vegas era el único lugar donde había casinos legales. A partir de 1976 comenzaron a ser permitidos en Atlantic City, New Jersey. Posteriormente se han ido extendiendo los permisos, en gran parte motivados por el deseo de los políticos de encontrar nuevos ingresos para los gastos del gobierno.

Actualmente los casinos funcionan en 27 Estados. Un ejemplo basta para ilustrar el cambio. En los años setenta un sacerdote fue arrestado en el Estado de Iowa por haber organizado un juego de bingo. Hoy día, en el mismo Estado, hay nueve casinos en barcos anclados en los ríos, tres casinos gestionados por los indios y tres hipódromos con máquinas tragamonedas. En los territorios indios, exentos de impuestos del Estados, los casinos viven un auténtico florecimiento. Foxwoods, el casino que en este momento tiene más éxito, se encuentra en la reserva de una tribu del Estado de Connecticut. Recibe a unas 45.000 personas diariamente y cada día gana en promedio un millón de dólares. En total, en 1995, los norteamericanos gastaron 550.000 millones de dólares en juegos de azar. Un 40% de esta actividad tuvo lugar en los casinos.

Los promotores de los juegos de azar aseguran que su actividad genera beneficios indiscutibles. Por una parte, tienen en cuenta el dinero que va a las finanzas públicas. Por otra, explican que los casinos generan actividades comerciales en su zona y, además, crean puestos de trabajo. Por lo que se refiere al trabajo creado por los casinos no todos están de acuerdo. En primer lugar, la mayor parte de los trabajadores son de sueldos bajos: limpieza, servicio de comida, etc. En segundo lugar, si la gente se gasta el dinero en los casinos, no podrá hacerlo otras diversiones o en ropa, etc. ¿Resultado? Las tiendas locales se ven dañadas. Mientras los casinos generan trabajo, otros lugares cierran.

Además, los juegos de azar no sólo traen utilidades, también generan costos. Es muy difícil cuantificar el precio social que resulta de la difusión de los abusos de los juegos de azar. Si bien el número de personas adictas a este tipo de juegos es reducido, los problemas que causan son consistentes. En Estados Unidos se ha calculado que el 40% de los crímenes de fraude hunden sus raíces en los juegos de azar. Un estudio de 1990 realizado en el Estado de Maryland valoró el costo social infligido por sus 50.000 jugadores empedernidos en 1.500 millones de dólares. Asimismo, la adicción a los juegos de azar es la causa de bancarrotas que más se está extendiendo. En diversos lugares de Estados Unidos, la introducción de los casinos ha sido asociada con un aumento en el número de divorcios y suicidios.

En muchos casos las personas que van a los casinos, o compran los billetes de la lotería, no son las que pueden permitirse el lujo de tirar el dinero por la ventana. De este modo, el gobierno está aumentando sus ingresos muchas veces a costo de los grupos de la sociedad que debería proteger. Varios estudios han demostrado que la gente con menos educación gasta más, en términos absolutos, en billetes de lotería que las personas educadas. Obviamente son gastos voluntarios, pero las ilusiones creadas por los anuncios y la presión social, constituyen tentaciones fuertes. Es una manera de aumentar los impuestos, sin hacerlo abiertamente, y el peso recae sobre las personas con menos recursos. ¿No les suena esto a algo de lo que sucede en nuestro país?

Seduce que algo queda

Seduce que algo queda

No sé si les pasará a sus hijos, pero al mío la televisión le produce un efecto de seducción tal que sólo controla un poco la cena, mientras contempla los dibujos animados que nosotros, sus progenitores, le seleccionamos. Si los niños se quedan embobados frente al aparato televisivo de una forma brutal, ¿qué es lo que nos sucede a los adultos? Pues algo parecido. Las conversaciones durante las comidas quedan interrumpidas para otro momento mejor, que desgraciadamente casi nunca llega, porque la tele está encendida en las casas horas y horas. Y este discurso, que se veía venir hace años, se ha convertido ahora en una de las causas que explican determinados comportamientos. Unos, que tienen que ver con los problemas educativos de nuestros chavales. Otros, sobre las pautas de comportamiento y el creciente grado de insatisfacción ante la vida de nuestros adolescentes y jóvenes. La calle ha quedado para el comercio, y poco más, porque resulta más cómodo permanecer en las casas bajo el manto de las 625 líneas televisivas.

En este cambiante mundo de los medios de comunicación nos enfrentamos a unos ciclos tecnológicos muy cortos. Las tecnologías son obsoletas en menos que canta un gallo por una razón muy sencilla: el mercado es el que manda y hay que lanzar productos nuevos para que el consumo no se detenga. También se ha producido un cambio ideológico en los medios de comunicación, porque antes formaban parte de las estructuras de poder, y los componentes ideológicos y políticos han dado paso a un único objetivo: el puramente mercantil. La comunicación se ha convertido en algo accesorio, casi como también la propia información, que era la esencia de los mismos. De la utopía redentorista de antaño, mediante la cual los medios nos iban a liberar de las ataduras del desconocimiento, se ha pasado a la de las realidades sujetas a tarifas, dentro de la lógica del mercado.

Y al periodista, ¿qué papel le toca jugar en todo este entramado? Pues desgraciadamente estar en función de lo que vende. ¿Y qué es lo que vende? Pues si le perspectiva no me falla, los productos degradados. Los de reflexión, no. Comprueben las parrillas de las programaciones televisivas y entenderán de qué les hablo. La vieja noción del debate racional de las ideas, los coloquios, los debates… han quedado superados por los programas espectáculos, el mero entretenimiento, las discusiones y los shows de cualquier tipo.

En medio de todo esto vivimos un proceso de desregulación en los medios que aún tiene que dar mucho que hablar. Unas privatizaciones y unas concentraciones que se realizan sin criterios de amparo, como podrían ser los de tener en cuenta los programas o espacios formativos, la atención a menores y jóvenes, a colectivos excluidos, etc. En definitiva serían unas medidas de salvaguardia que no tienen que ver con las censuras, porque en el terreno de los medios de comunicación se ampara la libertad de información con la libertad de la degradación. Y en esto, desgraciadamente caen casi todos los medios, los privados y también los públicos. Éstos, incumplen la función social para la que están concebidos. De ahí la importancia de recomponer el sentido de lo público frente a sus caídas en los tics comerciales. Se trata, en definitiva, de hacer frente al hedonismo mediático que nos circunda.

Dos vías pueden alzarse en medio de esta maraña de sinsabores. De un lado, las estructuras públicas, que pueden crear espacios temáticos cargados de valores sociales, espirituales, culturales… que se alzan frente a la degradación. Pero para eso hay que creérselo a pie juntillas. No apostar por medios públicos con criterios puramente privados. De otro, estamos los consumidores, los usuarios, que debemos de ser capaces de seleccionar, cuando no de promover, otros medios distintos a los que ofrece el mercado. Desde paradigmas distintos se puede construir otro discurso, recuperando el de la utopía que conduce a la redención o a la liberación. Es difícil, pero no imposible. ¿No parecía acaso imposible que las dos plataformas digitales de televisión se pusieran de acuerdo para repartirse la tarta del fútbol? Pues todo es alcanzable.

¡Sálvese quien pueda!

¡Sálvese quien pueda!

Resulta que la solución a todos nuestros problemas está en la red. Quien no esté conectado va a ser mirado por encima del hombro, porque Internet es la panacea para la humanidad. Menudas soluciones para este final del milenio, cuando sólo un 20 por ciento de la población mundial atrapa el 74 por ciento de las líneas de teléfonos. La Bolsa salta porque al parquet se deja caer una empresa virtual, es decir, sin nombres ni apellidos, pero para la que se prevén unos suculentos botines de guerra, comercial, por supuesto. Esto es increíble. Hasta ahora siempre habíamos pensado que la riqueza se generaba con la producción de bienes y servicios en favor de la gente. Resulta que no es así, o cuando menos, que los servicios van a ser capaces de mover todos los resortes humanos para alcanzar la gloria.

Llegados a este punto reconozco mi ignorancia. Y eso que en el caso de quien esto escribe las nuevas tecnología de la información deben estar a la orden del día. No entiendo nada. O quizá sí, desde el momento en el que entran en juego las claves de una parte del planeta que es la que manda romana, la que corta el bacalao, la que reparte la tarta y la que tira hacia delante. No voy a recoger el testigo de aquellos locos -que no ilusos- que en el siglo XIX destrozaban las máquinas cuando éstas, en nombre del progreso y del futuro de la humanidad, dejaban en la cuneta a millones de trabajadores y trabajadoras porque sobraban en el proceso productivo. A veces, sin embargo, aparece esa vena radical de la que no queda bien, pero que en los tiempos que corren no estaría de más que hiciéramos gala. Porque esto no hay quien lo entienda.

Que nos estén vendiendo la moto de que el futuro pasa por las líneas telefónicas es apostar bien poco por la creencia de que la persona está por encima de todo lo material. No, no. No nos engañemos. Aquí ya no creemos en el hombre ni en la mujer. Creemos en los ordenadores, las páginas web -porque si no estás en la red no existes-, la fibra óptica, la telefonía móvil y otras tantas zarandajas que se nos ofertan en el mercado del futuro como la nueva tierra prometida en los albores de un nuevo milenio. Y que esto no suene a desahogo, sino simplemente como un aviso a navegantes. Un diálogo cara a cara nunca podrá ser sustituido por un “chat” a cinco, diez o mil bandas. Un atardecer reflejado en nuestra retina jamás podrá ser comprimido en una pantalla aunque la resolución tenga todos los “píxeles” posibles para el ojo humano. La sala de un museo y las sensaciones que produzca no tendrá parangón con el recorrido en tres dimensiones realizado por una cámara web.

No se trata, no, de esconder la cabeza como los avestruces. Tampoco negar la realidad. Se trata de coger el rábano por las hojas. Es decir, darle el valor que merece cada uno de los avances técnicos que los hombres y mujeres somos capaces de crear. Darles su valor, su uso y su universalidad, por encima de que se conviertan en nuevos instrumentos para la dominación de unos hombres sobre otros, de unos países sobre otros y de unas culturas sobre otras. De qué sirve depositar todas las esperanzas en el futuro en los nuevos sectores económicos y en las nuevas formas de trabajo cuando el acceso a esos lugares está vedado para dos terceras partes de la humanidad. ¿No se trata de seguir aumentando la brecha entre unos y otros?

Lo que sucede es que en la búsqueda de nuevos caminos parece que va quedando cada vez menos gente. ¿Qué hace la escuela o la universidad por eliminar esas fronteras? ¿En qué piensan los que nos gobiernan? ¿Y cada uno de nosotros y de nosotras? ¿Es que esperamos que las soluciones lleguen únicamente desde un nivel que escapa a nuestra propia razón? Sinceramente no lo sé. Pero lo que sí sé es que en las pequeñas decisiones, en las pequeñas actitudes, en las diminutas opciones que nos quedan a la hora de entrar o no en el rumbo que nos marcan otros es donde podemos hallar nuestro espacio de libertad y de autonomía. Y mientras no nos arrebaten esas pequeñas islas, el futuro será posible.