Victimismo

Victimismo

Ir de víctima por la vida es la actitud más clara de quien pretende eludir las responsabilidades de sus actos. En especial, cuando se trata de buscar un culpable externo que permita justificar aquello que se pretende ocultar. Tanto en el plano personal como en el que ocupa a las organizaciones de cualquier tipo. Cuando en la familia, en el trabajo o en la pareja hay alguien que se viste de ese traje lastimero con el fin de tratar de conmover a quien tiene enfrente, o bien adopta ese papel porque le ha funcionado en ocasiones o porque le falta la valentía para asumir sus decisiones y le resulta provechoso esconder la cabeza.

En esta Región de Murcia se ha practicado el victimismo político desde que el PP descubrió que en el imaginario colectivo de los habitantes de esta tierra se aloja la creencia de que hay enemigos externos que se han conjurado para hacernos la vida imposible. Que lo que nos pasa es responsabilidad de otro. El gran engaño del agua ha sido el exponente más claro. No nos querían los aragoneses, los catalanes, los castellano-manchegos… porque nos negaban el agua del Ebro y del Tajo. No nos quería Zapatero, los socialistas, los ecologistas, los de IU… porque estaban conjurados todos contra Murcia y los verdaderos murcianos. Contra los que querían el progreso y las urbanizaciones para todos. Y repitiendo ese mantra una y mil veces, dedicando centenares y centenares de miles de euros para defender esa estrategia demagógica, manipuladora y engañosa, sustentaron su poder absoluto. Con la complicidad, eso sí, de una gran parte de esta sociedad que en ocasiones ha preferido mirar hacia otro lado.

Cuando parecía que todos los enemigos habían sido vencidos, cuando ya el caballo de Atila del monopartidismo lo había arrasado casi todo, la estrategia de la víctima encuentra en ese escenario del hábito permanente la única salida que sabe cultivar y, por supuesto, alimentar. En eso sigue el PP con ese mirlo blanco que es Pedro Antonio Sánchez (P.A.S.), ungido desde la cuna política mecida en San Esteban tras acabar sus estudios… hasta el momento presente.

Designado sucesor por su tutor, ha ejemplificado en los últimos meses el papel de víctima como cordero llevado al matadero ante los diferentes sobresaltos judiciales a los que ha tenido que enfrentarse. Una mentira repetida mil veces jamás es una verdad… aunque lo parezca. Lo que sí es real es que ha sido mimado en su gestión en Puerto Lumbreras por quien lo ha tutelado y ha designado garante de su legado. Por cierto, ante la envidia de otros alcaldes y alcaldesas de su mismo partido que veían pasar las subvenciones, los proyectos y las inversiones por las lindes de sus términos municipales mientras tenían que conformarse con recoger sólo las migajas.

Pregunta final: ¿Alguien puede explicar qué tiene, o qué le ha visto a P.A.S., para que sea el único e imprescindible candidato, investido para protagonizar los grandes designios de la corte del antiguo Reino de Murcia? Esto se lo preguntan también muchos en el PP, donde en la intimidad han empezado a perder el miedo a quien hasta hace poco todo lo sabía, todo lo veía, todo lo decidía… y se sonrojan ante lo que está cayendo. Es la hora de los valientes. En todos los frentes. En todos los lugares. En todos los escenarios. Quienes van de víctimas, que se aparten, por favor. Ha pasado su tiempo.

Una televisión al servicio del poder (y II)

Una televisión al servicio del poder (y II)

A la espera de anunciados recursos por algunos de los aspirantes a llevarse el pastel de la gestión indirecta de 7RM, el proceso del concurso de adjudicación del contrato parece llegar a su fin con el beneplácito de la oferta de Secuoya y Emurtel. En el sainete de la televisión autonómica apenas se ha debatido una de las claves que hay detrás del uso torticero y manipulador de La 7: el significado de servicio público que tiene para el poder político. Un asunto que no se ha querido abordar en ningún escenario cuando lo ha intentado plantear la oposición, una muestra más de las señas de identidad del monopartidismo: la dejación de responsabilidades en materia de producción cultural y audiovisual en manos de quienes solo han buscado el beneficio económico a cambio de poner a su servicio un aparato de propaganda política.

Tanto en la Ley que regula la Radio Televisión de la Región de Murcia, como en el Mandato Marco aprobado por la Asamblea Regional, se establece la garantía del pluralismo, la objetividad… que siempre han brillado por su ausencia. Aquí no se trata de defender cuotas, tiempos, ni nada que se le parezca. Creo en la profesionalidad de quienes gestionen los medios públicos, desde los puestos directivos hasta quienes forman parte del engranaje periodístico, y que deben de estar al servicio de la sociedad que es la que permite a esos profesionales ejercer su trabajo, y además les paga por ello.

La derecha no cree en los medios públicos si no es para usarlos a su antojo, para ejercer su poder con omnipotencia. Ejemplos los tenemos bien cercanos y la situación en RTVE en los últimos cuatro años es un claro exponente, tras haberse conseguido por vez primera un modelo de televisión pública similar al de la BBC. Y los resultados los conocemos sobradamente. De ahí las diferencias entre quienes creemos en unos medios públicos independientes para cumplir su función social y educativa, y quienes siguen el modelo intervencionista para modelar la opinión pública, cuando en realidad la madurez de la gente está por encima de esas visiones de tan cortas miras.

Lo que es un hecho innegable es que la televisión sigue aumentando su influencia y consumo en España y el poder lucha por controlarla mientras que la ciudadanía aspira a que cumpla otras funciones. El dramaturgo Josep María Bonet afirma que «las televisiones públicas tienen que asumir sus obligaciones sociales y comprometerse con productos complejos y de riesgo». Y aquí es donde entra en juego el sector audiovisual regional, tan castigado en los últimos años, y al que solo le han quedado las migajas del reparto de los dueños de 7RM, comandados por Prodher, la empresa de León Heredia, a la sazón consejero delegado de GTM, el consorcio de los entonces amigos de Valcárcel y ahora, al parecer, uno de los perjudicados del concurso.

Mientras que no cambie el planteamiento de qué medios de comunicación públicos queremos, para qué, qué modelo de gestión se elige, en manos de quién se dejan, cómo se garantiza el derecho de acceso de los grupos sociales y políticos y cuánto estamos dispuestos a poner sobre la mesa por ellos (y no me refiero solamente al dinero), estaremos mareando la perdiz y perdiendo el tiempo. La apuesta por unos medios públicos al servicio de la ciudadanía es la apuesta por otra Región de Murcia, por aquella que salga de su regionalismo rancio y caciquil y mire por unas políticas diferentes, no excluyentes, y con la persona en el centro de la vida social y económica.

El sainete de La 7 (I)

El sainete de La 7 (I)

El desenlace del concurso para la gestión indirecta de la televisión autonómica es un capítulo inacabado más del esperpento que sufrimos en la Región de Murcia. El anuncio de que varias de las empresas que buscan ser las concesionarias del servicio pueden recurrirlo es una muestra más de que La 7 está gafada desde su nacimiento, hace ya diez años. Me atrevo a aventurar que porque surgió como un engaño más de los gobernantes populares frente a una ciudadanía abducida por el regionalismo más rancio de la época, el del ‘agua para todos’.

Sus promotores la justificaban para cohesionar la Región y frente al hecho de que nuestros vecinos tenían la suya: la valenciana de Zaplana y Camps y, ¡oh, qué peligro!, la andaluza de Canal Sur. Ni lo uno, ni lo otro. El único fin que justificaba pedirle a un grupo de empresarios amigos que se sumaran al proyecto era que un paladín del mal, un ejemplo viviente del lado oscuro, llamado Zapatero, había ganado las elecciones el 11-M de 2004 y, ¡maldita sea!, el informativo de La 1 de Telemurcia ya no iba a cantar las excelencias de Ramón Luis y a combatir todo lo que se moviera a su izquierda tal y como quería San Esteban.

El engaño, y por supuesto, el negocio para los amigos, duró casi siete años, período en que se primó a las productoras fieles, se ninguneó a la oposición política y social (cuando no se le castigó directamente), y la manipulación informativa estuvo acompañada de una programación generalista que parecía la de la TVE de los años 70. Eso sí, con la complicidad de buena parte de la profesión periodística, que calló los despropósitos y el modelo de gestión escogido, bien por el miedo al peligrar su puesto de trabajo o, al contrario, porque recibía parte de las migajas del régimen. No olvidemos que los empresarios amigos reunidos en GTM, la concesionaria, obtuvieron pingües beneficios que ya los quisieran otros empresarios murcianos que ha permanecido callados. Ahora se suman a los lamentos por el desarrollo del concurso.

Pero todo aquello pasó a la historia con el corte de la emisión en agosto de 2012, anunciado por un desliz de alguien que se fue de la lengua (véase González Pons), ya que la Región de Murcia iba a ser intervenida por Madrid a cuenta del déficit y la deuda galopantes. Desde entonces, a trancas y barrancas, se reforma la Ley de Radio Televisión de la Región de Murcia por el rodillo del PP en la Asamblea Regional, se escoge un modelo de gestión indirecta, y retraso tras retraso, parece que llegamos a un desenlace salpicado de recursos por doquier. Recursos que pueden no impedir que las emisiones se restablezcan con todas las de la ley (porque lo de ahora es irrelevante) antes de las elecciones de mayo, no sabemos para beneficiar a quién: a Ramón Luis o a Garre, a Martínez Pujalte o a… Quién sabe.

La cuestión de fondo es que la derecha sólo cree en los medios de comunicación públicos cuando le sirven a sus intereses. Entiende que son instrumentos en sus manos para ofrecer una visión sesgada de la realidad, un negocio puro y duro, y al precio que sea. El servicio público o el derecho de acceso a esos medios por los grupos sociales y políticos, por la sociedad civil, quedan proscritos, pero de esto hablaremos en otro momento. El sainete no ha acabado.

Francisco también es Pedro

Francisco también es Pedro

Creo no haber pecado de papolatría y ahora tampoco lo deseo, pero es que no puedo resistirme a sentir por Francisco un cariño especial. El que se siente por un hermano al que se le supone pastoreando un rebaño en medio de una jauría de lobos. No considero que sufra la soledad y el peso de la responsabilidad atribuida a Albino Luciani, el malogrado antecesor de Karol Wojtyla, con un pontificado de tan solo 33 días cuyas circunstancias de su muerte fueron recogidas de manera excepcional por el periodista John Cornwell en su libro Como un ladrón en la noche. Quizá por venir de un país del Sur, su formación y pertenencia a la Compañía de Jesús, y sobre todo, por su sentido pastoral –de pastorear en medio del mundo y no sólo en las bibliotecas o en los despachos– Jorge Bergoglio tiene mucho camino andado y nada que perder.

“El problema de este papa es que le gustan mucho los pobres”, le espetó hace unos días un joven estudiante a un amigo sacerdote. Y se quedó tan ancho. Es lo que piensan muchos cuando expresan aquello de que “Francisco no dice nada nuevo” o lo que ahora algunos cardenales, vaticanistas y recelosos de las nuevas formas de este pontífice afirman –sin ocultar un gran desprecio– que tenemos un papa pastoralista pero poco teólogo. Como si ser pastor fuera un grado inferior del papado, mientras que a un teólogo, aunque no le entiendan la gente sencilla y los alejados del hecho religioso, se le confiere de un estatus especial.

Reconozco que cuando conocí la afirmación de aquel chaval sentí un escalofrío similar al recordar a Koldo, un sacerdote donostiarra, que a comienzos de los 80 me contó lo que vivió cuando presidía en su parroquia de San Sebastián el funeral de un guardia civil asesinado por ETA. Uno de sus monaguillos se atrevió a decir en voz baja: “otro picoleto menos”. Y tuvo que llamarle la atención en plena misa. “Imagínate cuántas generaciones tienen que pasar para que se cierren las heridas en este pueblo”, me dijo este consiliario de la JEC. Escena que he tenido siempre muy presente al reflexionar sobre el problema de la violencia en el País Vasco.

En el caso de Francisco, imagino que también tienen que pasar muchas generaciones educadas en una fe que no parece tener casi nada que ver con la realidad social y política de este mundo. Una fe resguardada en el interior de una Iglesia que se siente perseguida por la increencia, el relativismo y no sé cuántos males tan malísimos de este mundo, frente a los que hay que combatir con un catolicismo militante y de grandes obras, como las de nuestra Universidad Católica de Murcia. Un diablo al que hay que batallar con un entramado académico en el que desde que Francisco ocupó la Cátedra de Pedro poco se le ha nombrado desde sus altavoces mediáticos, al contrario que a sus dos predecesores. Para la UCAM debe quedar lejos lo de ir a las periferias a anunciar la alegría del Evangelio, porque siempre ha primado más expandirse frente a los supuestos ataques de los enemigos. Cuando en realidad han proliferado los amigos. Interesados, pero amigos, a fin de cuentas. Francisco debería ser el primero.

¡Feliz Navidad!

¡Feliz Navidad!

Faltan pocas horas para que nos sentemos en tono a una mesa. Celebramos el nacimiento de un Niño que ha cambiado nuestras vidas, que está presente para seguir manteniendo un espíritu de rebelión en quienes no nos resistimos a lo establecido, a lo ‘políticamente correcto’, a lo de siempre. Con nuestras contradicciones y nuestros aciertos. Intentando no juzgar a los otros ni depositando expectativas que sólo sirven para vivir encadenados. Los creyentes en Jesús de Nazaret -y en general creo que casi todos- estamos de enhorabuena por la bendición que está siendo el pontificado de Francisco, ese hermano mayor que nos invita a ir a las periferias, a mojarnos, a mantener un sentido del humor que nos hace más humanos. 
 
En esta Navidad de las devoluciones en caliente de muchos de nuestros hermanos y hermanas de los países del Sur, del descrédito de un tipo de política, de la corrupción, de una crisis que no es tal sino la estafa de un sistema económico de muerte, del desamparo… te deseo lo mejor. Especialmente si has perdido a algún ser querido en los últimos tiempos, o sufres alguna enfermedad (recuerdo especialmente a varias amigas y amigos), o lo estás pasando regular por la razón que sea.  
 
Recibe un abrazo sincero y mis mejores intenciones.
Encuentro familiar en las fiestas

Encuentro familiar en las fiestas

El mes de diciembre va a finalizar con el regusto de haber vivido intensamente las Fiestas de la Virgen en Yecla, mi pueblo, donde hemos compartido la Mayordomía de la Bandera de mi primo José Francisco Navarro Ibáñez. El año pasado ya las disfrutamos junto a su hermano Juan, quien también fue Mayordomo de la misma insignia. Comparto el artículo que escribí para la Revista de la Fiestas, que edita la Asociación de Mayordomos de la Purísima Concepción, así como el Pregón que pronuncié en el año 2008.

A la quinta fue la vencida. Cuatro veces intentó José Francisco Navarro Ibáñez, ‘Jose’, ostentar la insignia de la Bandera. “Largo se nos hizo a todos, pero la espera ha merecido la pena, puesto que los días de la fiesta han dilatado el tiempo que vamos a vivir, el máximo de los posibles”, asegura el mayordomo ante la mirada de asentimiento de Isabel, su mujer, y de las dos hijas de este joven matrimonio, Patricia e Isabel, que serán pajes de la Virgen. Ese período festivo más amplio no obedece más que a que el Día de la Bajada, al caer domingo, cuenta dentro de la celebración del Novenario en honor de la patrona, al abarcar las dos semanas preceptivas. La Subida será el domingo 21, y al día siguiente el sorteo de de la Lotería de Navidad. “Dejaremos el domingo a la Virgen en el Castillo y el miércoles estaremos celebrando la Nochebuena en familia, aún con los ecos de la compañía de la Inmaculada Concepción que habremos gozado en el pueblo”.

La motivación que le ha llevado a ‘levantarse’ como candidato las cinco veces que lo ha intentado no hay que buscarla más que en la ilusión de sus dos hijas, que desde muy pequeñas han vivido y sentido las fiestas como una parte de su existencia. Las dos van a salir de pajes, y desde hace semanas se han distribuido los diferentes momentos en los que participarán cada una. Patricia, por la mañana, e Isabel, ‘la Peque’, por la tarde. La madre de las criaturas es yeclana de adopción. Llegó a Yecla con 13 años en 1985 y el noviazgo comenzó el año siguiente, “pero nada serio hasta que cumplimos los 18 años” afirman entre sonrisas de complicidad ante sus hijas, a las que les dicen que no piensen en novios hasta que alcancen la mayoría de edad.

Esa pasión e impaciencia infantil es la que lleva a Patricia a preguntar cuándo van a venir todos los fines de semana sin parar, para coger carrerilla y alcanzar los días de fiesta. A Patricia, desde pequeña, siempre le han gustado las fiestas. Su madre recuerda que cuando contaba con tres o cuatro años de edad, en el momento de la despedida a la Virgen el día de la Subida desde la iglesia, desde La Purísima, comenzaba a llorar y preguntaba por qué tenía que marcharse. Ahora le gusta ir ‘en los empujones’, como ella afirma, en cabeza de la comitiva y apretujada, y recuerda a menudo esas escenas junto a su abuela Paquita, el día de la Virgen.

Patricia y ‘la Peque’ juegan con la complicidad de ser tan semejantes que la gente en muchas ocasiones no las distingue. Y han tenido una gran maestra para los días y momentos que se les avecinan con su prima Amanda, la hija de sus tíos Juan Navarro y María José Ortiz. Precisamente, su prima Amanda fue la mano inocente y nerviosa  que sacó el papelico en el que estaba escrito el nombre de su tío Jose en el sorteo de Insignias que le permitió alcanzar por fin el sueño que anhelaba. Y máxime el año en el que su hermano Juan ostentaba la misma insignia. En la historia reciente de las Fiestas de la Virgen se ha dado el caso de que dos hermanos hayan sido mayordomos compartiendo la insignia, pero no que fueran en años consecutivos. En 2006 coincidió que dos hermanos fueron los mayordomos del Bastón y de la Bandera, Marcos y José Manuel, respectivamente. Pero traspasar la insignia de un hermano a otro nunca se había producido, al menos en la época moderna, lo que confiere un significado especial.

Jose 'juega' la bandera en la entrada de la Virgen a la Basílica de la Purísima, el pasado 7 de diciembre, Día de la Bajada

Jose ‘juega’ la bandera en la entrada de la Virgen a la Basílica de la Purísima, el pasado 7 de diciembre, Día de la Bajada. / JERÔME VAN PASSEL

Jose será el cuarto titular de la Mayordomía de la Bandera como miembro de la Escuadra de Los Luna, tras las experiencias vividas en el año 1982 con su primo Juan Victoria, y en 1984 con Benito Rico. Acontecimientos que recuerda como niño integrado en la gran familia de la mano de su padre, Francisco Navarro Díaz, sus tíos y demás miembros de esta centenaria escuadra. Unos componentes que se han volcado a lo largo del año, al igual que lo hicieran el pasado con su hermano Juan, con echar el resto ante cualquier cuestión que precisaran en los preparativos. Este año, con un cabo muy especial, Pascual Azorín, que va a vivir las fiestas con el recuerdo emocionado a la ausencia física de su padre, ‘Pascualico’, que nos dejó la pasada primavera. 

Recuerdo emocionado que, pese a los años, y ya van once, vivirá Jose y su madre, Paquita, por la falta del que fuera cabeza de familia, quien llegara a ser ayudante mayor del alférez abanderado. Precisamente esos son los años que se traslada a casa de su madre, en la Avenida Pablo Picasso,  durante las fiestas para vivir esos días arropados en el hogar en el que vivieron su infancia, adolescencia y juventud. Y donde vivirán las próximas semanas los acontecimientos festivos, con la singularidad que comporta ese punto de encuentro para los escuadristas para salir a recoger al mayordomo del bastón, calles arriba, y recorrer y presidir juntos todos y cada uno de los momentos.

Esa casa familiar que guarda los recuerdos de cómo han vivido siempre las fiestas, con modestia, “muy al estilo de Los Luna, sin alardes, como se vivía antes, tiempo atrás, de puertas para adentro, porque somos una familia de tradición, que nos gusta vivir estos días de una manera sencilla, pero con mucha devoción”, como aseguran.  Recuerdos familiares, de gestos humanos y cotidianos que aparecen al rememorar un tiempo en el que este mayordomo fue polvorista, compañero de Joaquín, el zagalico que venía con Fernando, el cargador de su padre, un chiquillo que vivía en el Barrio del Sol y que aún se lo encuentra de vez en cuando por la calle. Los dos zagales iban detrás de los músicos para que en el momento en el que se acababa la cantimplora de pólvora se dirigieran al interior de una casa para recargarla y así poder continuar.

10387300_762690300462279_7162528295382316164_n

La familia al completo: Jose, Isabel, Patricia e Isabel Mª.

Una familia que en su doble condición está implicada de lleno en este acontecimiento. Desde la dimensión más expresiva, como los trajes, diseñados por la tía María José Ortiz, que les ha puesto mucha ilusión (“más que a los míos del año pasado”, asegura) y son la continuidad de esta labor que ya tuvimos oportunidad de comprobar en las Fiestas de 2013. Sin grandes elementos que rompan la armonía, unos ropajes que son una muestra más del buen hacer de esta artesana de las telas y los complementos. Llevan muchos detalles y rebosa la gran dedicación que se les ha prestado. Las dos cuñadas, María José e Isabel, han empleado muchas horas en recorrer internet para encontrar hasta el más minucioso elemento de unos trajes inspirados en la moda del siglo XVIII. Y compartida, en parte, esta labor artesanal con la colaboración de personas allegadas a los padres de las pajes, como Efi, que ha puesto mucho cariño y horas para entrelazar hilos con el encaje de bolillos. Siempre con la intervención callada, pero laboriosa, de la abuela Paquita, que ha realizado, junto a su nuera María José, los bordados. Unos trajes y complementos que han buscado, además de la propia belleza y arte de los mismos, la comodidad, para que las pequeñas se sientan a gusto durante cada uno de los actos que tengan que vivir. Y como cada una de las dos va a vivir su particular participación en aquellos, aseguran que la gente no va a encontrar diferencias entre Patricia y ‘la Peque’. Y además no se han tenido que elaborar seis trajes, sino cuatro, porque las hermanas son exactamente iguales en su tallaje. Dos blancos, uno rosa y otro azul.

Y la presencia de cada una de las hermanas va a estar acompañada de las primas Blanca,  Sofía y Daniela, quienes van a salir en los paseos. También los primos Rodrigo y Carlos (que han sido testigos de los ensayos y entrenamientos estivales del mayordomo en jugar la bandera) e Iker, que quiere seguir los pasos de sus tíos Juan y Jose al frente de la mayordomía ante la sorpresa de su madre.

Una gran ilusión es la que domina en ambas familias ante el acontecimiento que van a vivir. Cada una a su manera. La de Jose, más ligada a las tradiciones yeclanas. La de Isabel, incorporada a la idiosincrasia de este pueblo del Altiplano desde que sus padres, naturales de dos provincias andaluzas (Almería y Cádiz), recalaron por aquí a mediados de los 80 del pasado siglo. Sus hermanas Blanca y Luz Mari, y su hermano José Manuel (escuadrista de Los Luna), viven también las fiestas con intensidad, como sus cuñados Pasky (su fiel cargador desde hace años,  ubicado en un lugar privilegiado para vivir la fiesta desde sus entrañas) y Carlos (quien ya imagina la idea de ser mayordomo de la bandera en un futuro más o menos cercano). No digamos nada de su cuñada Brígida, ‘la tía Brigi’ para Isabel y ‘la Peque’, que saborea estos acontecimientos con verdadera pasión.

Ilusión que lógicamente es compartida por la familia de Jose. La tía Ramoni y sus hijos, Miguel y Rosa, Juan y Conchi, la tía Belén ha enviado las flores para la Bandera. La tía Juani ha hecho el pomo, bajo la atenta supervisión de su Pedro, como ya lo hicieran el año pasado para Juan. Ambos son los hermanos de su padre, y todos hijos de José Antonio, el abuelo que se levantó en el año 1954 (el de la Coronación), pero que no pudo ser. Un mayordomo que, casi un año después no olvida la histórica efeméride que le supuso conseguir que su primo Pedro José (quien pregonara las fiestas en 2008) desfilase con la escuadra de Los Luna, pertrechado de su correspondiente uniforme reglamentario y arcabuz, el día en que fue proclamado Clavario.

En definitiva, un sueño que se ha visto cumplido y que tendrá su culmen en todas y cada una de las jornadas que arrancarán desde el momento del Beneplácito hasta el de la entrega de insignias, al filo casi ya de la Navidad. Una quimera que rozaba la obsesión por el hecho de que las pequeñas no llegaran a alcanzar el gran sueño infantil de ser pajes de la Virgen, de acompañar a la imagen de la Inmaculada Concepción. La que verá jugar la bandera en su honor y ante el mayor número de escuadristas, tal como Jose prevé alzarla y rozarla en el frío aire de diciembre, salpicada por el humo y el estruendo de la pólvora. Este año toca vivir de nuevo las sensaciones que ya se experimentaron el pasado. Otro momento de encuentro familiar y de expresión de la tradición y la religiosidad de un pueblo que se vuelca con su Madre. Jose e Isabel, Patricia y ‘la Peque’ Isabel están ya entregados.

Azagra, natural comunicador

Azagra, natural comunicador

Nunca tuve dudas de por qué Jesús Hermida se quedó prendado de su primera intervención en televisión. La cámara le quería. Su tono de voz cautivaba al público, su sencillez contrastaba con su traje oscuro  y sus maneras de sujetar la cruz sobre su pecho, con la que jugaba entre sus dedos. Su aparente ingenuidad al dar paso a la publicidad en medio de una de sus apariciones ha quedado en el recuerdo de su paso en sucesivos programas televisivos. Porque si hay que destacar algún rasgo esencial en don Javier Azagra ha sido el de ser un gran comunicador. De palabras, pero sobre todo de gestos, de miradas, de sonrisas… como las del papa Francisco. No ensayadas. Naturales, como de quien sale de suyo una forma de ser. Por eso fue tan fácil trabajar con él los años que compartimos en la sede del Obispado de Luis Fontes Pagán, entre la espalda del Seminario de San Fulgencio y del Hospital General.

Comunicar la buena noticia. Ese ha sido siempre su don natural. Y no se comunica lo que no se vive, lo que no se cree, lo que no se siente. Vidas, creencias, sentimientos… todos en uno al servicio de la gente de la gente. “Todos enviados a evangelizar”, esto es, a anunciar la buena noticia, fue su principal mensaje cuando tomó posesión como obispo de Cartagena el 11 de octubre de 1978, en una homilía en la que se preguntó dónde está Jesús, y en cuya respuesta definió su itinerario como pastor de este rebaño que en las últimas horas le recuerda emocionado: “Está en las pequeñas alegrías de la vida, en esas que no se compran con dinero, en el calor de la familia, en las fiestas, en la amistad, está en los pequeños y grandes sufrimientos de la vida; allí donde los hombres trabajan y luchan por una sociedad más justa, por un mundo más fraterno, más humano, más hermoso”.

Alegría, bondad, sentido del humor, cercanía, amabilidad, escucha, pasión… todos estos rasgos definen un carácter forjado en la longeva familia navarra que le vio nacer, estudiar en los Maristas, ordenarse sacerdote, ser cura de pueblo en Tafalla donde lo bautizaron como ‘el tractorico’ por ser “pequeño, dinámico y todo terreno”, vicario en Santander y llegar a Cartagena  de la mano de otro gran hombre de Iglesia, don Miguel Roca, quien un accidente de tráfico truncó su vida cuando era arzobispo de Valencia. Esos primeros años de don Javier en Cartagena le marcaron profundamente. Amó a la ciudad y a sus gentes, aunque al principio no le mostrara en exceso una buena acogida. Como obispo auxiliar conoció los conflictos con la autoridad civil por la actividad de los cursos obreros y los movimientos eclesiales implicados en los últimos años del franquismo.

Esas tensiones siempre estarían presentes en su trayectoria como obispo, porque ser uno de los pastores del Concilio Vaticano II llevaba aparejada la condición de vivir momentos complejos. De esa generación de obispos del cardenal Vicente Enrique Tarancón, como Javier Osés, Ramón Echarren, Victorio Oliver, José María Conget… la Iglesia española tiene mucho que aprender  y reconocer los esfuerzos pastorales y teológicos a los que tuvieron que hacer frente. Tensiones que nunca eludió, y a las que trató de abordar desde las claves que mejor entendía: la confianza y la cercanía. Sufrió con la secularización de sacerdotes a los que quería como hijos, y a los que trató de ayudar en lo que pudo. Con aciertos y errores.

El obispo Azagra durante uno de los muchos encuentros de jóvenes en La Fuensanta.

El obispo Azagra durante uno de los muchos encuentros de jóvenes en La Fuensanta.

Javier Azagra será siempre recordado por ser un verdadero pastor en medio de sus ovejas. Su agenda no tenía huecos. Nunca dijo que no a una invitación; a una entrevista de radio, periódico o televisión; a presidir una celebración, a acompañar a un grupo, a viajar a Lourdes como un hospitalario más, a acudir a la Fuensanta a los encuentros de Pastoral Juvenil y a lanzarse a las periferias del mundo, esas a las que Francisco insta ahora para llevar ‘la alegría del Evangelio’. Don Javier lo hizo, especialmente a las periferias de la pobreza y la exclusión. El Centro de Acogida de El Palmar, el CAYAM, el patronato Jesús Abandonado, Proyecto Hombre… son algunos de los proyectos impulsados durante su episcopado. Como los que han promovido en Honduras, Bolivia o en Mozambique sacerdotes diocesanos que siempre contaron con su apoyo y cariño.

Amó tanto a esta Región y a sus gentes que disfrutó en vida el reconocimiento de sus instituciones. Fue un gobierno socialista, el de María Antonia Martínez como presidenta en 1995 a la que invitaba a ir a misa, el primero en testimoniar su compromiso, nombrándolo Hijo Predilecto de la Región de Murcia al cumplirse sus bodas de plata episcopales. Le siguieron innumerables ayuntamientos y entidades. Su despacho siempre estuvo abierto a todos, en especial, a las gitanas Manuela y Ramona, que habitualmente se dejaban caer por su casa para pedirle alguna ayuda para ellas o sus hijos, o lo esperaban en el Paseo del Malecón, donde acudía como un reloj cada mañana tras sufrir un infarto. Un paseo matutino en el que un buen día una señora viuda, que no lo había reconocido en chándal como obispo, le propuso iniciar relaciones. Don Javier lo contaba como algo natural, porque si al don de comunicador hay que unirle otro rasgo, ese es el de la naturalidad.

La naturalidad que desbordó en sus innumerables visitas a Yecla, mi pueblo, aunque una de las más dolorosas fue cuando tuvo que oficiar el funeral de mi hermano Pablo el 4 de noviembre de 1993, al que había ordenado sacerdote en la misma parroquia de San José Obrero justo cuatro meses antes.

Estoy seguro que don Javier, cuando estos días lo recordemos, nos preguntará que por qué le lloramos, ya que él afirmará con seguridad que él está “entre bien y muy bien”. Y al sonreír nos dirá que está feliz junto al Padre con los suyos, su madre, con tres de sus hermanos, con sus sacerdotes más queridos que ya no están tampoco entre nosotros, como su vicario general Antonio Martínez Muñoz. Que lamenta que Osasuna esté en segunda, aunque el Real Murcia está peor, y que sigamos adelante, con energía, con fortaleza, con pasión… con esos rasgos con los que él trató de vivir y anunciar la buena nueva.

——–

Una versión reducida de este artículo fue publicado en el diario La Verdad de Murcia el 17 de noviembre de 2014, un día después de su fallecimiento.

Vida en la frontera

Vida en la frontera

El Pontificio Consejo Justicia Paz, en colaboración con la Academia Pontifica de Ciencias Sociales, ha organizado para esta última semana de octubre en Roma el Encuentro Mundial de Movimientos Populares. Un encuentro promovido por el papa Francisco, y que a juicio de Juan Grabois, sindicalista argentino y miembro del comité organizador, responde a las preocupaciones sociales del que fuera arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio. Un simple vistazo al programa de los tres días en los que va a transcurrir el encuentro, los objetivos y las organizaciones y movimientos participantes  te permite reencontrarte con una dimensión social y política de la fe cristiana que he echado de menos en muchas ocasiones. (más…)

Moral de plástico

Moral de plástico

En mi doble condición de afiliado al PSOE y al sindicato Comisiones Obreras ando estos días terriblemente afectado por las noticias que vamos conociendo sobre el uso de las denominadas ‘tarjetas black’ o ‘tarjetas opacas’ por parte de miembros de alguno de los consejos de la antigua CajaMadrid o posteriormente Bankia. Personas que fueron propuestas por los partidos políticos con representación en la Asamblea de Madrid (PP, PSOE e Izquierda Unida) o por los sindicatos más representativos en la entidad (CC OO y la Unión General de Trabajadores), además de los propios directivos de la caja.

Estos consejeros -por llamarles de algún modo- se asemejaban a esos niños que les dicen a sus padres que les compren algún videojuego y paguen con la tarjeta, que eso no cuesta dinero, porque en su infantil ingenuidad no llegan a comprender que además de los billetes y monedas existe un producto con soberanía propia que permite acrecentar el patrimonio, dar rienda suelta a las aficiones y necesidades más primarias y, sobre todo, a comprar voluntades, que al parecer eso es lo que perseguía el presidente de la entidad a la hora de repartir ese dinero de plástico entre los ávidos consejeros.

Pero a esa doble condición de miembro de unas organizaciones que, en su declaración de principios coinciden mis principios éticos y de compromiso con el cambio social y la defensa de los más desfavorecidos, se alza una posición superior: la de simple ciudadano que trata a diario de vivir con coherencia una moral de ayudar a construir una sociedad más justa, fraterna, solidaria, ecológica y donde el principio del bien común marque cualquiera de nuestros comportamientos. Los públicos y los privados. Los del ámbito familiar y los de los restantes en los que desarrollamos nuestra vida (laboral, profesional…).

Mirar a otro lado

De lo que hablamos no es otra cosa que de corrupción. Y especialmente en la acepción que señala que «en las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores». Corrupción como práctica más extendida de lo que pensamos, y ante la que en ocasiones miramos hacia otro lado. Porque corrupción es hacer uso indebido de medios y de recursos que están destinados a otros fines,  y cada cual puede mirarse a sí mismo en lo cotidiano si es honrado o no, especialmente en el ámbito de los servicios públicos.

Quienes hicieron uso de las ‘tarjetas black’ aseguran que no tenían conciencia de hacer nada ilegal. ¡Vamos, anda! Cuando alguien siente que está por encima de los otros, o que tiene derecho a disfrutar de prebendas por el cargo que ocupa, ha traspasado la línea del sentido común y de la honradez. Y en esto no valen los apellidos que le damos a la función desempeñada, ni el nombre de la entidad en el que lo hacemos. Encima cuando se trata de justificar lo injustificable se demuestra que han alcanzado la cima del cinismo, de que el fin justifica los medios, y de que todo está permitido. Que quien se corrompe en la medida de las posibilidades que tiene para corromperse está en el mismo nivel, bien sea un consejero de caja de ahorros, un empleado que no cumple su horario, un cliente o un autónomo que no declara el IVA, un empresario que no paga lo establecido en salarios o en impuestos, o quien simplemente no cumple ante los demás el compromiso adquirido al desempeñar un trabajo o función del tipo que sea. Tan corruptos son unos como otros. O somos unos como los que criticamos en cualquier barra de bar o en tertulias varias.

Incoherentemente coherentes

Cuando era más joven, al ser educado en ambientes eclesiales, no cabía en mi imaginación que personas que se declaraban creyentes o aquellas que habían elegido la vida religiosa o el sacerdocio pudieran vulnerar los principios más elementales de la fe cristiana. O que no fueran coherentes con los valores emanados del Evangelio. Cuando trabajé en la oficina de prensa de un Obispado y conocí sus interioridades me llevé más de una sorpresa. O cuando ejercía el periodismo no cabía en mi imaginación que hubiera profesionales que mintieran, se dejaran sobornar por el poder o no lucharan contra viento y marea en defensa de la libertad de expresión y de una prensa independiente y al servicio de los ciudadanos. Qué voy a contarles cuando llegué al mundo de la política y pude comprobar de primera mano que hay personas que son capaces de ‘matar’ por un puesto en una lista electoral o un simple cargo institucional. Y beneficiarse de su puesto, sea del partido que sea, como en la Administración Pública, donde hay gente que sólo ha perseguido su enriquecimiento personal, beneficiando a los poderosos, o el provecho de los recursos que son de todos.

Hay pocas verdades que sean absolutas, pero sin caer en el nihilismo o en la simple ideología neoliberal, que se convierte en un modelo de ver la vida, constato que cada día hay que alimentar la ética de principios para no caer en esa moral de plástico que llega a través de cantos de sirena cuando menos te lo esperas. Que las organizaciones, por el mero hecho de tener una historia o un apellido concretos, no llevan aparejada la limpieza absoluta de las personas que forman parte de ellas. Que el ser humano está tentado continuamente a sucumbir a los principios del capitalismo depredador, y lo que es más grave, a justificarlos en nombre de unos supuestos derechos adquiridos por haber tomado en algún momento determinadas decisiones. Que hay que estar siempre en alerta, sin agobios y susceptibilidades, porque vivir es formidable, siempre hay posibilidades de caer en la cuenta de los errores que podemos cometer, y que en el caso de confesar una religión liberadora, tener presente que la mirada hacia los últimos es la que te permite no dejar de tener los pies en la tierra.

Y sobre todo, descubrir que por encima de las sombras que llaman nuestra atención hay muchas luces de gente, de muy buena gente, que trata de vivir cada día con principios de honradez, buen hacer, sentido común y pensando en los demás. Que no lo pregonan y que raras veces son noticia, pero ejemplos de competencia profesional, personal, laboral, social y política los tenemos repartidos por todos nuestros mundos. Ejemplos de que hay una moral de carne y hueso que es capaz de echar esas tarjetas al contenedor amarillo. ¡A reciclar toca!

P.D. En mi calidad de miembro del Consejo de Administración de Radio Televisión de la Región de Murcia, elegido en junio de 2011 a propuesta del PSRM-PSOE, he firmado el Código Ético que ha elaborado el PSOE para los cargos públicos y orgánicos. Aquí lo tienes íntegro: Código Ético completo.

La boda de la niña

La boda de la niña

Hace ya casi una década participé en un curso de Comunicación Política impartido por expertos que habían trabajado para líderes políticos del PSOE y del PP. Me sorprendió que en aquel contexto, un destacado director de Comunicación de un dirigente popular que llegó a ser vicepresidente de uno de los Gobiernos de José María Aznar explicase con pelos y detalles algunas de las causas que motivaron la pérdida de las elecciones (con candidato interpuesto, Mariano Rajoy) en marzo de 2004. Nos habló de la prepotencia del entonces líder de la derecha española, de su soberbia y del hecho de estar fuera de la realidad, factores que intervinieron en crear las condiciones para la derrota, días después de los atentados del 11-M.  A su juicio «la boda de la niña» fue el exponente gráfico de aquél estilo autoritario e imperial. La boda de la hija de José Mª Aznar y de Ana Botella con el prometedor yerno y financiero Alejandro Agag en el Monasterio del Escorial, el símbolo de Felipe II de una España que fue.

Es verdad que ese evento fue la imagen del despropósito, agrandado posteriormente por el famoso paseíllo de la trama Gürtel, invitados de honor a la ceremonia de la sinrazón. La actitud ante el desastre del Prestige, las mentiras de las armas de destrucción masiva y nuestra alianza con los impulsores de la Guerra de Irak, y el engaño en la gestión de los atentados de Madrid del 11 de marzo, pusieron la guinda para aquel cambio en el gobierno que reclamó de forma mayoritaria la gente en las urnas. Amén del resto de despropósitos de unas políticas neoliberales, como la venta de empresas públicas a los amigos del régimen o leyes depredadoras, como la del suelo, que sentaron las bases de la ‘burbuja inmobiliaria’ que habría de venir. Por cierto, al ser preguntado el Gobierno por parte de la oposición sobre cuánto costó la boda la respuesta fue que no había supuesto gasto alguno para el erario público. Luego supimos lo que la Gürtel había aportado al evento y conocemos parte de lo que las Administraciones Públicas han aportado a aquélla.

Mentiras y victimismo

Mientras todo eso ocurría en la política nacional, en nuestro virreinato de la Región de Murcia, Ramón Luis Valcárcel y la red clientelar tejida por el Partido Popular a lo largo y ancho de la sociedad civil campaban por sus anchas. El engaño y la mentira, con una propaganda financiada por los poderes públicos y sus aliados (entre ellos las organizaciones empresariales y las cajas de ahorros que actuaban en connivencia con los amigos del poder), hacían creer a los murcianos que el agua para todos era la solución para esta tierra. A esa gran mentira se sumaron otras, como el victimismo del que ya he hablado en anteriores ocasiones. Las excusas de mal pagador, porque siempre eran y son otros los culpables de la situación a la que nos han llevado. Y en medio de esta situación, las voces que denunciaron en mayor o menor medida la corrupción del sistema político, económico y social, desde el PSRM-PSOE y su grupo parlamentario, a los grupos ecologistas, IU y otros sectores de la izquierda, eran condenadas al ostracismo al ser descalificados con la acusación de ser antimurcianos. ¡Vamos!

De izquierda a derecha, Juan Carlos Ruiz, Valcárcel, Alberto Garre, Cámara y Pedro Antonio Sánchez se dan la mano cerrando el capítulo sucesorio. | Foto: G. Carrión

De izquierda a derecha, Juan Carlos Ruiz, Valcárcel, Alberto Garre, Cámara y Pedro Antonio Sánchez se dan la mano cerrando el capítulo sucesorio, en marzo de este año. | Foto: G. Carrión

Esa ‘boda de la niña’ como imagen de que el cambio de un ciclo, de una época, era un hecho imparable, lo podemos traducir ahora con las revelaciones periodísticas de lo que hasta ahora había sido un secreto a voces: los presuntos casos de corrupción política, urbanística y, sobre todo, social, en medio de una sociedad que miraba hacia otro lado, que no quería reconocer lo evidente, o que se le ocultaba de tal manera con otros temas de la agenda oficial que impedían ver lo que estaba ocurriendo. Y a esas revelaciones, contestadas por sus protagonistas como fruto de una conjura político-judicial-maléfica-judeomasónica y periodística, se le suma el incidente protagonizado por el delegado del Gobierno, ex diputado al Congreso, ex senador, ex parlamentario regional y, sobre todo, ex consejero de varios gobiernos de Valcárcel en los que jugó un papel esencial, amén de su especial cometido en el engranaje electoral y económico del aparato del Partido Popular de la Región de Murcia.

Como bien sabe todo el común de los mortales, y no es cosa únicamente de los expertos en comunicación política, la mentira nunca se puede contar bien. Y las excusas, las justificaciones, la búsqueda de que otros sean los que puedan defender lo indefendible, las mentiras… tienen las patas muy cortas.  Bien sea que una empresa farmacéutica sea invitada a explicar los inexplicables viajes de placer del presidente regional, señora (funcionaria entonces de la Administración autonómica) y cohorte de estómagos agradecidos. O bien que se quiera someter a un mando del Benemérito cuerpo a explicar lo inexplicable de lo sucedido una madrugada en un control de alcoholemia, donde lo más suave que se puede calificar al respecto es de que podemos estar ante un presunto abuso de autoridad frente a quien realizaba su trabajo, y donde, al parecer, consiguieron el objetivo de no ser sometidos al susodicho control.

Algo se mueve

Los hechos de las últimas semanas marcan un antes y un después de lo que ha venido aconteciendo en esta tierra. Los fantasmas conspiratorios ya no se los cree nadie. Sus amenazas y presiones, en ocasiones veladas y, las más, directas y sin pudor, han dado paso a la constatación de que algo está pasando. Quien ha ejercido el poder y la autoridad empieza a sentirse débil. Esta clase de dirigentes políticos está quedando en evidencia con sus modos y maneras, sus connivencias con quien ha manejado los hilos del poder económico, financiero y empresarial… mientras esta Región, sus gentes, sus sectores de la población más débiles iban empobreciéndose y endeudándose. La complicidad dominante hasta ahora parece que puede tambalearse. Porque me pregunto: ¿No hay gente honrada en el Partido Popular, entre sus afiliados, votantes y cargos públicos, que se sonrojen cuando salen a la luz cómo han crecido los patrimonios de algunos de los suyos, cómo se comportan y reaccionan cuando ‘salen en los papeles’ retratados en asuntos, cuando menos turbios, donde se roza presuntamente el delito? Conozco a mucha gente honrada del PP que calla por fidelidad, pero que está empezando a ver que se le ha engañado. ¿Y qué dicen las jóvenes generaciones? ¿Los que aún quedan sin imputación judicial alguna?

Tardará más o menos tiempo. El sistema electoral amortiguará las consecuencias visibles en la confrontación en unas elecciones. Apretarán las tuercas (como lo han hecho a lo largo de veinte años para amordazar a periodistas, medios de comunicación, sectores de la Universidad, organizaciones sociales y políticas), intentarán asustar a la población más humilde con supuestas llegadas de alternativas desestabilizadoras, exigirán que se les devuelvan los favores prestados y muchos mirarán ahora hacia otro lado diciendo que ellos no han hecho nada, que ellos no sabían nada, como si pudiera pasar de rositas este tiempo de ignominia al noble arte de la política, de la gestión de los asuntos públicos. Lo que empieza a vislumbrarse de forma cada vez más clara es quién pagó ‘la boda la niña’ de la prepotencia, la soberbia y el ejercicio caciquil del poder en esta tierra. Es tiempo de quebrar las complicidades. De construir, a partir de que haya una verdadera regeneración moral de la política y del buen gobierno. Desde la honradez y del trabajo en común para tratar de resolver los problemas de la gente, de la ciudadanía, especialmente de quien sufre las consecuencias de estos oscuros y ficticios años de especulación y de corrupción.

Para toda la vida

Para toda la vida

El compromiso social, el compromiso político, es una opción para toda la vida. Para los momentos felices, pero sobre todo para aquellos amargos, marcados por la represión, la violencia, la desesperanza, la persecución… Hoy he vivido en Yecla, en mi pueblo, un sentido homenaje a Pascual Azorín Disla, Pascualico, presidente de honor del PSOE local, con la entrega por parte de su familia de su archivo personal, recopilado a lo largo de sus 96 años de vida, y cinco meses después de su fallecimiento.

El testimonio de militantes socialistas como Pascualico, junto a muchos otros comunistas, anarquistas… es la semilla que nos mantiene vivos, en estado de alerta permanente contra las injusticias. Pablo Iglesias lo dijo muy certeramente allá por el año 1917, un año antes de que naciera Pascual: «Los socialistas no mueren: los socialistas se siembran». ¿Cómo no vamos a seguir su ejemplo si ellos lo dieron lo todo en un contexto mucho más complicado que el nuestro? ¿Cómo podemos caer en la desesperanza? No les haríamos justicia, y de nada valdrían actos como el vivido en Yecla, en la centenaria agrupación socialista a la que tanta vida, tanta entrega, tanta ilusión, tanto esfuerzo… ha dedicado durante toda una vida.

En la imagen, el archivo de Pascual Azorín, entregado a la Agrupación Socialista de Yecla.

En la imagen, el archivo de Pascual Azorín, entregado a la Agrupación Socialista de Yecla.

Los y las militantes antifranquistas no pueden caer en el olvido. No es justo. Es hora de reivindicar la memoria de decenas y centenares de mujeres y hombres que despertaron a la conciencia social en Yecla, en la Región de Murcia, a través de las sociedades obreras, germen de las agrupaciones socialistas y de la Unión General de Trabajadores (UGT). Que se unieron, sí, se unieron, porque sólo unidos somos más fuerte que el adversario, que no es otro, que la incultura, la injusticia, la sinrazón, la ley del más fuerte…

El historiador Aniceto López Serrano, que fue mi tutor en 8º de EGB allá por el año 1977, nos hacía esa llamada a reivindicar la memoria de nuestra gente, de aquellos que iniciaron la senda del compromiso sindical y político a finales del siglo XIX y la impulsaron en los años previos a la Guerra Civil, en el libro publicado en 2010, “Los socialistas en la política de la Región de Murcia”. Nosotros no acabamos de llegar a la política. Nosotros formamos parte de la historia centenaria de un partido que se ha dejado la piel por cambiar la sociedad, por cambiar nuestra tierra, por cambiar nuestros pueblos y ciudades.   

Y Pascual Azorín Disla, Pascualico, forma parte de una larga lista de mujeres y hombres, de yeclanos y de yeclanas, que han demostrado su valentía, su orgullo, su madurez personal y política por encima de las circunstancias. José Pérez, Juan Roses, Salvador Muñoz Bañón, Juan Puche, Rafael Ortuño, Sebastián Pérez Lorenzo, Concepción Ferri… Aquellos que constituyeron la Sociedad de Obreros del Ramo de la Edificación, en junio de 1914, y tres meses más tarde la Sociedad de Obreros Agrícolas, el germen de la Agrupación Socialista de Yecla.

No sucumbieron a los cantos de sirena de las dificultades, ni callaron cuando se les obligaba a ello. Mantuvieron su mirada frente a las adversidades, las injusticias, la explotación laboral… frente a la ignominia del fascismo, del franquismo… y conservaron la llama de los ideales de emancipación para transmitirlos a las nuevas generaciones de socialistas que aún creemos en la urgencia del compromiso político en un Partido Socialista renovado, un Partido Socialista que recoja las aspiraciones de la gente sencilla, de la ciudadanía… para transformar nuestro país, para cambiar esta Región saqueada por la derecha en estos últimos casi veinte años, y por supuesto, para liderar el cambio también en mi pueblo.       

El acto vivido junto a su familia es el mejor homenaje que podemos brindarle a Pascual, que ha conservado el archivo de la vida de centenares de mujeres y hombres que defendieron sus ideales de la mano de la historia y del compromiso de un Partido Socialista Obrero español más necesario que nunca.

En diciembre de 2010 el PSRM lo homenajeó en el Teatro Cervantes de Abarán junto a otros destacados militantes de diferentes lugares de la Región. Él no pudo estar, pero su mirada y su recuerdo brilló con luz propia. Días después le entregué personalmente un recuerdo que le iba a ser entregado en esa conmemoración. Hoy sábado, cinco meses después de que nos dejara tras 96 años de intensa vida, lo recordamos y nos unimos a su mujer, a sus hijas e hijo… al resto de su familia, y sobre todo, a toda la familia socialista yeclana, como reconocimiento de su legado y recogiendo el testigo para mantener viva la llama de la militancia y el compromiso, que no olvidemos, es para toda la vida. “Los socialistas no mueren. Los socialistas se siembran”.

Al llegar a los 50

Al llegar a los 50

Siempre he creído que las cosas no suceden por casualidad. No en el destino, en el sentido estricto de que todo esté ya preparado y dispuesto de antemano. Sería muy triste no poder intervenir en los acontecimientos en los que vamos a participar, o en los que de una u otra forma asistimos, bien sea como protagonistas o como actores secundarios. Ese sentido trascendente de lo que hacemos, de lo que vivimos, de lo que actuamos, lleva aparejadas unas circunstancias que en la mayor parte de los casos nos conducen a saborear experiencias vitales repletas de significado.

En las últimas semanas experimento la llegada a un momento vital marcado por cumplir los 50 años que, a su vez, está salpicado por una serie de hechos que me han brindado la oportunidad de hacer un alto en el camino para evaluar lo recorrido. Es habitual en nuestra atribulada actividad profesional, o en las diferentes facetas vitales, como las familiares, lúdicas o sociales, que nos embarquemos en innumerables proyectos. Proyectos a los que dedicamos tiempo, energía, intercambio de opiniones, validaciones, etc. pero una vez puestos en marcha, o lo que es más grave, una vez desarrollados, nunca son sometidos a una evaluación. A una revisión, a un verdadero análisis del cumplimiento de lo proyectado, si se han cubierto las expectativas, si se han obtenido los resultados esperados, a conocer qué ha fallado -si ha sido el caso-, qué se puede corregir y cómo adecuar los diferentes elementos del mismo para reajustarlo, desecharlo o apostar por él desde nuevos parámetros.

En el ámbito de las Administraciones Públicas -que es el más conozco, o en cualquier otra organización que se precie- es hecho muy común que se inicien planes, proyectos, estrategias, programas… que persiguen grandes objetivos y metas que, en la mayoría de las ocasiones, y a la vista de los resultados, son irreales, y por tanto, inalcanzables. Unos planes se superponen a otros porque los antiguos no han sido evaluados. Apenas se han revisado para saber en qué se ha fallado, dónde estaban los errores y el porqué de la incapacidad en alcanzar las mínimas previsiones. Creo que todos conocemos ejemplos de lo que hablo, bien sea por haber participado en alguno de esos planes estratégicos, o bien por ser un mero espectador y consumidor de los mil anunciados proyectos de lucha contra el desempleo, el fraude fiscal, la economía sumergida, el fracaso escolar o el calentamiento global.

Reconciliarse con lo vivido

Si nos vamos a la vida cotidiana, al devenir por nuestro pequeño mundo, sucede algo similar. Nos sumergimos en el papel que nos toca desempeñar en cada momento (hijo/a, estudiante, joven, trabajador/a, padre o madre, educador/a, abuelo/a…) y buscamos pocas ocasiones para ir evaluando esos tiempos en los que representamos un determinado papel. Siempre encontramos la excusa perfecta para no hacer un alto en el camino, en soledad o acompañado por alguien (sea o no profesional de lo interno del ser humano), un alto en el que podamos mirar el presente desde lo que hemos hecho, desde las decisiones que hemos ido tomando en cada momento. Y no para regodearnos en ellas, o para lamentarnos, o para culpar a otros de lo que hemos vivido o nos sucede. Simplemente para reconciliarnos con nuestras experiencias, con las opciones que hemos tenido que escoger en cada contexto, circunstancia, situación… Y celebrar todas y cada una de ellas. Con acierto o no. Con los resultados obtenidos, hayan sido o no los esperados.

Un momento de la fiesta de cumpleaños / Imagen de Jerôme VAN PASSEL

Un momento de la fiesta de cumpleaños / Imagen de Jerôme VAN PASSEL

Hace escasas semanas celebré mi fiesta de cumpleaños. Llegar a los 50, esa fecha tan redonda, ha servido para mirar hacia atrás. Un recorrido vital con la oportunidad del reencuentro con gente que ha pasado por mi vida en los diferentes lugares que las circunstancias familiares han ido presentando en el camino. Ese reencuentro ha servido, sobre todo, para revivir recuerdos, acontecimientos, decisiones, circunstancias… Imágenes, en definitiva, salpicadas por todas y cada una de las situaciones vitales que recorremos en este tránsito entre el nacimiento y la muerte física. Y aseguro que ha sido una experiencia muy gratificante, del tipo de cualquiera otra que el lector habrá tenido oportunidad en algún momento de vivir.

Uno de los aspectos que más he constatado en estos tiempos de preparación del acontecimiento tiene que ver con las limitaciones físicas que el paso del tiempo va acumulando en nuestro cuerpo. La vista, los reflejos, la pérdida de la rapidez mental y las sensaciones que recorren las articulaciones, el sueño, la libido… En fin, nada raro que no sea simplemente la constatación del paso del tiempo y la respuesta de nuestros órganos, de nuestro cuerpo, a como lo hayamos cuidado en su conjunto. Los milagros, lógicamente, no existen. Por ello, uno se da cuenta, una vez más, de que lo que nos sucede depende prácticamente solo de nosotros mismos. No valen las excusas, ni las culpabilidades ajenas. Somos responsables al ciento por ciento.

Saborear la amistad

Lo vivido queda para uno mismo… y en una parte limitada, para los que nos rodean o comparten etapas de la existencia. La tentación de lamentarse de lo no conseguido, o de haber adoptado decisiones que a la postre se han visto que no eran las más adecuadas, es una realidad que está ahí. Pensamientos que se les miran, se les saludan y se les deja pasar de largo. Ahí están. Son las que se adoptaron en un momento dado, momento en el que eran las que se podían tomar… y ya está. De poco sirve lamentarse, porque la queja paraliza, entretiene, limita el crecimiento y amarga la existencia… y el estómago. Quedan escondidas en el plano más externo aquellas que tienen que ver con las decisiones profesionales o las políticas. No por ello dejo de sentir formar parte de una generación perdida, esa del 64 que era muy joven cuando se vivieron acontecimientos sociales e históricos muy trascendentes en España, y que ahora se ve adelantada por aquellos que vienen detrás. La imagen de hace unos días de Pedro Sánchez y Mateo Renzi es un ejemplo significativo de lo que hablo. Hace un tiempo me servía del lamento. Hoy no.

Y ese lamento queda callado, entre otras razones, porque las coincidencias -que nunca ocurren por casualidad, como bien saben ustedes- me han llevado a saborear el acontecimiento de que mi hijo mayor inicia en pocos días su etapa universitaria. Cumplidos los 18 años se dispone a iniciar unos estudios universitarios que a su padre le encantarían realizar. Una nueva generación pide paso, con incertidumbres que, estoy seguro, no eran muy diferentes a las que teníamos nosotros. Por mucho que caigamos en la tentación de lamentarnos del presente (obsérvese, en este momento, qué parte de responsabilidad podemos tener nosotros al respecto), su tiempo es suyo. De nadie más. Nosotros no tenemos derecho a arrebatárselo. Con las luces y las sombras que cada momento lleva consigo. Yo empecé en la universidad días antes de la victoria de Felipe González en octubre del 82. Él lo va a hacer con los ecos del Mundial de Baloncesto en España. Cincuenta años después de que su padre naciera en el París de la emigración española de los sesenta. Y me siento feliz. Haber formado parte de una familia y crear otra (con una mujer a la que amo y con dos hijos con los que ‘lucho’ a diario) tiene que ver con ello.

Y para terminar, una de las constataciones más satisfactorias de haber celebrado hace unas semanas esos ’50 tacos’ tiene que ver con la amistad. Con los afectos. Con querer compartir este acontecimiento con quienes forman parte de la pequeña historia vital de un ser humano pequeño, débil e incompleto (pero real), como es quien escribe estas letras. Las ausencias físicas de la efemérides no impidieron sentir la cercanía de lo vivido, de lo compartido. Una historia en la que cada persona juega un papel fundamental. Incluso los que murieron cuando les tocaba y nos abandonaron. Sus dulces miradas siempre han estado ahí. Como la ventana que atravesamos cada día para degustar que nos sentimos vivos, con energía, con fuerza -y por qué no, debilidad en ocasiones- y lo más importante de todo: que no estamos solos. Que formamos parte de algo vibrante. Simplemente… de la vida.

El pujolismo de Valcárcel

El pujolismo de Valcárcel

Entrevisté a Jordi Pujol y señora allá por el año 1988, en una visita privada que la pareja realizó a Elche, y coincidiendo con el recorrido que ambos realizaron al Huerto del Cura. A la afabilidad del entonces Molt Honorable presidente de la Generalitat se unía el halo del carisma que irradiaba este personaje tan crucial de la entonces laureada transición democrática. Entendías por qué decir Pujol era decir Catalunya, o por qué asumía que cualquier ataque a sus políticas, decisiones o medidas de cualquier signo eran en seguida equiparadas con una actitud contraria a la nación catalana. Desde entonces -y mucho antes-  y hasta la fecha, Pujol ha despertado filias y fobias. Su confesión de hace unos días ha acabado con cualquier resto de simpatía que quedase fuera de Cataluña. Ha destrozado la imagen del seny catalán o sensatez y sentido común del que siempre ha hecho gala frente a la supuesta irracionalidad, radicalismo o fundamentalismo españolista.

Valcárcel

El presidente Valcárcel junto a sus ‘colegas’ de Valencia, cataluña y Baleares, en una visita al Senado.

Salvando las distancias políticas de quien fue antifranquista y sufrió consecuencias por ello, y quien ha formado parte de la burguesía de la ciudad de Murcia, encuentro entre los ex presidentes  Jordi Pujol y Ramón Luis Valcárcel un punto en común que visto en este contexto creo que merece la pena resaltar. No es otro que haber asumido en primera persona la identidad de la tierra que han gobernado con un amplio respaldo popular, 23 años el primero y 19 el segundo.  Y esa asunción de ser Cataluña o de ser Murcia les ha llevado a considerar que cualquier crítica a sus políticas, a su gestión, a sus decisiones, eran un ataque a sus regiones, a sus gentes, a su identidad nacional, si se me permite. Las escenas en el balcón de la Generalitat acusatorias contra el Gobierno de España, e innumerables declaraciones públicas, tenían un mensaje nítido: quien le ataca a él atacaba a Cataluña, a lo que representaba como nación, como signo de identidad de sus gentes y de su historia reciente.

En nuestro caso particular, cualquier ataque a las políticas desarrolladas desde 1995, en especial las críticas a las sustentadas con la mentira del ‘Agua para todos’ tenían respuesta por el supuesto antimurcianismo de quienes osaban ofrecer otras alternativas. Un ataque que era coreado por un ejército de seguidores, estómagos agradecidos y cómplices de los desaguisados cometidos en estos años de mayoría popular valcarciana  que aún sufrimos en la Región de Murcia. Valcárcel, al igual que Pujol, han compartido muchos años la misma estrategia, al empuñar la idea del ataque de un enemigo exterior. A veces hasta el extremo de que el primero, el murciano, ha desacreditado de manera soez y maleducada al catalán, pero en este caso Pasqual Maragall, por su rechazo al Trasvase del Ebro, como ocurrió en febrero de 2004.

Y la estrategia del enemigo exterior ha sido llevada hasta el extremo de acusar a los propios políticos catalanes o murcianos de la oposición de ser anticatalán o antimurciano. Vamos, el colmo de la exageración, pero siempre con buenos resultados, porque un planteamiento tan simplista es capaz de calar en el imaginario colectivo de amplias capas de la sociedad. Especialmente las más fáciles de convencer de argumentos tan falaces.

En la Región de Murcia, hasta hace muy poco, quien denunciara los errores y excesos del ‘boom inmobiliario’ o los casos de corrupción era acusado, en primer lugar, de ser antimurciano. No digamos si la crítica se dirigía a que el problema del agua no respondía, objetivamente, a como desde el aparato mediático y propagandístico del Gobierno regional se pretendía. Un aparato, por cierto, que casi siempre encontró un amplio eco y seguimiento en la mayoría de los medios de comunicación , líderes de opinión y sociedad civil murciana (especialmente, en este caso, ligada a los poderes económic0s y empresariales, pero no solo a aquellos) . Tres patas de una misma moneda que, en el fondo, no querían sentirse al margen de ese nacionalismo murciano auspiciado por el PP regional y sustentado en un victimismo que tan buenos resultados electorales, políticos y económicos les ha venido ofreciendo a sus dirigentes más representativos.

Todo se ha desmoronado en torno de la figura de Jordi Pujol, su esposa Marta Ferrusola, y los hijos de ambos. Está por ver, pero todo apunta a ello, de que su partido y gran obra (Convergencia Democrática de Catalunya) puede sufrir graves consecuencias. De hecho, el proceso soberanista ya no va a ser igual que antes de la confesión. Pero Jordi Pujol está apartado de la política activa, aunque fuese el presidente de honor del partido.

PRESENTACIÓN NOVO CARTHAGO

Presentación pública de la urbanización Novo Carthago, en junio de 2003, cuando al parecer aún no había superado las autorizaciones medioambientales correspondientes.

En el caso de ex presidente murciano, sigue en la política activa, ya que es eurodiputado (uno de los 14 vicepresidentes del Parlamento Europeo) y presidente regional del PP murciano. Tres ex consejeros de sus gobiernos están imputados por el caso Novo Carthago, urbanización promovida por la empresa Hansa Urbana en el Mar Menor, a cuya presentación en sociedad asistió en junio de 2003 junto a su esposa, Charo Cruz. A raíz de la última imputación, en la persona del delegado del Gobierno y ex consejero Joaquín Bascuñana, Ramón Luis Valcárcel parece ser que acusó a la prensa, a la fiscalía (o un sector de la Justicia) y a los socialistas del PSRM-PSOE de una supuesta conjura contra el PP. Le faltó muy poco para acusarlos de antimurcianos. Vamos, a lo Pujol.

Tiempo de cambiar

Tiempo de cambiar

En la consulta del pasado domingo apoyé la candidatura de José Antonio Pérez Tapias. Lo hice porque creo que uno de los errores que hemos cometido en los últimos años ha sido abandonar los principios del socialismo democrático, un hecho condicionado por la acción de gobierno y, entre otras causas, por la negativa a asumir una crisis/estafa económica que estaba a las puertas en medio del boom inmobilario y de consumo desenfrenado porque permitía unos niveles de ingresos a las arcas del Estado increíbles. A ello había que sumar la falta de un proyecto socialdemócrata para el conjunto de Europa, en un contexto de globalización al que no sabemos cómo hacer frente. Si a este cóctel le incluimos unas estructuras organizativas anquilosadas, una militancia demasiado acostumbrada a que otros decidan por ella y a un liderazgo cuestionado desde hace tiempo, el resultado no podía ser menos que el que obtuvimos en las últimas convocatorias electorales.

Pero una vez celebrada la consulta -que no olvidemos se produce tras un sonoro fracaso en las europeas-, y en el interregno de los congresos regionales previos al extraordinario de los próximos 26 y 27 de julio, no viene mal hacer un breve alto en el camino para reflexionar sobre lo que vamos a hacer en los meses siguientes. Sobre todo en el terreno de lo cercano, de lo regional, de lo local. Creo que se abre un período muy interesante en el PSOE a nivel federal, con un nuevo secretario general respaldado por una gran parte de la militancia, en un proceso democrático limpio, donde cada uno ha jugado sus cartas, y donde creo que no se han reabierto heridas, sino todo lo contrario. Esto de la democracia, como lo de la transparencia, tiene su miga. Sobre el papel todos somos democráticos y transparentes… hasta que nos toca más directamente. Porque jugar con esas cartas tiene consecuencias. Y algunos compañeros y compañeras prefieren las viejas prácticas, porque requieren menos esfuerzo y debate.

Una vez elegido a nuestro secretario general (aunque ahora tan solo sea a través de una consulta y haya que esperar al Congreso Federal para que sea ratificado), debemos permanecer alerta para que la dirección responda a lo que la consulta ha reflejado y, sobre todo, a lo que la militancia ha ido expresando en los actos públicos de los candidatos y, en especial, en los debates y resultados de aquella Conferencia Política que parece tan lejana y que merece la pena refrescar de nuevo. Creo que debemos activarnos -si se me permite la expresión- en un doble sentido: por una parte, en participar en el debate político para construir una alternativa política teniendo en cuenta la situación de la gente, las consecuencias de la crisis/estafa, con un programa netamente socialdemócrata, con reformas de las de verdad, sin miedos… acompañadas de una pedagogía clara a la hora de explicarlas y hacerlas presente en los sectores más castigados de nuestra sociedad. Por otra, implicarnos de lleno en un cambio democrático y participativo de la acción política a través de nuestra organización, nuestras agrupaciones, nuestras estructuras como partido político, renovando los mecanismos de debate y de toma de decisiones. Dejándonos caer de nuevo, como ya lo hicimos hace años, en una verdadera política a pie de calle. Recuperando parte de lo que fuimos y que nos permitió ser referente de grandes masas de ciudadanos que querían formar parte de un proyecto de cambio.

Sinceramente creo que estamos en un gran momento de cambio y que se dan las mejores condiciones -dentro de la gravedad de la situación política- para que todos y todas pongamos de nuestra parte. La carta que Pedro Sánchez nos ha dirigido a la militancia socialista apunta buenas maneras para hacer posible esto de lo que hablo. Que dejemos de mirarnos el ombligo y salgamos a dar respuesta a lo que la ciudadanía nos pide. Si la nueva dirección política (Comisión Ejecutiva y Comité Federal) es un espejo de lo que los afiliados y afiliadas hemos demostrado estas semanas, así como de los aires de cambio, renovación y ejemplaridad que reclaman los millones de simpatizantes socialistas y progresistas que nos han votado en el pasado, podremos volver a reencontrarnos con nuestros orígenes y nuestra identidad en la izquierda y en el progreso de nuestro país.

¿Y qué pasa en nuestra Región?

Pues si coincidimos en que se abre un proceso esperanzador en el panorama nacional, las y los socialistas murcianos no debemos volver a caer en los errores del pasado. Debemos desterrar ya, de una vez por todas, esa cultura política (por llamarla de una manera) cainita, ‘asesina’ (aunque suene fuerte) e injusta de crucificar al otro por intereses que muchas veces son espurios. Esas prácticas de las ‘mesas de camilla’, merced a las cuales un grupo selecto y especial (por no sé qué condiciones o supuestos éxitos de un pasado que mi hijo mayor, que ya vota, no conoce) decide lo que es mejor o peor para establecer la lista de candidaturas y de estrategia política. Eso sí, siempre y cuando les pille a ellos en aquéllas, porque se sienten salvadores de las supuestas esencias del socialismo murciano. Ese que es capaz de devorar a sus hijos, cual Saturno cualquiera. Y lo grave del caso, con la complicidad de la mayoría de la militancia.

Pedro Sánchez, junto a María González, en Los Desayunos de TVE cuando coordinaban los debates de la Conferencia Política.

Pedro Sánchez, junto a María González, en Los Desayunos de TVE cuando coordinaban los debates de la Conferencia Política.

Si de verdad no queremos otra vez quedarnos fuera de juego creo que hay que hacer un verdadero esfuerzo de generosidad, de seriedad, de compromiso en los ideales transformadores y de cambio de la realidad, por encima de los intereses personales y a corto plazo. La gente está cansada de nuestras luchas internas, de nuestra cortedad de miras, de cómo desacreditamos a nuestros compañeros y compañeras. ‘Si ni ellos se quieren entre ellos, cómo pretenden que los queramos nosotros’, vienen a decir nuestros ciudadanos cuando contemplan nuestras batallas sinsentido. Porque no nos engañemos. Sufrimos un grave problema de credibilidad, de que se nos vea como alternativa a las políticas del Partido Popular. De un PP que casi veinte años después de llegar a las principales instituciones de la Región de Murcia, se ha retratado con su verdadero rostro. Un rostro que mantenía un liderazgo mesiánico, como era el de Valcárcel, al pairo del reparto de las prebendas del poder y de la desintegración de la oposición. El poder ya no da más de sí, porque en época de escasez se ven las miserias de quien de verdad se ha llevado sus beneficios, y el gran líder ha escogido su retiro dorado en las instituciones europeas después de dejar esta tierra en el estado en que se encuentra. Ni sus más fieles seguidores le guardan ahora el respeto, porque se han dado cuenta, por fin, de quién era él, y de quién estaba acompañado. ¿Hasta cuándo aguantarán los imputados en su nombre? ¿No hay honradez, de la de verdad, en las filas del PP?

Volviendo a lo que de verdad me interesa en estos momentos, como militante de base comprometido en un partido político que aún tiene mucho que decir, creo que en nuestra Región ha llegado el momento de implicarse con fuerza en un cambio político que se merecen nuestros hijos, nuestra gente, los que peor lo están pasando. Un cambio que debemos protagonizar con seriedad, con altura de miras, con responsabilidad. Dejando de lado las heridas del pasado, las familias de procedencia, los liderazgos sin sentido, la cortedad de objetivos y las venganzas por batallas del pasado no resueltas. Hace unos meses elegimos democráticamente un candidato a la Presidencia de la Comunidad. No lo estemos cuestionando continuamente. No seamos tan destructivos. Construyamos, en primer lugar, una verdadera alternativa de gobierno, con medidas eficaces para la gran mayoría de la ciudadanía. Nuestra conferencia política regional puede ser la gran ocasión. Y luego conformemos equipos solventes y creíbles para nuestros municipios y para las circunscripciones de la Asamblea Regional que respondan a los nuevos tiempos, con nuevos discursos, con nuevos estilos y con generosidad y confianza. Lo ideal es que cada uno, cada una, de los y las militantes nos miremos seriamente dentro y reconozcamos qué parte de responsabilidad tenemos en todo lo que nos ha pasado estos años. No vale con culpar siempre a los otros. Eso es de cobardes. Se trata de construir, no de derribar. De poner lo mejor de nosotros mismos, de nosotras mismas, en función del noble interés de la política. Ha llegado ya el momento, ¿no te parece?

Sobre las europeas

Sobre las europeas

Parto de la base de que soy militante del PSOE en la Región de Murcia. O sea, que asumo formar parte de un proyecto político con todas las consecuencias. Pero también de que eso no impide que tenga criterios propios, equivocados, quizá, pero son míos. Única y exclusivamente. Y que mi pasión por la política no se ha quedado nunca en el hecho de pagar religiosamente mi cuota, participar de la liturgia de un partido de la izquierda tradicional y emplearme a fondo en las contiendas electorales. Es más, si solo hiciera eso no estaría haciendo política. Siempre me ha gustado participar en el mundo de los movimientos sociales, y sobre todo, tener claro que la política no es una profesión sino una apuesta porque las cosas cambien de verdad. Desde las actitudes personales hasta los entramados institucionales. Y termino: teniendo en el horizonte la opción por los últimos, por los más castigados del sistema, por quienes no suelen tener voz. Por quienes no cuentan. De esta parte hay un culpable: Jesús de Nazaret. De las otras también, pero dejémoslo ahí.

La lectura de urgencia de las elecciones europeas celebradas el domingo me lleva a varias constataciones. En clave general, en el conjunto de España, las señales son claras: el bipartidismo deja de ser el referente; el PSOE precisa de una verdadera y urgente refundación -sin complejos y medias tintas- porque no somos lo mismo que el PP, pero para la gente nuestros líderes y nuestra política están en el mismo saco; Izquierda Unida no puede darse por satisfecha porque reproduce prácticamente los esquemas de la izquierda tradicional y Podemos ha sabido recoger el descontento y la necesidad de la gente de encontrarse con la política de otra manera.   Todas estas afirmaciones precisan de análisis más sosegados pero no valen las medias tintas, ni las interpretaciones enrevesadas que suelo escuchar entre dirigentes de mi partido, tanto a nivel nacional como en el caso de la Región de Murcia, donde vivo.

A esos análisis de alcance nacional hay que sumar los de pie de calle en los pueblos y ciudades en los que habitamos. En el caso de Murcia se produce un hecho singular. O varios. De una parte, que la hegemonía del PP ha sido quebrada. No me vale la excusa de que como gobierna, ha pagado el precio. Claro que sí. Gobierna y ha reflejado los modos y maneras de una sociedad que les ha consentido mucho. Que ha creído en sus falsos mensajes de que nos ha faltado el agua, que nos la quitó Zapatero y que la solución pasaba por el boom inmobiliario y por hacernos ricos. Hay más argmentos, pero valgan esos más simples. Y además esa quiebra tiene un punto central: la figura de Ramón Luis Valcárcel. El presidente que se marchaba a Europa después de dejar una Región en la ruina (con las complicidades de una sociedad que en su mayoría ha preferido mirar hacia otra parte durante años) no ha sido capaz de recoger algo de apoyo de su legado. Ese 37,4 por ciento de votos le hace ser el partido más votado y ganador, pero hace cinco años ese porcentaje era del 61 por ciento. Algo serio se ha producido. Algo ha cambiado.

El PSRM-PSOE, sin embargo, no ha subido nada. Seguimos sin ser vistos por la gente como una verdadera alternativa de gobierno. O al menos una alternativa seria de oposición a la derecha murciana y a su complaciente mayoría de la sociedad civil. Nuestro liderazgo es difuso y somos vistos como un partido más del entramado institucional establecido. Sé que suena fuerte, pero por favor, que las ramas no nos impidan ya ver el bosque. Es hora de hacer frente, de verdad, a una realidad que nos negamos a asumir.

A nuestra izquierda hay una que ha subido mucho, IU, pero que a mi juicio tampoco se puede dar por satisfecha, porque a su lado hay también mucha gente joven, progresista, indignada e implicada en que las cosas cambien que tampoco se siente representada por sus dirigentes. Me aventuro a decir que es porque se mueven bajo similares arquetipos que los que tenemos en el PSRM: pensamos que somos los llamados a encabezar los cambios desde formas y maneras tradicionales, a como lo hemos hecho en tiempos pasados… Y la cosa no va por ahí. Ya no valen los viejos análisis, las estructuras caducas de las organizaciones políticas, la cooptación de los líderes. Sí, sí, la selección realizada por cuotas y afinidades (o sumisión) a los dirigentes.

Finalizo este primer análisis de urgencia. O abordamos de verdad la reforma de las estructuras, los modos y maneras de hacer política desde los partidos tradicionales de la izquierda, o se aumentará la brecha con los ciudadanos. Me niego a formar parte de eso que algunos llaman ‘la casta’, porque no me resisto a cambiar las cosas, a cambiar la situación de esta sociedad desigual y excluyente. No quiero ser cómplice y creo que debemos trabajar por construir otras alternativas. En ese camino creo que debemos encontrarnos mucha gente. Pero sin prejuicios. Sin actitudes preconcebidas de ir de listos y expertos por la vida. Porque estamos cansados de los expertos, de los que llevan en las estructuras de los partidos y las instituciones desde hace más de veinte años, de los que miran por encima del hombro porque se sienten especiales. Esos sí son de la casta. O quienes desde su juventud biológica han sido educados por unos mayores a los que quieren imitar por encima de todo. Es hora de hablar, de debatir, de reflexionar… y sobre todo, de establecer puntos de encuentro y mover estructuras. De hablar menos y de demostrar más, en el día, que de verdad se desea un cambio.

Y escribo esto antes de conocer la rueda de prensa de Rubalcaba en la que ha anunciado la celebración de un congreso extraordinario que pretende elegir una nueva dirección. Las incógnitas se disparan. Y tiempo habrá.